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Sobre el blog

Actualidad sobre las oportunidades de negocio de la Economía Verde, el Medio Ambiente, la Energía y la Sostenibilidad, sin olvidar los nuevos nichos de mercado relacionados con el cambio climático y la eficiencia energética.

Sobre EOI

Escuela de Organización Industrial

EOI Escuela de Organización Industrial es la escuela europea de referencia en la formación en gestión medioambiental y energética, siendo la primera escuela en desarrollar este tipo de programas en 1976. Desde entonces, EOI ha abierto líneas de especialización en energías renovables, gestión del agua y huella de carbono, con especial atención al emprendimiento en los sectores productivos de la Economía Verde. En sus cursos se han formado más de 35.000 pymes que se suman a la comunidad de 80.000 antiguos alumnos de la Escuela. EOI, fundada en 1955, es una fundación pública del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.

Programas de Medio Ambiente, Energía y Sostenibilidad

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Profesores del área de Medio Ambiente, Energía y Sostenibilidad de EOI Escuela de Organización Industrial.

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La gestión del agua: lo público y lo privado

Por: | 25 de marzo de 2013

El agua es  un  elemento  perfectamente definido desde  el  punto  de  vista  físico-químico, pero puede utilizarse de muy diferentes maneras y esto hace que sus funciones sean muy diversas. No es lo mismo el uso básico del agua como alimento e higiene, que el agua en sus utilidades económicas como elemento complementario en la producción industrial (electricidad, manufactura, etc.). Dentro de esta actividad productiva no es igual el agua que necesita un pequeño agricultor para sobrevivir trabajando una pequeña huerta, que el agua que necesita una gran empresa agraria o industrial en sus actividades productivas.

David Casero

Es necesario, en definitiva, distinguir lo que son funciones básicas de vida (públicas) de lo que debería catalogarse como usos económicos lícitos, pero de interés particular o privado. El agua en sus funciones básicas de alimento e higiene, por un lado, y en sus funciones básicas de conservación ecológica de los ecosistemas acuáticos continentales, implica valores esenciales de vida que deben ser garantizados a todas las personas y comunidades, incluyendo a las generaciones futuras. Por ello, los derechos derivados de estas funciones deben entrar de lleno en el rango de los derechos humanos, asignándoles un nivel de prioridad máximo   para   garantizarlos   bajo   la   responsabilidad   de   Gobiernos Nacionales   e   Instituciones Internacionales.

A menudo se plantea la escasez de agua como el gran problema de la humanidad en el XXI, pero la realidad es que el problema no será quizás de cantidad, sino de calidad. La  combinación  de  la  contaminación  sistemática  y  de  la extracción abusiva de caudales, está conduciendo a graves problemas de disponibilidad de aguas potables. En las sociedades desarrolladas, la existencia de redes urbanas seguras y de adecuados sistemas de potabilización (cada día más intensos, avanzados y caros), garantizan la salubridad  de los abastecimientos. No es de extrañar que a lo largo de este siglo empecemos a ver las primeras experiencias de tratamiento para potabilización de aguas residuales depuradas, ya las utilizamos para regar muchos de nuestros parques y jardines urbanos.

En el largo plazo, la base de la solución está, sin duda, en combatir la raíz del problema,  recuperando el buen estado ecológico de nuestros ecosistemas hídricos, tal y como exige y prevé hoy para los países de la UE la Directiva Marco de Aguas.

Mientras, sin hacer demasiado ruido, más del 50% de los servicios municipales de aguas han ido pasando a manos privadas. En nuestro país, a diferencia de la mayoría de los países de la UE, ese proceso ni siquiera está siendo controlado por leyes e instituciones de regulación (cada ayuntamiento o Comunidad Autónoma decide en función del estado de su tesorería). El adelgazamiento de la función pública, por la reducción de disponibilidades presupuestarias y por la excesiva burocratización y control político, van siendo discretamente conducidos hacia la privatización pretendidamente benefactora, eficiente y modernizadora.

Según datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Aguas y Saneamiento, se factura anualmente un volumen de agua en los servicios urbanos de 4.582 Hm3/año, lo cual supone una facturación anual del sector urbano de 5.081 millones de Euros y una cantidad de empleos directos generados superiores a 21.000, cifra muy importante que se reparte entre el sector público y el privado.

España, inmersa en una formidable crisis, es hoy tierra de privatizaciones. Destaca, por su repercusión mediática la privatización de ATLL (Aigües Ter Llobregat), los litigios de AGBAR con Aguas de Valencia (AVSA) por el suministro a su área metropolitana, las rebajas de canon en las licitaciones de Jerez y Lanzarote, los presuntos escándalos de las concesiones de las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Tampoco lo tiene fácil el Canal de Isabel II, quieren privatizar el 49% de esta empresa, pero no corren buenos tiempos para vender ahora a buen precio. Parece entonces, dada la feroz competencia, que el negocio es formidable y que los beneficios de las empresas son notables, van aumentando el número de operadores que intentan conseguir los nuevos contratos que se licitan.

Además, las millonarias inversiones en infraestructuras de las últimas décadas no las están pagando, en contra de la Directiva Marco del Agua, los usuarios. Todas las han financiado Bruselas, el Estado y las autonomías. Y así, las gestoras operan los servicios asumiendo sólo costes de explotación, mantenimiento y algunas inversiones menores en renovaciones de poca entidad. Las tarifas actuales no contemplan la amortización de las costosas infraestructuras construidas y no está implantado el principio de recuperación de costes.

Consumimos pues, un patrimonio regalado lo que explica la diferencia de precios entre el norte y el sur de Europa que, como siempre y se está poniendo de manifiesto en la actualidad, vive por encima de sus posibilidades. Pero el maná de las subvenciones se acaba y el sistema camina hacia el colapso, en cualquier momento puede explotar, especialmente porque los cánones de las empresas no se destinan a renovar estas infraestructuras, un dinero que se utiliza para afrontar gastos no relacionados con el agua, la caja única municipal facilita esta cuestión.

Más que su modo de gestión, importa garantizar agua de calidad a un precio razonable, lo que requiere concretar un marco regulador estable y claro que evite los problemas existentes en la actualidad.

Creer

Por: | 08 de marzo de 2013

Crédito

Habrán leído en muchas ocasiones en los últimos años, incluso en las páginas de este diario, que una de las manifestaciones más claras de la actual crisis financiera y económica es la restricción de crédito (el llamado credit crunch: observen dicha caída en el siguiente gráfico, con datos del Banco Central Europeo).

Chart 6
Fuente: European Central Bank (2013), Monthly Bulletin, February

No se debiera mencionar esa restricción de crédito como el origen de la crisis, desde luego. Más bien al contrario: el free money definía el contexto previo al desplome del mercado de hipotecas de alto riesgo en EE.UU.; la complejidad inédita del sistema financiero internacional, la desregulación y la opacidad del mismo, jugaron igualmente un papel no menor.

Dinero gratis, se decía en EE.UU. Nada es gratis, sin embargo, como se enseña a los estudiantes de economía; el resto de los ciudadanos lo aprenden solos. Esa expresión más o menos feliz se emplea para referirse a situaciones en las que los tipos de interés real de la economía son muy bajos, cuando no cero o incluso negativos, como G. Mankiw solicitaba al presidente de la Reserva Federal de los EEUU en 2009 en este artículo. Quizás los economistas hayan entendido la frase previa pero conviene pensar en aquellos que no lo son: un tipo de interés cero implica que, al vencimiento de un crédito, sólo se devuelve lo prestado (el principal) y no se pagan intereses (es decir, el capital se obtiene sin coste explícito).

Sin embargo, la falta de crédito no es sólo una manifestación financiera de la crisis y el origen de buena parte de los desafíos actuales. Crédito, como es bien sabido, viene del latín crēditus, que comparte raíz etimológica con el verbo crēdere (creer). La caída del crédito financiero viene precedida de una caída previa en el crédito (la confianza) de unas instituciones financieras en otras, de los bancos en los ciudadanos, de éstos en los primeros, de todos en la economía,… Una crisis financiera tiene mucho que ver con una convención que se esfuma, una creencia colectiva que deja de estar vigente. Descubre uno de repente que poco de lo que parecía normal era normal, que como señalaba el novelista norteamericano Don Dellilo en el prólogo de Underworld, “estar aquí es una especie de capitulación espiritual. Vemos sólo lo que otros ven, esos miles que estaban aquí en el pasado, aquellos que vendrán en el futuro. Nos hemos puesto de acuerdo para formar parte de una percepción colectiva”. Y cuando uno abandona esa “alucinación compartida”, como dice Bloom en Everything you know is wrong, o lo que Shiller felizmente llamaba “exuberancia irracional”, deja de dar crédito, deja de creer…

Creer: razón o fe

Creer, sin embargo, no es sólo confiar; también significar profesar o intuir o saber. ¿Es compatible creer en aquello de lo que uno dispone de evidencia y aquello que construye a partir de un legítimo acto de fe? Por supuesto; de hecho todos lo hacemos. Ahora bien, en determinados contextos conviene no mezclar. Las leyendas, los mitos, ayudan a dar un significado simbólico a lo que nos ocurre. Sin embargo, la ciencia, la razón, son imprescindibles cuando se pretende explicar. La verdad, a fin de cuentas, es una construcción.

El problema se da, por lo tanto, cuando hay quienes se empeñan en rebatir datos científicos con dogmas o juicios de valor. El trabajo de un investigador muchas veces consiste en combatir lugares comunes, creencias instaladas en el imaginario popular y que, sin embargo, no pasan el filtro de la razón. Como investigador dedicado a la aproximación del análisis económico a la gestión de recursos naturales (agua, energía, diversidad biológica, etc.) no pocas veces me encuentro, junto a mis colegas, intentando proporcionar elementos de análisis que contribuyan al desvanecimiento de algunas ideas falaces, pero no por ello menos populares.

Hay quienes afirman, por ejemplo, que la siguiente guerra mundial será por el agua. ¿Cuántos de ustedes, al leer esa frase, no le encuentran sentido? Por supuesto hay conflictos en torno al agua en muchos lugares del mundo. De hecho, la gestión del agua es, en sentido estricto, equivalente a la gestión de conflictos (de uso).

Entre 1999 y 2006, por ejemplo, la International Finance Corporation (IFC), organismo dependiente del Banco Mundial dedicado a la inversión privada en países menos desarrollados, aprobó diferentes proyectos de inversión de empresas agroalimentarias peruanas y de otras países en el Valle de Ica (Perú), en la vertiente del Pacífico peruano. Perú es uno de los mayores productores de espárragos del mundo y el valle una de sus principales zonas de producción. La expansión de la agricultura de riego para la producción de espárragos durante esos años ha conducido, entre otras cosas, a la sobreexplotación del acuífero de Ica. Perú es hoy un país con un desempeño macroeconómico notable pero con varios centenares de conflictos vinculados al agua documentados por su Defensoría del Pueblo

Muchos de quienes abogan por la posibilidad de que un próximo conflicto global sea por el agua, sin embargo, lo hacen argumentando que el agua se agota en el mundo. No obstante, no es necesario ser hidrólogo para saber que el ciclo del agua es continuo, aunque quepan matices en torno al carácter no renovable de ciertos recursos de agua subterránea. Este breve cortometraje de animación (Revolution – Life cycle of a drop of water) lo muestra con claridad, aunque no emplee la sofisticación de la NASA:

Revolution ( Life Cycle of a Drop of Water). from chris turner on Vimeo.

Esta evidencia no niega la existencia de conflictos sino que simplemente desplaza la atención donde el problema verdaderamente reside, lejos de creencias irracionales: la debilidad institucional de los encargados de gestionar el dominio público, la propia fragilidad del concepto de dominio público en muchos lugares, las carencias de la planificación hidrológica, la existencia de incentivos económicos perversos, la definición imprecisa de los derechos de uso y aprovechamiento de agua, etc. Lean, por ejemplo, lo que decía en 2007 Alan García (entonces Presidente de la República del Perú), en un artículo llamado El síndrome del perro del hortelano, una verdadera llamada al uso (no necesariamente sostenible) de los recursos naturales del país.

El determinismo siempre se abre paso con facilidad. También las leyendas. Quizás no sea el periodismo amarillista la única disciplina en la que se recurre al cinismo para afirmar que la verdad no debe arruinar una buena noticia. Sin embargo, lo verdaderamente crítico no es que se impongan ciertas ideas falaces sino que las mismas impiden enfocar de modo adecuado desafíos muy tangibles. No es solo que sean incorrectas, es que son contraproducentes para avanzar hacia una economía más sostenible.

Felicidades a todas las mujeres que lean este post en el Día Internacional de la Mujer.

 

Delacámara
GONZALO DELACÁMARA. Profesor del Máster de Ingeniería y Gestión del Agua y del International Master in Sustainable Development and Corporate Responsibility de EOI. Investigador de la Fundación IMDEA Agua.


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