Dicen que es insano tomar un simple café al levantarse y aguantar hasta la hora de comer. Yo no soy capaz. Cada mañana cuando salto de la cama me llega un falso olor a pan tostado junto al aroma de la infusión. Sin pensarlo me dirijo a mi cocina imaginando algo que no es. Soy un claro ejemplo de los reflejos condicionados del médico ruso Iván Pávlov.
Disfruto mucho con los desayunos. Sobre todo con los de cuchillo y tenedor. Lástima que a diario las prisas lo conviertan en un trámite acelerado. En compensación me desquito los fines de semana o cuando tengo que viajar.
¿Y de la dietética qué? ¿Son buenos o malos los desayunos abundantes? ¿Qué es mejor nutritivamente el english breakfast o el llamado desayuno continental? ¿Y los molletes andaluces rociados con aceite virgen extra y azúcar? ¿Acaso hay algo mejor?
Llevo años leyendo opiniones que se contradicen entre sí. Nadie ha demostrado, que yo sepa, que una ingesta liviana por la mañana ayude a perder peso. A su lado los que aseguran que un desayuno abundante contribuye a mantener la línea.
¿Quién dice la verdad?
Acabo de pasar cinco días en Londres y me está costando olvidarme del full english breakfast que he tomado en el hotel Me London, el nuevo buque insignia de Melià en el Reino Unido, soberbio edificio de arquitectura arriesgada aún en rodaje.
En el fondo y en las formas el desayuno inglés es un plato combinado. La antesala del famoso brunch, un posible almuerzo de media mañana que, según me dice un amigo residente, los ingleses también reservan para los fines de semana. Casi ninguna familia británica se levanta a las 7,00 h para ponerse a cocinar.
¿Qué tiene de bueno o de malo el desayuno inglés?
Su nivel depende de la calidad de los ingredientes y de cómo se hayan preparado. En el Me London los huevos fritos son correctos, el beicon, las salchichas blancas y la morcilla sabrosos, y las setas y los tomates salteados bastante buenos. Aparte, las tostadas sencillas, la mantequilla espléndida y el té sensacional. No menos conseguido que el famoso “porridge” (gachas inglesas de avena) o el plato de frutas, casi todas en sazón. Lástima el zumo de naranja que desmerece del resto.
¿Y en el aspecto dietético qué sabemos del english breakfast?
Hace poco encontré un interesante trabajo de la Universidad de Oxford http://es.prmob.net/p%C3%A9rdida-de-peso/american-journal-of-clinical-nutrition/universidad-estatal-de-pennsylvania-179911.html en el que se mencionan diez alimentos que aumentan la energía y ayudan a quemar grasa. Entre ellos, algunos que forman parte del desayuno inglés.
¡Al diablo con la dietética¡ Siempre que puedo disfruto con los desayunos allá donde estoy. Me encantan los huevos rancheros con chilaquiles en México; el english breakfast en Londres; el pan con tomate y embutidos en Cataluña; el chocolote con churros en Madrid o los molletes con pringón del puchero o manteca “colorᨠen Andalucía.
Aparte de esta pista, para desayunar en Londres aconsejo seguir las recomendaciones de TimeOut http://www.timeout.com/london/restaurants/londons-best-breakfasts-and-brunches