Por Eugenio Recio, profesor honorario de ESADE
La experiencia de un Gobierno de coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas alemanes, que probablemente se formará este sábado, puede significar una contribución importante para afrontar los temas sociales, que se están planteando en el escenario mundial, como consecuencia del cambio tecnológico y de la globalización.
La mayoría de los países que han demostrado tener una mentalidad social en su actividad económica se están encontrando con que los nuevos entornos obligan a cambios, que hasta ahora parecían inadmisibles, en las relaciones laborales. Y tales cambios se manifiestan de un modo particular en Alemania, el país que al descubrir la necesidad de una política social, complementaria de la política económica, se ha caracterizado hasta ahora por esa mentalidad social que le llevó, después de la segunda guerra mundial, a diseñar un modelo de organización socioeconómica que se llamó significativamente Economía Social de Mercado.
Los dos partidos, que se espera formen la coalición, coinciden en la necesidad de promover el crecimiento de la economía para poder asegurar el bienestar de todos sus ciudadanos, lo que se suele designar como “Estado del bienestar”. Pero, como es lógico, y por eso son dos partidos diferentes, tienden a aplicar estrategias distintas para armonizar el crecimiento económico con la cohesión social. Los cristianodemócratas en los ocho años, en los que recientemente han dirigido el Gobierno alemán, han procurado adaptarse a los nuevos tiempos poniendo en práctica unas reformas en el mercado de trabajo que aprobó precisamente un Gobierno socialdemócrata. Y en los primeros años de su aplicación (2005-2009) el Gobierno, presidido por la Canciller Merkel, estuvo formado por una coalición, como la que ahora se pretende renovar, y, a pesar de las tensiones que provocaron algunos desacuerdos, se consiguió que la politica laboral afrontara con tal éxito las crisis económicas que, incluso con recesión económica, consiguió aproximarse en la legislatura siguiente, está vez con una coalición cristianodemócrata-liberal, a una situación de pleno empleo pero con una situación social poco satisfactoria.
Pensamos que, por eso, si se logra formar un Gobierno con la coalición de los dos grandes partidos, se podrá mejorar el difícil equilibrio de la prosperidad económica y la justicia social en los nuevos entornos pues ambos partidos sentirán la presión de sus electores, como ya ha ocurrido con numerosos e interesantes documentos que se han publicado durante las negociaciones para el pacto de la coalición, para que, sin renunciar a la prosperidad ya conseguida, se pongan en práctica políticas que correspondan a las exigencias de una política social reconocida sin vacilaciones por toda la ciudadanía. Y, como la tarea no es nada fácil, si se llega a conseguir, servirá una vez más de ejemplo para todos los demás países, incluido el nuestro, que se enfrentan con parecidos desafíos.