Federico Trillo-Figueroa, sonriente, en el acto de Alicante en que tiró un euro en una mesa / Pep García
El 16 de febrero de 2004 estábamos en campaña electoral en España. Faltaban 26 días para las legislativas. El ministro de Defensa era Federico Trillo-Figueroa, actual embajador en el Reino Unido. A Trillo le formularon una pregunta incómoda en Alicante, circunscripción por la que era cabeza de lista. Una periodista de la cadena SER, Sonia Martín, le preguntó "su opinión sobre las declaraciones que Hans Blix, exjefe de los inspectores de armamento de Naciones Unidas en Irak, había realizado poco antes en esa misma cadena. Blix recordó que la ONU nunca dio por sentado que en Irak hubiera armas de destrucción masiva, en contra de lo que sostiene el Gobierno español." Tras escuchar esta pregunta, "sacó un euro del bolsillo y dijo: "Llevo una semana guardando el mismo euro para el que me preguntara por las armas de destrucción masiva, pero como he sabido que empiezan a perder interés, se lo ha ganado usted". Entonces, el titular de Defensa hizo rodar la moneda por la mesa en dirección a la informadora, aunque no llegó hasta el lugar que ocupaba ella."
Sonia repitió la pregunta y Trillo dijo que no deseaba polemizar sobre las declaraciones de Blix. Bien, pero a renglón seguido, mintió, con bastante descaro: "Insistió en que la decisión del Gobierno de respaldar la guerra estaba basada en los acuerdos de la ONU e invitó a los periodistas a leer las 17 resoluciones del Consejo de Seguridad sobre Irak. "Nosotros no nos hemos basado en ninguna otra determinación más que en ésa", aseguró. Pues ¡viva Honduras!; era mentira. Sobre Irak, para ir a la guerra, se dijeron muy gordas.
Te miento y te insulto, no necesariamente en este orden."Tras la rueda de prensa, Trillo-Figueroa se acercó a la periodista, le dio dos besos y le preguntó si admitía el euro, a lo que ella accedió. "No me lo esperaba y lo acepté, para que pasara rápido el momento y no convertirme en protagonista de la información", comentó luego la periodista. Sonia Martín aseguró que en frío hubiera actuado de otra forma. "Tendría que haber rechazado el euro y decirle al ministro: 'prefiero que me lo dé usted cuando encuentre las armas de destrucción masiva en Irak'. Ahora", añadió, "estoy dispuesta a multiplicar esa cantidad cuantas veces sea necesario si las localiza". La periodista lamentó el tono del ministro al responder a sus preguntas. "Creo que debería ahorrarse la coletilla de querida que siempre repite", concluyó.
Encontrar las palabras adecuadas para definir esta anécdota encierra el peligro de convertirla en categoría. No pocos lo harían y yo no me siento ajeno a esa tentación. La evitaré en lo posible. Viene en mi auxilio Javier Pradera, que hizo un análisis del sucedido: "La aclaración de que la moneda arrojada por el ministro sobre los blancos manteles de la mesa tenía un significado chistoso añade escarnio a la befa: no es sino la versión modernizada de la humillante fórmula que suelen utilizar los malos discutidores -"para ti la perra gorda"- con el propósito de cortar un debate." Añadía que "la despectiva actitud del ministro de Defensa no fue sólo una manifestación de incorrección personal hacia la periodista agraviada, sino que forma parte de una meditada estrategia del Gobierno dirigida a sacar de la agenda pública una cuestión incómoda y comprometedora."
A sus compañeros de Gobierno les pareció que aquello era una broma y el propio Trillo dijo que se había malinterpretado. El líder del PSOE, Zapatero, dijo que si fuera presidente del Gobierno, destituiría a ese ministro y desde la izquierda se habló de falta de vergüenza y de insulto a los ciudadanos insultando a una periodista. Se le tildó de chulesco y patético. El presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, dijo a Trillo que con sus actuaciones "pierde la sociedad". González Urbaneja calificó a Trillo como "el chico de los chascarrillos" y recordó que, "en democracia, el deterioro de los usos y las maneras es tan importante como el deterioro del fondo". Eso.
La jornada electoral del 14 de marzo de 2004, celebrada bajo la negra y espesa pena por tantas muertes apenas tres días antes en el terrible 11-M, tuvo este episodio del euro su estrambote. Un apoderado de Izquierda Unida y otra persona quisieron entregarle a Trillo un euro y le dijeron: "Tome usted, porque han aparecido las armas de destrucción masiva". Trillo, indignado, rechazó la moneda, por considerar el hecho una provocación, y le pidió "más respeto por la democracia que representan", a lo que añadió: "Siéntese, mantenga las formas y guarde respeto". Cabría decir que quien siembra vientos recoge tempestades, y que a la hora de perder las formas, la competencia es feroz.
Y en estas estamos, diez años después. Un debate político hurtado o encanallado. Actitudes como la de Trillo no tuvieron la censura social y política merecida y lejos de sufrir reprimenda alguna, vemos cómo de aquellos polvos alicantinos hemos pasado a estos lodos británicos, por tantos y tan valiosos servicios prestados. ¿Qué gloria no tendrá reservada la diputada Fabra después de expeler en sede parlamentaria aquel inolvidable "que se jodan"?
El diputado popular Federico Trillo (d), detrás del presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, reacciona con una peineta tras ser increpados por simpatizantes del movimiento Democracia Real Ya!, a su salida de un acto electoral en Torrevieja el 19 de mayo de 2011 /EFE
Hay 3 Comentarios
Por favor Sr. Blanco, quite ya la foto de Trillo que me dan arcadas.
Publicado por: Cátulo | 22/02/2014 9:24:58
Y este tipo de canallita incompetente pero atento a servir al poderoso se ve siempre premiado con ministerios, embajadas...
Publicado por: Cátulo | 18/02/2014 17:00:45
Pero gente como Trillo, León de la Riva, la hija de Fabra, etc. todavía recibe votos, y no pocos... la grosería nos gusta, nos va, como país, o qué?
Publicado por: Julio Vernejo | 16/02/2014 23:50:06