Fondo de Armario

Profanación y desmemoria

Por: | 19 de abril de 2014

Geo

Profanación de la tumba y restos mortales del agente del Grupo Especial de Operaciones (GEO), Francisco Javier Torronteras, muerto durante la inmolación de un grupo terrorista islámico en Leganés. En la foto, marca en el suelo provocada por el cuerpo tras ser quemado por los profanadores. 19/4/2004 / SANTI BURGOS

Se cumplen diez años de la profanación de la tumba del agente de los GEO Francisco Javier Torrenteras, asesinado como consecuencia de la explosión provocada por los autores del 11-M para inmolarse en su casa de Leganés y evitar su captura. Este episodio del 11-M es relativamente desconocido o está olvidado.

El féretro de Torrenteras ocupaba el nicho número 80 de la Sección S del cementerio Sur de Madrid. Los delincuentes que profanaron su tumba trasladaron el ataúd, con el cadáver dentro, hasta una zona más escondida, distante 700 metros del nicho. Allí, le prendieron fuego en el suelo, posiblemente atizando el incendio con gasolina. El cadáver quedó totalmente carbonizado.

Nunca se supo nada de los autores, aunque sí que fueron varios porque hubieron de transportar el féretro con la única ayuda de una vieja carretilla que llevaron junto a un pico sin mango y a una pala como utensilios para lograr su propósito. "En puridad, no estamos ante una profanación, puesto que no se ha atentado contra ningún símbolo religioso; se ha actuado contra lo que representa el cadáver. En las profanaciones se rompen crucifijos y se abren muchas lápidas; aquí han ido a por una concreta". Esto declaró una fuente judicial citada en la información de EL PAÍS.

Interior no descartaba ninguna hipótesis: vándalos, un grupo de skin heads, islamistas radicales "envalentonados"... Un día más tarde, la policía daba una hipótesis tras consultar con expertos: los autores de los hechos eran "personas del entorno de los fanáticos islamistas, en venganza porque los cuerpos de sus allegados permanecen insepultos, 15 días después de sus muertes, en contra de la tradición funeraria musulmana. (...) Los musulmanes llevan al difunto rápidamente hacia la tumba (a ser posible en las 24 horas siguientes a la muerte) para acelerar su felicidad y para que se libre rápidamente de sus pecados, si los tiene. La jinaza (entierro u oficio fúnebre) se lleva a cabo una vez que el cuerpo ha sido sometido a baños rituales (gusul) y amortajado, se han rezado las plegarias y se ha cavado el sepulcro según unas reglas tasadas. El cuerpo debe ser enterrado con un sudario, y en sentido perpendicular a la Quibla (es decir, en dirección hacia la Meca)." Nada de eso se hizo con los inmolados en Leganés. Por tanto, la profanación y el incendio del féretro eran una venganza. La policía encontró 22 huellas dactilares en la zona, pero unas eran de trabajadores del cementerio y otras estaban incompletas, por lo que confiaba en que hubiera un soplo para avanzar en la investigación.

El 20 de abril, el cadáver del geo Francisco Javier Torronteras fue incinerado en el cementerio de la Almudena.

El día de la profanación, la atención informativa estaba centrada en la decisión del Gobierno de retirar las tropas de Irak, tomada un día antes. Fuera por ese motivo o quizás también por el deseo de no revolver aún más el dolor que embargaba a la sociedad española tras el 11-M, lo cierto es que esta noticia no tuvo gran eco informativo. A todo eso se refirió Fernando Reinares en un artículo publicado hace ahora dos años. "La profanación de la tumba del subinspector Torronteras y el ultraje deparado a su cadáver, lejos de suscitar cierta significativa revulsión en la opinión pública, pasaron tan socialmente inadvertidas que de lo sucedido aquel 19 de abril de 2004 son pocos los que se acuerdan. Aunque sus allegados y compañeros jamás hayan olvidado lo ocurrido ese día, que añadió una profunda indignación al vacío dejado por la muerte de un ser querido y de un profesional tan poco vanidoso como extraordinariamente riguroso en su trabajo. Quizá conmocionados aún por los atentados en los trenes de cercanías, acaso distraídos en medio de la polémica sobre su autoría, los españoles no reaccionamos como pienso que hubiera sido lógico esperar ante semejante vilipendio de un servidor público que perdió la vida cumpliendo con el deber gracias al cual es posible una convivencia en libertad propia de las sociedades abiertas. Ni tampoco reaccionamos como correspondía ante la más que verosímil vejación a una víctima del terrorismo, como lo era Francisco Javier Torronteras, y por añadidura a las víctimas del terrorismo que eran y son también sus familiares." Concluía su artículo reclamando "reflexionar algo más sobre por qué los terroristas que perpetraron aquellos terribles atentados consiguieron dividirnos en la memoria pero no que coincidamos en la desmemoria."

Hay 1 Comentarios

...pues me parece muy raro que sean musulmanes los profanadores, cuando el atentado del 11-M lo causó ETA... ¿no serían los profanadores más bien activistas del entorno etarra? Yo ya no entiendo nada

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Sobre el autor

Juan Carlos Blanco

, filólogo y periodista, tiene una larga trayectoria profesional vinculada al archivo de EL PAÍS, del que ha sido responsable durante más de 15 años. Por sus manos ha pasado mucho de la Historia, con mayúsculas, de este periódico y este país.

Sobre el blog

Noticias antiguas, historias ya contadas. Siempre de actualidad. Una mirada a las informaciones de hoy tomando como referencia la hemeroteca de EL PAÍS, donde se guarda mucho y muy valioso de lo que hemos sido y somos como ciudadanos.

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