El avance hacia un modelo pesquero sostenible es un compromiso ineludible en el marco de la reforma de la Política Pesquera Común (PPC) y oportuno, ya que se plantea en un momento en el que el sector pesquero español se enfrenta a importantes retos socioeconómicos y ambientales.
Atendiendo a los resultados del análisis de impacto realizado por nuestro equipo y presentado esta misma semana, parece que el camino hacia la sostenibilidad sería muy positivo. El impacto de la propuesta de actuaciones a desarrollar se concreta en 4.000 millones de euros de aumento en la producción agregada, la creación neta de más de 60.100 empleos y una reducción de emisiones cifrada en 418.456 toneladas de CO2.
¿Cómo se anda ese camino? En la propuesta señalada, el tránsito del modelo pesquero actual hacia uno sostenible en la próxima década, se apoya en ocho líneas estratégicas:
1.Apoyo a la pesca artesanal con medidas que refuercen la rentabilidad de las explotaciones, principalmente a través de la recuperación del recurso en la zona del litoral; permitan la diferenciación del producto de pesca artesanal; y apoyen la diversificación de rentas de las comunidades pesqueras con un mayor desarrollo del turismo y de las actividades de formación y ocio ligadas a este tipo de pesca.
2. Eliminación progresiva de las artes de pesca más destructivas. No obstante, una parte de la flota de arrastre, en opinión de los expertos, podría reconvertirse a otras artes de pesca.
3. Ampliación de la Red de reservas marinas hasta alcanzar el 10% de la superficie marina, nivel requerido en el Convenio de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica para 2020. Esta actuación, además, se considera clave en la recuperación de la biomasa y en la posibilidad de desarrollo de actividades turísticas vinculadas al sector.
4. Avance de la pesca de altura hacia la sostenibilidad a través de acciones concretas en los ámbitos de la certificación, la responsabilidad social corporativa de las empresas y la transparencia.
5. Limitación de las explotaciones de acuicultura, por ser ésta considerada, por la mayoría de los expertos, una actividad“no sostenible” en términos ambientales.
6. Medidas dirigidas a los consumidores, que mejoren sus niveles de información tanto sobre la sostenibilidad de los recursos pesqueros como sobre los productos concretos que éstos adquieren en los mercados.
7. Cumplimiento de los óptimos biológicos fijados en cada momento mediante el refuerzo de las medidas de control y un mayor conocimiento sobre las causas últimas de las variaciones anuales en ciertas especies.
8. Control de la contaminación en el litoral marino mediante el cumplimiento de la normativa referida al tratamiento correcto de las aguas residuales (Directiva 91/271/CE y Directiva 2000/60/CE “marco” de aguas).
En general, el paso a un modelo pesquero sostenible no requiere grandes inversiones sino que estriba principalmente en un nuevo enfoque estratégico que pone en el centro del modelo a la pesca artesanal y el respeto a los ritmos de renovación de los recursos. La inversión asociada a las distintas actuaciones es relativamente baja (2.725 millones de euros en 10 años) y, además, algunas de las partidas, como el presupuesto previsto para el control de la contaminación en el litoral marino, están ya contempladas en otros planes públicos aprobados. Por tanto, el esfuerzo adicional en términos de gasto público se cifra en torno a 1.350 millones de euros a lo largo de toda la década. Las actuaciones más importantes en términos presupuestarios son las relacionadas con la ampliación, con 49 nuevos espacios protegidos, de la Red de reservas marinas y el apoyo a la pesca artesanal. El resto de medidas requiere una dedicación de recursos públicos muy pequeña o nula.
La creación neta de empleo, tanto en la pesca artesanal como en otras actividades, permitiría incorporar al empleo, de forma progresiva en la década considerada, a un importante número de mujeres (unas 28.500), jóvenes (cerca de 4.700) y trabajadores/as de edad intermedia (en torno a 33.350) aumentando la heterogeneidad del empleo y fijando estos colectivos en el territorio. De hecho, la mayoría de los nuevos empleos creados en el sector de la pesca se ocuparían por personas residentes en el ámbito rural (11.615). Además, algunas de las medidas contempladas (fomento del turismo pesquero, actividades de formación y ocio vinculadas a las reservas marinas,…) permitirían una diversificación significativa de las economías locales y mejoraría claramente sus niveles de competitividad.
En términos sociales, por tanto, un modelo pesquero sostenible mejoraría la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran actualmente las comunidades pesqueras porque aportaría más empleos en el sector pesquero, más empleos en otras actividades ligadas a los servicios de ocio y turismo y más oportunidades laborales para jóvenes, mujeres y personas de media y alta cualificación, reforzando su entramado económico y social.
Esta propuesta integral de tránsito hacia un modelo pesquero sostenible aporta una amplia batería de medidas concretas (y un análisis de impacto de las mismas) que debería favorecer un debate político y social más profundo sobre el sector pesquero actual y las implicaciones de avanzar hacia la sostenibilidad del mismo.