Mariano Rajoy parecía en la tele un autor primerizo que le da la razón a cualquiera de sus entrevistadores. Invitó a algunos de ellos a encontrarse con él para aclararle mejor las cosas, pero dejó casi todo a media luz.
¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.
Juan Cruz es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.
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Mariano Rajoy parecía en la tele un autor primerizo que le da la razón a cualquiera de sus entrevistadores. Invitó a algunos de ellos a encontrarse con él para aclararle mejor las cosas, pero dejó casi todo a media luz.
Soy del Barça desde niño; se escuchaban mejor en mi pueblo de Tenerife, el Puerto de la Cruz, las ondas que venían de Barcelona que aquellas que procedían de Madrid, y me pasé la infancia y la adolescencia oyendo las radios en las que mandaban Federico Gallo y Jorge Arandes. Mis locutores deportivos eran Miguel Angel Valdivielso (el que le daba voz, también, a Woody Allen) y José Félix Pons, y mis futbolistas adquirían, en sus voces, la categoría de héroes.
18 de abril.
Los años, un día marcado en rojo, o en verde, el color de los cumpleaños o de la vida. Ahí está puesto, como un banderín o como una bandera, como un prado por el que corre una niña que lleva en la mano unos guantes rojos, el frío en la cara, aterida y riendo, le acaricio el pelo, y ella ríe y vuelve a correr como si no hubiera tiempo, como si ese fuera el momento en que ya aprendió a correr. Luego vuelve con una bola de nieve en la mano y me la ofrece como si me estuviera dando un alimento o un saludo.
Una amiga que vive en Estados Unidos me ha enviado anoche una carta en la que expresa su horror sobre lo que ha ocurrido en Virginia, ese tiroteo criminal e inútil, como todos los tiroteos. Al final de su carta espantada, esta amiga me dice: "Ojalá mi niño vaya a estudiar a España y un día vaya a recoger un premio Max de teatro".
Comencé a leer Mira si yo te querré, de Luis Leante, último premio Alfaguara de novela; tuve que intervenir, con mucho gusto, además, en el acto de entrega del premio, y observé la sorpresa de los periodistas, e incluso del jurado, de ver premiada la novela de un escritor que no conoce ni Dios. En el mundo de los premios literarios, donde lo habitual es que ganen los que ya lo ganaron todo, que un nuevo escritor emerja no sólo es una noticia sino que es una buena noticia.
La película La vida de los otros mantiene durante toda la sesión la sensación de la culpa, como si desde la pantalla nos estuviera preguntando la historia: ¿Y tú qué hubieras hecho?
Es uno de los grandes fabuladores que tiene la lengua española; sus libros componen, todos juntos, una memoria en las que se mezclan la historia personal, el humor, la capacidad para contar y una memoria minuciosa al servicio del detalle y de la vida. Y de la risa. Es uno de los escritores más felices que conozco como lector y de los más melancólicos que he visto como persona. Alfredo Bryce Echenique. Un gran tipo.
Esto de que los catalanes no dejan hablar en castellano es cíclico, como las serpientes de verano. Quien lo inventó en la era moderna fue Luis María Ansón, a principio de los años ochenta, para hacer más notorio su periódico de entonces, del que él reniega ahora.
Acaba de cerrar en Madrid el restaurante que llevaba el nombre de la barca con la que Carlos Barral recorría las costas de Cataluña, viajes que le sirvieron para escribir un libro precioso, Catalunya desde el mar, que tiene ediciones en catalán y en castellano. Tengo el orgullo de haber sido su impulsor en castellano, en la editorial Alfaguara. El capitán Argüello. En el restaurante, que abrió Danae, la hija de Carlos, había algunas fotografías del editor cuando era un niño; ahora que he releído sus memorias he recuperado la imagen escrita de esas fotografías, y cuando me llega la noticia de que ese centro que conservaba en esta ciudad nombre tan señalado de la mitología de la costa catalana, esas fotos vuelven a mi como regresan los recuerdos que uno no vivió pero que parecen propios.
En el vuelo 5091 de Spanair, Tenerife Sur-Madrid viajaban ayer a las tres menos veinticinco de la tarde 214 pasajeros que de pronto se convirtieron en opacos. Hicieron el trayecto, que abordaron veinte minutos más tarde de lo anunciado, en correcta formación, atendieron muy cumplidores todos los requirimientos de una tripulación amabilísima, y se dispusieron, al final del trayecto, a recoger los equipajes.
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