Manuel Montobbio

De la ausencia de vapor y cilindros de Trotsky en la construcción europea

Por: | 12 de noviembre de 2012

Señalábamos al hablar en este blog De la ciudadanía europea que su carácter pasivo, la condición de derechos frente al poder que tienen los que a los ciudadanos europeos nos otorga la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, nos lleva a la vocación, al impulso, de querer desarrollar su carácter activo. A no conformarnos con la ciudadanía otorgada, con el respeto y garantía por parte del poder político de los derechos y libertades fundamentales; y querer la otorgante, constituirnos de él en origen, elegirlo y pedirle cuentas. Y nos preguntábamos si puede la ciudadanía europea compartida en tal sentido desarrollarse, culminarse, sin demos europeo compartido, más allá y al tiempo que los demoi nacionales que habitan Europa.

    Y decíamos al hablar Del cilindro de Trotsky que entre el vapor de las demandas populares y el poder político, el régimen o las instituciones que realizan las políticas públicas, se necesitan cilindros que trasladen esas demandas y las conviertan en éstas, realicen las ideas en la Historia y orienten la acción del poder, capten el vapor y muevan con su energía la máquina del poder, el barco del nosotros que navega en el mar de la Historia.

    ¿Cuál es el significado de esta metáfora, esta representación, al contemplar o analizar la construcción europea?. ¿Qué vemos, o no vemos, en ella a la luz de esta idea?.

    Apuntábamos al preguntarnos por los sistemas políticos supraestatales, y en concreto el que conforma la Unión Europea, que bien pudiera decirse en son en éste los estados las estructuras de intermediación entre la ciudadanía y el poder supraestatal. Mas nos preguntábamos tras ello si no constituirá una de las debilidades de la construcción europea la ausencia de cilindros de Trotsky – de partidos políticos u otras formas de organización colectiva – que capten y transmitan directamente las demandas de los ciudadanos y ciudadanas europeos al poder europeo. Si no es éste el poder que podría ser del todo precisamente por ser una máquina de vapor sin cilindros.

    Pues en todo proceso de construcción de una unidad política superior llega un momento, un punto de inflexión, en que – siguiendo con la metáfora -, además del vapor que las diferentes ollas producen para hacer funcionar la máquina del barco común, necesita ésta del vapor de la olla común para poder moverlo, hacer que el barco avance hacia el horizonte común. En que se plantea el reto, y la necesidad, de influir en el poder supranacional o superior no solo a través del Estado o del poder intermedio, de modo que con su acción se consiga la satisfacción de las demandas de nuestro demos, el vapor de nuestra sociedad, de manera que ésta no ebulla, nuestra sociedad no estalle; sino, sin dejar de ser nuestro demos, ser parte de un demos común, ser en común vapor junto a otros vapores, y para ello vernos, sentirnos, en una olla común. El reto de pasar de tener la ciudadanía europea a ser ciudadano europeo, de estar en Europa a ser Europa, de construir, conformar un demos común que coexista con los demoi particulares, una identidad colectiva.

    La olla europea, en la medida en que exista, carece de suficiente vapor; y carece el sistema europeo de cilindros de Trotsky que trasladen el vapor del demos europeo al poder europeo. De partidos políticos o estructuras de intermediación que “piensen en europeo”, creados paneuropeamente, paneuropeamente conformados en su dirección y militancia, y no constituyan simplemente asociaciones de partidos nacionales o estatales. Necesita el vapor del demos europeo no solo de cilindros de Trotsky, sino también de olla, de un espacio público compartido, un espacio público europeo cuyo vacío señalábamos en De la vacuidad del espacio público europeo. Bien es cierto, como decíamos entonces, que si apretamos el zoom no dejaremos de ver algunas excepciones, semillas o embriones del espacio público que podría ser. Como, en el ámbito de la producción de ideas y propuestas, la emergencia de un think tank como el European Council for Foreign Relations, que inter o paneuropeamente desde sus diferentes sedes intenta ver y pensar Europa desde Europa. O como el Eurobarómetro o Euronews. Mas no lo es menos que no cuenta Europa con una gran medio de comunicación paneuropeo de referencia; y que la opinión y visión de las élites sobre Europa se ve en buena medida a través de los ojos del Financial Times, The Economist y otros medios globales de referencia anglosajones. Ni que, si apretamos de nuevo el zoom para contemplar en gran angular el espacio público europeo exterior e interior, constituyen la excepción a la regla, insuficiente para aglutinar en toda su potencialidad al vapor europeo, para recogerlo, conformar para el demos europeo el espacio público en que pueda ser tal, conformar, expresar o hervir el vapor de sus demandas con intensidad suficiente para mover la máquina del poder europeo.

    Adolece así de esta doble vacuidad de olla y de cilindros de Trotsky la construcción europea, y de insuficiente vapor, que en ese vacío se diluye, se pierde, está y deja de estar, como una idea, una intuición que por un momento se nos ilumina en la mente y luego se apaga, se esfuma, es arrastrada como una nube por el viento. Y no le baste tal vez sin embargo el barco europeo para llevarnos la horizonte del futuro, al ser de Europa, con motor movido por el cilindro de sus Estados miembros: necesita quizá de un motor de dos cilindros, el de los estados y el de las estructuras de intermediación europeas.

    Constituye todo proceso electoral ocasión para captar el vapor de las demandas populares y dirigirlas hacia la máquina del poder. ¿Cómo hacer entonces de las elecciones europeas no sólo instrumento de elección de quiénes nos representan en las instituciones europeas, sino de determinación de qué hace el poder europeo?. ¿Cómo conformarlas – considerando desde posibilidades de reforma institucional, como la elección directa o por el Parlamento Europeo del Poder Ejecutivo Europeo, o las de de conformación de partidos políticos y estructuras de intermediación paneuropeas desde arriba o desde abajo – para hacer de ellas instancia decisiva de la conformación de poder europeo y del interés general europeo, cilindro de Trotsky captador del vapor que mueva el barco europeo del ser en Europa hacia el ser Europa?.

    ¿Cómo crear la olla y los cilindros de Trotsky de la construcción europea?. ¿Cómo conformar y aglutinar el vapor del demos europeo?. Intentaremos en este blog seguir respondiendo a estas preguntas. 

Hay 2 Comentarios

Muy impresionado, pero con que objetividad escribe y sugiere ,lo que mas me extraña,que pasa los políticos en España,son de tercer mundo,muy aristócratas pero que brutos ,

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Sobre el autor

Manuel Montobbio, diplomático y doctor en Ciencias Políticas con formación pluridisciplinar, ha desempeñado diferentes responsabilidades en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación y ha estado destinado en San Salvador, Yakarta, México, Guatemala y Tirana. Paralelamente, ha desarrollado una trayectoria académica y literaria, que le ha llevado a publicar diversos libros, ensayos y obras de pensamiento y creación como Salir del Callejón del Gato. La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gobernanza global, Guía poética de Albania y Tiempo diplomático. Acaba de publicar Mundo. Una geografía poética.

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