Por Ignasi Carreras*, director del Instituto de Innovación Social de ESADE
En esta época de crisis económica mundial y de cambios vertiginosos asociados a la globalización, a las migraciones o al calentamiento global, adquiere todavía más importancia el rol que puede desempeñar la innovación social a la hora de responder a los grandes desafíos sociales y medioambientales del planeta.
No existe una fórmula universal para conseguir que la innovación social prenda y actúe de catalizador. Ésta se materializa a partir de la creatividad y la determinación de personas concretas que actúan como pioneras de iniciativas que luego son adoptadas de forma generalizada. Es el caso de Muhammad Yunus y el Grameen Bank, la entidad que fundó para impulsar los microcréditos como herramienta clave para luchar contra la pobreza.
Pero es principalmente en el seno de ciertas organizaciones- y en este artículo me centraré en las ONG- donde se configuran las competencias y capacidades críticas necesarias para que éstas se conviertan en puntas de lanza de la innovación social. La innovación es imprescindible también para asegurar la propia viabilidad de las ONG, que después de unas décadas de crecimiento, afrontan un contexto actual que les obliga a replantear las fuentes de financiación tradicionales y cuestiona su capacidad de movilización. La gran mayoría de estas organizaciones nacieron para dar respuesta a necesidades sociales no atendidas, razón por la que, de manera intrínseca, aportaban ya un componente innovador. Eso no sido suficiente, sin embargo, para que actualmente cuenten con una cultura y una práctica de innovación continúa.
Y es que el propio sector de las ONG no se percibe a sí mismo como innovador. Según un estudio realizado por el Instituto de Innovación Social de Esade, conjuntamente con la Fundación PwC España, sólo un 8% de las ONG de nuestro país cree que lo son, mientras que un 40% se autocalifican de conservadoras. El estudio también pone de manifiesto que una de las barreras para la innovación tiene que ver con la disponibilidad y los recursos necesarios para realizar el propio trabajo de manera adecuada, lo cual incluye tanto los recursos económicos, como las características de los equipos. Igualmente, influye negativamente la falta de visión para definir hacia dónde va cada organización.
Por otro lado, las ONG reconocen que deben asumir cambios en aspectos relacionados con las personas para poder apostar por la innovación. Así el 70% de estas organizaciones consideran que son clave el equipo y el liderazgo, seguidos de la cultura organizativa (66%) y, en menor medida, el compromiso del equipo (57%) para poder mejorar en este ámbito.. A pesar de que en el campo de la captación de fondos se aprecian más experiencias innovadoras, el 65% de las entidades encuestadas afirman que será imprescindible seguir buscando nuevas vías de financiación ante la reducción de los presupuestos públicos destinados a subvenciones.
El informe recomienda tener presentes determinados atributos clave para que los individuos, equipos y organizaciones puedan mantener la innovación de manera constante. En este sentido, se definen los seis elementos principales para innovar con éxito: desarrollar el pensamiento asociativo; tener siempre un ojo “atento”; atreverse a desafiar el statu quo mediante preguntas; compartir ideas y propuestas mediante el establecimiento de redes; crear una cultura de experimentar; y saber aprender de los fracasos.
Es tarea de los líderes promover estas características para conseguir que sus organizaciones se renueven continuamente y no queden estancadas. No siempre se requiere ser radical y cambiar completamente la manera de ser y de trabajar pero sí saber introducir transformaciones para lograr nuevos servicios, productos y planteamientos que nos permitan responder a los retos y necesidades con los que la sociedad se va confrontando.
*Ignasi Carreras Fisas es Ingeniero Industrial (UPC) y Diplomado en Organización y Dirección de Empresas (EAE). Ha realizado posgrados de desarrollo directivo en ESADE (Senior Executive Programme) y en la Babson Business School ( Entrepreneurship), así como de liderazgo y gestión de organizaciones no lucrativas en las universidades de Stanford (Executive Program for Nonprofit Leaders) y Harvard (Strategy and Performance Measurement for NGOs).
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Publicado por: Economy and World | 03/10/2012 23:26:51