Historia[S]

Sobre el blog

Dado que el presente se levanta sobre lo que ya pasó, no es mala idea echar un vistazo atrás para entender lo que está pasando. Cicerón lo dijo antes y mejor: “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser eternamente niños”.

Sobre los autores

Tereixa ConstenlaCoordinadora: Tereixa Constenla. Periodista de EL PAÍS. Descubrió la Historia en 2008, cuando aterrizó en la sección de Cultura, y comprobó que el pasado era un filón para el presente.

Isabel Burdiel recibió el Premio Nacional de Historia en 2011 por su biografía sobre Isabel II. Es especialista en liberalismo europeo del siglo XIX y catedrática de la Universidad de Valencia. "Para que sirva para algo, la Historia no tiene que quedarse en el círculo de especialistas", sostiene.

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, defiende, como Eric J. Hobsbawm, que los historiadores son "los 'recordadores' profesionales de lo que los ciudadanos desean olvidar". Es autor de una veintena de libros sobre anarquismo, Guerra Civil y siglo XX.

Manuel Morales es periodista de EL PAÍS y profesor de Periodismo Digital en la Escuela de EL PAÍS/UAM. Para liberarse de tanta actualidad busca refugio en historias del pasado, sobre todo las que han dejado huella en la fotografía.

María José Turrión fue la primera directora del Centro Documental de la Memoria Histórica, creado sobre el esqueleto del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Cree firmemente que los archivos contribuyen "a la salvaguarda de los derechos humanos y al desarrollo pleno de las democracias".

Javier Herrero es documentalista de EL PAÍS y licenciado en Historia Moderna y Contemporánea. Le interesa indagar en los antecedentes históricos de acontecimientos que saltan a la primera línea informativa.

Eduardo Manzano Moreno es profesor de investigación del CSIC y autor de numerosos libros sobre Al-Andalus, la Edad Media y la memoria histórica. Cree en el poder transformador del conocimiento histórico y en la necesidad de forjar una conciencia que nos convenza de que se pueden cambiar las herencias recibidas.

Egipto ante el espejo argelino (II)

Por: | 30 de agosto de 2013

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                    Una mujer celebra la victoria electoral de Liamín Zerual (1995). / ASSOCIATED PRESS


En los años centrales de la década, Argelia vive una guerra civil no declarada de brutalidad desconocida, aunque lo peor está aún por llegar. El GIA declara como objetivo militar a todos aquellos que discrepen. En octubre de 1994, después de dar un ultimátum a toda la comunidad para que abandone el país, unas monjas agustinas son asesinadas en Argel. En julio 7 marineros italianos habían sido degollados en los camarotes de un mercante anclado en el puerto de Jijel. Ya nadie se ve al margen: la comunidad extranjera, los funcionarios, los intelectuales, las mujeres que no cumplan estrictamente con las normas de conducta de la sharía vistiendo según la costumbre islámica de Oriente Próximo con el chador y no con el tradicional pañuelo argelino, hasta las escuelas y las estudiantes están en el punto de mira, como el caso de Fatima Godhbane, una niña de 15 años sacada a la fuerza de clase y degollada en una calle de Ued Yer, en mayo de 1995. Una fatwa dictada el mes de septiembre anterior por el GIA pretendía imponer el orden islámico en las aulas. Un caso especial es de los periodistas que acaban contabilizando 70 compañeros muertos al final del conflicto. Las víctimas del terrorismo aumentan cada día y el número de exiliados crece de manera exponencial. Las embajadas extranjeras reducen su personal al mínimo necesario. El mundo del arte y la cultura también pone sus víctimas en el altar del horror: la música raï, adorada por la juventud, pierde a Cheb Hasni, su más famoso representante en Orán en octubre de 1994. Ante la extrema situación de violencia, el Gobierno interino, con Alí Kafi en la presidencia desde 1992 a 1994, lleva a cabo una política de “represión a ultranza” dirigida desde el ministerio de Defensa por los generales Jaled Nezar y Mohamed Lamari. Sobre todo el segundo, líder de la facción militar de los “erradicadores”, es partidario de la línea más dura contra el integrismo. Los derechos humanos más elementales son ignorados. Los secuestros y los desaparecidos, a manos de las fuerzas de seguridad, se convierten en algo habitual. Se crean campos de detención al sur del país, en pleno desierto del Sahara, que se llenan de detenidos guerrilleros y sospechosos de colaborar con la guerrilla.

El primer ministro Reda Malek anuncia en septiembre de 1993 que quiere liberalizar la economía del país, apremiado por el FMI, a pesar de la inestabilidad política y crea la Comisión para el Diálogo Nacional como foro que pueda encauzar unas negociaciones con los islamistas del FIS pero la convocatoria de una conferencia de paz para enero de 1994 fracasa al ser boicoteada por la mayoría de los partidos. La crisis de gobierno ulterior hace que el ministro de Defensa Liamín Zerual sea designado presidente. Zerual es claro partidario de la negociación y hace una oferta abierta a todos los partidos sin excepción. Las fuerzas laicas e islamistas, incluido el FIS, toman el guante y en Roma ofrecen al régimen el Contrato Nacional, una fórmula para encauzar las negociaciones de paz, pero que fue rechazada y demostró que los partidarios de la victoria militar seguían siendo mayoritarios en el poder argelino.    

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Liamín Zerual  tomó la decisión de convocar elecciones presidenciales para noviembre de 1995. Habían transcurrido tres años de interinidad política y el envite del presidente se encontró con el boicoteo de los principales partidos de la oposición, que lo consideraban un mero plebiscito antidemocrático que daría un baño de legitimidad al Gobierno del momento, ya que el Plegarias en Bab el Oued, Argel./ Bernardo Pérez                  mismo Zerual se presentaba como candidato. Como era de esperar, el GIA amenazó a todo aquel que participase de cualquier manera en las elecciones. Paradójicamente, los islamistas moderados del partido Hamás, con Mahfud Nahná presentaron su candidatura en estas elecciones. En medio de fortísimas medidas de seguridad un 70% del electorado se atrevió a depositar su voto, en las que fueron las primeras elecciones multipartidistas del país, y dieron el triunfo a Zerual con un 61% de los votos.

El presidente Zerual había dado un paso valiente al convocar elecciones presidenciales y la jugada le salió bien, para él y para Argelia. Lo siguiente que hizo fue un gran error o una táctica puramente antidemocrática. Zerual quería una reforma constitucional y para su elaboración convocó una conferencia nacional que tramitase esa reforma. La conferencia fue rechazada por toda la oposición menos los integristas moderados de Hamas.  ¿Por qué no convocó elecciones legislativas que eligiesen a los representantes del pueblo que redactarían esa Constitución?

Sus intenciones eran crear un régimen fuertemente presidencialista  e incluyó en su reforma nada más y nada menos que la prohibición de los partidos religiosos o los de base regional o lingüística como los nacionalistas beréberes. ¿Cómo contribuía esta medida a la reconciliación nacional? Zerual había optado por la vía autoritaria y el blindaje del régimen salido de las elecciones de 1995. El referéndum celebrado en noviembre de 1996, que contó con amplia participación, dio el sí a la reforma constitucional. En junio de 1997 se celebraron elecciones legislativas en las que venció la recién creada Unión Nacional Democrática (RND), partido afín al presidente Zerual, en medio de fuertes medidas de seguridad, la apatía de los votantes y la extrañeza por el resultado.

Los musulmanes argelinos habían celebrado el mes de enero anterior su Ramadán, y seguro que no lo olvidarían. Los atentados indiscriminados contra civiles se saldaron con más de 400 muertos. Eran la antesala de la peor ola de violencia que sufrió el país. Durante todo el conflicto la línea estratégica del Ejército había estado diseñada por el jefe del Estado Mayor, el general Mohamed Lamari. Las emboscadas y el uso de la aviación eran el recurso habitual para luchar fuera de las ciudades contra las guerrillas. Una operación a gran escala fue la de Ain Defla en marzo de 1995 que supuso un duro golpe con 2.500 bajas guerrilleras. En ese año, se decidió crear las “patrullas de autodefensa” entregando armamento a partidas de civiles voluntarios que se encargarían de mantener el orden en sus pueblos. La violencia extrema era recíproca. Muchas operaciones militares terminaban con ejecuciones sumarias de los supervivientes o la desaparición de éstos. Algunas patrullas de civiles antiislamistas realizaban maniobras de represalia indiscriminada contra población civil cercana, o familiar de las guerrillas integristas.  El GIA, desde 1997 hasta mediados de 1998, en un giro táctico aún más extremo, comenzó a atacar pueblos y aldeas con el propósito de no dejar supervivientes. El patrón más o menos era el mismo: ataques en la noche, asolando pobres aldeas durante varias horas, generalmente en la Mitiya y en el Atlas de Blida, conocido como el “Triángulo de la Muerte”, territorio habitado por simpatizantes del FIS, matando y ensañándose con las víctimas que se contaban por centenares, sin distinción de sexo ni edad, y que terminaban al amanecer cuando el Ejército, a menudo en posiciones cercanas, llegaba con los terroristas del GIA ya lejos. Los nombres de aldeas como Omaria, Suhane, Bentalha, Sidi Rais, Relizan, o el barrio de Sidi Yussef, en el mismo Argel, pasaron a engrosar la lista de la barbarie terroristaARC229721

                          Cuerpos alineados en la masacre de Sidi Rais (1997)./ ASSOCIATED PRESS

No sé alcanzaban a entender los móviles políticos o religiosos para cometer tales atrocidades. Lo único claro es que se impedía claramente llegar a ningún tipo de acuerdo para acabar la guerra. Las matanzas estaban rodeadas de gran misterio: por qué el Ejército no acudía a defender a la población. Tránsfugas de los servicios secretos militares declaraban que éstos, infiltrados en el GIA, alentaban a cometer las matanzas. El Gobierno nunca pudo dar una explicación contrastada y ello motivó la proliferación de rumores como el que relaciona estos hechos con la economía y la “mafia político-financiera”. Desde 1994 se aceleró la liberalización de la economía argelina y el FMI pedía un reajuste económico salvaje. Leyes como la liberalización del petróleo, en ese año, pasaron de puntillas, aprobadas sin oposición por el Gobierno. 800.000 obreros de empresas estatales se fueron al paro sin atreverse a salir a la calle a protestar, en medio de la violencia que vivía el país. Nuevas fortunas estaban expoliando un país que abandonaba una economía estatalizada.

El GIA empezó a perder fuerza a mediados de 1998 y su locura sanguinaria fue disminuyendo. Quedó dividido en facciones y fue desarticulado entre delaciones y operaciones antiterroristas del Gobierno. En 2002 ya no existía. El único grupo que mantuvo una actividad violenta de importancia fue el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), cuyos efectivos años después engrosarían las filas de Al Qaeda en el Magreb, grupo en la órbita de la “franquicia” terrorista de Al Qaeda, pero la política antiterrorista impidió que no desestabilizase el país.

En septiembre de 1998, Liamín Zeroual anuncia su dimisión y en abril de 1999, Abdelaziz Buteflika, otro luchador de la independencia argelina, es elegido presidente por la candidatura oficialista, en unas elecciones en las que no tuvo rival pues nadie más se presentó. El nuevo presidente consigue en junio la disolución del EIS, a la vez que indulta a muchos islamistas sin delitos de sangre. La aprobación de la Ley de Concordia Civil en julio frenaba la persecución de muchos combatientes integristas . En julio de 2003, tras cumplir 12 años en la cárcel, fueron liberados Abasi Madani y Alí Belhadj, los dos líderes del FIS. Democráticamente no volvieron a ser una amenaza para el régimen argelino. En septiembre de 2005, Buteflika convocó un referéndum para votar la Carta para la Paz y la Reconciliación Nacional, que suponía una amnistía con matices para islamistas y miembros de las fuerzas de seguridad. Un 81% de los argelinos votaron masivamente a favor. Las medidas de reconciliación trajeron calma a Argelia, aunque no todas las heridas fueron cerradas. Atrás quedan entre 150.000 y 200.000 muertos, 20.000 de ellos desaparecidos a manos de las fuerzas de seguridad.

Los interesados en el conflicto de Argelia disponen aquí de la serie de Juan Goytisolo "Argelia en el vendaval" (1994)

1) El despertar amargo

2) Islam y política

3) Las razones del FIS

4) Del martirio de Budiaf a la segunda batalla de Argel

5) El terror

6) Las cuatro esquinas

Egipto ante el espejo argelino (I)

Por: | 29 de agosto de 2013

ARC234033                        Mujer superviviente de la matanza en Bentalha en 1998. / AGENCIA FRANCE PRESS 

“Llegaron desde el bosque que hay detrás de los campos y lo saquearon todo, degollaron a cientos, arrasaron con toda la comida que encontraron, violaron y secuestraron a nuestras hijas”. Así describe un anciano campesino superviviente el infierno que se desató sobre el pueblo de Sidi Rais, en la región de Blida, una noche de agosto de 1997 cuando centenares de hombres, presuntamente del GIA (Grupo Islámico Armado), irrumpieron en la aldea y durante cinco largas horas mataron hasta 500 personas y se llevaron secuestradas a las jóvenes como esclavas sexuales mientras a escasa distancia el ejército argelino, que podía ver las llamas y oír los gritos, esperaba inmóvil en sus bases la llegada del día para contabilizar las víctimas. Este es, quizá, el más terrible episodio que se vivió en la guerra civil argelina de los años noventa, entre islamistas y defensores del régimen del Frente de Liberación Nacional (FLN), que alcanzó un nivel de violencia de tal calibre y ensañamiento (entre 150.000 y 200.000 muertos), que sería comparable a genocidios como el de Guatemala en los años 80.

Estos días, Egipto se encuentra en una situación que para muchos analistas recuerda a Argelia, cuando en el mes de enero de 1992, siendo el FIS (Frente Islámico de Salvación) vencedor en la primera vuelta de los comicios, el ejército canceló el proceso electoral forzando la dimisión del presidente Chadli Benyedid y el regreso a la clandestinidad del movimiento islamista. En el caso egipcio, el presidente Mohamed Morsi, líder de los Hermanos Musulmanes, ha sido desalojado del poder por un golpe de estado de los militares.

La república argelina había comenzado su andadura como país independiente con la energía de afrontar un proyecto nacional nuevo, pero que no estuvo exento de conflictos, como el golpe contra Ben Bella en 1965, o el exilio de importantes personajes de la lucha por la independencia como Budiaf o Buteflika, entre otros. Su papel internacional preeminente en el Movimiento de Países No Alineados o las declaraciones  grandilocuentes de convertir a Argelia en el Japón de África daban cierta imagen optimista. No obstante, el régimen socialista de partido único fue cerrando las puertas a la participación de la sociedad, instituyendo al ejército como auténtico poder fáctico y creando una nomenklatura, al estilo soviético, parasitaria del estado, corrupta e ineficaz. Esta oligarquía político-financiera que controlaba los recursos y las empresas estatales, era la única capaz de acceder a productos suntuarios importados de Occidente que llegaron con la política de apertura económica de Benyedid, y exhibían sin el más mínimo pudor una vida lujosa, provocando el escándalo del resto de la sufrida sociedad argelina. En lo económico, se tomaron decisiones fallidas que llevaban a una industrialización forzosa, improductiva y sin salida, que acabaron llevando a una economía con cierto grado de diversificación a la mera dependencia de la exportación petrolífera y del gas. En el sector agrario, las cosas no fueron mejor. Tras el periodo colonial, Argelia pasó de ser un país exportador en ese ámbito, a terminar importando el 80% de los productos agroalimentarios. Desde el punto de vista demográfico, a finales de los 80, la sociedad argelina se convirtió en una potencial bomba de relojería. El 75% de la población era menor de 30 años. Se trataba de una juventud que en estos años sufre la degradación de las condiciones de escolarización y pasa a engrosar las filas del desempleo.

 

Mujeres tocadas con el chador en Argel. / REUTERSARC117755         

La caída fuerte del dólar desde 1985 trajo una bajada de ingresos por la exportación de petróleo y gas, que llevó a las finanzas de la nación al colapso. Los salarios perdieron valor, el paro aumentó a niveles desconocidos. Las capas medias de la sociedad se vieron sumidas en la pobreza. La sociedad argelina, tan joven, vio que el régimen nacido de la lucha por la independencia era incapaz de solucionar sus necesidades básicas, mientras que los privilegios de esa oligarquía revolucionaria no se ponían en cuestión. En octubre de 1988, el alza de productos de primera necesidad lanza a la calle a la juventud, harta de carencias y sin perspectivas de futuro, en lo que se conoció como la “revuelta de la sémola”. Las luchas callejeras imitando la intifada palestina provocaron la reacción violenta del poder que proclamó el estado de excepción y segó la vida de 500 jóvenes. Pero el régimen argelino de Chadli Benyedid, ante el clamor popular a favor de los jóvenes, no tuvo otra salida que proclamar el inicio de un proceso político de reformas que debería desembocar en el multipartidismo.

Como consecuencia de la crisis económica y social, el régimen argelino pierde la base de apoyo social necesaria que es ocupada por la alternativa del islamismo integrista. Las presidencias de Huari Bumedian y Benyedid habían promocionado un “islamismo oficial” subordinado a sus intereses y que rechazaba la esencia de la religión musulmana. El Estado decidió una política intolerante de arabización que relegase a la francofonía y entró en conflicto con culturas minoritarias como la de la Cabilia beréber.  Esos gobiernos facilitaron la construcción de más mezquitas que escuelas y se trajeron de Oriente Próximo miles de “profesores coránicos” que deberían implantar ese islam oficial y acabaron alimentando el integrismo. La errática política religiosa instaura en 1984 un Código de Familia de carácter medieval que discrimina a la mujer en mayor medida que en los países de su entorno. El FIS supo poner el foco sobre la crisis y los efectos sociales y culturales nefastos de una pseudomodernización impuesta desde arriba y no igualitaria.

Tras la “revuelta de la sémola” el presidente Benyedid impuso su agenda reformista al sector inmovilista del régimen con la victoria en las elecciones anticipadas de diciembre de 1988 y en febrero del año siguiente se aprueba una reforma democrática de la Constitución. A finales de 1989 son legalizados los partidos políticos de la oposición, incluido el FIS. Este movimiento integrista estaba dirigido principalmente por Abasi Madani, un filósofo y teólogo moderado, luchador por la independencia, y Alí Belhadj, joven con una menor base intelectual y teológica pero de verbo más encendido y radical. El FIS asume cuotas de poder al arrollar en las elecciones locales de junio de 1990 y desde este momento se empieza a dejar sentir en todos los espacios públicos argelinos. Las manifestaciones son habituales y los piquetes integristas circulan por las ciudades vigilando que se cumpla la moral de su visión rigorista del islam. El mayor desafío llega cuando a finales de mayo se convoca una huelga general indefinida por el FIS a lo que responde el primer ministro Ahmed Gozali con el estado de sitio, la suspensión de las elecciones legislativas y el encarcelamiento de Madani y Belhadj.

                                                               Abasi Madani vota en Argel en 1990. / ASSOCIATED PRESS   ARC226571

Finalmente, el 26 de diciembre de 1991 se celebran las elecciones y la victoria del FIS es arrolladora. Los líderes integristas proclaman la futura reforma constitucional con la perspectiva de instaurar un Estado teocrático y el Gobierno de Gozali no sabe cómo gestionar el dilema que se le plantea. El Ejército y la oligarquía político-financiera trasladan toda la presión al presidente Benyedid, que se ve forzado a dimitir el 11 de enero de 1992. El proceso electoral se paraliza y el FIS ve cerrado su acceso al poder de manera democrática.

A partir de ahora, Argelia va a emprender su particular descenso al infierno. La Junta cívico-militar que asume las riendas del país pide a Mohamed Boudiaf, líder carismático y personalidad íntegra de los tiempos de la independencia, que regrese del exilio y asuma la presidencia. El FIS es declarado ilegal a la vez que se decreta el estado de excepción por un período de un año. 

Durante los primeros meses de 1992 son arrestados miles de islamistas y en junio, cuando iba a comenzar un juicio contra los 7 líderes principales del FIS, el presidente Budiaf es asesinado por un miembro de su guardia personal. Abasi Madani y Alí Belhadj son condenados a 12 años de prisión y la ilegalización del movimiento integrista es vista como una declaración de guerra desde el Estado. Paralelamente, se empiezan a articular las guerrillas islamistas que pretenden convertirse en el brazo armado del FIS, y que encuentran un semillero ilimitado de adeptos en los jóvenes árabes de los suburbios de las ciudades  argelinas. Las dos guerrillas principales en un primer momento son el MIA (Movimiento Islámico Armado), dirigido por Abdelkader Chebuti, y el MEI (Movimiento por un Estado Islámico), que en febrero de 1994 se fusionan en el EIS (Ejército Islámico de Salvación). Su estrategia será la de hostigar a las fuerzas de seguridad con una combinación del terrorismo urbano y la guerrilla rural sobre todo en la zona norte del país. Más o menos era lo que se entendía como una acción de guerrilla clásica más cercana a un movimiento de liberación nacional que a un grupo terrorista. 

Quien va a ocupar el espacio del terrorismo indiscriminado y extremadamente violento será el GIA. El Grupo Islámico Armado se hace tristemente popular desde 1993. Constituido en gran parte por afganos, veteranos de las guerrillas pro-talibanes en Afganistán durante la época soviética, rechaza cualquier compromiso con el Gobierno argelino. El GIA propugna la lucha sin cuartel y condena las desviaciones de los liderazgos del FIS, tanto el del exilio como el del interior, que no perdían la perspectiva de una negociación de paz y habían condenado los ataques que no fuesen contra objetivos de las fuerzas de seguridad. A la vez que ataca al régimen, inicia una guerra fratricida contra el EIS, y no serán pocos los choques armados entre ambos grupos. 

El GIA asume efectivos de manera masiva y su poco control ideológico hará que esta guerrilla sea fácilmente infiltrada por los servicios de información del Ejército. Barriadas de la capital como Bab el Ued, El Harrach o La Kasba son tomadas de noche por las fuerzas de seguridad, pero de día son controladas por los milicianos islamistas. Las guerrillas se reparten las zonas de influencia. El GIA se hace fuerte en la zona  central al sur de Argel. El EIS dominará la zona oriental fronteriza con Túnez y la occidental cercana a Marruecos. 

Mañana, viernes: Egipto ante el espejo argelino (II)

El día que murió el Imperio sueco

Por: | 22 de agosto de 2013

EnglundMiren a este hombre. Seguramente no lo reconocerán pero una vez al año es el protagonista, durante un par de minutos, de un esperadísimo anuncio en todo el mundo. Se llama Peter Englund, es un historiador y escritor sueco nacido en 1957 cerca del círculo polar ártico. Englund pertenece desde 2002 a la Academia de su país, de la que fue nombrado secretario permanente en 2009. Eso quiere decir que es el encargado de leer, con el habitual mensaje breve y rimbombante, el nombre del autor que recibe el mayor reconocimiento en la tierra: el Nobel de Literatura. En 1985, Englund, entonces un recién licenciado en Historia, escribió, "en unas cuantas semanas de aquel caluroso verano", su primer libro: La batalla que conmocionó Europa. Poltava y el nacimiento del Imperio ruso, 450 páginas que narran "el mayor desastre militar en la larga historia de Suecia".

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¿Por qué Inglaterra quiso un Peñón?

Por: | 15 de agosto de 2013

Gibraltar fiesta

Celebración del tricentenario de la cesión de Gibraltar a Gran Bretaña. / Marcos Moreno

Gibraltar vuelve a ocupar un lugar principal en los medios de comunicación. El origen del conflicto está en la disputa por las aguas jurisdiccionales pero es solo el último capítulo de un conflicto entre España y Gran Bretaña que se gesta en la Guerra de Sucesión Española que se desarrolló durante catorce años a la muerte de Carlos II "el Hechizado" en noviembre de 1700.

El Peñón fue entregado a Inglaterra como consecuencia de la firma del Tratado de Utrecht (1713), del cual se cumplieron 300 años el pasado mes de abril. Pero, ¿por qué se interesó Inglaterra en esta minúscula porción de tierra? ¿qué ventajas ofrecía el control de Gibraltar para los ingleses?

Durante la segunda mitad del siglo XVII Inglaterra se convierte en la primera potencia comercial y capitalista del mundo.Tres guerras (las dos primeras navales) con Holanda, la otra pujante potencia comercial, muestran que Inglaterra necesita afianzar su presencia a escala global, en todos aquellos lugares del planeta que puedan convertirse en receptores de su incipiente pero dinámica producción manufacturera. El subcontinente indio y Extremo Oriente están en su punto de mira y ejemplos de ello son la apertura por parte de China del puerto de Cantón al comercio europeo en 1685, y el establecimiento de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales en Calcuta en 1690. La ruta marítima de El Cabo (pasando frente a la actual Suráfrica) hacia las Indias obligaba a realizar una travesía muy larga que encarecía los costes comerciales y aumentaba los riesgos. Desde este momento, el control del Mediterráneo ya no será solo un asunto de los países ribereños.Inglaterra establecerá desde ahora como estrategia a largo plazo un itinerario seguro para su flota mediante una sucesión de enclaves que sirvan como bases militares de escala y abastecimiento hasta el mismo Mar Rojo.

El primer paso de esa política se aprecia en la alianza con Portugal, firmada en 1661, por la que nuestro vecino se convierte en un aliado seguro para la flota y el comercio inglés (Portugal cede definitivamente Bombay a Inglaterra y frena las tentativas de desarrollo industrial propio), a cambio de ayuda militar en su lucha por liberarse de España. Esa alianza se reforzará por el Tratado de Methuen de 1703 entre ambos países, con privilegios comerciales para los tejidos ingleses y los vinos portugueses. La Guerra de la Liga de Augsburgo (1688-1697) abrirá los ojos a los marinos de la flota inglesa acerca de las posibilidades tácticas totalmente nuevas con las que se van a desenvolver en sus enfrentamientos con los navíos galos, y esto se debe a que la Armada inglesa experimentó la ventaja de zarpar desde Lisboa o Cádiz (España e Inglaterra eran aliados en ese momento contra Francia) y hacía sentir su presencia de manera muy rápida a la flota francesa para luego alejarse rápidamente hacia sus bases con plena seguridad sin la necesidad de mantener una flota permanente. La posesión de Gibraltar y Menorca, ésta desde 1708 (cuando la alianza anglo-española ya no existía), permitió mantener y desarrollar aún más esas ventajas. 

Gibraltar 1782

                                      Vista de Gibraltar en 1782. / Bartolomé Vázquez (BNE)

En los últimos años del siglo XVII, se hace patente que la rama española de los Habsburgo llega a su fin y habrá que buscar un sucesor fuera, pero Carlos II de Habsburgo no ha hecho testamento todavía. Luis XIV está negociando con Inglaterra y el resto de potencias europeas el reparto de las posesiones españolas en Europa. Las potencias continentales ambicionan el Milanesado, Nápoles y Sicilia, Luxemburgo y lo que queda del Flandes español, etc. Pero Inglaterra lo tiene claro. Pide en esos repartos Ceuta, Gibraltar, Mahón, Orán o La Habana.

Finalmente, Carlos II hace testamento a favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, nombrándole heredero de todas las posesiones de la corona española. El Consejo de Castilla, dada la debilidad de España en el concierto europeo, toma esa decisión con la intención de que Francia defienda a España por el vínculo familiar que se establecerá entre ambas monarquías y no permita la partición de los dominios españoles en Europa. Inglaterra no iba a quedarse de brazos cruzados viendo como se acababa de romper el “balance of power” europeo que se había conseguido tras la Paz de Westfalia (1648). La Francia de Luis XIV, apoyada por una España con dinastía borbónica, se convertiría en la potencia continental hegemónica, y la reacción del resto de estados europeos con intereses en juego es la formación de la Gran Alianza de Inglaterra con Holanda, Austria, Saboya y Portugal, que declaran la guerra a España y Francia en 1702.  

En agosto de 1704 una potente flota anglo-holandesa al mando del almirante inglés Rooke y el príncipe de Hesse-Darmstadt, que buscaba un lugar para desembarcar y crear un foco a favor del archiduque Carlos de Austria, se presenta ante Gibraltar que, débilmente defendida por 80 soldados y 300 milicianos más un centenar de piezas de artillería, es tomada por las fuerzas militares aliadas. La conquista del Peñón se hace en principio en nombre del candidato aliado a la corona española, el archiduque Carlos de Austria, pero la presencia inglesa queda formalizada con la firma del Tratado de Utrecht. El dominio de aquel enclave suponía controlar la entrada o salida de todo buque por el Mediterráneo y la primera potencia marítima le da a esta posición un rango de primerísimo valor geopolítico. Para algunos historiadores, el tratado es considerado  como instaurador de la Pax Britannica en los mares, por los privilegios comerciales que obtiene Inglaterra en el comercio con la América hispana (derecho de “asiento de negros” y “navío de permiso”) y la ampliación de su dominio en Canadá. Pero ese predominio marítimo recibió todavía algún revés de importancia como el intento de asalto a Cartagena de Indias en 1741 que se saldó con la pérdida de 50 naves y 10.000 muertos ingleses.

España, a pesar de firmar el tratado, quiso recuperar la integridad de su territorio peninsular cuanto antes y lo intentó tanto por la vía militar como por la diplomática. La primera la lleva a cabo con operaciones militares en el Estrecho en 1727 y en 1779-82 con el fin de recuperar el pequeño territorio. En 1779 el conde de Floridablanca, aprovechando un momento de dificultades por las que atraviesa Inglaterra en su lucha por terminar con el proceso independentista de las colonias americanas, suma la vía diplomática a la militar y ofrece al Gobierno inglés la cesión de Orán, en el norte de África, a cambio de la devolución de Gibraltar pero las negociaciones fracasan.

La línea estratégica inglesa de dominio del Mediterráneo sigue adelante y prueba de ello es que, si bien pierde el control de Menorca en 1782, la firma del Tratado de Viena, que se formaliza tras las Guerras Napoleónicas, Foto tratadoestablece que Malta y Corfú, en las Islas Jónicas, pasan a estar bajo su dominio. En 1878 la diplomacia británica consigue del Imperio Otomano la cesión de Chipre a cambio de la ayuda inglesa en su conflicto con Rusia en el Mar Negro. Este éxito diplomático compensará la pérdida de Corfú en 1864, que se integra en Grecia. El último paso necesario para terminar de cerrar la estrategia inglesa de control del Mediterráneo estaba en Egipto. Desde 1839, en que Mehmet Alí, el gobernador vasallo del sultán turco, da los pasos para alcanzar la independencia, la presencia inglesa en el país del Nilo se hace más intensa. La construcción de un ferrocarril entre El Cairo y Alejandría, pocos años después, acorta los tiempos del tráfico comercial de las colonias inglesas asiáticas con la metrópoli y, finalmente, la construcción del Canal de Suez, inaugurado en 1869, abre las líneas de navegación directas por el Mediterráneo hasta Extremo Oriente. 

                                                                                                             Tratado de Utrecht, 1713

El mantenimiento de la preponderancia inglesa en los mares, y en particular en el Mediterráneo, será un hecho hasta la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad,Gibraltar mantiene ese valor estratégico, igual de importante que en el pasado, como base militar inglesa y de la OTAN, y lo controvertido de su status político, como territorio pendiente de su descolonización según la doctrina de la ONU, nos sugiere que la crisis a la que asistimos ahora es la última, hasta ahora, de un proceso que generará más momentos conflictivos.   

México para principiantes

Por: | 08 de agosto de 2013

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En México, el país hispanohablante más grande del mundo, se lee muy poco. Muy, muy poco. De un listado entre 108 países –elaborado por la Unesco–, ocupa el penúltimo lugar en lectura. Y de los inagotables debates, sesudos ensayos y kilométricas reflexiones que inspira su historia, ni hablar. Quizá de ahí se puede explicar el abrumador éxito de Historia Mínima de México (Colegio de México, 1973), editada por el historiador mexicano Daniel Cosío Villegas, que desde hace 40 años no ha parado de reeditarse.

La idea es simple: se trata de un puñado de ensayos que buscan contar de la manera más concisa y clara posible los rincones y vericuetos de la milenaria historia de México. En la introducción del libro, Cosío Villegas apuntaba que "los textos que aquí se presentan fueron redactados primitivamente para que, acompañados de abundantes y llamativas imágenes, se trasmitieran por televisión". El grueso del pueblo mexicano, cabe apuntar, tal vez no es un gran consumidor de libros, pero sí un gran espectador del aparatito electrónico. Adaptaciones televisivas aparte, su innegable éxito consiguió que la obra fuera traducida a 15 idiomas. También ha sido traducido al braile.

La Nueva Historia Mínima de México, editada originalmente por el Colegio de México en 2004 y que se publica este año en España en alianza con Turner, no se propone de inicio terminar como una serie televisiva, pero su trabajo permitió que fuera así. En 2010, el año en que México celebraba el bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia de España, una adaptación visual de los siete ensayos del nuevo proyecto llegó a las televisiones convertida en una serie de siete documentales de media hora. 

 

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Miembros de las 'tropas alzadas' durante la Revolución mexicana.

 

Lo que sí aclara la nueva compilación es que el mexicano (o el curioso por México) del siglo XXI requiere la mayor cantidad de información como sea posible contada de la manera más clara. No es fácil resumir dos milenios de historia en los que ocurren batallas entre tribus prehispánicas, la compleja estructura del imperio azteca, la amalgama de culturas tras la Conquista y un devenir de sangrientas guerras internas. La Revolución, una de las más grande de ellas, se cobró cerca de un 7% de la población del país y es uno de los conflictos más mortíferos en la historia de la humAh, y loanidad. 

Y los nuevos historiadores –Pablo Escalante, Bernardo García, Luis Jáuregui, Josefina Zoraida, Elisa Speckman, Javier Garcíadiego y Luis Aboites– parten de una enorme ventaja: una sana lejanía.

Es sumamente interesante hallar las diferencias entre la Nueva Historia Mínima y su exitosa antecesora. Mientras que en la edición de Cosío Villegas, la época colonial en México ocupa unas 30 páginas, la versión moderna dedica el doble. También se revisa la figura del "opresor español", el de la Inquisición y que masacra indígenas, figura obligada en la historia del México priista del siglo XX. La Nueva Historia sitúa a España en un contexto internacional: la nación española, recién instituida cuando había descubierto América, está envuelta en un mundo en que las otras grandes potencias europeas también querían su parte del pastel. 

No hay tampoco pudor alguno en relatar algunas de las más sangrientas tradiciones indígenas. Una de las fiestas anuales del México prehispánico incluía una ceremonia en la que se decapitaba una anciana: "Un guerrero corría por la ciudad, sujetando por el pelo la cabeza cercenada y agitándola en todas direcciones".

De los procesos sociales que siguieron, bastan unas palabras para detallar el paso de un país del intento de instituir una monarquía a la europea (que culminó con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo en 1867) hasta una radical república anticlerical, que durante los años posteriores del final de la Revolución, se enfrascó en la Guerra Cristera, uno de los conflictos menos revisados del país. 

Quizá lo más poderoso es el inicio del libro. "México es muchos Méxicos", escribe Pablo Escalante en el comienzo del capítulo dedicado al México antiguo. Eran muchos Méxicos en el siglo XIV, en la fundación de Tenochtitlán, y lo siguen siendo ahora. Y de esa variedad de razas, culturas e ideas nace la riqueza de su cultura y sus muchísimas contradicciones (una de las últimas: en México viven 51 millones de pobres y es el país con mayor índice de obesidad del mundo). 

Y así, en unas cuantas páginas, unas horas de lectura, la Nueva Historia Mínima de México cumple con el objetivo de saciar la curiosidad del interesado por México y despejar las dudas del mexicano inquieto. Es verdad que en ocasiones sabe a poco y se echa en falta un análisis más amplio de los acontecimientos decisivos en la historia del país. Pero el esfuerzo es muy acertado en los tiempos en los que –dicen– para contar una historia bastan 140 caracteres.

Nueva Historia Mínima de México ha sido publicado por Turner.

Mujeres mal vistas por hombres

Por: | 01 de agosto de 2013

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 Google homenajea Ada Lovelace

 Aunque queda lejos ya, por lo ridículas que resultan en nuestro tiempo, las interpretaciones y valoraciones que sobre la mujer realizaran en el siglo XIX y buena parte del XX,  filósofos, políticos, sindicalistas, escritores, y un largo etcétera, es cierto que, aún hay que luchar en materia de igualdad de género y contra la violencia, la intolerancia, la invisibilidad y la misoginia reinante en el entorno social, laboral, político o familiar en el que se desarrolla la vida cotidiana de la mujer. Aún llueven sobre nosotros las cenizas del fuego de la hegemonía integral ejercida por el hombre.

Es curioso como un alto porcentaje de pensadores, escritores, científicos, políticos, etc. se han ocupado en pensar y escribir sobre la mujer. Se empeñan en emplear su tiempo en redactar frases sobre ella, aún considerando que sea un ser de inferior entendimiento con respecto al hombre. ¿Qué les ha llevado a ocuparse de un sexo que para ellos carece de importancia y de valor?. Es algo que nos preguntamos al ver escritas esas “reflexiones”, y que no podemos saber, solo tal vez, intuir.

 "... Solo el aspecto de la mujer revela que no está destinada ni a los grandes trabajos de la inteligencia ni a los grandes trabajos materiales

… Lo que hace a las mujeres particularmente aptas para cuidarnos y educarnos en la primera infancia, es que ellas mismas continúan siendo pueriles, fútiles y limitadas de inteligencia…

...El principio de la Ley Sálica es tan evidente, tan indiscutible, que parece inútil formularlo.

… es evidente que por naturaleza la mujer está destinada a obedecer…si es joven toma un amante; si es vieja, un confesor".

Son palabras que aparecen en El amor, las mujeres y la muerte de Arthur Schopenhauer. Sin duda es de preocupar que filósofos, con notable influencia en la construcción del  pensamiento contemporáneo, analicen y contemplen falsamente al ser humano, estableciendo distinción en base al sexo y construyendo una separación de género que a la mujer le ha costado muy cara en la historia de la humanidad. Lo que induce en buena lógica a pensar y sobre todo a preguntarnos que, si el resto de su pensamiento se apoya en las mismas estructuras, y se elabora y construye con ese tejido racional, ¿sobre qué legado filosófico se desarrolla el pensamiento contemporáneo?. ¿Qué sustrato está alimentando la sociedad actual, si los posicionamientos filosóficos, no olvidemos que la filosofía se dirige a la búsqueda de la verdad, parten de premisas falsas?.

Dorado Montero, aquel jurista y filósofo de quien Azorín dijera “Es un hombre que se abraza a la realizad y piensa”, con ocasión de revisar las pruebas de imprenta que llegan a sus manos años después de haber escrito un artículo para la revista La España Moderna en 1912, dijo al releer el mismo: “solo en alguna parte coincide con lo que ahora se diría si hubiera de nuevo que redactar este escrito, pero traduce, al cabo, un estado mental”. Quizá debamos ser condescendientes con Schopenhauer y pensar en su estado mental cuando escribió El amor, las mujeres y la muerte, máxime cuando sabemos que bebe en las fuentes de Aristóteles.

Pero es cierto que la cadena misógina se hace a fuerza de eslabones y los grandes pensadores se construyen apoyados en otros anteriores. Irremediablemente nuestra historia se basa en estratos. Nos hacemos y dependemos de ellos.

Valentí Camp (1875-1934), editor, periodista y escritor barcelonés, publicó en 1922, un libro en el que trata de recopilar y ensalzar a las figuras más notables en el pensamiento filosófico, literario, económico y de la ciencia en general del siglo XIX, una visón del “movimiento intelectual” de ese siglo. Bajo el título Ideólogos, teorizantes y videntes, recoge apuntes de cincuenta y tres intelectuales, estudiosos y científicos. El resultado es que nos encontramos que todos ellos son hombres. A pesar de realizar en el libro que comentamos, un esfuerzo considerable por sacar a la luz la obra de aquellos cuyos textos han pasado desapercibidos, o no se le haya dado el valor que mereciera, echamos en falta que en ese aventajado grupo de personas que pusieron su granito para contribuir en la elaboración de los sistemas y teorías del XIX, no incluyera a alguna mujer. Algo por otra parte razonable para el pensamiento de la época, aunque estemos hablando de 1920, año en que sin duda a Camp no le hubiera costado mucho encontrar para su libro a mujeres que destacaron en las artes, las ciencias, la literatura, la pedagogía, la filosofía, o la lucha por los derechos: abolicionismo, divorcio, derecho al voto, etc. en fin, que contribuyeron al desarrollo de la sociedad.

El hecho de que hasta la segunda mitad del S. XIX no podamos decir que surja un movimiento reivindicativo de los derechos de la mujer, no quiere decir que a nivel individual el pensamiento de un intelectual debiera transitar ya por esa senda, pues no en vano el XIX sucede al siglo de la Ilustración donde la razón toma fuerza y realiza aportaciones que nunca más se abandonarán. La Revolución Francesa, la Declaración de los Derechos del Hombre, la libertad, el fomento de la razón, el siglo de las luces… ¿Qué ocurre para que en esta sociedad floreciente en libertad e ilustrada, surjan voces y escritos en contra de la igualdad de género?. Por qué escritores y filósofos se empeñan en propagar, justificar, razonar, difundir y propiciar esa diferencia?. ¿Cómo es posible que su legado intelectual se considere, no en el momento de su redacción, algo que sería comprensible, sino en la actualidad, un ejemplo por la defensa que realizaron en la “autonomía del individuo”?.

Images-1De Rousseau, ciertamente no podemos afirmar que tuviera un pensamiento equiparable a lo que hoy entendemos por igualdad en derechos para el hombre y la mujer. Suyas son las siguientes palabras que figuran en El Emilio: “La mujer está hecha para ceder al hombre y para soportar incluso su injusticia”. El propio D’Alembert criticó la postura ideológica que sobre la mujer y la educación sostuvo en esa obra, sin embargo y esto es lo preocupante, en la actualidad algunos especialistas le siguen considerando defensor del individuo y de su autonomía.  

Es precisamente la permanencia de su impronta lo que nos preocupa. Pues debemos entender que no hay defensa del individuo si no se refiere al ser humano, no hay defensa de la autonomía del individuo que no entienda a este como al conjunto de la humanidad. ¿Qué fuerza racional defiende un hombre que con su razón realiza la diferencia de capacidades, entendimiento, derecho entre el hombre y la mujer?.

El periódico ABC editado en el Madrid republicano, publicó en 1937 una serie con las figuras más relevantes de la democracia en el mundo, su título era Galería de ABC. Figuras de la democracia mundial. El mismo periódico comenta la “excelente acogida” de la serie gráfica que, en hoja aparte y a modo de suplemento solía aparecer los domingos y jueves hasta completar un total de sesenta y dos personajes. El hecho es que de ellos, tan solo consideran a tres mujeres relevantes para la democracia universal. Ellas son: Dolores Ibarruri “La Pasionaria”, (lámina nº 8), Concepción Arenal (lámina nº 41) y Clara Zetkin (lámina nº 49). 

En 1966, Barbara Welter publicó un ensayo donde analizaba la vida de las mujeres norteamericanas en los años 1820 a 1860, que tuvo una gran repercusión. Afirmaba que existía un culto a la feminidad, entendida esta como una manera de ser de la mujer donde imperaban como “virtudes” la pureza, la piedad, la sumisión y la domesticidad. En España, esos mismos valores, cien años más tarde, son los que defendería Pilar Primo de Rivera, ideóloga del movimiento femenino durante el franquismo. La unión entre la iglesia y el Estado supuso en nuestro país que, a la férrea dictadura intelectual, social y física ejercida durante los años de represión franquista sobre hombres y mujeres, se impusiera sobre la mujer otra, basada exclusivamente en su sexo, formando parte de una política pública del Estado como individuo disociado del hombre. Durante la Guerra Civil Española, también tenemos numerosos testimonios de la represión ejercida sobre la mujer, dirigidos a su propia esencia: paseos de rapadas por las calles de los pueblos después de obligarlas a tomar aceite de ricino, violaciones, etc.

Flora tristán (1803-1844), dejando aparte el discurrir de su propia vida, una auténtica aventura, Flora-tristan construye una obra de trascendental importancia para el feminismo y el movimiento proletario. Suya, a pesar de no ser un hecho conocido, es la frase “proletarios del mundo uníos”, siendo precursora de la unión obrera y de la mujer para la construcción de un mundo más justo e igualitario. Luchadora incansable de los derechos de la mujer, conoce y padece la violencia en el matrimonio, al que considera un sistema de opresión hacia la mujer, es por ello que defenderá siempre la existencia del divorcio. Colabora en publicaciones como la Revue de París, L’Artiste y Le Voleur. Publica Peregrinaciones de una paria, autobiografía que refleja la dura existencia de ser hija natural, separada y pobre.
Esta obra tuvo un gran éxito y sin embargo, después de publicar en 1942 Promendades dans Londres, libro en el que expone a la luz pública los vicios de la sociedad burguesa londinense, cae un silencio sobre su obra y figura. Así tiene que publicar en 1943 ella misma L’Union Ouvrière, al no encontrar editor que lo quiera hacer.

La abolicionista Harriet Beecher  Store (1811-1896), es una mujer que lucha contra la pena de muerte y a favor del divorcio. Tuvo un enorme éxito con La cabaña del tío Tom, obra traducida a más de veinte idiomas constituyendo un éxito extraordinario en ventas. El prestigio adquirido con esta publicación no la salvó de caer en desgracia como consecuencia de haber escrito que Lord Byron mantenía relaciones íntimas con su hermana.

Ya que hemos mencionado el daño causado a Beecher por su enfrentamiento con Lord Byron, veamos qué opina este personaje sobre la mujer:

“He meditado en la situación de las mujeres bajo los antiguos griegos, y es bastante conveniente. El estado actual, resto de la barbarie feudal de la Edad Media, es artificial y contrario a la naturaleza. Las mujeres debieran ocuparse en los quehaceres de su casa; se las debería alimentar y vestir bien, pero no mezclarlas en la sociedad. También deberían estar instruidas en la religión, pero ignorar la poesía y la política; no leer más que libros devotos y de cocina. Música, dibujo, baile y también un poco de jardineo y laboreo del campo de tiempo en tiempo. Las he visto en Epiro trabajar con fruto en el arreglo de los caminos. ¿Y por qué no? ¿No barren las hojas secas y extienden el heno para que se seque? ¿ No son lecheras?”

No sabemos si a su hija, (a quién se refiere la ilustración que encabeza este escrito) Ada Byron King, condesa de Lovelace, (1815-1852), le transmitirá su opinión sobre las mujeres. El hecho es que Ada, analista como a ella misma le gustaba que se la reconociera y matemática, fue una mujer brillante que pasará a la historia como la primera programadora, al redactar en los primeros años de la década de los cuarenta del siglo XIX, un lenguaje de programación que interpretaba la máquina analítica de Charles Babbage. La importancia de su trabajo fue reconocida con posterioridad a su muerte. En honor suyo un lenguaje de programación lleva su nombre, así como una imagen fotográfica suya sirve como certificado de autenticidad para licencias de Microsoft Windows. Fue una adelantada de su tiempo pues sus teorías son precursoras de los ordenadores modernos y cómo no, en una época en que dedicarse a las matemáticas no entraba en el orden social impuesto a las mujeres, tuvo que firmar sus trabajos con sus iniciales.


 

El País

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