Pues la construcción de casi un millón de búnkeres en un país de las dimensiones y el grado de desarrollo de la Albania de entonces supuso una dedicación de recursos materiales y humanos cuya utilización alternativa hubiera posibilitado un necesitado desarrollo económica y un mayor bienestar material – o cuando menos una menor penuria – de su población. Basta por ejemplo teclear la entrada que la versión en inglés de Wikipedia dedica a los búnkeres de Albania para leer que solo la construcción de los búnkeres individuales, o búnkeres champiñón, consumió el 2% del PIB. O que la construcción de los búnkeres de Albania costó el doble que la de la línea Maginot que defendió a Francia en la Primera Guerra Mundial, y consumió el triple de cemento. Que la construcción de cada búnker supuso el coste la de un piso de dos habitaciones en un país con un déficit crónico de vivienda. Que, según Josif Zegali, el ingeniero que diseñó los búnkeres champiñón, el coste construir veinte de éstos equivalía al de construir un kilómetro de carretera. Que entre setenta y cien personas murieron cada año en la construcción de los búnkeres. Sin olvidar que éstos ocuparon e hicieron inutilizable parte de la tierra cultivable…
Opción y coste económico directo, de dedicación de recursos humanos y materiales a la construcción de los búnkeres, que podrían haberse dedicado alternativamente a otros fines; mas también indirecto, de encuadramiento de la población, de movilización de ésta, de afectación de sus vidas aunque no se dedicaran ésta a ella. Sea por la movilización y el entrenamiento militar para refugiarse en ellos. Sea – como se relata en el poema y me fue contado como recuerdo de infancia – movilizando a las familias los domingos por la mañana a cavar los huecos en que se instalarían los búnkeres.
Encuadramiento de la población, afectación, implicación en la construcción de los búnkeres, participación forzosa – directa o indirecta, activa o pasiva; pero ineludible – en una bunkerización presentada como epopeya colectiva y gesta heroica, que deviene omnipresente y a la que resulta imposible sustraerse. Es por ello que no constituye ni responde la bunkerización a una razón y opción militar y a una (sin)razón y opción económica; sino también a una opción psicológica, una opción de psicologización, de psicotización colectiva.
Y tal vez sea por ello que no se construyan los búnkeres solo por fuera, sino también por dentro; que no se construyan solo por las personas, sino también en en las personas; que su impulso desde el poder no responda solo a la construcción del poder de Albania hacia fuera, sino también hacia dentro. Dentro de cada albanesa y cada albanés.
Tal vez sea por ello, sí, que el búnker se convierta no solo en una construcción que puebla el paisaje y el rostro de Albania; sino también en un símbolo que aprisiona su alma. Símbolo de una época, de un poder, un tiempo, un ánimo o desánimo colectivo, una obsesión, una razón y una sinrazón. Y que a medida que se va haciendo presente en el paisaje que ven sus ojos, se vaya haciendo presente también en el que habita su alma. Y lo invada todo.
Y tenga tal vez para el lector del todo sentido ese “todos y todo / para los búnkeres” - del poema Búnkeres de mi Guía poética de Albania, cuyo hilo conductor estmos siguiendo - que le invito a leer de nuevo para finalizar el camino en esta explicación recorrido.
Todos para uno
y uno para todos;
todos y todo
para los búnkeres
y un búnker
para cada uno:
todo el cemento,
todas las mujeres
y todos los hombres,
todo el acero
y todo el esfuerzo
del pueblo,
todas las carreteras,
todas las escuelas,
todas las fábricas de sueños
no construidas,
todos los poemas
no escritos
y todos los besos
no besados,
todos los anhelos,
todas las horas:
todas y todos,
todo
para los búnkeres,
hasta la vida.
Para construir los búnkeres,
para construir Albania,
para convertirla en búnker.
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