Soldados americanos desembarcan en Normandía bajo el fuego de las ametralladoras alemanas. / Reuters
Un día de invierno de 1944, a menos de seis meses de que llegara el día D, el general Dwight D. Eisenhower, comandante en jefe aliado a cargo de la inminente invasión que liberaría Europa Occidental del régimen nazi, se reunía con Noel Wild, al mando de un sector poco conocido encargado del engaño estratégico, y le hacía esta petición: “Solo te pido que me quites de encima el XV ejército [alemán] los dos primeros días. Nada más”. Dos días necesarios para consolidar las cabezas de playa que debían tomar las primeras divisiones aliadas que desembarcasen en la costa de Normandía. Enfrente se encontraban las fuerzas alemanas, englobadas en los ejércitos 15 y 70, que disponían de 56 divisiones, 10 de ellas Panzer acorazadas y 4 divisiones SS, cubriendo la costa atlántica francesa y belga, principalmente en el sector de Calais.
Las fuerzas anglo-americanas recién desembarcadas serían aniquiladas y la guerra se alargaría, con un coste mucho mayor en vidas humanas, si los ejércitos alemanes acudían de manera masiva a defender Normandía. Para mantener a esas tropas alejadas del lugar elegido se diseñó un plan de desinformación militar estratégica de dimensiones hasta ese momento desconocidas que recibió el nombre de Operación Fortitude (Fortaleza). Este plan contaba con el despliegue de un ejército fantasma que desembarcaría en Calais y un minucioso trabajo de espías y agentes dobles y, de todos ellos, el que jugó un papel más decisivo fue un español llamado Juan Pujol, conocido en clave como Garbo, que fue capaz de ganarse la confianza total de los servicios de inteligencia alemanes para, llegado el momento, influir en la toma de decisiones de Hitler y su Alto Estado Mayor de manera determinante.
La vida de Juan Pujol y sus increíbles peripecias como agente doble durante la II Guerra Mundial son objeto de análisis ahora con Garbo, el espía, obra de Stephan Talty publicada por Destino el pasado mes de septiembre. Talty, periodista y escritor norteamericano de origen irlandés que ha colaborado con The New York Times, Miami Herald o Irish Times, ha publicado varios libros de no ficción y siempre ha demostrado interés por abordar el análisis de personajes y hechos históricos algo olvidados hasta el momento como la vida del pirata Henry Morgan en Empire of Blue Water o la epidemia de tifus que se cebó sobre la Grande Armée de Napoleón en su campaña rusa en The Illustrious Dead.
La biografía sobre el espía español cuenta con el trabajo de años de investigación y las reflexiones personales de Pujol, sus familiares y sus compañeros en el MI5 británico. En estos tiempos en que las revelaciones del analista de la NSA Edward Snowden han destapado el entramado de espionaje masivo de las comunicaciones internacionales de Estados Unidos para conseguir información hasta de países aliados y 35 líderes internacionales, este libro llega en un momento muy oportuno para adentrarnos en el mundo del espionaje.
Un padre que "aborrecía la violencia (…) humanista comprometido que creía en la ciencia, el progreso y, por encima de todo en la tolerancia”, en palabras del autor, va a ser la principal influencia en la vida del futuro espía. La niñez y juventud de Pujol se desarrollan en la Barcelona próspera aunque convulsa de principios del siglo XX y con 24 años le sorprende el inicio de la guerra civil. No son estos primeros capítulos lo mejor del libro pues la descripción que Talty hace de Cataluña, los años de la II República y la guerra española se muestra algo endeble y no logra sumergirnos en la atmósfera del momento. Al menos contamos con las declaraciones del biografiado para entender al personaje en su época.
Juan Pujol, soldado republicano.
Pujol vivió el ambiente de terror revolucionario de los primeros meses de la guerra en Barcelona y eso le convenció para rechazar los métodos del anarquismo y el comunismo y pasarse al bando franquista. Pero no tardó en detestar al régimen fascista español y su colaboración con la Alemania nazi que había invadido Polonia y desencadenado la II Guerra Mundial. “Mis convicciones humanistas no me permitían cerrar los ojos ante el enorme sufrimiento que estaba desencadenando ese psicópata”, declara Pujol que empieza a buscar la manera de ser útil a Gran Bretaña, la única potencia que se mantiene firme ante Hitler.
¿Qué podía hacer un español corriente que se había dedicado al negocio de la cría de pollos o la gerencia de un hotel en Madrid, y que no hablaba idiomas, para ayudar a Inglaterra a vencer a los nazis? Aparte de convicciones, a Juan Pujol le sobraban otras virtudes: talento, arrojo, imaginación desbordante y encanto en la relación con las personas. Por si esto no fuera suficiente, en abril de 1940 se casó con Araceli González, una hermosa mujer de fuerte carácter que fue su principal apoyo cuando Pujol tomó la decisión más importante de su vida: la de espiar como agente doble para ayudar a derribar el nazismo. Suena descabellado y, desde luego, lo era. Talty, ahora sí, pone a nuestra disposición una cantidad ingente de información sobre las andanzas del espía más famoso de la guerra mundial y los servicios secretos, lo que unido a un cautivador estilo de thriller, consigue que creamos estar leyendo una novela de espionaje que no queremos quitarnos de las manos.
No fue fácil trabajar para los servicios secretos ingleses. Pujol era rechazado, no encontraban ningún interés en su oferta y mientras tanto, decidió ofrecerse a la Abwehr, los servicios de inteligencia alemanes, que en España disponían de una red de espionaje al más alto nivel. Su plan con los alemanes tuvo éxito y logró ser reclutado como espía. Su nombre en clave para los nazis será Arabel (según un documental sobre Araceli, Pujol homenajeó a su mujer con el nombre en clave, Araceli bella, en contra de lo que opina Talty que alude al término ‘suplicante’ en latín como su origen).
El matrimonio Pujol se fue a Lisboa y desde allí empezaron a transmitir información a la oficina madrileña de la Abwehr haciéndoles creer que estaban en Inglaterra. Solamente a la sexta vez, en abril de 1942, y con la ayuda inestimable de Araceli, consiguió Juan Pujol que los ingleses le captasen como agente doble y se lo llevaran a Inglaterra para participar en el engaño estratégico.
Juan Pujol, Garbo, ante la Embajada alemana en Madrid. / Chema Conesa
La situación del espionaje militar británico al comenzar la guerra permite que, por unas páginas, el relato de Talty adquiera un tono de comicidad realmente hilarante cuando nos describe los planes para prender fuego al Canal de la Mancha o la idea de crear un nuevo líder alternativo “porque los alemanes habían perdido la fe en Hitler”. Afortunadamente, cuando Pujol llega a Londres las filas del MI5 y el MI6 contaban con espías mucho más eficientes como Desmond Bristow o Tommy Harris, el colaborador perfecto con que podía contar Garbo a la hora de tejer la tela de araña en la que caerían los alemanes. Bajo la supervisión del coronel David Strangeways se creó el FUSAG, un ejército fantasma de un millón de hombres imaginarios al mando del general Patton, que tenía que convencer a Hitler de que el desembarco aliado llegaría por Calais. Se trataba de un sinfín de estratagemas y efectos especiales que tenían el fin de dar verosimilitud a los 1.200 mensajes que envió Garbo a la Abwehr contando con una red falsa de 27 subagentes inexistentes repartidos por la isla.
La información que se transmitía incluía un porcentaje de datos verdaderos y pretendía trazar los contornos de ese ejército fantasma que se preparaba para desembarcar a la vez que tenía que hacer desaparecer el ejército aliado real. El trabajo de Garbo se cierra con un broche de oro cuando, una vez efectuado el desembarco real en Normandía, consiguió con sus mensajes convencer a Hitler para mantener en sus bases de Calais a las divisiones acorazadas alemanas el tiempo suficiente para hacer la reacción inútil. El Día D y la invasión aliada habían logrado su objetivo.
A modo de gran ironía histórica, apenas dos meses después, Garbo era condecorado por el ejército nazi con la Cruz de Hierro con hojas de roble por ser considerado “el espía más brillante del servicio alemán” (también fue nombrado miembro de la Real Orden del Imperio Británico). Incluso Araceli, una vez acabada la guerra, se pasó por la embajada alemana en Madrid para recoger el resto del dinero que debían a su marido como espía al servicio de la Abwehr. Stephan Talty relata en un escueto final las indagaciones de Nigel West, el historiador que consigue dar con la pista de Garbo, desaparecido desde 1949 en que le dieron falsamente por muerto en Angola, poco antes de la celebración del 40 aniversario del desembarco de Normandía. Fue la reaparición estelar de un hombre normal y corriente que tuvo el coraje y la determinación de luchar contra un enemigo feroz con la única arma de su persona.
Rafael Fraguas entrevistó para EL PAÍS a Juan Pujol, Garbo, el 12 de septiembre de 1984.
Hay 19 Comentarios
Mi abuelo fué el Fals Pujol. Location confundieron con Garbo ya que se llamaba Pujol y tenia un gran parecido físico. Resultado: mi abuelo torturado en prisión y Garbo pudo hacer de las suyas : )
Publicado por: Eva | 11/04/2016 22:36:11
Parece Kojak.
Publicado por: D | 12/06/2014 12:50:41
Sseñor david: es misma idea tuve yo, pero es que resulta que el invierno de 1944 es también enero y febrero y parte de marzo, por tanto muy bien pudo ser en el invierno de 1944.
Publicado por: arturo sanchez ciriza | 16/04/2014 6:09:01
Sseñor david: es misma idea tuve yo, pero es que resulta que el invierno de 1944 es también enero y febrero y parte de marzo, por tanto muy bien pudo ser en el invierno de 1944.
Publicado por: arturo sanchez ciriza | 16/04/2014 6:08:59
Y la de vidas que salvo con su actuación.
Publicado por: arturo sanchez ciriza | 16/04/2014 6:04:32
Era barcelonés, catalán y español. Le pese a quien le pese.
Publicado por: 8888 | 17/11/2013 1:21:26
Curioso personaje. Si, fue soldado republicano, pero hasta el año 31 y por reclutamiento forzoso. Cuando estalla la guerra, se opone a la república por el tratamiento dado a su familia, es encarcelado, pasa a los nacionales, que le encarcelan también por sus comentarios promonárquicos y ... Por cierto, que la cruz de hierro con hojas de roble no existió. Le dieron la de cruz de hierro de segunda clase.
Publicado por: Sergio | 16/11/2013 13:39:16
No existe la condecoración "cruz de hierro con hojas de roble". Si Cruz de caballero de la cruz de hierro con hojas de roble. Garbo recibió la Cruz de hierro de segunda clase.
Publicado por: David2 | 14/11/2013 21:27:05
Impactante, muy impactante. Es sorprendente lo que una persona puede significar para la historia.
Publicado por: Francisco Javier Garcia Orts | 14/11/2013 20:16:19
Només una postil·la al reportatge: era català.
Publicado por: MIQUEL ÀNGEL | 14/11/2013 19:29:51
En el pódium de los espías más decisivos de la II Guerra Mundial, se deberían situar en la primera posición Juan Pujol, ..... y Richard Sorge. El primero, salvó a quizás centenares de miles de vidas de aliados en el frente del Oeste, y aceleró en ese sector el fin de la Guerra en Europa. En cuanto a Richard Sorge, su doble engaño a Alemania y Japón, salvó a la Unión Soviética del colapso total y la derrota en el invierno de 1941; ya que avisó a tiempo de que Japón estaba solamente interesado en la ocupación de China, y no tenía interés en atravesar el Amur y establecer un frente oriental contra la Unión Soviética, lo que probablemente hubiera hundido a la Unión Soviética, que a duras penas aguantaban el avance japonés en dirección a Leningrado, Moscú, y Stalingrado. Justo a tiempo, sus informes, permitieron enviar tropas de refresco provenientes del extremo oriente y Kazakstán a sostener los frentes antes mencionados, salvando la guerra a favor de los aliados.
Como anécdota, cabe destacar que evidentemente dichas tropas combatieron nada más bajar del ferrocarril. En Moscú; jinetes con espadas crearon el terror entre las tropas semicongeladas de las SS, cuando a la madrugada del 7 de diciembre las temperaturas descendieron en el frente de moscú hasta los 27 grados bajo cero. Los Panzer no se podían poner en movimiento, y los Stukas no podían volar, pues estaban congelados.
En el frente de Stalingrado, cuando resistían manteniendo los últimos metros de trincheras antes de ser empujados al Volga por la Wehrmacht...... las tropas sitiadas, fueron aliviadas por los refuerzos provenientes del Extremo Oriente y Asia Central...... algunos de los cuales acudieron a los arrabales de la ciudad, a lomos de.....dromedarios.
Ahora que escasean ideas en los guionistas de Hollywood, los productores podrían invertir en la historia de estos dos espías, tan sorprendente y a la vez tan fascinante, por su aportación positiva a la salvación del mundo libre.
Publicado por: Alfonso | 14/11/2013 18:40:04
Siempre me impresiona conocer historias de personas que sólo con su carisma y su magnetismo son capaces de llevar a cabo grandes empresas en beneficio de toda la humanidad. En este caso su influencia humanista y tolerante contributó a acabar con la última locura europea.
Simpre es un placer para los desconocedores de la historia estas síntesis tan ilustradoras.
Publicado por: Pablo | 14/11/2013 14:15:46
Magnífico, especialmente el último párrafo. Menos mal que algunos pecaron de tontos hasta el último momento. De la que nos libraron...
Publicado por: Zaratustra | 14/11/2013 13:48:04
Gracias por avisarnos Joseramon. Hemos eliminado las dos entradas publicitarias.
Publicado por: Tereixa | 14/11/2013 13:18:25
Existe un documental en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=sajiPRFVkd0
Publicado por: BENJAMIN | 14/11/2013 12:32:52
Se me queda algo corto el artículo porque no incide mucho en el personaje en sí sino mas bien en sus actos.
Si os resulta interesante la figura de Garbo recomiendo encarecidamente ver el documental de Edmon Roch que incide un poco mas en él y en su perfil psicologico.
http://www.filmaffinity.com/es/film280447.html
Realmente Garbo era un personaje, con mayusculas, que se inventó personas, las mataba cuando llegaba el momento...llegando a situaciones rocambolescas y delirantes.
Publicado por: Pablo Perez Martin | 14/11/2013 12:04:36
Desde luego, hoy, 70 años después sería dificil engañar a alemanes haciendoles creer que estoy en Inglaterra cuando estoy en Portugal y o viceversa. Con lo que se reduce la cuestión a que la ignorancia en esto del espionaje, no es que sea atrevida en este caso aprovechada por J. Pujol Garbo, sino que es interesada, o sea que los contactos falsos, 27, no son elementos de engaño ni al ignorante ni al engañante, sino, a la vista de los premios recibidos por ambas partes, tras la consumación del espionaje, reconocimiento pleno de Alemania e Inglaterra, de que de alguna forma había que acabar con el Fhúrer
Publicado por: josemanuel | 14/11/2013 11:51:06
Por favor, borren y pongan en una lista negra de cara al futuro a parásitos del web-spam como los que se autodenominan "Soraya" y "Capitanfood", que se infiltran en este blog dirigiendo no a páginas sobre el tema sino a la publicidad de sus respectivas empresas. Es de verdad mezquino recurrir al engaño como hace esta gentuza.
Publicado por: Joseramon | 14/11/2013 11:38:10
Hay un error al principio del artículo, habla del invierno de 1944 y debería ser de 1943.
Publicado por: David | 14/11/2013 11:28:49