Por Francisco de Paula Rodríguez Perera, director asociado del Programa de Salud de ESADE
En 2008 se hizo evidente
que el gasto español en salud no podía seguir creciendo más de lo que crecía el
país, lo que significaba reconocer que, en lo sucesivo, habría menos inversión
en salud,al tener que estabilizarse la porción de riqueza dedicada a ella y
porque la propia riqueza menguaba.
Esta dura realidad plantea
desde entonces un reto descomunal: mantener la universalidad, equidad y calidad
del sistema con (muchos) menos recursos. Es el reto de la eficiencia, o hacer más y
mejor con menos. La Administración Pública está éticamente obligada a tomar
medidas para la eficiencia, aunque sean complejas y a veces también impopulares.
Recientemente una consejería
de salud autonómica de la Comuniadi de Madrid ha decidido la
subcontratación simultánea de la gestión de varios hospitales públicos con
empresas privadas, basándose en sus menores costes de producción. Esta medida ha
despertado protestas virulentas de una
transversalidad social y sectorial desconocidas hasta ahora. ¿Por qué?
Quizá habría que
considerar cuatro posibles razones que, de ser ciertas, estarían dando pistas
para una posible reconducción de la situación:
1) Existe aún
poca información fiable y consistente que aporte evidencia sobre las potenciales
ventajas de la gestión privada sobre la pública o viceversa.
2) El Sistema
Público está razonablemente bien integrado por niveles de complejidad y
territorio. La externalización operaría negativamente si produjera
fragmentación al aparecer en un área diferentes gestores no necesariamente
coordinables entre sí.
3) El sector
público tiene, seguramente, el conocimiento más desarrollado y extendido para una
gestión sanitaria eficiente, por su experiencia y dedicación. No obstante, este
conocimiento no ha podido desplegar todo su potencial de eficiencia por (1) falta
de autonomía de gestión, (2) politización de la gestión e (3) influencia
sindical desmesurada en la gestión. Tres
barreras superables si hay voluntad política para hacer las reformas necesarias.
Es comprensible la crispación del sector cuando se recurre a la externalización
antes de haber intentado estas reformas
4) Los
“operarios” en el sector Salud, tanto de la gestión clínica como de la administrativa,
son profesionales altamente cualificados y muy experimentados, sin cuya
participación y compromiso resultan muy difíciles los cambios de cierta
relevancia