Por Luis Landero
Siempre me ha fascinado el poder, entre los animales y por supuesto entre los hombres. Conocí el poder en las pandillas de mi infancia, tan jerarquizadas como las manadas de lobos, de hienas, de leones. Con su líder, con su competidor aspirante a líder, con los favoritos, con los rebeldes, y con las víctimas, claro está. Intuí que el sometimiento al poder produce protección y seguridad, pero también la angustia y la indignidad de la servidumbre.
Quizá de esas experiencias de la niñez y de la adolescencia me viene ese asombro ante la irracionalidad del poder, y su capacidad para engendrar el mal, para convertir el mal en una mística del placer: el secreto placer de someter al prójimo al complaciente o cruel arbitrio de la voluntad. Por eso, algunos de mis personajes históricos “favoritos” son los grandes tiranos, cuyo enigma se enriquece con la creación de una casta o aristocracia, y a veces con la indiferencia o la apasionada complicidad de las muchedumbres. Mi elección de “favoritos” viene también condicionada por los historiadores, por los narradores que me han contado magistralmente esas historias.
Así que, puestos a dar unos breves y dispersos ejemplos, recuerdo a Cómodo, Septimio Severo y Caracalla, entre otros, contado todo por el incomparable Gibbon. Recuerdo, como si lo hubiese conocido en la realidad, al Conde-Duque de Olivares, el hombre más poderoso de su época, y el más mísero en su decadencia, y una imagen donde se condensa la grande y triste historia de la España imperial, y la urdimbre del poder que nos llevó a la gloria y al fango, y todo ello contado por J.H. Elliott, a quien nunca le agradeceremos la lucidez y el empeño que ha puesto en esclarecer nuestro pasado.
Me apasiona también la figura de Hitler y de su círculo aristocrático, quizá la casta de malvados más crueles que han existido nunca, cohesionada por el poder y por el mal. ¿Cómo pudo ocurrir?, se pregunta uno, ¿cómo es posible que el infierno se encarnara en el corazón de Europa y en pleno siglo XX? He leído mucho, o bastante, sobre esa época, pero recuerdo especialmente a Ian Kershaw, cuya exhaustiva biografía de Hitler es también una indagación de su entorno y de los insondables –y banales, y cómo no citar a Hannah Arendt- misterios del poder.
Me apasionan y me intrigan también los protagonistas de la Revolución Francesa o de la Revolución Rusa. Y me pierdo en el laberinto que va de los nobles ideales socialistas al infierno de Stalin.
Todos ellos son momentos históricos en que el poder alcanza una dimensión monstruosa, y que no deberíamos olvidar nunca, para precavernos contra esos demonios siempre al acecho.
Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) es escritor. Absolución (Tusquets) es su última novela.
Hay 7 Comentarios
don luis te falto un tirano que hay en colombia, y no se diferencia en nada a los tiranos de la historia.
Publicado por: juan | 13/02/2014 6:37:12
El poder, la maldad y Luis Landero siempre sabio, ingenioso. Y bueno.
Gracias maestro.
Publicado por: Maria T. | 20/09/2013 13:47:31
http://nelygarcia.wordpress.com El poder transforma y corrompe.
Publicado por: Nely García | 20/09/2013 10:13:19
El Conde Duque malo....¿por algún motivo especial?. ¿Por esa manía de denostar a todo personaje histórico nuestro?. Que lo hacía malvado, ¿su política europea?. ¿En qué se diferenciaba de sus colegas y contemporáneos Richelieu o el Duque de Buckinngham?....ya...ellos no eran tiranos...eran demócratas....que hastío....
Publicado por: Javier | 20/09/2013 0:04:52
Formidable artículo... todo oscila entre el Ben y el Mal y pocas veces se alcanza el centro, el equilibrio. El poder es una necesidad y responde a la ley de la supervivencia. Pero cuando sobrepasa lo necesario es peor que el sida. Los grandes tiranos que han asolado y asolan a los pueblos (incluso con disfraz democrático) son simple y llanamente virus destructores.
Publicado por: RAMÓN | 19/09/2013 13:06:11
Pero, este conde-duque no era acaso "un hombre a una nariz pegado/ una nariz superlativa/una nariz sayón y escriba/ las doce tribus de narices era/."(Quevedo)
Luis, también hubo mujeres poderosas en vuestra España, como la Princesa de Eboli y su rival Teresa de Avila.
Que no siempre hemos sido sumisas .-
Publicado por: ROSA Mayo Marcuzzi | 19/09/2013 11:30:49
Buenísimo, como siempre.
Aquí que sois entendidos del tema, me gustaría saber vuestra opinión sobre la situación actual de Cataluña y su pasado histórico: http://xurl.es/9ik46
Publicado por: Leticia | 19/09/2013 11:24:04