Despedir a un hermano

Por: | 22 de abril de 2007

El viernes por la noche estábamos cenando, familiares, compañeros del periódico; había terminado una semana en la que se alternaron las alegrías y las conversaciones, los fracasos y los silencios; la vida misma.

Por la tarde de ese viernes tuve un encuentro muy especial, con un hombre extraordinario, del que me había hablado Antonio Muñoz Molina, Norman Manea, escritor rumano que vivió la terrible represión en su país.

Le hice una larga entrevista, en el Hotel de las Letras. Él debió desconcertarse un poco, porque aunque el hotel lleva un nombre tan abierto y rimbombate, el Hotel de las Letras, nos resultó dificilísimo encontrar para él un lugar en el que pudieramos estar a gusto, conversando; nos echaron del restaurante, porque estaba cerrado (¿cerrado?, nosotros pudimos acceder) y luego nos echaron de un espacio hermosísimo ("¿quiénes le han dado permiso?"), hasta que un señor muy amable, el director general, nos acogió en la biblioteca del lugar, en el menos 1 del edificio.

El problema con la biblioteca es que es también centro de internet, y allí había unos señores que debieron quedar hartos de que unos intrusos vinieran a perturbarles sus correspondencias cibernéticas. Pero, al fin pudimos hacer la entrevista, y en el curso de la misma Manea me contó una historia escalofriante, que remite a la película La vida de los otros, pero que tiene mucho que ver con la vida, con la que vivimos aquí bajo la dictadura y con la que se ha vivido en todas las dictacuras.

La dictadura rumana le puso a Manea un vigilante, que resultó ser su amigo más íntimo; a este amigo le hicieron firmar un papel de confidente, y de esta manera le aseguraban tratamiento para su padre, enfermo gravísimo. Pero no pudo ocultarle a Manea esa despreciable ocupación. Durante años Manea y su amigo compartieron confidencias sobre las confidencias que este último le pasaba a la policía... En la entrevista, que imagino que pronto saldrá en el periódico, él explica con detalle este desastre que vivió y que queda en su memoria como una perplejidad y como una herida.

Y después de esa entrevista me fui a la cena; la casualidad me persigue, así que allí, en el restaurante, estaba también Manea, con su mujer, cenando con Elvira Lindo; se conocen de Nueva York, y entre todos los restaurantes de la ciudad de Madrid yo recaí en el que ellos estaban.

Después de los saludos me fui con los compañeros y con los familiares; de pronto, en medio de la algarabía de los viernes sonó el teléfono de uno de los compañeros. Su cara denotó en seguida una tragedia, que pronto fue una tristísima noticia. Había muerto, de infarto, el marido de una compañera de trabajo. Ensombrecidos por la noticia, ya la vida se fue haciendo como si encima hubiera una nube; ayer estuvimos en el tanatorio de La Paz, tratando de reconfortar a la compañera y a su gente, y esta mañana hemos estado allí otra vez, en medio de la tristeza de ese sitio, acompañados de una primavera espléndida, dispuestos a acompañar a los doloridos en la ceremonia del adiós.

Como en el tanatorio no hay espacio para las despedidas laicas, nos llevaron a la capilla. Y allí el hermano del fallecido explicó qué íbamos a hacer. Ibamos, decía, a despedir a un hermano, y él no sabía cómo se hacía eso. Y lo hizo con una naturalidad extraordinaria, civil, moral, humana, una naturalidad que a mi me sobrecogió. Dijo de su hermano muerto, el menor de los hermanos, que había sido pacífico y rebelde, y le dejó luego la palabra a los hijos; entre lágrimas, contaron también sucesos de la vida (la hija, Mónica, bióloga, dijo que les había enseñado a vivir, y lo seguirá haciendo) y del humor y de la alegría de vivir.

Pocos minutos después nos despedimos todos, bajo un sol que reclamaba de la vida una felicidad difícil; cuando despedimos nunca sabemos cómo hacerlo. Esta gente, el hermano, los hijos de Jacinto Pérez Iriarte, periodista, supieron decir adiós como si lo dijeran desde dentro. Ahora estoy en casa, escribiendo, pensando, imaginando cómo es el dolor de despedir. Ya uno ha despedido mucho, pero siempre el dolor es inédito. A la compañera Julia Luzán, que se queda tan sola, le queda la solidez de su familia, la que despidió hoy al hermano.

Hay 23 Comentarios

Que conmobedora esta historia. De hecho a un amigo muy cercano le paso lo mismo hace poco tuvo que despedir a su hermano que amaba y tenia muy buena relacion con el. Pienso que estas situaciones son las mas dificiles de manejar.

Las despedidas siempre son dificiles pero muchas hacer el duelo de que perdemos a alguien y no lo podremos volver a ver es un proceso y una prueba por la que todos debemos pasar en algun momento.

Miprimo una ves estuvo reunido con éste exitoso hombre y escritor, el me dijo que es demasiado talentoso, por esta razón yo estoy muy feliz leyendo acerca de él.

Hola... Yo tengo un solo hermano llamado Espartaco Tedeev, nacido en 1967, que actualmente está con su residencia familiar en Vladikavkaz...
Pero lo quiero mucho ....Gracias

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es una de las ocaciones en donde no se que decir?? no hay palabras para calmar este dolor! solo Dios con ayuda del tiempo son capaces de ayudar a soportar tal carga!

esto es algo para lo que nunca se esta preparado!por largaque sea una agonia! el dolor siempre estara ahi!solo el que ama es capas de sentir esto de esa forma!

que dificil! pero es la tura y triste realidad! es por eso que tenemos que aprobechar para decirle a las personas que queremos! cuanto es esto en realidad!

esto es trajico! no se lo deseo a nadie! ni a mi peor enemigo! pero tenemos que comprender que la muerte es parte de la vida!

esto es como sacado de una pelicula! eso que crees que solo en ellas pasa! y cuando lo vives deesa forma deja huellas muy profundas

No tenía ni idea de aquello que llamaban la 'mejoría de la muerte' y la alegría que llegó cuando su aspecto mejoró de modo ostensible; color rosado en las mejillas, una amplia sonrisa que desterró aquel gesto cansado y doliente e incluso, la posibilidad de pasar al otro lado a abrazarle.

El otro lado de la habitación aislada, una burbuja de película a la que él, particularmente no podía acceder por haber sido donante.

Qué mágico que lleve su mismo grupo sanguíneo una vez la médula comienza a funcionar pero que, "despacio, aún quedaba tiempo para derrumbar aquel cristal" de la puerta grande, distinta. Una puerta con un ventanal inmenso por el que se entraban los regalos antes de 'desinfectarlos'. Tebeos, juguetes, alguna cinta de vídeo...

Y la enfermera que no avisaba de tal fenómeno no correspondía con los comentarios del hermano; 'me siento muy bien', con un apetito renovado y ganas de salir a la calle.

A la mañana siguiente llamó el padre al mayor que reposaba en una habitación del hospital, en un sofá donde se echaban cabezadas. Fue con tal urgencia que llegaron a tiempo. El hermano, agitado, pronunciaba sus últimas palabras; 'papá, no me dejes morir'. Y rápido oscilaron sus ojos como hacia adentro, perdiendo brillo, el blanco casi amarillo y una hinchazón en las manos aunque esto fuera quizá anterior.

No hay nada más subjetivo que el diagnóstico de una defunción realizado por un ser querido. Pero la secuencia fue dramática. Unos tubos por la boca para desalojar algo oscuro de los pulmones.

La leucemia desde sus seis años de edad no había acabado con la ilusión, la esperanza, tras incontables sesiones de radioterapia, punciones sin anestesia, idas y venidas al hospital, cambio de turnos que hay que trabajar por la tarde si el análisis es por la mañana - los padres- y la inevitable recaída. Al final, una ayuda de los compañeros para un viaje.

El hígado destrozado no ayudó ni lo más mínimo.

Una diferencia de año y medio entre hermanos. Se fue el pequeño.

Los trozos de piel por el suelo. (¡Se le caía la piel de la cabeza, se le había tostado!). Y en esa escena de locura, un padre lloroso recogía y guardaba en la cartera con sus nervios y el gesto dislocado. Se derrumbó. A la madre le pasó después.

yo diria que esto suele ser un hasta luego! estoy deacuerdo con que solo se muere cuando se olvida!

nunca pude ser apegado a mi familia! no se porque ! talves simplemete no me gustan las personas interesadas y cosas asi! pero mi mejor amigo!mi hermano! ojo de sangre no somos nada!el me dobla la edad! es una persona como pocas en el mundo! es mas que un familiar! es el padre y el hermano que nunca tube! cuando el muera,morira una parte de mi!

cuando se ama! simplemente no se olvida! el amor no se puede olvidar! solo se muere cuando se olvida!

Toda pérdida lleva implicito el apego que tenemos.

Sergi Codonyer

Desde el frío anonimato de no conocernos te mando un caluroso abrazo. Yo soy así, de mucha hablar y escribir, pero cuando me quedo sin palabras, abrazo.

Si que es cierto, y como en "la vida de los otros", en la vida misma se entrelaza los signos postivos y los negativos.

De los problemas surgen las ilusiones... y de una gran odisea quedan los agradecimientos y las huellas que mientras se recuerden vivirán para influir.

Ojalá aprendamos a reivindicar a los HGW XX/7

La historia que nos cuenta de Manea es una historia de amistad en toda regla, en las duras y en las maduras; y de como las duras se hacen menos duras y más maduras entre amigos.

Es una historia de confianza mutua, y no debió ser nada fácil mantener la confianza en situación tan complicada. Mirar para atrás y encontrar entre tanta miseria esa luz debe iluminar la “fe” en la vida.

Y cuando se vive así, con más luces que sombras las despedidas tienen menos posibilidades de ser sombrías y más de ser dulces, dulcemente tristes

Hay que ver, cuando se sabe mirar, las cosas que se encuentran.

Gracias otra vez por la historia.

Y más inédito cuando se te muere la persona con la que has crecido, con la que descubres la vida, con la que engendras. Porque el dolor de la muerte es un dolor compartido cuando los que nos dejan un poco más solos son los padres, los hermanos, los amigos, y al ser compartido puede ser un dolor comunitario pero cuando lo que se te va es la otra parte de ti, la otra mitad, que es finalmente en los que se transforma la persona con la que has compartido vida, entonces si el dolor es único y desconocido. Y entonces ¿cómo hacer?...
Ay! Juan Cruz, se nos ha puesto el alma un poco encogiíta...

A mi me paso recientemente;se me ha muerto un amigo, que nos conocimos siendo los dos ya mayores.Coincidimos trabajando fuera de España,bastante lejos.Como eramos los dos unicos españoles,hablabamos mucho del pasado politico;especialmente de los años duros del franquismo , de la ilusion de la transiccion y del momento politico que estaba viviendo España.Era el momento que a Bill Clinto le atacaban,sin piedad,un fiscal obsesivo por la "mamada".Comentabamos los editoriales y articulos de opinion de sesudos profesores en el Wall Street Journal.Recuerdo una editorial que nos dejo perplejo cuando recomendaba a Bill Clinto hacerse observar por un psicologo o psiquiatra.

Al recibir la noticia de su muerte subita,se me helo el alma.Fue a traves de un mail,escrito con muchas horas de diferencia;yo lo recibi de madrugada.

Sali a pasear a un parque y fui incapaz de valorar que momento de nuestra amistad,fue el mas importante.

Solo se, que si se ,que fue un hombre que valoraba la amistad y fue muy agradecido.Recuerdo, cuando hablabamos de alguien conocido su valoracion en funcion del agra o desagadecimiento,Echabamos mucho de menos aquello de ......es de bien nacidos ser agradecidos.

Adios amigo del alma

"Ya uno ha despedido mucho pero el dolor siempre es inédito".

Frase bellísima y certera, Juan.

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Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

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