Se cumplen hoy 30 años del asesinato de Mikel Solaun, perpetrado por Juan Manuel Píriz junto a varios etarras más. Ha pasado mucho tiempo, pero este episodio del terrorismo etarra tiene ingredientes inquietantes: la sociedad tiene una deuda de memoria con Mikel, víctima del terrorismo, y una obligación de memoria con Juan Manuel, uno de sus asesinos. Este relato se ciñe a lo publicado a lo largo de los años en EL PAÍS.
Mikel era un ingeniero y constructor de 39 años, que había sido miembro de ETA en el franquismo. En 1969 fue detenido y en diciembre de ese año construyó el túnel por el que escaparon los etarras del penal de Basauri en 1969. Se exilió en Francia y fue amnistiado en 1976. Desde entonces se mantuvo apartado de ETA y dedicado a su trabajo en una empresa de construcción de la que era directivo.
El día que le asesinaron hace 30 años estaba tomando un café con su mujer y sus dos hijas en un establecimiento comercial, de nombre Haizea, en Algorta (Vizcaya). "Dos individuos muy jóvenes, que habían penetrado en el establecimiento unos minutos antes, se dirigieron hacia los servicios de la cafetería y, a la salida, uno de ellos disparó por la espalda y a bocajarro un tiro a Miguel Francisco Solaun. Con el cráneo atravesado por un balazo, la víctima cayó en redondo del taburete que ocupaba junto a la barra, mientras sus asesinos, que no aparentaban más de 18 años, huían pistola en mano, perseguidos a cierta distancia por un joven testigo, que no logró darles alcance. Herido de muerte, Miguel Francisco Solaun fue trasladado en ambulancia al hospital de Cruces, donde ingresó cadáver. Varias personas, que se encontraban en el interior de la cafetería en el momento del atentado, manifestaron que los autores, uno de los cuales vestía un llamativo jersei amarillo, permanecieron sentados en la barra, observando fijamente a su víctima y a su familia durante más de cinco minutos, antes de agotar sus consumiciones y decidirse a actuar."