Manuel Montobbio

Sobre el autor

Manuel Montobbio, diplomático y doctor en Ciencias Políticas con formación pluridisciplinar, ha desempeñado diferentes responsabilidades en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación y ha estado destinado en San Salvador, Yakarta, México, Guatemala y Tirana. Paralelamente, ha desarrollado una trayectoria académica y literaria, que le ha llevado a publicar diversos libros, ensayos y obras de pensamiento y creación como Salir del Callejón del Gato. La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gobernanza global, Guía poética de Albania y Tiempo diplomático. Acaba de publicar Mundo. Una geografía poética.

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Mis libros

MUNDO Una geografía poética

MUNDO

Una geografía poética

Toda poesía reunida refleja un mundo, como el recogido en esta geografía poética que, siguiendo la figura del héroe que lo sostiene, ofrece al lector un viaje por éste en cuyas estaciones o etapas encuentra los poemarios y poemas que lo habitan, sean éstos los que sostienen el mundo o los que relatan sus lugares perdidos, soñados o encontrados, sus fronteras, viajes o lugares-siempre.

Tiempo diplomático

Tiempo diplomático

Una invitación a vivir un destino diplomático en sus diferentes etapas y una aproximación a las funciones del diplomático que, entre el ensayo y el relato, intenta responder a las preguntas de qué es la diplomacia, qué es y qué hace un diplomático y su sentido, y al tiempo va más allá.

Guía poética de Albania

Guía poética de Albania

Una aproximación a la esencia y el alma de Albania, su drama, sus mitos y su universo simbólico en un viaje sinfonía en cinco movimientos —Guía de Albania, Tirana, Búnkeres, Mujeres-hombre y Cielos de Albania—, en que nos adentramos en su realidad y referentes colectivos y en las grandes cuestiones y anhelos que afrontamos en nuestro navegar con la vida en el mundo.

Salir del Callejón del Gato

Salir del Callejón del Gato

La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gobernanza global

Un viaje por los espejos que condicionan nuestra visión de la realidad y del mundo y de búsqueda de nuevos paradigmas sobre la democracia, el desarrollo, la paz, la diversidad cultural y otros elementos para la construcción de la gobernanza global.

La metamorfosis del Pulgarcito

La metamorfosis del Pulgarcito

Transición política y proceso de paz en El Salvador

Un análisis del proceso salvadoreño y la problemática de la construcción de la paz y la democracia en El Salvador desde la doble perspectiva de la Sociedad Internacional y la sociedad nacional, como proceso de paz y a la luz de las teorías de la transición democrática, la revolución y el contrato social, y sus lecciones para otros procesos.

    Abordábamos en la entrada de este blog De la emergencia de China y Asia en América Latina el análisis de este fenómeno caracterizador de la evolución reciente de América Latina y su inserción internacional. Un fenómeno que, apuntábamos, importa tanto en términos cuantitativos como cualitativos; señalando que no importa sólo qué pasa, sino dónde pasa, cómo pasa, cómo se aprovecha, con qué consecuencias. Cuestiones respecto a las que cabe apuntar consideraciones geográficas y de desarrollo.

    Geográficas, pues esta emergencia y presencia tiene una dimensión e impacto diferente en América del Sur y en la Cuenca del Caribe. En América del Sur, pues en ella se concentra el grueso de las importaciones chinas de materias primas – sean minerales, combustibles o productos agrícolas -, de modo que es en esos países donde China está pasando a ser el primer o segundo destino de sus exportaciones; mientras México, Centroamérica y los Estados del Caribe tienen su comercio fundamentalmente dirigido hacia Estados Unidos, y la irrupción china supone un aumento de la competencia para sus exportaciones a dicho mercado y hacia América Latina, afectando a la viabilidad de las maquilas que se habían desarrollado al amparo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

    De desarrollo y transformación de la estructura económica, en primer lugar, al promover por el flujo de las exportaciones un tirón hacia la primarización – o reprimarización – de la estructura económica. Uno de los lastres y efectos del modelo de inserción internacional de América Latina desde los tiempos de la Corona española, acentuado tras las independencias, ha sido lo que ha venido a denominarse el modelo agroexportador, la concentración de la Economía en el monocultivo mineral o agrícola – sea el añil, el azúcar, el algodón o el banano – que las políticas de industrialización y sustitución de importaciones de la segunda mitad del siglo XX intentaron superar desarrollando la industria, y más recientemente con el libre comercio las maquilas. La concentración de la demanda en el sector primario lleva al aumento de la producción en éste – en algunos casos, como los combustibles y minerales, de explotación limitada en el tiempo –, con el coste de oportunidad que supone para el desarrollo de otros sectores de mayor valor añadido y la diversificación de la estructura económica. Y al mismo tiempo las exportaciones chinas afectan a la viabilidad de las industrias nacionales y su competitividad.

    Y, en segundo lugar, por las oportunidades y retos que plantea, junto a los de comercio, a los flujos de inversión. Pues este boom de los precios mundiales de las materias primas, del valor de las exportaciones latinoamericanas, da lugar a una acumulación de capital cuya utilización puede resultar decisiva para dar un salto hacia el desarrollo, según se dedique al consumo – o a los beneficios privados de las élites – o a la inversión pública en infraestructuras y sectores que permitan la superación de los cuellos de botella para el desarrollo y a la inversión privada en sectores de mayor valor añadido y componente tecnológico, decisivos para la inserción internacional en la sociedad de la información. No es lo mismo tampoco que la inversión china se concentre en la extracción de materias primas y la producción agrícola o la construcción de infraestructuras para su comercialización; que que lo haga también en manufacturas e industrias con alto componente tecnológico, y en infraestructuras importantes para el desarrollo y la integración regional más allá de su utilidad para facilitar las exportaciones. Ni que se transfiera tecnología en las inversiones asiáticas realizadas. Sin olvidar la necesaria pregunta, de especial relevancia en el caso de España, sobre sus efectos en los sectores de actividad en que están presentes otras empresas internacionales, las oportunidades y competencia que para ellas conlleva. No es lo mismo para el desarrollo y la transformación de la estructura económica; ni lo es para la de la estructura social, para el desarrollo de las clases medias, que resulta fundamental para la superación de la desigualdad que lastra la viabilidad política y socioeconómica latinoamericana y para la consolidación de la democracia. Pues mientras la actividad económica en el sector primario incrementa el empleo, pero se basa fundamentalmente en mano de obra poco cualificada que compite vía salarios (cuando no con la propia mano de obra china trasladada sobre el terreno), otros sectores requieren de mayor cualificación y tiran del ascenso hacia la clase media a partir del recurso a la educación como ascensor social.

    Consideraciones cualitativas del qué que nos llevan a la importancia del cómo. Cómo se negocie – que se negocie – esa irrupción de Asia/China, qué contrapartidas, qué juegos de suma positiva, qué interés mutuo. Negociar, en cada caso, bilateralmente; pero también conjuntamente, mutilateralmente: de ahí la importancia de la construcción de la integración regional hacia dentro y de foros y organizaciones internacionales, mecanismos y arquitectura diplomática hacia fuera. Integración hacia dentro, para ofrecer hacia fuera un mercado con masa crítica para situarnos en una posición negociadora equilibrada y economías de escala a los actores económicos que queramos atraer; además, ante todo, del desarrollo de los propios hacia dimensiones competitivas en el mercado global. Y hacia fuera desarrollo de foros y organizaciones internacionales, o participación en las existentes: tal es el sentido último y dimensión estratégica de la creación de la Alianza del Pacífico, del Foro de cooperación América Latina Asia del Este (FOCALAE), de la participación de economías latinoamericanas en APEC, o de la celebración de la Cumbre China-América Latina. Y sin embargo, si observamos el estado de los procesos de integración a uno y otro lado del Pacífico, no podemos dejar de resaltar que mientras a través de ASEAN las economías del Sudeste asiático han construido un bloque con el que plantear de tú a tú sus relaciones con China, Japón, Corea y otras economías; los procesos y foros de integración en América Latina distan de haber alcanzado el grado de integración e interlocución exterior de ASEAN.

De Ulrich Beck y la esencia del contrato social europeo

Por: | 20 de enero de 2013

    Tuve ocasión el lunes pasado de asistir a la conferencia de Ulrich Beck sobre Europa con que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ha inaugurado su ciclo de conferencias En común. Más allá del interés de su contenido, procede destacar el de la conferencia en sí misma, como el propio Beck ha destacado en la entrevista que ha concedido a El País: que más de quinientas personas hagan cola y paguen una entrada por escuchar a un pensador de la sociedad del riesgo, la globalización y la Europa cosmopolita es un fenómeno de la sociedad y la cultura contemporánea, esa que de manera única ha sabido captar, alojar en su seno y de alguna manera hacer el CCCB, esa institución única creada por Josep Ramoneda, que ha conseguido asociar el nombre de Barcelona con el de la cultura contemporánea.

    Desarrollaba Beck sus tesis sobre el momento actual de la construcción europea, recogidos en su libro Una Europa alemana, recientemente publicado, análisis de éste a la luz de ideas y conceptos que ya había desarrollado, entre otras obras, en La mirada cosmopolita, y que necesariamente llevan, le han llevado, a la reflexión sobre Europa y su construcción, como en Reinvertar Europa: una visión cosmopolita, que refleja la anterior conferencia sobre dicho tema que en 2005 dio ya Beck en el CCCB.

    Podríamos fijarnos en el “merkiavelismo”, o en la necesidad de evitación de la catástrofe que puede conllevar el riesgo con que define la actual coyuntura; mas más allá del diagnóstico quisiera resaltar la propuesta: la que hace, como recoge la entrevista de “la contra” de La Vanguardia, de suscribir un nuevo contrato social europeo “para blindar nuestras libertades, Estado del bienestar, sanidad y educación” en la Unión Europea y convertirla así en una auténtica sociedad europea; para lo que propone reunir a sus impulsores en Barcelona y firmar en ella un “Contrato de Barcelona 2013”.

    Una propuesta respecto a la que vale la pena fijar la atención en el quiénes y en el qué y el para qué.

    En el quienes, pues si – como señalábamos en una de las entradas iniciales del proceso de reflexión sobre la construcción europea acometido en este blog de Ideas subyacentes, De la lay y la ilusión en la construcción europea – el de la Unión Europea es de alguna manera el primer contrato social de la Historia, en el sentido de que es el primero que da lugar a un Derecho común sin un poder de coerción común; de que constituye el suyo, a diferencia de otros procesos constituyentes que en la Historia han realizado la idea del contrato social, un mero proceso de cambio de la legitimidad de origen de la ley que sostiene el ejercicio del monopolio de la fuerza por el poder político.

    Al serlo, como decíamos, el de la constitución de un quiénes distinto a aquel conformado o garantizado históricamente por el monopolio de la fuerza que ha caracterizado y acompañado el poder del Estado o las entidades políticas en que a lo largo de la Historia hemos vivido los seres humanos, y por ello verdaderamente libre, fruto de la libertad ejercida desde la conciencia.

    En el quienes, también, en el sentido, como señalábamos al hablar De la ciudadanía europea, de que el disfrute pasivo de ésta lleva al deseo de su ejercicio activo; a no conformarse con la ciudadanía otorgada y querer la otorgante. Otorgante del poder político, origen de éste para que al obedecerlo se obedezca, según la formulación rousseauniana, uno a sí mismo. Y para ello en su lógica última fundante, suscriptora del contrato social, promotora del mismo.

    En el quienes, finalmente, de los ciudadanos europeos que quieren ser tales, que desde la conciencia o el deseo de serlo, con el ánimo de asumir las riendas de su futuro común, en común, promueven la elaboración y suscripción del contrato social europeo, se constituyen en el vapor cuya ausencia de la construcción europea hemos denunciado en este blog; y tal vez, según como avance la iniciativa, en su cilindro de Trotsky catalizador. No el quienes, a sensu contrario, de los Estados miembros y sus autoridades negociadoras y suscriptoras de tratados, los que hasta ahora han constituido la forma del contrato social europeo. Quienes, así, de la doble legitimidad de los Estados y de los pueblos, de los titulares de la ciudadanía europea que al participar en la elaboración del contrato social europeo ejerce ésta en su dimensión última y fundacional.

    En el quiénes, y en el qué y el para qué: ese “blindar nuestras libertades, Estado del bienestar, sanidad y educación” y lo que queramos añadir que nos recuerda la que vino a denominarse la “polémica neocontractual” entre Rawls y Nozick en los años ochenta; extrañamente ausente, en su contenido más allá de denominaciones y referentes teóricos, del debate de esta crisis de pensamiento único. Una polémica definida, en esencia, por la contraposición, frente al Estado mínimo defendido por Nozick en Anarquía, Estado y utopía, limitado a la garantía fundamental del orden público y la vigencia del Derecho, y dejando al libre albedrío de los individuos y al mercado la conformación y funcionamiento de la sociedad, que presupone éste como objeto del contrato social; de la tesis de Rawls en Una teoría de la justicia, de que no suscriben los individuos el contrato social para garantizar simplemente el orden y la no agresión por el otro, sino también y sobre todo para hacer efectiva la vigencia de los derechos fundamentales que nos permiten ser personas, vivir y no solo sobrevivir, para conseguir en común ese mínimo bienestar común, de la justicia como equidad. Y para la satisfacción de ese bienestar y la realización de la justicia crean el estado y demandan que ejerza su poder. La democracia es así no solo electoral y ciudadana, sino también social. Y tiene así sentido social la suscripción y mantenimiento del contrato social: no se suscribe ni mantiene para sostener cualquier sociedad que en el marco del respeto del orden y la ley resulte de la acción de los individuos y sus organizaciones o del funcionamiento del mercado, sino aquella en que puedan realizarse y hacerse efectivamente esos derechos, en que las personas puedan satisfacer efectivamente sus necesidades fundamentales y efectivamente desarrollar y ejercer sus capacidades: ese estadio que, desde otra perspectiva, define Amartya Sen como desarrollo en Desarrollo y libertad. Derechos sustantivos para un contrato social sustantivo; un contrato social cuya sustancia importa, justifica su adopción, constituye su fin y lo define. Cuya sustancia es parte de su esencia. De su alma.

    Recuerda ese quiénes, ese qué y para qué el discurso que inspira el Nosotros, los pueblos de Europa. Lecciones francesas para pensar Europa y el mundo, en que Susan George argumenta el rechazo al Tratado Constitucional Europeo en el referéndum francés sobre éste en mayo de 2005 como rechazo a lo que contempla como “una tentativa de radicalización y de aceleración del proceso de fusión de Europa en el liberalismo global”, frente a lo que se pregunta: “¿Para qué construir Europa?. Precisamente para crear una tierra de excepción. Para hace en conjunto lo que ningún país europeo puede, en la actualidad, hacer solo. Para construir entre todos algo que no sea solamente un espacio de libre comercio donde el liberalismo salvaje se comerá cruda a la población. Ahora Europa carece de sentido e interés si no es capaz de ser una alternativa a la globalización neoliberal, si no conduce a un modelo de civilización diferente, haciendo que el bien común de los europeos sea un proyecto de identidad, un objetivo, un valor, una norma. Ésta es la Europa que queremos…” Para hacer surgir “una Europa social, política, ecológica y cultural común”, para la que, sostiene, “el debate pendiente debe responder, al mismo tiempo, al continente y al contenido”.

    Más allá del grado en que podamos estar de acuerdo con sus propuestas sobre la Europa a construir, no podemos sino estarlo en que la construcción europea tiene un debate pendiente y que éste debe responder, efectivamente, al mismo tiempo al continente y al contenido. Si geográficamente es Europa un continente, políticamente no puede sino ser un contenido. Un qué y un para qué, como nos propone Ulrich Beck.

    Un qué y un para qué, un blindaje de nuestras libertades y nuestro Estado del bienestar que no resulta posible ya hoy, en la era de la globalización de la sociedad de la información, realizar en Europa en el ámbito del Estado, de los estados, sino que resulta solo conseguible en el plano europeo y global: de ahí el por qué del contenido del contrato social europeo.

    De ahí que, si asumimos que el contenido, la sustancia, forma parte de la esencia del contrato social, y definimos ésta, como hace Beck, como el blindaje de “nuestras libertades y Estado del bienestar, de nuestra educación y nuestra sanidad”, la realización, en definitiva, de las condiciones sociales que a todos garanticen un vivir que no sea sobrevivir, la satisfacción de las necesidades y el desarrollo de las capacidades… el contrato social no puede ser sino europeo. De ahí que, en dicha perspectiva, el contrato social europeo, la idea de éste, su calificación como tal – constituya una tautología, una redundancia, una obviedad. Que el europeo sea, en definitiva, el contrato social.

De la emergencia de China y Asia en América Latina

Por: | 14 de enero de 2013

    En el mundo interrelacionado de la era de la globalización, la aldea global y la nave espacial Tierra destino futuro, vivimos los tiempos interesantes de la emergencia – o reemergencia - global de China e India. Tiempos sin precedentes, pues nunca antes había iniciado el despegue simultáneo la mitad de la humanidad, sin que al tiempo decaigan los otros centros de gravedad del sistema global. Tiempos de cambio de tiempo, tras lo que nada será como era. Tiempos de desplazamiento hacia Asia del centro de gravedad del sistema internacional.

    Nos encontramos ante un fenómeno de dimensión y consecuencias globales, que plantea un reto de redefinición del pensamiento y la acción de todo actor internacional y toda Política Exterior, como muestra que Estados Unidos ha definido el giro hacia Asia como su prioridad estratégica en este inicio de siglo, de modo que buena parte del debate de los expertos en relaciones internacionales se centra hoy en las consecuencias globales de ese “Asian pivot” de Estados Unidos. Entre ellas – no podría ser de otra manera - la de España: en todas las zonas y temas; y en la dimensión estratégica para nuestro propio desarrollo que está adquiriendo la relación con China y sus potencialidades de inversión en España. Pero - asumiendo que la dimensión latinoamericana de España constituye uno de los determinantes de su actoría internacional y la relación con América Latina como uno de los ejes estratégicos de su Política Exterior – muy especialmente en relación a América Latina. Pues si algún fenómeno caracteriza la evolución reciente de la inserción internacional de América Latina, tal es el de la emergencia de China y Asia en las relaciones internacionales de la región. Un fenómeno a cuya realidad, consecuencias y potencialidades quisiera invitar a aproximarse a los lectores de Ideas subyacentes en esta y otras entradas de este blog, siguiendo el hilo analítico y argumental de mi trabajo Asia, China, y la reconfiguración de la inserción internacional de América Latina, que ha publicado recientemente en su serie de notas internacionales CIDOB.

    Un fenómeno reflejado en los flujos de comercio e inversión y el salto cualitativo en la posición de China en dichos ámbitos; en la negociación y suscripción de tratados de libre comercio, en la participación conjunta en foros u organizaciones internacionales como APEC o FOCALAE (Foro de Cooperación América Latina Asia del Este), y muy especialmente en la creación de la Alianza del Pacífico entre Chile, México, Perú y Colombia – por su potencialidad transformadora de la realidad económica latinoamericana y su inserción internacional, y su incidencia en la conformación de la arquitectura diplomática de la región -; en los datos que recogen los estudios de la CEPAL y otras organizaciones de referencia, y en el vivir de cada día. En el hecho, por facilitar un dato ilustrativo, de que si comparamos, según datos de la CEPAL, la inversión en América Latina en 2006-2009 con la de 2010, vemos que mientras EEUU ha bajado del 44% al 17% y España del 10% al 4%, China ha pasado del 0 al 9%, concentrando en América Latina tan sólo el 4% de su inversión extranjera directa. O en la evolución, por poner otro ejemplo, entre 2007 y 2010 de los flujos comerciales de América Latina con Estados Unidos, la Unión Europea y Asia del Este (China, Japón, Corea y ASEAN), o la evolución de dichos flujos durante la última década, que nos muestran estas tablas elaboradas con datos de la CEPAL, de las que procede destacar el salto cualitativo y cuantitativo en las relaciones comerciales con Asia, que han superado ya ampliamente a las que América Latina mantiene con al UE; reflejado también en el hecho de que China ha pasado a ser el primer socio comercial de Brasil o Perú.

  Dibujo 1
Dibujo 2
Dibujo3
Dibujo4
    Un fenómeno frente al que procede preguntarse por las consecuencias, tendencias y potencialidades; así como por los retos y posibilidades que nos plantea hacia el futuro.

    Pues no nos encontramos sólo ante un salto cualitativo en la presencia de Asia/China en América Latina, sino al tiempo ante una transformación sustancial de la inserción internacional de América Latina, que afecta a todos los actores extrarregionales significativos en ésta, y en particular a la Unión Europea y España. Ante un fenómeno, en definitiva, estructural; que ha llegado para quedarse. Transformador del mundo de América Latina, y de América Latina en el mundo. De modo que las políticas que pudieran haber sido efectivas ayer pueden no serlo en la misma medida hoy; y mantenerlas, incluso exitosamente, puede no conllevar la actoría internacional que antes posibilitaban. Y se nos plantea el reto de pensarlas de nuevo a la luz de ese fenómeno.

    Ante un fenómeno global, y su expresión en América Latina. Que como tal tiene su expresión en las demás áreas hacia las que se dirige la Política Exterior de España – o de la UE o cualquier otro actor internacional relevante -, y en España misma. Como muestra que el 12% de la deuda exterior española se encuentre ya en manos chinas, y que la inversión china se contemple como uno de los factores internacionales para la superación de la crisis económica que vivimos.

    Un fenómeno que importa tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Pues no importa sólo qué pasa, sino dónde pasa, cómo pasa, cómo se aprovecha, con qué consecuencias. Sobre ellas hablaremos en próximas entradas de este blog.

El País

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