26 oct 2011

¿Cuántos votos da el final de ETA?

Por: José Manuel Romero

Nadie ha podido comprobar en democracia cuántos votos da el final de ETA porque nunca hasta ahora esa situación ha estado tan próxima ni unas elecciones tan cerca. Pero si se pueden extraer conclusiones basadas en datos sobre cuántos votos quita una negociación con ETA, algo que el PP hizo cuando gobernó y que el mismo PP ha condenado desde la oposición para atacar al Ejecutivo socialista.

José María Aznar llegó al Gobierno en mayo de 1996 y sólo un mes después ETA declaró un alto el fuego de una semana. A partir de ahí, los terroristas siguieron con sus crímenes. En el primer año de mandato popular, ETA asesinó a diez personas y en julio de 1997 perpetró uno de los atentados que mayor conmoción provocó en España. Dos días después de secuestrar a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua, los terroristas lo mataron de varios tiros en la cabeza.  El espantoso asesinato, uno de los mayores desafíos de ETA a la democracia, no provocó un endurecimiento de la política antiterrorista de José María Aznar. Unos meses después, los dirigentes del PP  iniciaban una estrategia de acercamiento de presos a cárceles próximas al País Vasco. Hasta 133 etarras se beneficiaron de esta medida, algunos de ellos especialmente sanguinarios. Llegó entonces el alto el fuego de septiembre de 1998 que duraría un año y dos meses. En febrero de 1999, previa autorización de Aznar, el Gobierno dialoga con ETA en Zurich sin alcanzar ningún acuerdo ni vetar ningún tema de conversación.

Nadie puso en cuestión aquellas iniciativas del Gobierno del PP con la banda terrorista. Ni las víctimas del terrorismo, ni los medios de comunicación, ni los partidos políticos. Sólo unos meses después de que ETA rompiera el alto el fuego (noviembre de 1999) hubo elecciones generales en España.

Aznar había autorizado el diálogo con una banda terrorista que había asesinado durante el primer mandato del PP a 24 personas. El presidente del PP había acercado a 133 presos etarras a cárceles próximas al País Vasco en sus primeros años de Gobierno. En las elecciones, logró un resultado histórico para su partido: 182 escaños, mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

Sólo siete años después de aquel diálogo frustrado con ETA para el fin definitivo de la violencia terrorista, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero volvió a intentarlo. Autorizó conversaciones con ETA cuando la banda llevaba tres años sin cometer atentados mortales.

Aquel diálogo fue torpedeado por medios de comunicación, por el primer partido de la oposición (PP) y por la asociación de víctimas mayoritaria, que convocaba manifestaciones semanales contra el Gobierno, al que acusaba de ser cómplice de ETA. Los socialistas capearon el temporal como pudieron y contestaron con un vídeo en el que recordaban lo que Aznar hizo con ETA.

 

Los terroristas rompieron el diálogo de la peor manera posible. Colocaron una bomba en la nueva terminal del aeropuerto de Barajas que mató a dos ciudadanos ecuatorianos sólo un día después de que el presidente del Gobierno vaticinara una mejoría en relación con el futuro de ETA y de la violencia terrorista en España. El PP, se lo afeó con otro vídeo.

 

 

Un año y cuatro meses después de aquel diálogo para el fin de la violencia terrorista, donde se habló de cuestiones operativas y de supuestos incumplimientos por una y otra parte mientras en otro lugar tres partidos (PSE-PSOE, PNV y Batasuna) trataban de cuestiones políticas sin llegar a ningún acuerdo, las elecciones generales volvieron a confirmar como presidente del Gobierno a José Luis Rodríguez Zapatero, el supuesto cómplice de ETA, según algunos; el traidor de las víctimas del terrorismo, según Rajoy. Zapatero mejoró el resultado con el que había alcanzado el poder cuatro años antes.

El diálogo con ETA y los intentos por acabar con la violencia terrorista, aunque sea hablando con los criminales, no castiga en las urnas a los partidos que lo intentan.  Ahí están las pruebas electorales.

El logro del fin de ETA, que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero toca con las manos y que muchos quieren colocar en la mochila del candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior todos estos años donde se ha registrado el mayor éxito policial contra la banda terrorista y el menor número de  atentados mortales de toda su historia criminal, estará presente el 20-N.

Nadie sabe cuánto pesa en votos.

 

 

 

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Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, vistos por Sciammarella.

 

 

Un veterano dirigente del Partido Popular repite esta letanía desde hace años: "La oposición no gana las elecciones, siempre las pierde el Gobierno".

En 1982, el desmoronamiento de UCD, enfrascado en unas luchas internas fratricidas, puso el poder en manos del PSOE. En 1996, Felipe González perdió las elecciones por 300.000 votos tras 14 años de desgaste en el Gobierno y acorralado por la corrupción de algunos de los suyos. En 2004, el PP tenía todas las papeletas para ganar las elecciones pero 48 horas de mentiras del Ejecutivo de José María Aznar para endosar los atentados del 11-M a la banda terrorista ETA dieron un vuelco decisivo a los resultados.

Los Gobiernos han perdido en tres ocasiones las elecciones durante la actual etapa democrática.El 20 de noviembre puede ser la cuarta. Y parece claro, a juzgar por el resultado de todas las encuestas conocidas, que volverá a cumplirse el diagnóstico con el que se titula este comentario.

La gestión del candidato Mariano Rajoy, jefe de la oposición, no ha sido muy brillante estos años. Es un perdedor contrastado de elecciones -en 2004 y en 2008-; ha demostrado una falta de iniciativa y de propuestas considerable; su programa no ilusiona a nadie porque todavía hoy, a menos de un mes del 20-N, es una incógnita; la corrupción ha pasado por encima de su partido sin que impusiera a tiempo mano dura contra los delincuentes; su imagen en las encuestas siempre ha sido mala; y no inspira confianza por mucho que repita esa palabra en los mítines o la escriba en un libro autobiográfico de 255 páginas que pasará a la historia por su levedad.

Y sin embargo, todas las encuestas vaticinan un éxito histórico para la candidatura que encabeza.

El Gobierno socialista perdió las elecciones hace tiempo. La gestión de la crisis económica ha sido tan pésima que ni la más imaginativa campaña electoral y el mas carismático de los candidatos podría hacer olvidar el precipicio que rodea a España.

Por eso, al socialista que carga con esta herencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, que formó parte durante cinco años del equipo del fracaso, del Gobierno con más desempleados de la historia, ni siquiera le consuela la posibilidad de batirse en un debate televisado con el líder de la oposición, por mucho que se llame Mariano Rajoy. Porque Rubalcaba sabe que las elecciones las perdió el Gobierno hace tiempo. "Acudir a un debate con cinco millones de parados a las espaldas es una garantía de derrota", advierte un dirigente socialista. Incluso contra Rajoy.

Al candidato del PP sólo le queda esperar sin hacer ruido para no asustar a esos millones de votantes socialistas que se quedarán en casa decepcionados, según vaticinan todos los expertos en comportamientos electorales. Hay más indecisos que nunca a estas alturas del partido. Uno de cada tres españoles llamados a las urnas no tiene claro qué va a hacer y si va a votar. En ese océano de indefinición (10,5 millones de votos se juntan en esa cesta) es donde quiere pescar de emergencia el candidato socialista prometiendo más dinero para empleo, educación y sanidad a cambio de subidas de impuestos para ricos, fumadores y bebedores. Con esa receta y los recortes que han aprobado los gobiernos autónomos del PP en servicios sociales para cuadrar sus cuentas, pretende Rubalcaba tirar de un carro lastrado con cinco millones de parados.

En la otra orilla, Mariano Rajoy se agarra al silencio y la quietud mientras reza para que los suyos no se metan gol en propia meta.

02 sep 2011

El PP conspira contra su propia corrupción

Por: José Manuel Romero

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Acto electoral donde intervino Mariano Rajoy y pagado supuestamente por empresas contratistas de la Comunidad Valenciana a través de la red Gürtel.

 

El caso Gürtel es la mayor trama de corrupción vinculada a un partido político conocida en la actual etapa democrática. Ni es un montaje de la policía, ni obedece a estrategias interesadas de la Fiscalía, ni Alfredo Pérez Rubalcaba ha tenido nada que ver en el caso, como mantiene sin rubor Federico Trillo, el experto jurídico del PP y ex ministro de Defensa sobre el que pesa la ignominia del caso Yak 42 (ordenó una repatriación tan urgente de los 62 cadáveres de militares españoles que se confundieron todas las identidades).

Sólo Francisco Correa y su imperio empresarial, edificado con la inestimable colaboración de numerosos dirigentes del PP, alcaldes, concejales, diputados autonómicos, consejeros y hasta presidentes regionales, manejó durante años un negocio basado en la prevaricación, la información privilegiada, el tráfico de influencias y el cohecho. Correa era el hombre que le montaba los actos electorales a José María Aznar y amigo de su yerno, Alejandro Agag, que le invitó a su boda junto a otros colaboradores de la red corrupta. Con esa base de sólida amistad, el corrupto jefe de la red Gürtel tomó impulso para extender su influencia por los gobiernos autonómicos de Madrid, Valencia, Castilla y León o Galicia, además de por una decena de ayuntamientos gobernados por el PP.

El sumario del caso Gúrtel, una trama de corrupción política investigada en distintas épocas por la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y el Tribunal Superior de Justicia de Valencia, acumula cientos de pruebas de los delitos cometidos por los empresarios y por los políticos. Por esa razón, un presidente autonómico (Francisco Camps); un diputado nacional (Jesús Merino), un senador y ex tesorero del PP (Luis Bárcenas); un consejero autonómico (Alberto López Viejo); un eurodiputado (Gerardo Galeote) dos diputados regionales (Alfonso Bosch y Benjamín Martín Vasco), y cinco ex alcaldes, dejaron sus puestos. No parece que puedan regresar.

Ahora, el juez Antonio Pedreira ha dictado un auto, que será recurrido por la Fiscalía Anticorrupción, donde archiva el procedimiento abierto contra Luis Bárcenas, el hombre que tuvo tratos durante años con Francisco Correa; el hombre cuyo hermano trabajaba en una empresa de Francisco Correa; el hombre con el que trataba Francisco Correa sobre todos los actos del PP hasta 2004, el hombre cuyas iniciales (en algún caso su nombre entero) apareció en los documentos incautados a la trama; el hombre que más se benefició de sus relaciones con la red, según la Policía y la Fiscalía. Pese a todos estos indicios, el juez Pedreira considera que las pruebas son insuficientes para mantener la imputación sobre Bárcenas por dos motivos fundamentales:

1.- El supuesto fraude fiscal consistente en no declarar a Hacienda los ingresos irregulares recibidos de la trama corrupta, caso de haberse producido, habría prescrito.

2.- El delito de cohecho, según establece el Código Penal, se refiere a “autoridad o funcionario público que, en provecho propio o de un tercero, recibiere o solicitare, por sí o por persona interpuesta, dádiva, favor o retribución de cualquier clase o aceptare ofrecimiento o promesa para realizar en el ejercicio de su cargo un acto contrario a los deberes inherentes al mismo”. Bárcenas nunca tuvo cargo público en la época dorada de la red Gürtel (era sólo gerente del PP). El juez se aferra a esa circunstancia para mantener que es imposible su imputación por cohecho. Si la trama corrupta le regaló viajes, llega a sostener  Pedreira, es irrelevante para el caso.

Bárcenas puede ser culpable políticamente pero no lo es judicialmente, de momento. El PP tendrá que decidir si le considera tan inocente en el caso de esta trama corrupta como para devolverle el acta de senador colocándole en las listas en las próximas elecciones generales del 20-N.

Y si, además, Rajoy considera que Bárcenas es el ejemplo de la inocencia de todos los dirigentes que han sucumbido a las investigaciones judiciales –o montajes político-policiales, según la mendaz teoría de Trillo- no tiene más que llenar sus listas de Galeotes, Merinos, López Viejos, Camps o Albondiguillas. La vuelta de los ex imputados o imputados a las listas del PP sería la mejor baza electoral con la que podría soñar Rubalcaba para intentar el milagro.

28 jun 2011

¡Que se abran ya las urnas, llega Rajoy!

Por: José Manuel Romero

A Mariano Rajoy le han jaleado incluso antes de su primera intervención, cuando cogió los papeles y paseó del escaño a la tribuna de oradores. Como si todos los políticos de la bancada popular creyeran que dentro de muy pocos meses, su presidente repartirá un inmenso poder en cientos de cargos públicos. Haga lo que haga, Rajoy tiene muchas posibilidades de convertirse en el próximo presidente del Gobierno ante el estrepitoso fracaso del Ejecutivo socialista en la gestión de la crisis económica.

El Apocalipsis entero cabía en los folios del discurso que Rajoy dedicó a la situación económica y a la capacidad del Gobierno para resolverla. “España está muy mal, la situación es calamitosa; hemos pasado de codearnos con los mejores al furgón de cola de los peores. ¿Hasta cuándo se propone Zapatero imponer a los españoles este calvario estéril y esta lenta agonía? “, resumió Rajoy.

Sin más novedad, intentó pasar casi de puntillas por el debate estelar del año a la espera de ocupar su puesto en el Palacio de la Moncloa cuanto antes y sin mayor desgaste. Tanta prisa tiene Rajoy por ser presidente que llegó a pedir  “que se abran ya las urnas”, saltándose el paso previo de la convocatoria de elecciones.

Ni siquiera el tono utilizado por Zapatero en sus réplicas consiguió alterar a Rajoy, que parecía el espectador aburrido de un drama con un final conocido. El presidente del Gobierno llegó a decirle que mentía, que ni sabía, ni se enteraba, ni le interesaba nada.

Pero a Rajoy le dio igual y al final de su intervención acabó deseando suerte al presidente del Gobierno y a su familia. Parecía una broma tanta galantería con un adversario enrabietado. Pero no lo era.

Un ejecutivo de Renfe aseguraba ayer, para justificar la supresión de una línea de alta velocidad que nadie utilizaba, que sentía dolor cuando un “tren paseaba chapa”.  Esta tarde, Rajoy ha paseado “palabras” por el hemiciclo. Si hubiera podido, se hubiera saltado esta estación en su viaje al Palacio de la Moncloa.

28 jun 2011

Un guiño a la izquierda que da aire a Rubalcaba

Por: José Manuel Romero

 

José Luis Rodríguez Zapatero reivindicó en su último repaso al Estado de la Nación como presidente del Gobierno todas las reformas aprobadas en la segunda legislatura para combatir la crisis económica y poner freno a la colosal destrucción de empleo que no cesa. Después de defender la reducción del gasto público aplicada en los dos últimos años; tras reconocer los escasos avances logrados en la batalla contra el paro y declarar que es necesario más esfuerzo colectivo para salir de la crisis, Zapatero se permitió algunos guiños a la izquierda que provocaron aplausos en la alicaida bancada socialista.

Algunos de esos guiños llevaban música electoral para que el nuevo candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, tome aire ante el mayúsculo desafío que le espera: mantener el poder en manos socialistas con todas las encuestas vaticinando una victoria aplastante del PP.

Uno de los guiños iba dedicado a los miles de ciudadanos que viven bajo la amenaza de embargo por no poder pagar sus hipotecas: “En las próximas semanas, aprobaremos nuevas medidas de protección de las personas sujetas, por imposibilidad de atender a sus compromisos, a procedimientos de ejecución hipotecaria, que serán compatibles con los imperativos de seguridad jurídica y de solvencia de las entidades prestatarias”.

Otro, a los millones de pensionistas: “Hemos suspendido, sólo por este año, la revalorización general de las pensiones”.

Un tercero, a los cientos de miles de indignados que se han manifestado por las calles de España: “Salvo expresiones minoritarias de violencia, absolutamente condenables e inaceptables, lo que hemos visto en las últimas semanas son manifestaciones, protestas y demandas realizadas al amparo de derechos democráticos. Forman parte de la fisiología y no de la patología de nuestro modelo de convivencia. Y reivindican el valor de la política”.

Un cuarto, a las víctimas del terrorismo, con un aviso a Bildu de que el Estado de Derecho no consentirá provocaciones.

Y un guiño general, que provocó el primer aplauso socialista tras 16 folios de discurso, sobre el mantenimiento de las políticas sociales en la difícil coyuntura de la crisis: “Todas las reformas necesarias, sí, pero no a costa de romper los equilibrios sociales básicos de nuestro mercado de trabajo o de quebrar nuestro modelo social y constitucional. A costa de eso, no”.

Aunque Zapatero admitió que el enorme problema del paro no está ni mucho menos en vías de solución, desgranó todos los datos que le permiten ser optimista (crecimiento de las exportaciones; creación de empleo en el sector servicios por dos meses consecutivos; aumento del turismo como consecuencia de la coyuntura internacional…). Y acabó con un diagnóstico esperanzador. "Necesitamos seguir haciendo un gran esfuerzo colectivo, con plena conciencia de que está en juego nuestro bienestar para las próximas décadas. España va a superar una prueba dura, en un contexto europeo e internacional muy complicado. Hay que llegar hasta el final. Y sabremos hacerlo".

 

Sobre el autor

lleva años metido
en el empeño de contar las cosas que pasan y que
más pueden interesar a la gente. Aunque ahora existen
más instrumentos útiles para acorralar a la verdad,
cada vez la siente más esquiva. No le importa ser
molesto siempre que gane
el interés general.

Sobre el blog

Relato de la actualidad política, social y judicial basada en los hechos ciertos del pasado y en la compleja realidad del presente.

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