Por María Teresa Dupla, vicedecana de ESADE Law School
El cambio de siglo y de milenio ha supuesto algo más que un simple cambio de año. El clásico mundo de la abogacía ha visto como, en poco tiempo, el perfil y las habilidades del abogado tipo se han ido transformando, y por qué no decirlo, se han ido internacionalizando, muy especialmente en el área del derecho de empresa.
La apertura de nuestras fronteras a las exportaciones, la entrada de empresas y firmas extranjeras en nuestro país que reclaman servicios jurídicos completos ha provocado una reacción y adaptación necesarias de la formación y del ejercicio de la abogacía. Sea cual fuere el tamaño de la Firma y el área de trabajo, es habitual en nuestros tiempos, no solo la alianza con despachos extranjeros, sino también la apertura de oficinas en otros países o continentes. En pocas palabras, la globalización también ha llegado al mundo de la abogacía.
En este panorama de cambios constantes, los que nos dedicamos a la formación de los futuros abogados hemos asumido el reto de modificar y adaptar el contenido de nuestros clásicos programas y planes de estudio, observando la nueva realidad y, sobre todo, escuchando a nuestros partners profesionales, con el fin de ofrecer la mejor formación jurídica que sepa responder a los requerimientos de esta nueva realidad. Hoy debemos aspirar a formar los mejores lawyers para un mundo global y sin fronteras. Las grandes firmas buscan abogados polivalentes y con perspectiva internacional; personas con una gran capacidad de adaptación a los cambios; con una buena formación en idiomas, económica y empresarial, así como predisposición a los cambios funcionales y geográficos.
El mercado reclama profesionales íntegros con capacidad para trabajar en grandes equipos multidisciplinares. La empatía y la capacidad de relacionarse con interlocutores de diferentes culturas son, sin duda, exigencias del nuevo mundo. Ya no basta con conocer el Derecho de nuestro país, sino que se hace necesario estar familiarizado con los diferentes sistemas jurídicos, con el fin de poder asesorar operaciones transnacionales o coordinar equipos localizados en distintos continentes. En síntesis, aunque el Derecho sigue siendo local, el ejercicio de la profesión de abogado ha pasado a ser global.
En este nuevo entorno profesional es necesaria una formación completa y continuada, tanto en conocimientos como en habilidades y competencias, una formación que dote a nuestros futuros abogados de las herramientas necesarias para afrontar con éxito este nuevo ejercicio de la profesión. La experiencia, como dijo Shakespeare, se adquiere con trabajo y se perfecciona con el tiempo.
La realización de un Grado en Derecho que contemple una sólida formación internacional, que permita al estudiante compartir, desde el primer día, su aprendizaje con alumnos y profesores de otros países y culturas, así como la experiencia de un intercambio académico en otra universidad extranjera, todo ello unido a una buena y permanente formación en habilidades profesionales, son ingredientes fundamentales en la formación de los futuros abogados. Ésta se completa con la realización de un Master —como el "Lawyer Program" que acaban de lanzar conuntamente ESADE e ICADE—, o un LLM en el extranjero, que sepa combinar la práctica profesional tutelada y dirigida en despachos, con la especialización en algún área concreta del Derecho. En definitiva, hoy más que nunca cabe aplicar la máxima de que “no hay éxito sin sacrificio”.
Hay 2 Comentarios
Hoy en día la contratación de abogados debe de estar relacionado en cuanto a su parecencia, organización y dominio del contenido, para generar la confianza con el cliente. Un abogado debe relacionarse bien con el cliente para que pueda haber una conexión y transmitir el problema para la búsqueda de la solución correcta.
Publicado por: Alessandro Panuchi | 05/06/2014 19:35:36
Excelente artículo. Muy interesante cada una de sus publicaciones.-
Publicado por: Dr. Romero Resek | 11/09/2013 2:48:48