Poco después de llegar a Helsinki me dirigí al Old Market Hall antiguo mercado junto al puerto. Si tal y como me habían comentado la capital de Finlandia se ha convertido en uno de los grandes destinos gastronómicos de Europa, quería empezar el recorrido por un enclave estratégico. Pasé delante del puesto de la familia Andström, maestros ahumadores desde 1879, y compré porciones de pescados distintos. Me gustaron tanto que el pasado viernes antes de regresar me acerqué de nuevo a charlar con su propietaria Hanna Andström
Aunque presumo de saber de pescado, mi ignorancia quedó enseguida de manifiesto. En la vitrina refrigerada se exponían especies que conocía y otras que no había visto en mi vida. Todas sometidas a tratamientos diferentes. Además, como los carteles estaban escritos en sueco y en finlandés y solo ocasionalmente en inglés, las dificultades de comprensión se multiplicaban.
Hanna, encantadora, nos fue explicando cada especialidad mientras atendía a sus clientes. Enseguida aludió a su marido, Ralf Andström, maestro ahumador, ausente en aquel momento, que ejerce su oficio con la ayuda de un pequeño horno artesano. Ya en mi hotel, con el recurso de Google localicé algunas de las especies típicas del Báltico y los ríos y lagos de Finlandia. Aparte de grandes salmones, anguilas, halibut, platijas y arenques, me encontré con el “white fish” (“coregonus lavaretus”), pescado de agua dulce que los finlandeses llaman “siika”. Abundaban la trucha ártica, “artic char” (salvelinus alpinus”), y también unos pescaditos pequeños de río denominados “vendace” (coregonus albula). Incluso observé pequeñas lampreas del Báltico, al parecer en temporada.
Quien piense que en el norte de Europa los pescados se ahúman en pura rutina se equivoca. Al contrario, se tratan con recetas distintas, algunas particularmente refinadas. Se marinan y se preparan en salmuera, se ahúman en frío o en caliente, se flamean y hasta se pasan por la parrilla con pan rallado o se fríen. Aparte del típico gravlax de origen sueco, salmón curado en sal, azúcar y eneldo, me encontré con salmones marinados a la pimienta negra y limón y, también, a la pimienta rosa. Deliciosos.
Al llegar a los ahumados Hanna nos habló de métodos que yo desconocía. Dentro del grupo de los tratados en frío que se realizan durante poco tiempo en hornos a 29ºC, sistema que seguimos en España, me ofreció el salmón gourmet, ahumado durante tres días a temperatura ambiente, a 18º C, según me dijo. Finísimo. Le pregunté qué maderas utilizaban y me enumeró serrines de árboles caducifolios, abedul, haya, chopo y roble.
Yo sabía que los ahumados en caliente son una forma de asado y se aplican a pescados enteros. Sin embargo, me apuntó que su marido modificaba la receta en función de la especie y el tamaño de cada pieza. Normalmente dos horas en horno de ahumar a 60ª C y tres horas más a 90ºC. Doy fe que estos asados a relativa baja temperatura son espléndidos. Sobre todo con las grandes truchas árticas y el halibut (fletán), donde las notas de humo son bastante menos agresivas de lo que yo esperaba. También me gustaron las lampreas, con suaves notas de hígado y limo.
A falta de los sistemas de refrigeración y congelación modernos,desde muy antiguo los pescadores han buscado métodos de conservación que evitaran la descomposición de los pescados. En el sur de Europa desde fenicios y romanos se ha desarrollado una cultura descomunal en torno a las salazones. En el norte del continente los ahumados han cumplido una función equiparable.
El mérito de Ralf Andström -- chef del humo--, es ejercer su oficio con el virtuosismo de un cocinero con estrellas. Ahumados como los suyos abren infinitas posibilidades a la cocina moderna. Desde el Atlántico y el Mediterráneo no está mal extender la mirada a los mares del norte. Sígueme en Twitter en @JCCapel