Olvidados búnkeres
demasiadas veces,
sin que queramos reconocerlo
o sin que nos demos
cuenta,
nos pueblan todavía
el alma,
y nos aprisionan
el ser,
y no nos dejan
serlo del todo;
olvidados búnkeres,
olvidados miedos,
olvidadas razones
o sinrazones
del yo que fuimos
o que no fuimos
o no nos atrevimos a ser
del todo
dictan más allá
de su tumba,
como el Gran Líder
de inextinguido poder,
el guión
de la obra
que interpretamos,
el argumento
de nuestra vida
que no puede ser así
la de la esperanza
que busca
su argumento,
la vida
que se nos pasa
o por la que pasamos
construyendo
o destruyendo
o visitando
búnkeres
sin saber
por qué,
como si fuéramos
otro,
ese extraño
al que le pasan
las cosas
y le crecen
los búnkeres,
que al final del camino
contemplamos
con asombro
que resultaba
ser yo.
¿Quiénes somos?. ¿Quién soy?. Decíamos en Olvidados búnkeres, la anterior entrada de esta serie dedicada en este blog a la aproximación a la epopeya y el drama de la Albania contemporánea siguiendo el hilo conductor del proceso de construcción de los búnkeres reflejado en el poema Búnkeres de mi Guía poética de Albania, que es a veces tan terrible el pasado, tan honda la herida, que necesitamos del olvido y su goma de borrar para vivir plenamente la vida, para con ella escribir en el papel en blanco del futuro, para que sea éste el papel en blanco que está por escribir. Mas decíamos que necesitamos, al tiempo y también, no olvidarnos del olvido. Pues a veces nos olvidamos del olvido, borramos tanto los búnkeres que nos hicieron construir por fuera, que borramos también la conciencia de que pueda haber búnkeres que nos habiten por dentro. La conciencia de la posibilidad de que, aunque no haya ya nadie que nos obligue a construirlos por dentro, en nosotros crezcan. Tal vez porque germine una semilla hace tiempo sembrada. Tal vez porque, consciente o inconscientemente, nos produzca angustia el vacío, y tengamos tendencia a llenarlo. Con lo que sea llenarlo. Tal vez porque, así como cuando el poder dicta el argumento de nuestra vida y el papel que debemos interpretar en el teatro del mundo, anhelamos escribir con la vida en el papel en blanco del futuro; cuando por fin aparece ante nosotros, aparece no solo la esperanza, la ilusión por las infinitas vidas por vivir, las infinitas vidas que podríamos escribir con la vida en el mundo, en el papel en blanco que está por escribir; sino también la angustia del papel en blanco, el miedo a sentirse ante él en blanco, la pregunta de y ahora qué, qué escribir, qué hacer, l’embarras du choix, el “aleja de nosotros, Señor, la nefasta tarea de pensar” que clamaron, junto al “vivan las cadenas”, en su día los enemigos de las Luces, la Ilustración y el liberalismo. Sentirse en blanco ante el papel en blanco…
Y tal vez quisiéramos que fuera nuestra libertad la de escoger entre papeles ya para nosotros escritos, prêt-à-porter, o tal vez siquiera eso… sino interpretar, más bien, papeles o seguir consignas ya escritas sin saber o querer saber que las interpretamos o seguimos. En el olvido de que lo hacemos. Un olvido que habitan esos olvidados búnkeres que demasiadas veces, sin que queramos reconocerlo o sin que nos demos cuenta, nos pueblan todavía el alma, y nos aprisionan el ser, y no nos dejan serlo del todo; olvidados búnkeres, olvidados miedos, olvidadas razones o sinrazones del yo que fuimos o que no fuimos o no nos atrevimos a ser del todo dictan más allá de su tumba, como el Gran Líder de inextinguido poder, el guión de la obra que interpretamos, el argumento de nuestra vida que no puede ser así la de la esperanza que busca su argumento, la vida que se nos pasa o por la que pasamos construyendo o destruyendo o visitando búnkeres sin saber por qué, como si fuéramos otro, ese extraño al que le pasan las cosas y le crecen los búnkeres, que al final del camino contemplamos con asombro que resultaba ser yo…
Olvidados búnkeres nos pueblan todavía el alma, y nos aprisionan el ser: si somos un alma caída en el cuerpo, no podemos ser del todo nosotros si nos habita un búnker por dentro. Si seguimos las consignas, los valores y los personajes que nos vienen de fuera e interpretamos los papeles de otros escritos por otros.
Un alma caída, o un pedazo del alma universal que busca encontrarse con otros para ser todos uno. Que se busca a sí misma. Y por ello se busca en sí misma. Y se busca en el otro. Dice un verso de Seferis - quien como diplomático griego estuvo destinado en Albania como Cónsul General en Korca – que un alma solo puede ser del todo en otra alma. Y no puede por ello renunciar al papel en blanco del futuro, el papel en blanco del tiempo y del espacio exterior; pues en blanco, por escribir y por vivir, para escribir y para vivir, necesita también el tiempo y el espacio interior. Para viajar hacia dentro, hacia dentro buscar y encontrar el alma, hacia dentro alumbrarla. Y una vez en nosotros, en uno mismo o una misma, una vez hacia uno mismo o una misma en camino – pues somos al fin y al cabo ese ser que a sí mismo se busca – desde ese hacia uno que es también y la tiempo desde uno, hacia el otro – y hacia el yo que en el otro está, y es; y hacia el otro que en uno está, y es – avanzar, caminar hasta ser el nosotros que somos todos y cada uno, hasta que se encuentre el alma con otros pedazos huidos de otros búnkeres en los que habían caído.
Olvidados búnkeres
que nos llevan a repetir
las consignas,
los valores
y los personajes
que nos vienen
de fuera
e interpretar papeles
de otros
escritos
por otros,
como si no pudiéramos ser
o alguien nos negara
el derecho a ser el autor
de la obra de nuestra vida,
a escribir con ella
en el mundo y en la vida,
como si fueran posibles
sociedades
o mundos
o vidas
imitadas
de otros
y no salidas
de dentro,
como si
con prestigio internacional
y docta aureola
pudiera otro
mejor que nosotros
escribir el argumento
de nuestra vida
y de nuestro mundo
y pudieran éstos
ser nuestros,
como si pudieran valer
la comodidad
o la excusa
de dejárselo hacer
por nosotros;
como si nosotros no fuéramos también
él
o ella
o cualquier otro,
como si no fuéramos
todos,
todos y todas
y cada una y cada uno
de los seres humanos
en los que es el mundo
el mundo
y la vida
la vida,
como si yo no fuera
tú
y tú no fueras
yo,
como si yo no fuera
el que es en ti
y el que te es,
como si tú no fueras
la que eres en mi
y la que me eres,
como si no me doliera
mi ausencia
cuando te alejas
y pudiera sobrevivir
sin ella
sin sentir
que estás siempre
conmigo,
como si pudiera
cabernos un búnker
cuando estamos
el uno
en el otro
y nuestras almas
se unen.
Olvidados búnkeres
que nos apresan
el alma
y no nos dejan
bucear hacia dentro
para saber
quiénes somos
y responder
a las preguntas
de la vida
y el mundo;
bucear hacia dentro
hasta encontrarte
a ti mismo,
al encontrarte,
hasta encontrarte,
hasta ser todos
los nosotros
que somos
y podemos ser,
hasta ser el nosotros
que somos
todos
y cada uno,
hasta que se encuentre
el alma
con sus otros pedazos
huidos
de otros búnkeres
en los que habían
caído.
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