Era de prever. El consejo de IAG -holding que agrupa a Iberia y British Airways- llega a la reunión de este viernes (extraordinaria, para continuar la no cerrada el jueves de la semana pasada) sin que la dirección de la compañía española y los sindicatos hayan logrado alcanzar ningún acuerdo sobre el plan de ajuste (o reflotamiento, en los términos que prefiere llamarlo la empresa). La última oferta empresarial ha sido rechazada por los sindicatos y si no cambian las cosas en las horas que quedan antes del consejo, este tendrá que decidir si sigue adelante. Parece firme pese a la amenaza de tormenta en el horizonte y con pinta de descargar en breve.
La propuesta ha reducido un 30% el número de despidos, de 4.500 a 3.147 personas, sobre la inicial del pasado noviembre (es decir, un 16% de la plantilla en lugar del 23%), con posibilidades de acogerse al ERE que ya tiene en marcha la empresa. La reducción salarial también será menor (entre el 11% para los trabajadores de tierra y el 23% para pilotos y tripulantes de cabinas frente al 25% y 35%) y el recorte de la capacidad de transporte de viajeros será este año del 10% y no del 15%. Pero a los sindicatos (los de tierra y cabinas iban juntos y el Sepla de pilotos por separado) no les convence. Pese a la mejora, los objetivos de rentabilidad siguen siendo los mismos y, según ellos, no se garantiza el futuro de la antigua compañía de bandera española en beneficio de British.
A la expectativa está la ministra de Fomento, Ana Pastor, a quien los responsables de la empresa han recordado que Iberia es privada. La ministra justifica su intromisión en la preocupación que le concierne como ministerio regulador del sector aéreo y por la circunstancia, nada baladí, de la alta importancia de Iberia en la entrada de turistas al país (y por tanto su impacto en el PIB), sobre todo a través del hub de la T4 de Barajas. Pastor, que al menos logró que empresa y sindicatos alcanzaran una tregua y aparcaran la huelga prevista para Navidad con todo lo negativo que habría tenido para usuarios y la maltrecha economía del país, además ha recordado al grupo que se deben cumplirse las clausulas de fusión que hablan de equilibrio entre las dos empresas y que cualquier medida de Iberia no sea para perder tamaño y beneficiar a British. Algo que Antonio Vázquez, presidente del grupo con quien ha estado en continuo contacto, le ha asegurado que no habrá desequilibrios.
También ha hecho hincapié, la ministra, en no perder fuerza en Latinoamérica, donde Iberia es preponderante y no le gustó nada que entre las rutas cerradas apareciera Cuba y Santo Domingo. Pero no parece que la hayan hecho mucho caso. Han sido, para todos, tres meses infructuosos.