Por Carlos Losada, profesor del departamento de Dirección General y Estrategia de ESADE
El debate sobre el rol de los Consejos de Administración en el funcionamiento y reputación de la empresa no ha hecho más que ampliarse en los últimos años en EE.UU. dados casos como los Enron, Tyco**, Y lo.... Pero también ha ocurrido aquí, en España, con la polémica de las cajas de ahorro, y en todos los países donde se busca una economía mínimamente sana.
Por eso, la convicción del enorme coste de tener un mal consejo es cada vez más compartida, especialmente, entre accionistas, bancos, proveedores, trabajadores y, por supuesto, la sociedad en general.
Los consejos son para mucha gente una “caja negra de la que poco sabemos”. Y no solo para el ciudadano medio, también sorprende que entre los académicos haya escasos estudios empíricos que analicen cuál es su verdadera dinámica. La única perspectiva desde la que se ha abordado hasta ahora los Consejos de Administración es la técnica, que se limita a definirlos como "grupos de personas que se reúnen de manera episódica y que deben abordar y responsabilizarse de las decisiones estratégicas complejas de gran relieve en las organizaciones". Con esta descripción técnica entendemos su funcionamiento básico: selección, formación, actualización y evaluación de candidatos; seguimiento exhaustivo del debate y de las decisiones. Sin embargo, el análisis debería ir mucho más allá. Los Consejos son también centros de poder donde los intereses en juego y la lucha por ampliar zonas de influencia son muy importantes. Por ello, se debería también resaltar la necesidad de buscar consejeros fieles al accionista representado, en los que éste pueda confiar.
Exigencia técnica y necesidad de buen criterio, por un lado, pero también poder y confianza por otro, están y estarán presentes en los Consejos. Y aquí, la clave para su mejora es cómo articular esos dos componentes. Pero no siempre es fácil. Otros países nos dan orientaciones de cómo hacerlo: un mayor requerimiento de conocimiento en los potenciales candidatos; mayor exigencia de dedicación de tiempo; evaluaciones no “formales”, de contenido y con espíritu crítico; estabilidad y rotación planificada; actualización constante y formación…
Son muchas las medidas que se van imponiendo. Y ninguna es incompatible con la confianza necesaria para este cometido. Ya es frecuente, a veces con apoyo de firmas especializadas, disponer de listas de personas competentes (salvaguardando así el componente técnico) entre las que los propietarios pueden decidir aquellas personas que le merecen mayor confianza.
Es un camino ya emprendido. Aunque para algunos siga siendo una formalidad más que hay que cumplir para dar la imagen de que se preocupan por el “buen gobierno” corporativo, para otros ya no es así. Cada vez son más los inversores que piden tomarse realmente en serio este tema, preocupados ante el riesgo de otro “Pescanova” y les afecte a ellos. Si esta preocupación sincera por el “buen gobierno" triunfa, (casi) todos saldremos ganado.
Hay 2 Comentarios
Agradezco la revisión. Al menos ahora parece español, aunque siga habiendo muchas erratas. En busca de la excelencia...
Publicado por: ep0e | 10/01/2014 13:54:01
Por eso de que "ESADE es una de las más reputadas escuelas de negocios..." (según reza la presentación del blog), deberían de retirar este artículo y volverlo a publicar cuando la redacción esté corregida. No sé dónde ha estado el problema, pero esto no es a lo que nos tienen acostumbrados y desde luego no hace honor a la reputación de ESADE.
Publicado por: ep0e | 08/01/2014 23:27:59