¿Cuál es el cemento, la argamasa, el aglutinador, el hilo invisible que une a las personas que conforman una colectividad política; la sustancia que hace que se sientan parte de un mismo demos?. ¿Cuál la que hace que se sientan socialmente un nosotros?. Preguntas especialmente relevantes en este tiempo en que los europeos estamos llamados a elegir en las urnas a quienes durante los próximos cinco años nos van a representar como demos. En este tiempo, también, en que subyacen a tantas crisis y tensiones, aquí y allá, con las que desayunamos al leer el periódico o escuchar las noticias cada mañana.
Las consideraciones acerca del contrato social europeo, de la ciudadanía europea, de la vacuidad del espacio público europeo, de la celebración de Europa, de la ausencia de vapor y cilindros de Trotsky en la construcción europea y otras cuestiones sobre ella - que hemos venido abordando en anteriores entradas de este blog - nos llevan en definitiva a formularnos esa pregunta y esas preguntas; y a la consideración de la aplicación o relevancia de las respuestas a ellas a la construcción europea. Nos llevan a la identidad: a preguntarnos por aquello con lo que nos identificamos los europeos; y por aquello con lo que al identificarnos conformamos el nosotros del demos que se constituye en polis. A recordar que al final de sus días Jean Monnet dijo que, si tuviera que comenzar de nuevo la construcción de Europa, empezaría por la cultura.
Todo nosotros conformado por los seres humanos es, de alguna manera, el que interpreta una obra de teatro colectiva: comparte un escenario, compartido o imaginado, y cada uno nos sentimos desempeñando un papel, en mayor o menor medida protagónico, de una obra que en parte contribuimos a escribir con la vida, y que en parte condiciona a su vez la vida que podemos vivir. Comparte un relato, y un mundo. Un relato cosmogónico y un argumento a hacer en la Historia; una Historia por hacer. Un universo.
Pues si, como dijera María Zambrano, las creencias y las ideas han movido y mueven la Historia; conforma el compartir de las creencias y las ideas el nosotros que en la Historia somos, que la hace y en ella se hace.
¿Cómo y por qué se configura una creencia o una idea – o una experiencia, un mito o un relato cosmogónico – en elemento definidor de una identidad compartida, esencia de una identidad colectiva?. ¿Qué es lo que nos mueve o nos lleva a identificarnos con ella?. ¿Hasta el punto de hacer de su realización en la Historia argumento y esperanza de nuestra acción colectiva?. ¿Cómo y por qué se conforma, en definitiva, y qué es lo que hace que se conforme un universal compartido?.