Siempre me ha gustado descubrir la buena comida de calle. Esa que venden en carritos ambulantes, quioscos de tres al cuarto o establecimientos de escasa entidad. Comida desenfadada, de paso, pensada para tomar con las manos. La misma que en ciertas ocasiones -- pocas -- alcanza verdadero interés. Entre mis mejores recuerdos algún pincho de tortilla de patatas a la salida de un campo de golf, las fantásticas guacamayas mexicanas que probé hace años en Guanajuato (México), los populares döner kebab turcos-alemanes que tomé en Berlín la primera vez, o esos deliciosos helados de avellana que en Sicilia se introducen dentro de delicados brioches. Puro “finger food”. Seguiré recopilando direcciones y cuando posea suficientes publicaré una guía personal en este blog.Fiel a mis obsesiones cada vez que paso por Marbella me acerco a tomar los döner-kebab que preparan en una de las callejuelas traseras de Puerto Banús. El local hace esquina, carece de dirección a la vista y se llama “Donna Sheesh Kebab S.C.”. Nadie me había hablado nunca de este sitio hasta que hace diez años me fijé en sus carteles por casualidad. Se fundó en 1991 y desde entonces dicen que sigue igual. Disfrutando de una nutrida clientela que cada día, desde las 12,00 del mediodía hasta bien avanzada la madrugada, hace colas improvisadas para tomar sus kebabs de pollo o de cordero a 5 euros la pieza. O la especialidad que más me gusta, la variante vegetal (eco-döner), sin carne, con croquetas de garbanzos (faláfel) bien aliñadas.
He probado muchos döner kebab y en pocos lugares me resultan tan sabrosos como aquí. Los corderos y los pollos los sacrifican en Granada por el método halal. De los aderezos es imposible averiguar nada porque son su fórmula secreta. Y las carnes después de asadas en el pincho giratorio, se cortan en lascas finas, se introducen en pan de pita con tomate picado, lechuga y salsa turca, se envuelven en papel vegetal y se calientan en la plancha con papel incluido dos minutos por cada lado.
Al final, antes de cada mordisco, el comensal rocía los ingredientes con una salsa espesa de yogur salado. Aparte de su sabor, que me encanta, siempre me ha llamado la atención las claves de un negocio de reciente creación. Al tradicional döner kebab turco (literalmente carne asada dando vueltas), los árabes lo denominan “shawarma” y los griegos “gyros”. Unos y otros defienden a muerte la autoría de esta receta que en su versión original se toma en la mesa con cuchillo y tenedor.
La realidad es que los modernos döner kebab nacieron en Berlín en 1971, por iniciativa de Mehemet Aygün, un chaval de 16 años que trabajaba en un local familiar. Su aportación, tan simple como genial, consistió en rellenar panes de pita con estas carnes asadas. Su éxito fue repentino y la demanda se disparó. Varios lustros después Aygün se había convertido en un magnate de la hostelería con más de 10.000 puntos de venta en Alemania y Turquía.. Siempre me pregunto por qué no se me ocurrirán a mí unas ideas tan brillantes, molletes de Antequera rellenos de callos a la madrileña, cucuruchos de paella para llevar... No sé, algo así.