Graciela Mochkofsky

Sobre el autor

Graciela Mochkofsky, periodista argentina, es autora de cinco libros de no ficción. Creó y edita, en colaboración, la revista digital el puercoespín. Ha escrito para los principales medios de su país y para varias de las revistas más importantes de América Latina. Es Nieman fellow 2009 de la Universidad de Harvard.

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Crónica latinoamericana: desventuras de un quijote en Bolivia

Por: | 12 de mayo de 2012

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El vasco Alex Ayala llegó a Bolivia en 2001 con una beca del grupo Prisa, por entonces propietario de una parte del diario boliviano La Razón. Tenía 22 años y era aún un periodista en ciernes. En la redacción de La Razón y en las calles de La Paz aprendió el oficio. Cuando terminó su beca, al año, Alex se había enamorado de Bolivia. Se quedó. 

Diez años más tarde, en marzo de 2010, cuando yo todavía no conocía a Alex, me llegó la noticia de que un periodista boliviano (Alex ya era, por derecho propio, boliviano) preparaba el lanzamiento de la primera revista narrativa de su país. Se llamaría Pie Izquierdo y estaba inspirada en la peruana Etiqueta Negra, la gran impulsora de la nueva crónica latinoamericana, el mayor fenómeno narrativo de nuestra época en la región. Poco después me llegó un correo masivo que llevaba la firma de Alex:

Aunque este e-mail lo debería haber enviado hace un año, o dos, o tres quizás, me llena de emoción y satisfacción estar escribiéndolo ahora. Les daré la buena nueva: dentro de poco, en abril más o menos si es que no ocurre nada extraño, nacerá una nueva revista boliviana.(...) una revista que buscará dar protagonismo a géneros periodísticos que en Bolivia están casi condenados al destierro, como el perfil, la crónica y el reportaje de largo aliento; que mirará hacia adentro pero también a otros países; y que buscará la calidad en cada uno de sus textos. (…)

Seguí Pie Izquierdo durante ocho meses, cada vez que algún amigo traía un cargamento desde Bolivia (del mismo modo que he recibido todos estos años mis ejemplares de Etiqueta Negra, porque la distribución continental de medios de papel siempre ha sido imposible). Era una revista bella y ambiciosa, impresa en buen papel, con largas crónicas sobre personajes y hechos originales.

Muchos nos preguntábamos cómo se arreglaba Alex con las finanzas. Cuando, al año siguiente, lo conocí en Buenos Aires, me explicó que había puesto en ella todos sus ahorros y además préstamos de familiares. Si lograba aguantar hasta que la revista se instalara, confiaba en que podría sostenerla con la venta de avisos. Era un esfuerzo extraordinario para el mercado boliviano, donde la tirada normal de una revista es de entre mil y dos mil ejemplares y el mercado publicitario es pequeño y complicado.

El 4 de enero de 2011, recibí otro correo de Alex: Pie Izquierdo cerraba.

Llevo postergando esta carta un par de semanas porque es incómoda, porque es difícil escribirla, porque no es agradable dar una noticia cuyo titular sería: “Hemos fracasado”. Pero así nomás es. Pie Izquierdo ha fracasado y yo, como capitán del barco, asumo con tristeza la responsabilidad de esta derrota.

(...) Nacimos como un medio independiente, con una propuesta diferente para Bolivia. No teníamos padrinos para cuidar nuestras espaldas, pero sí muchísimas ganas, y pensamos que lograríamos posicionarnos en poco tiempo. Sin embargo, no fue así. Pecamos de ingenuos y la realidad se impuso pronto como una bofetada: nuestro perfil no era precisamente comercial y la publicidad apenas se dejó ver en nuestras páginas. Esa ausencia permanente de anunciantes se convirtió al final en una condena de muerte y la revista, poco a poco, se vino económicamente abajo.

Alex volvió a escribir como freelancer, mayormente para medios de afuera de Bolivia, que le permiten pagar las cuentas (en Bolivia, una crónica se paga, como mucho, 60 dólares, incluídas las fotos)... o una parte de las cuentas, según cuán bueno sea el mes. A poco de cerrar Pie Izquierdo, Alex tuvo una hija. La tienda de ropa de su mujer se convirtió en el principal sustento de la familia.

Mis ingresos son en estos momentos como una montaña rusa: suben y bajan. Pero no me quejo. Ocurre lo mismo con la mayoría de los freelance. Quejarse es un mal vicio de los periodistas. Lo que hay que hacer es seguir poniendo el hombro, seguir trabajando y adaptarse a los nuevos tiempos.

En retrospectiva, comenzó a preguntarse si Pie Izquierdo no debió haber nacido digital. Hubiera reducido costos enormemente. Hubiese tenido problemas diferentes: sólo el diez por ciento de la población está conectada a Internet y los costos son altísimos en comparación con el resto del continente; Bolivia tiene, por ejemplo, los dominios más caros de América.

El año pasado, Alex se propuso otra tarea imposible: publicar sus crónicas en forma de libro.

Según la Oficina Económica y Comercial de la embajada de España en La Paz, “es sumamente caro hacer un libro (en Bolivia) y sobre todo imprimirlo. Se debe considerar que la materia prima y la maquinaria tiene que ser importada; por lo que el papel, la cartulina y las tintas, aumentan el coste final de venta incluso de los ejemplares bolivianos. El papel y la cartulina se importan principalmente de Chile y E.E.U.U., mientras que la tinta proviene de distintos países como: Alemania, Brasil, Chile, E.E.U.U o Perú. (...) en relación con el resto de países de la zona, según la Federación Española de Cámaras del libro, Bolivia ocupa la posición 21 en relación a todo el continente americano en el año 2008."

Alex se reunió con Fernando Barrientos, creador de otra utopía: El Cuervo, una editorial que el año pasado lanzó una nueva colección de no ficción. Barrientos dirige El Cuervo con mucha dedicación y en su tiempo libre. Alex le propuso un experimento: cubrir los gastos de impresión vía crowdfunding. Lanzó una campaña por Facebook, en la que pidió a amigos y conocidos que lo ayudaran, con donaciones pequeñas, a juntar los 1.200 euros necesarios. En menos de una semana tenía el dinero y su libro, Los mercaderes del Che y otras crónicas al ras del suelo, entró en imprenta.

La gente ha sido muy generosa. Ha creído tanto como yo en el proyecto. Y me parece que muchos periodistas que lo apoyaron vieron en la iniciativa un camino que también les sirve a ellos, ya que creo que se trata del primer libro de no ficción en América Latina en ser impulsado por una plataforma de este tipo. 

Estoy esperando que llegue mi ejemplar a Buenos Aires. Alex lo metió esta mañana en el correo y me dijo que debo esperarlo para dentro de unas dos semanas. Si es que podemos confiar en el servicio postal boliviano.

Intelectuales: los nuevos protagonistas de la política argentina

Por: | 08 de mayo de 2012

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En la Argentina de estos últimos años, la polarización política y social y el fracaso de la oposición han dado protagonismo a un actor inesperado: los intelectuales.

Cuando Néstor Kirchner llegó al gobierno en 2003 todavía reverberaban los efectos de la crisis de diciembre de 2001; como parte de su estrategia de seducción a la clase media, cuyas protestas habían hecho caer un presidente tras otro aquel verano, convocó a su despacho a los intelectuales. Hasta convirtió a uno de los más respetados, José Nun, en secretario de Cultura.

Kirchner recibió en la Casa Rosada incluso a intelectuales alejados del peronismo, como Beatriz Sarlo y Tulio Halperín Donghi. Era la primera vez en su vida que Halperín Donghi, el mayor historiador vivo del país, entraba a la Casa de Gobierno. En la recorrida hasta el despacho del jefe de Gabinete, donde almorzarían con el presidente, Halperín Donghi fue reconociendo los muebles y objetos, que conocía de los libros y documentos que había leído. 

Cuando el proyecto de transversalidad política de Kirchner fracasó y el gobierno volvió al peronismo y, en 2008, se produjo el conflicto por el "campo", las aguas se dividieron. La clase media abandonó al gobierno y resurgió un antiperonismo que no se había visto en décadas.

Los intelectuales también se dividieron. En medio del conflicto del campo surgió Carta Abierta, una agrupación de intelectuales peronistas y de izquierda. Carta Abierta apoyó en este conflicto al gobierno de los Kirchner (ya era presidenta Cristina), y luego se convirtió en un grupo de apoyo neto al gobierno.  

Del otro lado se ubicaron intelectuales notorios que comenzaron a hacer oposición al kirchernismo; la más visible es Beatriz Sarlo.

Tras el fracaso de la oposición política, barrida en la última elección (Cristina Kirchner logró su reelección con 54% de los votos; el candidato en segundo puesto apenas logró un 16%) y el descrédito de los principales diarios, vistos como voceros de la oposición política, los intelectuales resurgieron, organizados como voces de la oposición.

Conformaron el Grupo Plataforma, liderado por otra intelectual en ascenso, Maristella Svampa. Plataforma se presenta como una izquierda opuesta al gobienro, con énfasis en el combate a las industrias extractivas, como la minería, y a la pobreza.

Plataforma es una respuesta a Carta Abierta.

Y un tercer grupo, Argumentos, surgió como un intento de mediar entre los dos. 

La presencia de los intelectuales es tan visible que acaba de publicarse un libro al respecto, Los intelectuales y la política en la Argentina, de Héctor Pavón, que traza una muy interesante historia del papel de los intelectuales desde la última dictadura hasta la fecha y cuyo capítulo dedicado al kirchnerismo, que recomiendo, puede leerse aquí.

El País

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