No ha dejado buen sabor de boca en Repsol la intromisión de Pemex en el conflicto que enfrenta a la petrolera española con el Gobierno argentino por la expropiación del 51% de YPF. Pemex, que cuenta con el 9,4% del capital de Repsol, se siente con derecho legítimo a buscar soluciones. Además, el Gobierno mexicano de Peña Nieto ha reconocido su interés en expandirse por América del Sur, Argentina en concreto, y Pemex es su brazo armado. Por eso, se entiende que su presidente, Emilio Lozoya, se trasladara a España, después de entrevistarse con Miguel Galuccio, primer ejecutivo de YPF, para trasmitir la propuesta de acuerdo al presidente de Repsol, Antonio Brufau. Al encuentro, en Barcelona, asistieron el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, cuya actitud siempre ha sido propicia a un acuerdo, y el de Sacyr, Manuel Manrique.
Brufau, por otra parte, había anunciado en la reciente junta general de accionistas de la petrolera que estaba dispuesto a negociar, pero siempre bajo las premisas de que Repsol recibiera una compensación justa por la expropiación. “No queremos recuperar YPF; queremos que se nos pague lo que corresponde”, dijo. En la reclamación en la corte de arbitraje del Banco Mundial (Ciadi), Repsol valoró en 10.500 millones de dólares esa compensación, es decir el doble de lo que se valora la oferta presentada por YPF.
Con ese caldo de cultivo se celebró el consejo ordinario de Repsol el miércoles. Brufau logró el apoyo unánime contra la oferta trasladada por Pemex, incluido el representante de esta. “Mejor un buen pleito que un mal acuerdo”, se defendió. Algunas fuentes han subrayado que en la propuesta faltaba la valoración independiente que Pemex había solicitado a las auditoras Ryder Scott y DeGolyer, expertas en reservas petrolíferas.
Ahora, salvado el escollo, espera un cambio de actitud. Para Repsol hay un elemento positivo en toda esta historia: Argentina ha venido a reconocer que está dispuesta a pagar al menos 5.000 millones, aunque hayan sobrevalorado activos, cuando lo coherente, teniendo en cuenta el discurso de Cristina Fernández de Kichner, era mantener que no se iba a pagar la expropiación. Quizá por eso, el Gobierno argentino ha subrayado que no había hecho ninguna oferta firme.
Según la oferta, YPF ofrecía crear una joint-venture con activos de Vaca Muerta (6,4% del yacimiento) con el 51% para YPF; 47% para Repsol y 2% para Pemex. El valor es de 5.000 millones de dólares (3.500 por los activos y 1.500 en capital, de los que Repsol no podría disponer ya que se destinarían a la inversión). Además, preveía una inversión de 20.000 millones en los próximos 10 años. Es decir, obligaba a Repsol a poner casi 10.000 millones y no recibir ningún retorno hasta 2024.
Inasumible para el consejo, que se basó en los informes internos de Repsol, que aseguran que los activos estbana sobrevalorados. En ese consejo se preguntan por qué Pemex se ha embarcado en una operación tan polémica. Según algunos observadores, parece más responder a una maniobra estrictamente política entre los Gobiernos mexicano y argentino, en la que también han querido involucrar al español. El ministro de Industria, José Manuel Soria, recibió una llamada de su homólogo mexicano, y el presidente, Mariano Rajoy, también ha estado al tanto por boca de Fainé.
La actuación de Pemex, en cualquier caso, ha vuelto a enturbiar las relaciones con Brufau, que no eran lo que se puede decir fluidas desde que el grupo mexicano sindicó sus acciones con la Sacyr de Luis del Rivero para descabalgarle de la presidencia. Además, Pemex ha situado la participación en Repsol como disponible para la venta. Cuesta pensar en una Repsol sin el tradicional socio mexicano, que aterrizó a través de Petronor cuando esta empresa, en la que Pemex llegó a tener el 30%, fue absorbida por Repsol. Parece, no obstante, que solo se desprendería de la mitad de sus acciones, es decir, del paquete que adquirió cuando el acuerdo con Sacyr. Pero no se descarta que, si las cosas se enconan y “Repsol impide que pueda invertir en Argentina”, acabe vendiendo todo.
Fainé optó por no acudir al consejo de la petrolera del miércoles para preparar la asamblea general de la entidad financiera que se celebraba un día después. Llamó la atención una ausencia tan notable en un consejo de tanta importancia; pero Fainé dejó a Juan María Nin, su segundo en la caja, como abanderado. Es conocida la propensión de Fainé de alcanzar un acuerdo antes de alargar un pleito. Ha seguido su propia agenda y presionado a Brufau para acabar con el conflicto. En noviembre del año pasado y en febrero de este año se reunió con una entrevista con Cristina Fernández y para acercar posturas. Coincidía la perseverancia de Fernández de aglutinar a teóricos enemigos de Brufau y el objetivo de Fainé de alcanzar un acuerdo antes de mantener un pleito muy largo. El intento no prosperó y Fainé decidió retirarse del primer plano. Pero siempre ha estado en la retaguardia atento a todos los movimientos y mantenido informado a Mariano Rajoy, de sus intenciones para el futuro de Repsol.