Manifestación del pasado domingo en Madrid.
La capacidad de convocatoria de los sindicatos había quedado en entredicho tras la huelga del 29-S de 2010 contra la reforma del Gobierno socialista. Sin embargo, el domingo recuperaron el pulso de la calle. No era para estar contentos, con tanta gente en el paro, tanta precariedad y una reforma laboral de la que están convencidos que no va a crear empleo; pero sí esperanzados. Una lección que han aprendido es que también para ellos, los nuevos tiempos les han hecho entrar muy deprisa en un terreno que también es desconocido y afecta a las relaciones laborales. Seguramente por eso, actúan con tiento y mesura. Así que, midiendo bien todos los movimientos, han trazado un calendario de movilizaciones que pueden derivar en la huelga que espera Mariano Rajoy.
Todo depende de si el Gobierno de este afloja las medidas de una reforma que ha recibido una enorme contestación, por mucho que los medios de comunicación afines al PP se empeñen en tacharla de fracaso. Sin embargo, los sindicatos están convencidos de que, pese al éxito de afluencia del domingo, el Gobierno del PP no va a hacer ningún cambio sustancial, entre otras cosas porque ha recibido el respaldo de la patronal.
El mismo domingo, mientras se celebraban manifestaciones en las principales ciudades de España, el PP clausuraba su triunfal convención en el Palacio de Congresos de Sevilla. Y allí, donde llegó el eco de las protestas, los primeros espadas del partido (Rajoy, Dolores de Cospedal y el candidato andaluz, Javier Arenas) proclamaban las bondades de las medidas del nuevo Gobienro y, entre otras cosas, destacaban los positivos efectos de esa reforma tan protestada y sacaban pecho porque tienen confianza plena en que va a tener efectos positivos en la generación de empleo.
Será difícil por tanto que haya alguna cesión, aunque en privado algunos dirigentes reconozcan el impacto y piden a Rajoy que no se escude. De momento, su ministra de Empleo, Fátima Báñez, ha declarado que está dispuesta a negociar, pero en las reuniones técnicas que ya están constituidas. Lo importante es que se pueda negociar en los trámites parlamentarios. Los sindicatos no tienen ninguna confianza en que eso suceda.
Las centrales sindicales también tienen claro que el Gobierno quiere que tengan un traspiés para laminarles. Por su parte, el Gobierno debe tener en cuenta que han cambiado algunas cosas. Un factor básico para entender la afluencia masiva del domingo frente a la huelga del 29-S es que entonces muchos simpatizantes socialistas se resistieron a manifestarse contra los suyos. En la convocatoria del domingo, no hubo esa reticencia, los partidos de izquierda estuvieron juntos y salieron a la calle. Pero, además y más importante, se debe a que la gente se siente muy insegura con la reforma y con la crisis y no está dispuesta a quedarse en casa cuando entiende que está perdiendo sus conquistas sociales. Es algo de los que Rajoy debe tomar nota y entender que si llega una huelga la respuesta puede ser mucho más fuerte que la que tuvo su antecesor en el cargo.
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