Manuel Montobbio

Cultura política, populismo, revolución y democracia en América Latina

Por: | 30 de mayo de 2013

    Iniciamos el itinerario analítico sobre el estado y perspectivas de la democracia en América Latina y los rasgos y razones del desencanto sobre ella que venimos recorriendo en este blog en Del desencanto de la democracia en América Latina con la consideración del carácter electoral de la democracia instaurada como fruto de los procesos de transición democrática que ha vivido la región en su Historia reciente, a partir de la cual avanzar en la construcción de la democracia ciudadana y la económica y social. Continuamos en De violencia y legalidades truncas en América Latina con la de que la democratización del Estado presupone al Estado mismo, su monopolio del uso organizado de la violencia al servicio de la implementación de la ley y su capacidad de implementarla como única norma que regula obligatoriamente las relaciones y las acciones de los ciudadanos, así como el sometimiento de su propia actuación a la ley, y analizábamos el cómo y por qué de las legalidades truncas y el recurso a la violencia. Y señalábamos en Partidos políticos, crisis de representación y consolidación democrática en América Latina que, así como en ésta los regímenes políticos instaurados pueden considerarse consolidados, los sistemas políticos se encuentran en buena medida en consolidación, comprendiendo éstos, además de los poderes e instituciones del Estado y las reglas del juego político que conforman los regímenes políticos, la comunidad política, los partidos políticos y las demás estructuras de intermediación que canalizan las demandas de la comunidad política hacia el régimen y lo relacionan con él, y la cultura política y la opinión pública a través de la que se expresa. Y así como en dicha entrada abordamos el análisis  de los procesos de transformación de los partidos y sistemas de partidos y la crisis de representación como elemento determinante del sentido de la consolidación democrática, abordaremos en ésta el de la cultura política y la conformación de la opinión pública.

    Desde que en 1963 Almond y Verba publicaran su germinal ensayo sobre la cultura política, forma parte ésta de los conceptos referenciales de la Ciencia Política como uno de los elementos definidores del sistema político, de necesaria consideración para comprender la evolución y el funcionamiento efectivo del mismo. Cultura política entendida como el conjunto de actitudes, creencias, sentimientos e ideas subyacentes que orienta y dan sentido al proceso político y conforman los paradigmas y supuestos implícitos que determinan los comportamientos de los ciudadanos y los actores políticos y el funcionamiento efectivo del sistema político.

    La cultura es aquello que damos por supuesto, pero podría y no tendría por qué ser así, supuestos implícitos que subyacen a la percepción y comportamiento social. Aquello que nadie cuestiona y de lo que tal vez nadie sea consciente, precisamente porque a través de ello y desde ello vemos, comprendemos y aprehendemos la realidad social, o la creamos. Mas forma también parte intrínseca y esencial de la cultura su cuestionamiento, el tomar conciencia de lo inconsciente, hacer visible lo invisible, analizar y desenmascarar esos supuestos, abordarlos con espíritu crítico, y a partir de ahí transformarlos, hasta que el tiempo o la inercia los sustituya por otros, y transcurra así en ese caminar interactivo la cultura en la Historia y la Historia de la cultura.

    Cultura política que evoluciona lentamente, y que constituye el elemento del sistema político que más tarda en transformarse en todo proceso de cambio político, de democratización. Corto e intenso puede ser el tiempo de una transición democrática, rápido el proceso de diseño e instauración de un régimen democrático en sustitución de uno autoritario; mas distintos son los tiempos de la cultura política y de la acción política; de modo que los rasgos autoritarios de la cultura política y los paradigmas referenciales y fundamentadores de la legitimidad política pueden subsistir largo tiempo como elementos conformadores de la cultura política junto a los que eventualmente vaya promoviendo el régimen democrático instaurado y la evolución de la sociedad. La construcción de un régimen democrático es obra de una generación; la de una cultura política democrática, de generaciones. En América Latina, en España, y en cualquier otro lugar.


    Tal vez no sea entonces de extrañar que entre los rasgos que la democratización de la cultura política afronta el reto de transformar se encuentren a menudo la superación de la relación clientelista con el poder, de la cultura de las apariencias y de la tradición del recurso a la violencia. Paso de una relación clientelista con el poder, en que éste concede favores a cambio de lealtades, en que el poder otorga y los individuos reciben, a una relación de exigencia de derechos y responsabilidades, de contrato entre representantes y representados. En un régimen autoritario se recibe como concesión lo que uno democrático se tiene como derecho. Superación de una cultura de las apariencias, que tiende a considerar los procedimientos del régimen político como formalidades legitimadoras del poder fundamentado en otras bases; así como de una tradición de recurso a la violencia como instrumento de acción colectiva, con lo que conlleva de imposición y confrontación para conseguir objetivos. Reto de asumir, en definitiva, que, de alguna manera, en democracia el cómo es el qué. Pero el qué importa, especialmente en América Latina, donde los estudios de opinión señalan un apoyo mayoritario a la democracia, pero también la disposición de un sector significativo a poner por encima de ella en sus prioridades la seguridad y el desarrollo.

    Y tal vez no resulte tampoco extraño que, si bien la democracia - y la transición hacia ella - se ha consolidado como el paradigma de referencia en la conformación de los sistemas políticos latinoamericanos, ello no significa que hayan desaparecido otros paradigmas anteriormente centrales en la vida política, como la revolución o el populismo.

America Revolucion

    Revolución considerada, desde la francesa o la estadounidense, como vía para la instauración de un nuevo régimen político y fuente de legitimidad del mismo, que en América Latina adquiere en el siglo XX con la revolución mexicana un referente como proceso también de construcción nacional. Y, a partir de la entrada de Fidel Castro en La Habana, la revolución cubana se convertirá asimismo en referente de la izquierda latinoamericana, tanto respecto al recurso a la acción armada para el cambio político como a un posible modelo alternativo respecto a la democracia liberal. Incluso movimientos que nacen como democratizadores de la deriva de autoritarismo populista en que pudiera haber caído el régimen, lo hacen en nombre de la revolución cuyo espíritu habría sido secuestrado, como nos muestra la creación en México del partido de la Revolución Democrática frente al de la Revolución Institucional. América Latina constituye hoy ejemplo de la transformación exitosa de antiguas fuerzas revolucionarias y movimientos guerrilleros en partidos políticos que han alcanzado el poder en elecciones democráticas, y cuenta con antiguos guerrilleros como presidentes de algunas de sus repúblicas, lo que es muestra de la transformación generalizada hacia la democracia, pero ello no significa la ausencia de la revolución como referente y fuente de legitimidad. Revolución que comparte con el populismo, ya referido, también presente en su Historia política, un común desprecio a las reglas de la democracia liberal, considerada burguesa, una tendencia a la legitimación del régimen político vía eficacia, más por lo que hace que por cómo lo hace. Y esa presencia, esa inercia, esa experiencia histórica, influye en el funcionamiento efectivo del sistema político.

    Populismo basado en la comunicación directa y única entre el líder y el pueblo, la consideración de que se da en él de una capacidad única e intransferible de interpretación de su voluntad y de conducirlo en la Historia para darle una vida mejor o cumplir su destino, y que por ello está por encima de normas e instituciones. Populismo que ha tenido históricamente en América Latina alguna de sus figuras referenciales o paradigmáticas, inspiradoras tanto de la vida política como de la Literatura y el mito. Que, consciente o inconscientemente, continúa presente en su paisaje simbólico.

     Populismo, revolución y sus inercias que pueden subsistir largo tiempo en el subconsciente colectivo bajo la fachada y a formalidad democrática del sistema político, cuya permanencia en la cultura política puede explicar en algunos aspectos el funcionamiento efectivo del mismo. Cuya superación - la progresiva conformación de una cultura política democrática en definitiva – constituye al tiempo reto y elemento de  la consolidación democrática.

    Constituye igualmente uno de los elementos de un sistema político democrático la conformación de la opinión pública y su interrelación con las estructuras de intermediación y los poderes e instituciones del régimen político, de modo que la relación entre éstos no sólo sea de arriba abajo sino también de abajo a arriba, que la propuesta y la crítica, la opinión y valoración de los ciudadanos sea tenida en cuenta en el diseño y conducción de las políticas públicas, en la labor del Gobierno y las instituciones del régimen. Lo que requiere, como instrumentos fundamentales, de los medios de comunicación y los instrumentos de medición de la opinión pública.

    Medios de comunicación como instrumento de información y conocimiento de la realidad por parte de la ciudadanía, y de expresión de las visiones, propuestas y opiniones presentes en la sociedad. Su pluralidad, su independencia del poder político – y la independencia del poder político de ellos y los grupos económicos que los detentan – y de otros poderes, su calidad y veracidad informativa y su apertura para dar voz a las diferentes visiones y opiniones presentes en la sociedad constituyen elementos indispensables de la democracia y la sociedad abierta, y la medida en que se mantengan y consoliden influirá en la consolidación de la democracia. El alto número de asesinatos de periodistas – en México a menudo a manos del crimen organizado – los intentos de promoción desde el poder de sus propios medios de comunicación o de condicionamiento de la labor de medios críticos nos muestran que dicha consolidación constituye en algunos casos un reto pendiente.

    Instrumentos de medición de la opinión pública rigurosos y fiables, sea por la realización de encuestas de medición de la opinión por instituciones públicas independientes, sea por su realización por instituciones académicas o medios de comunicación con credibilidad, el conocimiento de la opinión de la ciudadanía en cada momento sobre las principales cuestiones y retos de la agenda política, y sobre la acción de las instituciones, constituye un instrumento con que todo Gobierno democrático debe contar para la conducción de sus políticas, y toda sociedad para su debate público.

    Pues una sociedad democrática requiere también de debate público, y de espacio público, espacios públicos, para ello.

    Podríamos hablar, antes de concluir el recorrido acometido en esta y las anteriores entradas de este blog ya referidas por los rasgos y razones del desencanto de la democracia en América Latina con otras consideraciones. Como que el funcionamiento del sistema político se ve influido por su ingeniería constitucional, en América Latina determinada por el carácter presidencialista de los regímenes políticos. No son pocos los politólogos que sostienen que su sustitución por regímenes parlamentarios facilitaría su democratización. Sin entrar en el debate suscitado por ello, procede señalar en cualquier caso que la transición del autoritarismo a la democracia de un régimen presidencial plantea especialmente el reto de que en la situación previa se da una concentración del poder en el Ejecutivo, sin una auténtica intendencia y autonomía de los demás poderes: la democratización implica tanto la de la elección del Presidente y el acceso del Poder Ejecutivo como el fortalecimiento de las competencias y funcionamiento del Parlamento y de la independencia del Poder Judicial, la creación de una dinámica de “checks and balances” en sus relaciones. Supone también, en muchos casos, una descentralización del poder político, la democratización y fortalecimiento de las entidades regionales y locales. La consolidación de los procesos en marcha en dichos ámbitos determina la conformación y funcionamiento efectivo del sistema político. Al igual que la distinción efectiva entre lo político y lo administrativo, y el desarrollo progresivo del Estado administrativo, de una Administración profesional, independiente y eficaz, a la que se acceda conforme a los principios de igualdad, mérito y capacidad.

    No quisiera finalizarlo sin señalar que la contemplación del camino por recorrer no debe ocultarnos la del camino recorrido, ni la del vacío del vaso que está esencialmente lleno. Y constituye la razón fundamental de la consideración de las razones y los rasgos del desencanto de la democracia la toma de conciencia de los retos y necesidades, y sobre todo de las posibilidades y las vías, para su superación. Concluido el proceso de transición a la democracia, la democracia continúa siendo un proceso. Siempre está en construcción, en cualquier tiempo y lugar. En el camino andamos; y se hace camino al andar. Y se llenan los vacíos a partir de la conciencia de ellos.

Otro-logo

Hay 1 Comentarios

Ni siquiera USA es una DEMOCRACIA es una farse USA ES UNA PLUTOCRACIA siempre lo ha sido ver este enlace http://ernesto-consultoria.blogspot.com/2013/05/la-plutocracia-en-america.html

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Sobre el autor

Manuel Montobbio, diplomático y doctor en Ciencias Políticas con formación pluridisciplinar, ha desempeñado diferentes responsabilidades en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación y ha estado destinado en San Salvador, Yakarta, México, Guatemala y Tirana. Paralelamente, ha desarrollado una trayectoria académica y literaria, que le ha llevado a publicar diversos libros, ensayos y obras de pensamiento y creación como Salir del Callejón del Gato. La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gobernanza global, Guía poética de Albania y Tiempo diplomático. Acaba de publicar Mundo. Una geografía poética.

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