Historia[S]

Sobre el blog

Dado que el presente se levanta sobre lo que ya pasó, no es mala idea echar un vistazo atrás para entender lo que está pasando. Cicerón lo dijo antes y mejor: “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser eternamente niños”.

Sobre los autores

Tereixa ConstenlaCoordinadora: Tereixa Constenla. Periodista de EL PAÍS. Descubrió la Historia en 2008, cuando aterrizó en la sección de Cultura, y comprobó que el pasado era un filón para el presente.

Isabel Burdiel recibió el Premio Nacional de Historia en 2011 por su biografía sobre Isabel II. Es especialista en liberalismo europeo del siglo XIX y catedrática de la Universidad de Valencia. "Para que sirva para algo, la Historia no tiene que quedarse en el círculo de especialistas", sostiene.

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, defiende, como Eric J. Hobsbawm, que los historiadores son "los 'recordadores' profesionales de lo que los ciudadanos desean olvidar". Es autor de una veintena de libros sobre anarquismo, Guerra Civil y siglo XX.

Manuel Morales es periodista de EL PAÍS y profesor de Periodismo Digital en la Escuela de EL PAÍS/UAM. Para liberarse de tanta actualidad busca refugio en historias del pasado, sobre todo las que han dejado huella en la fotografía.

María José Turrión fue la primera directora del Centro Documental de la Memoria Histórica, creado sobre el esqueleto del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Cree firmemente que los archivos contribuyen "a la salvaguarda de los derechos humanos y al desarrollo pleno de las democracias".

Javier Herrero es documentalista de EL PAÍS y licenciado en Historia Moderna y Contemporánea. Le interesa indagar en los antecedentes históricos de acontecimientos que saltan a la primera línea informativa.

Eduardo Manzano Moreno es profesor de investigación del CSIC y autor de numerosos libros sobre Al-Andalus, la Edad Media y la memoria histórica. Cree en el poder transformador del conocimiento histórico y en la necesidad de forjar una conciencia que nos convenza de que se pueden cambiar las herencias recibidas.

Tres esclavos, los primeros japoneses de la Nueva España

Por: | 25 de julio de 2013

 

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Grabado de diplomáticos japoneses en la embajada Tensho, en el siglo XVI

Tres nombres yacen enterrados entre miles de documentos sobre la época colonial en el Archivo General de México: Gaspar, Miguel y Ventura. Detrás de ellos, la palabra “Xapon”. Se trata de tres hombres que viajaron hacia la Nueva España contra su voluntad. Fueron vendidos como esclavos en Filipinas a finales del siglo XVI y llegaron a México en 1597, tres siglos antes de que los registros modernos anotasen la llegada de los primeros japoneses en América.

El documento recién hallado, descubierto por Lucio de Sousa, investigador de la universidad de Évora (Portugal) y Mihoko Oka, de la universidad de Tokio, cuenta que los tres hombres pertenecían a un empresario portugués apellidado Pérez. El hallazgo es particularmente importante porque demuestra la presencia de japoneses en América antes de la época Sakoku, dictada por el shogunato en el siglo XVII y que mantuvo aislada a Japón del mundo por más de 200 años. Ningún japonés podía dejar el archipiélago bajo pena de muerte.

De Souza y Oka han reconstruido parte de la historia de los esclavos. Comenzó en Filipinas, entonces colonia española. A Gaspar, originario de Bungo (actual prefectura de Oita, al sur del archipiélago), lo vendieron por siete pesos a los ocho años, un peso menos de lo que costaba en la época una botella de aceite de oliva. De Miguel sólo se sabe que fue vendido en 1594. No hay más información sobre el pasado de Ventura.

La travesía hacia el Nuevo Mundo se produjo porque Pérez, el propietario de los tres esclavos, fue juzgado por un tribunal de la Inquisición por ser judío. Lo encarcelaron y lo expulsaron de Filipinas. La familia del portugués,  sirvientes incluidos, cruzaron el Pacífico en 1597. El destino: la Nueva España, hoy México. Ahí continuaría el juicio. Gaspar y Ventura testificaron ante el tribunal sobre la religión de su dueño. Los registros descubiertos son documentos de ese juicio. Como premio por su colaboración, les concedieron la libertad unos años después.

Algunos testimonios de la época apuntaban que esclavos japoneses salían hacia América antes de la época Sakoku, pero hasta ahora no se había hallado evidencia alguna. El único antecedente documentado era la misión Tensho, enviada por Otomo Sorin —uno de los pocos señores feudales japoneses en convertirse al cristianismo—, que recorrió Europa en el siglo XVI y que recogió que niños y jóvenes eran enviados a América desde 1596. Tres siglos antes de que los primeros emigrantes japoneses  —esta vez libres— llegaran a México.

Noticias del 18 de julio un 18 de julio

Por: | 18 de julio de 2013

 

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Simpatizantes de los sublevados, en Zamora en julio de 1936. / EFE

 

Un 18 de julio, hace 77 años, arrancaron los acontecimientos que dieron la vuelta al siglo XX español. El golpe militar contra el Gobierno republicano, que fracasó en su intento de lograr tumbar el régimen democrático con rapidez pero que cosechó apoyos suficientes para alimentar de munición -material, humana e ideológica- una guerra, sigue deparando novedades historiográficas.

En Los mitos del 18 de julio, nueve historiadores (Ángel Viñas, Fernando Puell, el fallecido Julio Aróstegui, Eduardo González Calleja, Hilari Raguer, Xosé M. Núñez Seixas, Fernando Hernández Sánchez, José Luis Ledesma y Francisco Sánchez Pérez), han puesto en común sus investigaciones para arrojar nueva luz sobre esa jornada y las tramas civil y militar que la rodearon. El coordinador de la obra y profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Carlos III, Francisco Sánchez Pérez, enumera 13 aspectos que desmontan ciertas interpretaciones sobre el golpe. Entre ellas, que "no solo fue obra de militares sino también de civiles, en particular de monárquicos de Calvo Sotelo" y que "contó con la connivencia de una potencia extranjera, la Italia fascista, con la que los monárquicos contrataron 17 días antes del golpe el suministro de una espectacular cantidad de material bélico de pirmer nivel".

En la obra, el historiador Ángel Viñas aporta contratos hasta ahora desconocidos, escritos en italiano y fechados el 1 de julio de 1936. En dichos documentos se citan listas de armamentos, incluidos más de 40 aviones, bombas, ametralladores, "que desmienten que lo que se proyectaba fuese meramente un pronunciamiento o golpe blando". "Las oportunidades de triunfar que se barajaban sin ir a una guerra civil eran nimias", sostiene Sánchez Pérez, "por lo que todo ese arsenal era imprescindible para una campaña rápida y mortal que se preveía segura".

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Mussolini, durante un discurso.
Viñas asegura que, con su apoyo en 1936, Mussolini "tendías sus redes hacia el Oeste de Europa y no dudaba en ofrecer su ayuda, bien retribuida por cierto, para promover un drástico cambio político en España".

 

Los contratos romanos, que se reproducen en el libro, se formalizaron entre la empresa Società Idrovolanti Alta Italia,  "un gigante de la industria aeronáutica italiana", y Pedro Sainz Rodríguez, "compañero de andanzas" de José Calvo Sotelo, el 1 de julio de 1936. Entre la larga lista de material vendido figuran aviones, bombas, máscaras antigás, cartuchos, ametralladoras y paracaídas. A juicio de Jorge M. Reverte, que escribió una crítica sobre el volumen en Babelia, es una aportación esencial para desenredar aspectos aún turbios del 18 de julio. Una jornada que sigue bajo ciertas sombras 77 años después.

Los mitos del 18 de julio ha sido publicado por la editorial Crítica.

Assata Shakur, la Pantera huida

Por: | 11 de julio de 2013

AssataBNHa querido el todopoderoso FBI darle más relevancia a la traducción al español de la autobiografía de Assata Shakur. A primeros de mayo, la agencia federal de investigación elevó a dos millones de dólares (1,53 millones de euros) la recompensa por alguna pista sobre el paradero de esta antigua activista del revolucionario Partido de los Panteras Negras, a la que además situó en la lista de los 10 terroristas más buscados (es la única mujer en esa clasificación). ¿Quién es Assata Shakur? El libro que ha editado Capitán Swing (20 euros) es el relato en primera persona de alguien que se declara inocente del asesinato del policía Werner Foerster, por el que fue condenada a cadena perpetua en 1977. Assata se fugó de la prisión de Clinton, en Nueva Jersey, el 2 de noviembre de 1979, y tras un lustro de huidas se marchó a Cuba. En 1987 escribió Una autobiografía.

 

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Resistencias frente a la dictadura

Por: | 04 de julio de 2013

 

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Guerrilleros de la UNE en Bossòst en 1944.

La cultura política de la violencia y de la división entre vencedores y vencidos, “patriotas y traidores”, “nacionales y rojos”, se impuso en la sociedad española al menos durante dos décadas después del final de la guerra civil. Los vencidos que pudieron seguir vivos tuvieron que adaptarse a las formas de convivencia impuestas por los vencedores. Muchos perdieron el trabajo; otros, especialmente en el mundo rural, fueron obligados a trasladarse a ciudades o pueblos diferentes. Acosados y denunciados, los militantes de las organizaciones políticas y sindicales del bando republicano llevaron la peor parte. A los menos comprometidos, muchos de ellos analfabetos, el franquismo les impuso el silencio para sobrevivir, obligándoles a tragarse su propia identidad.

Hubo quienes resistieron con armas a la dictadura, los llamados maquis o guerrilleros. Su origen estaba en los “huidos”, en aquellos que para escapar a la represión de los militares rebeldes se refugiaron en diferentes momentos de la guerra civil en las montañas de Andalucía, Asturias, León o Galicia, sabiendo que no podían volver si querían salvar la vida. La primera resistencia de esos huidos, y de todos aquellos que no aceptaron doblar la rodilla ante los vencedores, dio paso gradualmente a una lucha armada más organizada que copiaba los esquemas de resistencia antifascista ensayados en Francia contra los nazis. Aunque muchos socialistas y anarquistas lucharon en las guerrillas, sólo el PCE apoyó claramente esa vía armada. En esa década de los cuarenta, unos siete mil maquis participaron en actividades armadas por los diferentes montes del suelo español y unos sesenta mil enlaces o colaboradores fueron a parar a las cárceles por prestar su apoyo. Si creemos a las fuentes de la Guardia Civil, 2.173 guerrilleros y trescientos miembros de las fuerzas armadas murieron en los enfrentamientos.

Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial hubo esperanzas. Además, bastantes de los antiguos luchadores del bando republicano, vencidos y exiliados, se enrolaron en la resistencia francesa contra el nazismo, pensando que aquella era todavía su guerra, la que acabaría con todos los tiranos, y Franco era el mayor de ellos, permitiéndoles volver a sus casas, a sus trabajos y a sus tierras. La operación más importante en aquellos años de guerra mundial fue la invasión del Valle de Arán, en la que entre 3.500 y 4.000 hombres ocuparon varias poblaciones del Pirineo desde el 14 al 28 de octubre de 1944, hasta que Vicente López Tovar, el jefe militar de las operaciones, tuvo que ordenar la retirada, dejando un balance de unos sesenta muertos y ochocientos prisioneros.

La lucha armada rara vez conectó con los intentos clandestinos de reorganización sindical de la CNT y de la UGT y con algunas protestas obreras que, de forma espontánea y dispersa, empezaron a hacer acto de presencia desde finales de los años cuarenta en Cataluña y el País Vasco. Las quejas por los bajos salarios y por el racionamiento eran la expresión de demandas urgentes para salir de la miseria, pero tenían una dimensión política porque desafiaban a las autoridades franquistas. Hubo ya una huelga importante, que incluyó a más de veinte mil trabajadores, en la ría bilbaína el 1 de mayo de 1947, aunque la más significativa de aquellos años fue la que comenzó en Barcelona en marzo de 1951 con el boicot a los tranvías, para protestar por la subida de tarifas. La huelga se extendió a otros sectores industriales y encontró también un amplio eco de solidaridad en Vizcaya y Guipúzcoa. En esos conflictos, y en los de los años siguientes, coincidiendo con las primeras movilizaciones estudiantiles de 1956, se vio ya que los dos sindicalismos históricos, el socialista y el anarquista, tenían desde la clandestinidad muchas dificultades para conectar con esas protestas y que los comunistas comenzaban a convertirse en la fuerza más activa de oposición a la dictadura.

Exposición en Valencia
Exposición sobre las protestas contra la dictadura en Valencia. / TANIA CASTRO

Los comunistas se hicieron notar especialmente a partir de la Ley de Convenios Colectivos de 1958, una norma que en realidad intentaba canalizar esas protestas y al mismo tiempo situar la negociación por los salarios y las condiciones de trabajo bajo el control del sindicalismo vertical. Y aunque si fallaba el control, la dictadura siempre tenía a la policía y al código penal, de la introducción de la negociación colectiva emergió un sindicalismo clandestino, Comisiones Obreras, activado y orientado por grupos católicos y comunistas, que intentaba penetrar en los sindicatos franquistas, llevar a ellos a sus representantes, negociar con los patronos hasta donde las circunstancias permitieran, con paciencia, a la espera de que ese restrictivo marco oficial saltara algún día por los aires.

El movimiento de Comisiones Obreras nació con los conflictos laborales de comienzos de los años sesenta y a él se sumaron, al principio de forma espontánea, los grupos de trabajadores más activos en la lucha antifranquista. Los representantes de Comisiones Obreras querían actuar pública y legalmente, y lo consiguieron en algunas huelgas, aunque, dado que estaban prohibidas y eran duramente reprimidas, ese nuevo sindicalismo tuvo que moverse siempre en la clandestinidad. La forma de llegar a los obreros era proponer reivindicaciones básicas en torno a los salarios y a las condiciones de trabajo, pero entre sus grupos más combativos siempre estaban presentes reivindicaciones más políticas como la libertad sindical y el derecho a la huelga.

Desde el movimiento huelguístico de 1962 en las minas de Asturias, la presencia de Comisiones Obreras fue ya indisolublemente unida a todos los conflictos laborales que se propagaron por España hasta la muerte de Franco. Rojos eran también para Franco los profesores y estudiantes que cuestionaron los fundamentos de una universidad mediocre y represiva, los clérigos que se distanciaron de la Iglesia sumisa a la dictadura y los nacionalistas vascos y catalanes. El número de estudiantes universitarios, que apenas pasaba de cincuenta mil en 1955, se había triplicado en 1971 y para atender a ese notable crecimiento se creó un cuerpo de profesores no numerarios (PNN), sujetos a contrato laboral, que mostraron su abierta hostilidad a los principios ideológicos y políticos del franquismo. Frente a esa disidencia, en la que confluyeron estudiantes y algunos catedráticos, la dictadura siempre recurrió a la represión, sobre todo cuando esas protestas y rebeldías encontraron sus propias formas de organización para enterrar definitivamente al inútil SEU, obligatorio en teoría para todos los estudiantes.

Julian-grimau-1Franco y sus fuerzas armadas, sin embargo, no estaban dispuestos a ceder ni un gramo de su victoria en 1939. Por un lado, propagaban sus “XXV Años de Paz”, con el ministro Fraga Iribarne como principal maestro de ceremonias, y por otro, torturaban y ejecutaban todavía por supuestos crímenes cometidos en la guerra, como hicieron con el dirigente comunista Julián Grimau el 20 de abril de 1963. Unos meses después, el 17 de agosto, cuando todavía arreciaban las protestas por ese fusilamiento, los anarquistas Francisco Granados y Joaquín Delgado fueron ejecutados a garrote vil en la cárcel de Carabanchel.

Pero el control absoluto que el poder intentaba ejercer sobre los ciudadanos ya no era suficiente para evitar la movilización social contra la falta de libertades. En esos años finales de la dictadura aparecieron además conflictos y movilizaciones que se parecían mucho a los nuevos movimientos sociales presentes entonces en las fuerzas industriales de Europa y Norteamérica. Era el momento del apogeo del movimiento estudiantil, enfrentado en España no tanto al sistema educativo como a un régimen político represor y reaccionario; de los nacionalismos periféricos, que arrastraron a una buena parte de las elites políticas y culturales; y no habría que pasar por alto otras formas de acción colectiva vinculadas al pacifismo-antimilitarismo, al feminismo, a la ecología o a los movimientos vecinales.

Justo cuando el dictador envejecía, apareció ETA (Euzkadi Ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad), que aunque se creó en julio de 1959, con retazos de las organizaciones juveniles del PNV, comenzó a tener resonancia desde agosto de 1968, cuando la propaganda y las bombas sin muertos dieron paso al asesinato en Irún del comisario de policía Melitón Manzanas. Desde ese momento, el terrorismo de ETA se convirtió en un grave problema de orden público y consiguió notables logros al provocar una represión indiscriminada y la reacción frente a la dictadura de una parte importante de la población vasca. El proceso de Burgos contra dieciséis detenidos por su vinculación a ETA, en diciembre de 1970, y el asesinato de Carrero Blanco justo tres años después, acompañaron a la agonía y muerte del franquismo. Pero Franco murió matando. Pocas semanas antes de su muerte, ordenó la ejecución de cinco supuestos terroristas. Para dejar bien claro qué tipo de dictadura había sido la suya, desde la victoria en la guerra civil hasta el último suspiro en noviembre de 1975.

El País

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