“Las vacaciones de Semana Santa se reducirán este año a la mínima expresión”, confirma el Josep F. Valls, profesor del departamento de Dirección de Marketing de ESADE y fundador del Aula Internacional para la Innovación Turística de ESADE Creápolis. ¿La razón? Fundamentalmente, las fechas. “Si observamos cuándo ha caído Semana Santa años atrás —comenta Valls—, comprobamos que, adelantarla al primer trimestre ha sido peor que dejarla en abril, porque cuanto más tarde caía, más ayudaba a la desestacionalización del turismo y los touroperadores podían hacer más fácilmente la travesía hacia el verano”. “Celebrarla pronto, lleva a muchos establecimientos a que no les merezca la pena abrir. El aumento de costes e impuestos no lo hace rentable; en playa, por ejemplo, podemos encontrar un nivel de apertura similar al de 1994”, explica el profesor.