Había mucha expectación por las comparecencias que se han sucedido esta semana en el Congreso de los Diputados para explicar la reestructuración financiera y la crisis de Bankia. Sobre todo por las del exgobernador del Banco de España (BE) Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) y del expresidente de la citada entidad, Rodrigo Rato. El orden establecido (el martes, MAFO; el jueves, Rato) permitió asistir a un juego en el que salía con ventaja este último, ya que pudo contradecir las palabras del primero sin posibilidad de que este le replicase.
MAFO, para sorpresa de diputados y observadores, había respaldado a Rato llegando a sostener que había sido un error forzar su salida de Bankia aquel fin de semana del 5-6 de mayo (dimitió el lunes 7 de mayo) y que el plan inicial previsto por su equipo era suficiente. MAFO también dijo que la fusión con Bancaja había sido alentada desde Caja Madrid y por Rato. Sin embargo, este responsabilizó al exgobernador de la integración fusión, y, por añadidura, de su posterior fiasco, como reconociendo que era mala desde el origen.
El veterano exparlamentario de la derecha, que se mueve como nadie bajo los techos del Congreso en los se crió políticamente, manejó el debate llevándolo donde quería. Su intervención era temida desde los escaños de la derecha, conscientes de que la salida de Rato de la presidencia de Bankia había sido una afrenta para él por parte de Mariano Rajoy y del ministro de Economía, Luis de Guindos. Pero Rato, que estuvo acompañado a la entrada y a la salida por diputados del PP (y solo del PP) fue fiel a sus muchos años de carnet del partido y no hizo sangre. Tampoco elogios. Se limitó a contar verdades a medias (“fui llamado de urgencia al Banco de España, donde estaban el gobernador, José Luis Olivas [presidente de Bancaja] y el subgobernador [Javier Aríztegui]. El gobernador me conminó a negociar una integración con Bancaja”), pero no todas. Tampoco nadie se lo preguntó.
Porque si la reunión que tuvo en el BE fue cierta (otra cosa es la discrepancia entre él y MAFO), también lo fue que la fusión ya se había precocinado entre el banco central, el Gobierno y el PP, y que Rajoy estaba al cabo de la calle. Tampoco contó Rato que después de ser “conminado” por MAFO, él y Olivas vieron a Rajoy. Ni que a la sede del PP también acudió Francisco Camps, presidente entonces de la Generalitat Valenciana, para discutir la operación. Camps, que se había opuesto a un primer intento de Caja Madrid de quedarse con la CAM y había apostado por una fusión de Bancaja y la CAM (en tiempos de Miguel Blesa en Caja Madrid), salió convencido a cambio de llevarse la sede de la nueva entidad a Valencia.
Más tarde, Rato, de acuerdo con Rajoy, tuvo que convencer a Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid de la bondad de la integración y de la importancia que tenía crear una entidad de gran tamaño controlada por el PP, así como que la sede estuviera en Valencia. Hubo tiras y aflojas; pero al Aguirre se conformó, entre otras cosasporque la sede operativa estaba en Madrid.
La intervención de Rato siguió a la del excopresidente de NovaCaixaGalicia, Julio Fernández Gayoso, y precedió a la de Narcís Serra, expresidente de Caixa Catalunya, y Elena Salgado, exvicepresidenta del Gobierno y exministra de Economía (se da la circunstancia de que tres exvicepresidentes de distintos Gobiernos se sucedieron en las intervenciones, aunque solo Salagado acudiera al Congreso en calidad de tal). Pero ninguna intervención aclaró las cosas, más allá de defender cada cual su actuación. Quizá añadió confusión.
Al final va a tener razón el diputado de Izquierda Plural Joan Coscubiela quien tras la intervención de Rato preguntó al aire: “¿Cómo es posible que habiendo hecho las cosas tan bien, estemos en una situación tan mala?”. Ni Rato ni los que intervinieron después aclararon las cosas a Coscubiela ni a ninguno que se interesase por el asunto. La pregunta tenía mucho fundamento a la vista de que según las sucesivas intervenciones para explicar la reestructuración financiera y la crisis de Bankia parece que no ha existido ninguna crisis bancaria, que no era necesario negociar y recibir una ayuda de hasta 100.000 millones de euros para las entidades financieras, que tampoco era necesario nacionalizar Bankia y intervenir otras entidades... J