Invariablemente, la nieve nos sorprende (aunque sea enero) y ni los más viejos del lugar recuerdan nada parecido al horrendo tiempo que padecemos. El temporal de este febrero está siendo brutal y lo peor es que se ha cobrado varias vidas además de provocar grandes destrozos y pérdidas materiales cuantiosas y dolorosas. Aunque es dudoso su mérito, recordaremos temporales dichosamente olvidados, los registrados en febrero hace un cuarto de siglo y una década atrás.
Encabeza esta entrada la portada de EL PAÍS del domingo 26 de febrero de 1989, hace 25 años. En ella se da cuenta del trágico balance del sábado: siete muertos por el vendaval que azotaba por toda España. Valencia tuvo la desgracia de registrar cuatro muertes en un solo día y otra más en un pueblo de la provincia. Caídas de andamios, muros, cornisas fueron las causantes directas de la tragedia. En Valladolid, una valla publicitaria mató a un hombre, pero hubo otros 30 heridos más en diversos accidentes: una mujer se fracturó las dos piernas al caerle encima un árbol. La portada reproducía una fotografía de una gran ola en la costa de Cantabria.
El día anterior, una chalana naufragó por el temporal en la ría de A Coruña. Un marinero resultó muerto y otros dos desaparecidos. Ese viernes nevó en todo el norte de España, y fue necesario circular con cadenas en 50 kilómetros de la Nacional I. En Madrid nevó durante seis horas y varios pueblos y urbanizaciones quedaron aislados. Se tiró de estadísticas y resultó que era la 349ª nevada en Madrid del siglo XX. Y se recordaba que la década de los cuarenta fue terrible, con 46 nevadas; en 1941, seis nevadas.
"A unos 70 kilómetros de Tres Cantos se encuentra La Puebla de la Sierra, la localidad más aislada de Madrid en plena sierra norte. Y en La Puebla de la Sierra vive medio centenar de vecinos como Filomena Fernández, de 42 años. "Esto es lo que llamamos un invierno tardío, pero seguro". Sorprendentemente, la voz de Filomena sonaba ayer tan limpia como la nieve a través del teléfono. "La línea telefónica está muy bien porque la arreglaron hace un par de años, lo que no acaban de arreglar es la carretera con Robledillo de la Jara, la única que nos queda abierta cuando le da por nevar". Filomena recuerda pocas nevadas como la de ayer, aunque hubo una que quedó bien marcada en su memoria. "Fue hace 17 años, justo cuando nació mi hija María Ángeles. La nieve llegó a los tres metros en algunos sitios y estuvimos tres meses aislados del mundo. Alimento no faltó, pues comíamos a base de matanza".
Ese mes de febrero fue desconcertante. El 9 de febrero se registró un temporal de lluvia y granizo en Málaga que destruyó la Facultad de Filosofía al hundirse el techo de 20 aulas. En Marbella hubo un herido grave al caerle encima una pared de una casa abandonada. Y el día anterior, en Estepona se registró una tromba marina, un pequeño tornado con vientos de 150 kilómetro por hora. En Marbella, el registro fue de 57 litros de agua y granizo en apenas tres horas. Pero el norte de España vivía una preocupante sequía, y EL PAÍS titulaba su información ese día con un alarmante Arde la España verde.
La nieve cubre una bicicleta, en Vitoria, durante la intensa nevada del 27 de febrero de 2004 / Agencia EFE
Esta bicicleta cubierta de nieve fue la fotografía de portada del sábado 28 de febrero de hace 10 años e ilustraba cómo el temporal paralizó media España. Ese mes fue durísimo: la circulación por las carreteras fue penosa, con un episodio especialmente lamentable: la noche del viernes al sábado 28 de febrero, miles de automovilistas pasaron la noche atrapados en la carretera de Burgos, a la altura de Miranda de Ebro. Unos 250 coches y 25 autobuses con sus miles de ocupantes tirados en medio de la nada. Otros 5.000 afortunadísimos viajeros fueron evacuados a alojamientos provisionales en Pancorbo, Miranda o Briviesca. Tras una burgalesa noche toledana, despejada finalmente la carretera con las máquinas quitanieves y contentos de que no hubiera que lamentar tragedias irremediables, los agotados viajeros tuvieron que retratarse y pagar el peaje, religiosamente, para abandonar la autopista-trampa. A la imprevisión que provocó que tuvieran que pasar la noche al raso y a cinco grados bajo cero se sumaba el insulto.
Centenares de camiones y turismos atrapados por la nieve en la autopista de peaje AP-1, que une Burgos con Álava, en la imagen cerca de la salida a Miranda de Ebro (Burgos) / MABEL GARCÍA
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