La América de John F. Kennedy

Por: | 21 de noviembre de 2013

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John F. Kennedy y su esposa, Jackie, en Dallas momentos antes del magnicidio. / ken features

Lo escribió Martin Luther King en su autobiografía: “Aunque la pregunta “¿Quién mató al presidente Kennedy?” es importante, la pregunta “¿Qué lo mató”? es más importante”.

En realidad, 1963 fue un año de numerosos asesinatos políticos en Estados Unidos, la mayoría de dirigentes negros. Y en esa década fue asesinado Malcolm X, en Harlem, Nueva York, el 21 de febrero de 1965, por uno de sus antiguos seguidores, en un momento en el que estaba rompiendo con los líderes más radicales de su movimiento. El 4 de abril de 1968, en el balcón de su habitación del hotel Loraine, en Memphis, Tennessee, un solo disparo acabó con la vida de Martin Luther King. Dos meses más tarde, el 6 de junio, tras un discurso triunfante en California en su campaña para ganar la candidatura por el Partido Demócrata, otro asesino se llevó la del senador Robert F. Kennedy. “No votaré”, declaró un negro neoyorquino en una encuesta: “Matan a todos los hombres buenos que tenemos”.

Todo ocurrió de forma muy rápida, en una década de protestas masivas y de desobediencia civil que precedió al asesinato de JFK. Estados Unidos era entonces la primera potencia militar y económica del mundo, en la que, sin embargo, prevalecía todavía el racismo, una herencia de la esclavitud que esa sociedad tan rica y democrática no había sabido eliminar. Millones de norteamericanos de otras razas diferentes a la blanca se topaban en la vida cotidiana con una aguda discriminación en el trabajo, en la educación, en la política y en la concesión de los derechos legales.

Montgomery, Alabama, la antigua capital de la Confederación durante la guerra civil de los años sesenta del siglo XIX, a donde se trasladó Luther King en octubre de 1954 para ocupar su primer trabajo como pastor y predicador de la iglesia baptista, constituía un excelente ejemplo de cómo la vida de los negros estaba gobernada por los arbitrarios caprichos y voluntades del poder blanco. La mayoría de sus 50.000 habitantes negros trabajaban como criados al servicio de la comunidad blanca, compuesta por 70.000 habitantes, y apenas 2.000 de ellos podían ejercer el derecho al voto en las elecciones. Allí, en Montgomery, en esa pequeña ciudad del sur profundo, donde nada parecía moverse, comenzaron a cambiar las cosas el 1 de diciembre de 1955.

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Rosa Parks, en un autobús de Montgomery. / AP

Ese día por la tarde, Rosa Parks, una costurera de 42 años, cogió el autobús desde el trabajo a casa, se sentó en los asientos reservados por la ley a los blancos y cuando el conductor le ordenó levantarse para cedérselo a un hombre blanco que estaba de pie, se negó. Dijo no porque, tal y como lo recordaba después Martin Luther King, no aguantaba más humillaciones y eso es lo que le pedía “su sentido de dignidad y autoestima”. Rosa Parks fue detenida y comenzó un boicot espontáneo a ese sistema segregacionista que regía en los autobuses de la ciudad. Uno de sus promotores, E.D. Nixon, pidió al joven pastor baptista, casi nuevo en la ciudad, que se uniera a la protesta. Y ese fue el bautismo de Martin Luther King como líder del movimiento de los derechos civiles. Unos días después, en una iglesia abarrotada de gente, King avanzó hacia el púlpito y comenzó “el discurso más decisivo” de su vida. Y les dijo que estaban allí porque eran ciudadanos norteamericanos y amaban la democracia, que la raza negra estaba ya harta “de ser pisoteada por el pie de hierro de la opresión”, que estaban dispuestos a luchar y combatir “hasta que la justicia corra como el agua”.

Los trece meses que duró el boicot alumbraron un nuevo movimiento social. Aunque sus dirigentes fueron predicadores negros y después estudiantes universitarios, su auténtica fuerza surgió de la capacidad de movilizar a decenas de miles de trabajadores negros. Una minoría racial, dominada y casi invisible, lideró un amplio repertorio de protestas –boicots, marchas a las cárceles, ocupaciones pacíficas de edificios…- que puso al descubierto la hipocresía del segregacionismo y abrió el camino a una cultura cívica más democrática. La conquista del voto por los negros sería, según percibió desde el principio Martin Luther King, “la llave para la solución completa del problema del sur”.

Pero la libertad y la dignidad para millones de negros no podía ganarse sin un desafío fundamental a la distribución existente del poder. La estrategia de desobediencia civil no violenta, predicada y puesta en práctica por Martin Luther King hasta su muerte, encontró muchos obstáculos.

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Luther King se dirige a los asistentes a la Marcha de Washington el 28 de agosto de 1963. / france press

A John Fitzgerald Kennedy, ganador de las elecciones presidenciales de noviembre de 1960, el reconocimiento de los derechos civiles le creó numerosos problemas con los congresistas blancos del sur y trató por todos los medios de evitar que se convirtiera en el tema dominante de la política nacional. No lo consiguió, porque antes de que fuera asesinado en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963, el movimiento se había extendido a las ciudades más importantes del norte del país y había protagonizado una multitudinaria marcha a Washington en agosto de ese año, la manifestación política más importante de la historia de Estados Unidos.

No fue todo un camino de rosas. La batalla contra el racismo se llenó de rencores y odios, dejando cientos de muertos y miles de heridos. La violencia racial no era una fenómeno nuevo en la sociedad norteamericana. Pero hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, esa violencia había sido protagonizada por grupos de blancos armados que atacaban a los negros y por el Ku Klux Klan, la organización terrorista establecida en el sur precisamente para impedir la concesión de derechos legales a los ciudadanos negros. En los disturbios de los años sesenta, por el contrario, muchos negros respondieron a la discriminación y a la represión policial con asaltos a las propiedades de los blancos, incendios y saqueos. Las versiones oficiales y muchos periódicos culparon de la violencia y de los derramamientos de sangre a pequeños grupos de agitadores radicales, aunque posteriores investigaciones revelaron que la mayoría de las víctimas fueron negros que murieron por los disparos de las fuerzas gubernamentales.

Con tanta violencia, la estrategia pacífica de Martin Luther King parecía tambalearse. Y frente a ella surgieron nuevos dirigentes negros con visiones alternativas. El más carismático fue un hombre llamado Malcolm X, que había visto de niño cómo el Ku Klux Klan incendiaba su casa y mataba a su padre, un predicador baptista, y que se había convertido al islamismo después de una larga estancia en prisión. Criticó el movimiento a favor de los derechos civiles, despreció la estrategia de la no violencia y sostuvo una agria disputa con Martin Luther King, al que llamó “traidor al pueblo negro”. King deploró su “oratoria demagógica” y dijo estar convencido de que era ese racismo tan enfermo y profundo el que alimentaba figuras como Malcolm X. Cuando éste fue asesinado, King recordó de nuevo que “la violencia y el odio sólo engendran violencia y odio”.

Los negros sabían muy bien qué eran los asesinatos políticos. Cuando subió al poder, John F. Kennedy no conocía a muchos negros. Pero tuvo que abordar el problema, el más acuciante de la sociedad estadounidense. Hubo dos Kennedys, como también recordó Luther King. El presionado y acuciado, durante sus dos primeros años de mandato, por la incertidumbre causada por la dura campaña electoral y su escaso margen de victoria sobre Richard Nixon en 1960; y el que tuvo el coraje, desde 1963, de convertirse en un defensor de los derechos civiles.

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Marines cruzando un río en Vietnam el 30 de octubre de 1968. / agencia keystone

Pero si todos esos conflictos sobre los derechos civiles revelaban algunas de las enfermedades de aquella sociedad, la política exterior, desde la crisis de los misiles en Cuba hasta la guerra de Vietnam, sacó a la superficie las tensiones inherentes a los esfuerzos de Kennedy por manejar el imperio. Kennedy decidió demostrar al mundo el poder estadounidense y comenzó a convertir a Vietnam en el territorio idóneo para destruir al enemigo. Kennedy no lo vio, pero la guerra que siguió a su muerte fue el desastre más grande de la historia de Estados Unidos en el siglo XX.

“Hemos creado una atmósfera en la que la violencia y el odio se han convertido en pasatiempos populares”, escribió Luther King en el epitafio que le dedicó al presidente. El asesinato de Kennedy no sólo mató a un hombre, sino a un montón de “ilusiones”. Cuando se conoció su muerte, en muchos sitios, en medio del duelo general, se escuchó la Dance of the Blessed Spirits. Cuando asesinaron a Luther King, casi cinco años después, la rabia y la violencia se propagaron en forma de disturbios por más de un centenar de ciudades, el final amargo de una era de sueños y esperanzas. Lo dijo su padre, el predicador baptista que le había inculcado los valores de la dignidad y de la justicia: “Fue el odio en esta tierra el que me quitó a mi hijo”.

Hay 16 Comentarios

Cuando mataron a John F. Kennedy en noviembre de 1963, se especularon varios motivos que pudieron influir para tomar la decisión de eliminarlo: la determnación tanto de él como del fiscal general, su hermano, para obligar a las grandes corporaciones a cubrir con mayores impuestos y a no permitir más monopolios. Otra de las especulaciones, y que incluso se decía que había sido Fidel Castro de Cuba quien había ordenado asesinarlo. También se argumentaba que la mafia descendientes de italianos o sicilianos lo habían hecho --cosa muy probable por muchas circunstancias que fueron reveladas con el tiempo--. Y también por la coyuntura de los derechos civiles, por los que se oponían a ellos, para favorecer a las personas de color o latinos.

no olviden que el jefe de la c.i.a, tenia un poder omnimodo, y torpedeo muchas acciones de jfk

Afortunadamente ha cambiado mucho, aunque a veces a peor.
Aquí tienes restaurantes en USA y todo el mundo:
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Eso articulo me parece muy interesante porque insiste sobre la dualidad de John Fitzgerald Kennedy. Este presidente quería cambiar las cosas pero sin poner en peligro su capacidad electoral. No quería enfadar los grupos blancos sino que ayudar la lucha por el reconocimiento de los derechos civiles. Hay todavía hoy una duda sobre el asesino del presidente Kennedy pero pienso que su compromiso en favor de la igualdad fue unos de las motivaciones des asesino. Aunque fuera el presidente de todos les americanos, fue también el que prepara, sin saberlo, la guerra en Vietnam. Así que eso articulo parece barrer todos les aspectos del cruel destino del 35e presidente del los Estados Unidos.

What happened to Kenedy is a real tragedy, I hope that we will find out one day who really killed him.

El racismo -creo que es consenso- es un fenómeno poco tratado, estudiado. Se tratan sus consecuencias, pero no el fenómeno en sí. Lo que también es consenso (entre los científicos) es que las razas humanas no existen. Lo que se suele considerar como raza solo abarca un limitado número de rasgos externos relativamente fáciles de 'avistar': color de piel, forma de los ojos y tipo de pelo, por lo general. Pero las características de un ser humano son muchas más y se puede dar el caso de que la mayoría de individuos de una 'raza' A compartan más de otros rasgos menos evidentes con los de otra B. Una gran y solo aparente paradoja. Ahora, bien. El racismo (uno de los instrumentos más efectivos de los grupos sociales que basan y defienden su poder económico en la discriminación y el ventajismo en muchas sociedades y países) también se sirve masivamente del lenguaje. Y una de sus armas es la sutileza. Por ello, muchos consideramos que, especialmente los estudiosos en general, los profesionales de la historia y el periodismo, además de cualquier ciudadano serio, deberían ser conscientes de ese poder de la palabra y usarla con mucho cuidado. El negro y el blanco no solo no son -estrictamente hablando- colores: no existen personas que tengan esos 'colores' de piel. Es más, si bien existen personas con la piel muy oscura o clara, la mayoría posee una tonalidad intermedia. Mucho más, aún: grandes subgrupos de grupos considerados como 'razas' diferentes comparten esas tonalidades. Obama es un buen ejemplo. En España y en muchos países se le llama 'negro', pero su color de piel lo comparte con una (¿gran?) parte de los españoles. Por su madre debería ser considerado por lo menos 'medio blanco' (entre los aficionados a seguir usando ese tipo de términos que no deberían existir), sin embargo lo llaman 'negro' y eso pesar de que su piel es más blanca que la de muchos israelíes a quienes nadie se le ocurriría llamar 'negros'. Este artículo, aparte de interesante, también forma parte de esa forma bastante ingenua o, por lo menos, facilona, de tratar este serio asunto. Los autores no se cansan de usar un adjetivo que en otros países se prefiere evitar no solo por las razones expuestas sino también por cierta corrección política (que muchas veces no lo es) y porque ya debería ser hora de hacer caso a los científicos: las razas no existen. El lenguaje debe tender a tratar a todos por igual y no solo en lo que a color de piel se refiere. No es fácil. Requiere de mucha imaginación y dominio del lenguaje, me imagino. Pero se lo debemos a todos aquellos que aún viven bajo el yugo de un terrible caso de ignorancia y ventajismo, además de a sus mártires. Que el racismo es algo que se puede combatir culturalmente lo demuestran todos aquellos racistas declarados que no tienen ningún empacho ni ven ninguna contradicción (o no la advierten) en idolatrar a artistas y deportistas de la 'raza' que supuestamente consideran inferior.

Hola, amigos. Toda esta lucha por el reconocimiento de los derechos civiles de los negros, que asumió Kennedy a partir del 63, tal vez sea una de las claves de su asesinato. En todo caso, el artículo de Julián Casanova amplía la perspectiva sobre el ambiente de violencia que se respiraba en los Estados Unidos en la década de los sesenta. Yo constato, además, que tanto en el caso de Kennedy, como en el de otros magnicidios, ciertos intereses siempre presentes, actúan en forma determinante para que nunca se conozca la verdad histórica, si es que encontrarla es posible. Cuando en el Vaticano fue asesinado Juan Pablo I, la versión oficial sobre su muerte contenía una sarta de mentiras, que fue la primera distorisión de los hechos. Juan Pablo II nunca hizo nada para que se conociera la verdad ¿Razones de Estado? Mentiras de Estado, más bien.

Montgomery no fue la capital de la Confederación durante la guerra, lo fue desde la convención en que se nombró presidente a Jefferson Davis hasta abril-mayo de 1861 (apenas 4 meses). Tras la secesión de Virginia, la capital se trasladó a Richmond (Danville fue la capital en los últimos días del conflicto). Es documentación básica...

Falta investigación en este artículo.
No nos vamos a creer todo lo que dicen los yanquis para elevar monumentos y fabricar héroes.
Los Kennedy siempre han sido poderosos.
Lo siguen siendo. Seguí de cerca la vida de los dos hermanos asesinados.
No lo veo tan claro como Ud..
Quizá me falte documentación o lecturas.

Kennedy se ha convertido en leyenda, en un mito, simplemente por haber sido asesinado, pero no creo que por su buen hacer al frente de los Estados Unidos.

Muy bien documentado vuestro artículo, me fascinó, soy periodista y llevó un diario personal de los secesos internacionales, en mis Facebook estoy conmemorando al presidente Kennedy con fotos y reportajes como este. Saludos desde Honduras!!

El racismo en Estados Unidos se consolidó con la independencia. Es decir, cuando surgió un estado federal que reconocía la esclavitud como un derecho histórico, un régimen socio-político que prevalecía en el sur de la Unión y prevaleció hasta el fin de la guerra civil entre el Norte y el Sur. Y gracias a la Segunda Guerra Mundial, con la derrota del nazismo, ese sistema entró en coma, ya que Estados Unidos, al ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, hacía alardes de libertad y democracia, mientras en su propio país funcionaba el terror blanco (el ku kux clan) que asesinaba y de una población blanca infectada por el virus del racismo. A Luther King hay que concederle el Nobel de la Dignidad, incluyendo a Mandela de Sudáfrica.

Parece ser, además, que JFK nacionalizó la Federal Reserve pero solo una vez he leido eso; de ser verdad es una causa 1000 veces más fuerte para matarlo que la incultura racista, recortes militares o las negociaciones con Krhushov. De hecho lo primero que hizo Lyndon B. Johnson fue volver a privatizar la F.R. Sabe alguien algo de eso??

Parece ser, además, que JFK nacionalizó la Federal Reserve pero solo una vez he leido eso; de ser verdad es una causa 1000 veces más fuerte para matarlo que la incultura racista, recortes militares o las negociaciones con Krhushov. De hecho lo primero que hizo Lyndon B. Johnson fue volver a privatizar la F.R. Sabe alguien algo de eso??

Medio siglo de teorías, "conspiranoia" y leyenda.
¿Quieres saber qué ocurrio aquella mañana de hace 50 años?
http://www.javierhueto.com/?portfoliocpt=50-anos-del-asesinato-de-jfk

¡Cómo somos!
¿No es curioso que los mismos, ¡pero los mismos! que añoran, tienen por bandera demócrata e idolatran a un líder y mandatario que mantuvo numerosas -y sonadas- infidelidades matrimoniales, que ocultó -con la ayuda de la prensa- su decrépito estado físico para no perjudicar su carrera y consiguió algún sonado éxito con nombre de fecha como "Los misiles de Octubre"...
...AHORA...
Atacan, imponen por bandera republicana e injurian a otro líder y mandatario acusándole de mantener infidelidades matrimoniales, cuestionándole su decrépito estado físico para perjudicar su carrera y niegan que consiguiera algún sonado éxito con nombre de fecha como el "23-F"...?

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