Por Robert Tornabell, Catedrático de Finanzas, ESADE Business School
La expropiación de YPF, la filial de Repsol, es la mayor que se ha producido en el mundo desde el año 2000, cuando Rusia tomó el control de la petrolera Yukos en el año 2000. Se trata de una cuestión que va más allá de los intereses de los accionistas de Repsol, porque el gobierno español se apresuró a declarar que era un acto contra el Estado español. Los ministros de Asuntos Exteriores y de Industria declararon ayer que se tomarían medidas claras y contundentes para hacer frente a una expropiación hostil.
En un tono menos tajante, los socios de la UE respaldan a España y piden una solución negociada. El portavoz de la EU en materia de comercio, John Clancy, manifestó que una expropiación de esta naturaleza va a perjudicar a Buenos Aires, porque va a crear una mayor desconfianza a los inversores potenciales que podrían invertir en Argentina.
La cuestión debe ponerse en un contexto más amplio. Se trata de una decisión que debería contar con dos tercios de los votos del Senado argentino, pero se anunció como una decisión de la presidencia, alegando que los recursos nacionales del país debían rescatarse y que la privatización fue un error. Se esgrimieron una serie de argumentos infundados. El primero, que Argentina se veía obligada, a pesar de sus recursos energéticos, a contratar con petroleras extranjeras carburantes que representan más del ocho por ciento de sus necesidades, y que Repsol no había invertido lo suficiente en nuevos yacimientos, cuando lo cierto es que más de un tercio de sus inversiones se dedicaron a los campos petroleros de Argentina.
La cotización de YPF en la Bolsa de Nueva York, cuando la bolsa española ya había cerrado, perdió un 19% hasta que se cerró la cotización. En los últimos meses, una serie de movimientos inducidos por el gobierno argentino llevaron las cotizaciones de la acción en Nueva York desde un máximo de 40 dólares en enero del pasado año a 20 dólares ayer. ¿Cuánto vale la totalidad de las acciones que se expropian a Repsol, que representaban el 57% de YPF? Algunas estimaciones dan un valor próximo a cinco mil millones de dólares. Si no se alcanza una negociación bajo el arbitraje de un organismo internacional, el precio podría ser más bajo si resultase de una decisión unilateral de un organismo de tasación argentino.
Para terminar, Argentina no tiene los 25.000 millones de dólares que necesita cada año para explotar sus recursos petrolíferos, y tampoco tiene ninguna compañía con la experiencia de Repsol. Todo eso nos lleva a otro caso flagrante. En 1975 Venezuela nacionalizó las petroleras. Los mejores técnicos emigraron y ante la incapacidad de la compañía que se creó, Petróleos de Venezuela, la producción cayó de más de cuatro millones de barriles diarios a menos de la mitad. Brasil ha seguido un camino más inteligente. Tiene un gigante público, Petrobrás, que domina nuevos campos en explotación, pero ha abierto concesiones para nuevos campos fuera costa, en los que participa Repsol, con su tecnología avanzada para aguas profundas y varias compañías británicas. Argentina regresa al populismo que al cabo de pocos años arruinó al país.