Por Josep-Francesc Valls, catedrático ESADE-Universidad Ramón Llull
En tiempos de profunda recesión, la moda consiste en comprar en un outlet tanto online como presencial. Sus lineales están ocupados por marcas de alta o mediana gama a precios muy rebajados durante todo el año. Es el paradigma del comprador racional. Este canal crece extraordinariamente en toda Europa estimándose ya su cuota de mercado en un 12% del conjunto de la gran distribución. Además de los outlets, los clientes se siguen agolpando en los comercios cuando llegan los períodos de rebajas. Por cierto, vemos como proliferan estos días los descuentos y las promociones de ropa y complementos, que son la misma cara de la moneda que las rebajas. ¿Qué por qué muchos comercios han adelantado a noviembre las reducciones de precios un mes y medio antes del período oficial de las rebajas de enero? Pues, este año, porque los pocos días de frío no han permitido vender ni mucho menos las piezas de abrigo adquiridas. El motivo este año ha sido climático. Pero ocurrió lo mismo el pasado y el anterior. Sea cual sea la razón, los descuentos y promociones se adelantan los últimos años unas cuantas semanas a las rebajas. Se despueblan las temporadas de venta normal y se alargan y alargan las de productos rebajados. Asistimos al espectáculo de la gran baratura.
A esta ceremonia oficiada por los outlets y las rebajas más o menos permanentes se unen también, a la busca del máximo protagonismo, las subastas tanto las físicas como las virtuales, la compra colectiva y los market places. El común denominador de estas tres figuras en alza consiste en que el consumidor toma la iniciativa proponiendo el precio que está dispuesto a pagar. Otro empujón hacia lo más barato.
La globalización ha impulsado la sobreproducción como escenario de consumo. Sobreoferta de productos caros, pero también de productos baratos. Por todas partes. El primer canal, el predestinado a vender el cien por cien de una producción, no alcanza a colocarla completa. En parte, se puede achacar al error de previsión del distribuidor, a condiciones climáticas, como ahora, u a otras bien diversas. Sin embargo, siempre acaba sobrando mercancía. Pues bien, lo que no se vendió en ese canal aparecerá radiante en otro de descuento a segundos, terceros y enésimos precios muy rebajados. A pesar de vender más barato, no crean que los canales de descuento son ruinosos. Al contrario, se presentan como un excelente negocio. Por eso, a los outlets independientes les ha salido una competencia impensable, la de las propias marcas que crean divisiones para gestionar directamente sus stocks y sus outlets y no ceder los márgenes a terceros. Por eso, emprendedores, grupos inmobiliarios y financieros toman posiciones en este canal de descuento, mientras muchos fabricantes abandonan. Resulta mejor negocio vender que fabricar.
IPC negativo
Tras cuatro meses seguidos de deshincharse el IPC y de que se haya producido la primera tasa negativa de inflación desde 2009, la sobreproducción, tal como la estamos explicando, solo es culpable de una parte de la caída de los precios. Los últimos datos del INE correspondientes a octubre 2013 reflejan un síntoma más grave. Tanto paro, tanto recorte salarial y de las pensiones, y tanto incremento de impuestos han esquilmado el poder adquisitivo de los españoles. Aunque se ofrezcan precios más bajos, no aumenta el consumo. La vieja ley de la oferta y la demanda se desmorona. El poco dinero disponible se racionaliza o incluso va a incrementar la tasa de ahorro por si todavía empeora la situación. Amenaza deflación. Menos precios y menos consumo a la vez. De Guatemala a Guatepeor.
Si entramos en deflación, pues, —o si seguimos instalados en ella—, se requieren dos impulsos. El primero, a muy corto plazo, medidas masivas de reactivación del consumo. Sin ellas, nada resultará posible. Seguiremos meses y meses en este estado de catarsis. Intentarán camuflar el limbo actual como si de la salida de la crisis se tratara, pero se perpetuará la situación largos meses. El segundo, a medio y largo plazo, replanteamiento del modelo productivo basado en la sobreproducción. Los fabricantes y los distribuidores deberán ajustar el volumen de mercancía que colocan en el mercado. Solo de este modo reducirán muchos costes y, algo mejor, bienes y servicios que van a segundos canales y que se convierten en los principales competidores. No se trata de provocar la escasez de productos y servicios en el mercado ni de coartar la presencia en el mercado de cualquier oferta sino de evitar excedentes ociosos que empujan los precios a la baja. A clientes más racionales, producción cada vez más mesurada. ¿Es posible salir del atolladero solo de la mano de uno de estos dos impulsos por separado? De ninguna manera. Van íntimamente unidos.
Hay 3 Comentarios
¿Que caen los precios?, ¿donde?, parece que Vds. no van a comprar, pregunten a la gente, no a las estadísticas que nos quieren imponer.
Saludos.
Publicado por: Félix Francés | 20/11/2013 20:26:00
Es evidente que para reactivar el consumo es necesario reactivar el empleo... menos empleos, menos consumo, tal es la ley de oferta y demanda. Ofreces mas productos con menos capacidad de compras. Pues que sigan destruyendo la economía que van por buen camino... mas paro y mas hambre, y mas violencia social.
Publicado por: RAMÓN | 20/11/2013 12:10:46
Pues será lo que dicen las cifras, pero lo que dicen mis ojos es que centros comerciales, cafeterías y bares en general están siempre a reventar de gente.
Tal vez la explicación sea que preferimos dar un paseo por las tiendas que por el bosque...
www.felizyrelajado.com
Publicado por: FelizyRelajado.com | 20/11/2013 10:35:14