El pasado miércoles, 20 de noviembre, fue un día grande para Luis de Guindos. Y no, precisamente, por ser el segundo aniversario del triunfo del PP que le llevaría a ocuparse del Ministerio de Economía y Competitividad, sino porque fue uno de los invitados estrella a la conferencia anual que organiza Goldman Sachs en el hotel Four Seasons de Londres.
El banco de inversión estadounidense celebra todos los años por estas fechas una gala privada a la que invita a personajes destacados del universo económico de Europa. Este año, bajo el título Global growth and the role of Europe (Crecimiento global y el papel de Europa), consideró que el ministro español era la persona apropiada para dar la última conferencia del evento que abrió el expresidente francés Nicolas Sarkozy y en el que también intervinieron el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim; el alcalde de Londres, Boris Johnson, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney.
Para Guindos, que conoce bien la City londinense por su paso por Lehman Brothers y otros cargos, supuso un reconocimiento gratificante, sobre todo después de que unos días antes el poderoso banco de inversión entonara un clamoroso mea culpa reconociendo que había cometido “muchos errores” (también aciertos) en sus previsiones sobre España. Goldman Sachs había pedido el rescate de España para solucionar sus problemas de financiación. Ahora, en su último informe (titulado precisamente Mea culpa or mea maxima culpa) destaca las reformas emprendidas, que “han tenido un impacto positivo antes de lo esperado”. Asimismo, el informe reconoce que ha sorprendido el crecimiento y la contención de la inflación, cuestión en la que también engloba al onjunto de la Unión Europea.
Todo eso, y algunas alabanzas más, justificaban la presencia en la capital británica de Luis de Guindos, que fue recibido por el primer ejecutivo de Goldman, Lloyd Blankfein. Este le pudo reiterar personalmente las disculpas y reconocer que habían sido muy exagerados con sus vaticinios. Luego le presentó Olaf Díaz-Pintado, director general de Goldman Sachs en España, que aparece con él en la foto.
El acto contó con unos 150 invitados, representantes de grandes empresas europeas. Entre ellos, estaban los españoles José Manuel Entrecanales (presidente de Acciona), Marc Puig (presidente de Antonio Puig) Matías Rodríguez Inciarte (vicepresidente del Banco Santander) e Íñigo Meirás (vicepresidente de Ferrovial). También asistieron primeros ejecutivos de grupos punteros europeos como Gesina, Adidas, Basf, Benetton, Prada, Qatar Fundation, ABB, Nestlé, Novartis, Arcelor, BP, British Gas, Glaxo, KKR, Pearson, entre otros.
Luis de Guindos habló durante unos 15 minutos. Bajo el título de Reformas estructurales y competencia global, abordó las tareas que le han tocado dirigir en estos dos años de mandato: las reformas estructurales, la correción de los desequilibrios, el sector exterior, los retos de la Unión Europea... Después recibió en torno a una media docena de preguntas centradas en esos temas, algunas de ellas no exentas de alguna carga de profundidad contra la línea de flotación española.
Se le cuestionó sobre los frenos que puede suponer la austeridad en el despegue económico. También se incidió sobre el escaso ritmo reformista mostrado en los países del sur de Europa y los problemas que puede suponer la deflación y la devaluación interna de España. No faltó la referencia a la evolución de la deuda y al déficit público, con especial incidencia en las comunidades autónomas. Y, por supuesto, se le preguntó sobre el grave problema del desempleo, sobre todo el juvenil. Como colofón, también se le invitó a hablar de la reestructuración financiera, en la que el ministro ha intervenido directamente.
Y lo hizo. Defendió el rescate bancario y el desarrollo que ha tenido el reajuste financiero en España, subrayando “la obligación de tomar medidas”. Sobre el déficit, hizo hincapié sobre la “prioridad de reducirlo” y de la deflación aseguró que “era coyuntural”. En el tema del desempleo, el ministro pronosticó que “se empezará a crear empleo a partir del año que viene”, en línea con lo que también predica el presidente del Gobienro, Mariano Rajoy, aunque el ministro no dijo cuántos empleos.
A la espera de las agencias de califciación
Entre tanto salto a Bruselas y alrededores, viajes a otros destinos (muchos de ellos transatlánticos), comparecencias y asistencias (que no es lo mismo) en el Parlamento y otras tareas propias del cargo, al ministro de Economía, Luis de Guindos, le debió parecer ideal la invitación de Goldman Sachs de acudir a Londres a participar en su conferencia anual ante un público distinguido. No solo tenía la oportunidad de hacer un alto en el camino; sino que era la mejor ocasión, en un púlpito pintiparado, de lanzar la proclama reivindicativa de la recuperación en la que tanto insiste el Gobierno. Ahora, lo que Guindos espera, tras la mejoría de la prima de riesgo y de las cifras macroeconómicas, es que tire el consumo de los hogares y convencer a las agencias de rating para que lo reflejen en la calificación de la deuda española, degradada a peldaños peligrosos en lo peor de la crisis y fundamental para ganar confianza en los mercados internacionales.