El X Congreso de Comisiones Obreras, celebrado esta semana, ha vuelto a suscitar la necesidad de “hacer una reflexión colectiva sobre el futuro de Europa” y desarrollar un nuevo Contrato Social Europeo. Todas las intervenciones lo destacaron en la inauguración. Desde el discurso reivindicativo del reelegido secretario general del sindicato, Ignacio Fernández Toxo, hasta el difícil del presidente de la CEOE, Juan Rosell, que se atrevió a salir a la palestra en medio de algún maleducado abucheo, pasando por los de Cándido Méndez (secretario general de UGT) y Bernadette Ségol (secretaria general de la Confederación Europea de Sindicatos, CES, que preside Toxo). Ségol adelantó, precisamente, algunos pilares para ese nuevo contrato social.
Los sindicatos quieren situarse al frente de las reivindicaciones y hacer propuestas alternativas que hagan moverse a los Gobiernos de la UE, porque “Europa necesita una senda de crecimiento y modernización proyectada a largo plazo”. Con ese mensaje se presentarán en la jornada europea de movilizaciones prevista para el día 13 de marzo, que en España se adelantará al domingo 10.
Para esa fecha la CES espera tener un documento conjunto consensuado por todas las organizaciones sindicales europeas en la reunión del comité ejecutivo que tendrá lugar el 5 de marzo en Bruselas. El documento parte de la propuesta inicial presentada por la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB, en sus siglas en alemán), que fue la primera en poner sobre la mesa una propuesta para realizar “un programa de coyuntura, inversión y desarrollo para Europa” y que denomina Plan Marshall a por la similitud con el lanzado por Estados Unidos para regenerar Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora se trata de lo mismo “a la vista de los escasos recursos naturales, la crítica situación, el aumento del desempleo y el creciente ritmo científico y tecnológico”.
El plan alemán se ha discutido en las reuniones de la CES y, en la última, celebrada el 7 de febrero expresamente para discutir este asunto, los sindicatos españoles aportaron su Plataforma reivindicativa sindical europea. Ahora se espera que otros sindicatos aporten sus propuestas para el definitivo. La propuesta española plantea un “auténtico plan de choque europeo” para promover el crecimiento y el empleo, en el que se aporte al menos el 1% del PIB europeo. “¿Por qué no se opera de la misma manera y rapidez que con los bancos para salvar el empleo?”, preguntó el jueves Ségol.
En cuanto al nuevo Contrato Social Europeo, proponen “el fortalecimiento de la negociación colectiva y restaurar su valor jurídico y contractual frente a la intromisión de la troika (Comisión Europa, el BCE y el FMI)”. En opinión de los sindicatos españoles, ese contrato supondría “el establecimiento de marcos jurídicos y políticos fuertes que impulsen el diálogo social europeo y nacional, y una fiscalidad europea armonizada y progresiva que ayude a obtener los recursos para un Gobierno económico eficaz”. Asimismo, llevaría a la “refundación política de Europa”, que conllevaría la creación de un Tesoro común, la reforma del BCE, un plan contra el fraude fiscal y un modelo de crecimiento sostenible que garantice el pleno empleo y la igualdad.
Esta reconstrucción requiere inversiones de 260.000 millones anuales durante 10 años para un crecimiento del 3% y la creación de entre 9 y 11 millones de empleos. Para financiar las inversiones, además del 1% del PIB, propone crear un Fondo para el Futuro de Europa y la emisión de bonos. Precisamente, el documento español propone la emisión de bonos para resolver los problemas de las deudas soberanas.
Las inversiones estarían centradas en la generación sostenible de energía y reducción del consumo, industrias y servicios sostenibles, educación y formación, en I+D, infraestructuras de transporte modernas, ciudades y municipios con bajo nivel de emisiones, la eficiencia de las Administraciones y en la adecuada participación de los grupos sociales.
P.D.
La crisis reduce los clásicos 1.001 delegados a 750
Con música al piano de Rosa Torres Pardo y alocuciones de Luis García Montero, Silvia Marsó y Ana Belén, que dieron espacio a la “imprescindible” cultura, se inició el jueves el X Congreso de Comisiones Obreras, quizá el más económico-social que ninguno. La crisis ha hecho cambiar, incluso, una costumbre que parecía inquebrantable: este congreso ha contado con 750 delegados en lugar de los 1.001 habituales, cifra que fue fijada en memoria del Proceso 1.001 en el que Tribunal de Orden Público franquista condenó a 10 miembros del sindicato, entonces clandestino. El recorte de gastos obligó a CC OO a organizar el congreso en su sede madrileña, donde no caben más. Precisamente, parte de aquellos históricos líderes estuvieron en la inauguración: Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido, Fernando Soto, Francisco Acosta, Miguel Ángel Zamora y Pedro Santiesteban. También estuvo Josefina Samper, viuda de Marcelino Camacho, exsecretario general e integrante de aquel grupo, en el que también estaban el cura Paco García Salve y los fallecidos Luis Fernández Costilla y Juan Muñiz Zapico. De los otros dos ex secretarios generales, acudió Antonio Gutiérrez y no lo hizo José María Fidalgo. La coincidencia con el debate del Estado de la Nación, a solo 500 metros, justificó la ausencia de dirigentes socialistas y del Gobierno (sí fue Tomás Burgos, secretario de Estado de la Seguridad Social), pero no impidió ir a varios de Izquierda Plural.