"Somos el olvido que seremos". Ese verso, que él creyó que es de Jorge Luis Borges, y muy probablemente lo sea, es el arranque del último libro de Héctor Abad Faciolince, escritor colombiano que ahora vive en Berlín por una temporada que se le acaba. El libro se titula El olvido que seremos y es una de las grandes obras que he leído en los últimos años. Escritor sabio, capaz del ritmo en una prosa que está repleta del sentimiento de la autobiografía, Héctor describe la historia de su padre, que fue asesinado en 1987 por los paramilitares colombianos. Ese sentimiento autobiográfico, que a veces paraliza, alcanza en la prosa de Héctor los niveles de la confesión y de la poesía, junto con una rapidez literaria que le da una enorme altura; jamás cae en la autocomplacencia del dolor, y se permite incluso el humor, el buen humor que debió haber en su familia incluso en los tiempos oscuros.
Ese libro me golpeó muy fuerte; Héctor siempre ha sido para mi uno de esos grandes escritores colombianos que parecen tener dentro de sí como el motor de la prosa combinada con la música y con la poesía. De la estirpe de Fernando Vallejo y de Gabriel García Márquez, y de William Ospina, es capaz de grandes hazañas narrativas incluso en los textos más urgentes, en la prosa periodística.
Me escribió en julio, en medio de uno de los meses más terribles de mi vida reciente, y no le respondí, aunque en mi alma me hice eco de su carta. El otro día, mientras hablaba con la persona con la que almorcé y luego me dijo que yo no aparentaba la edad que tenía, recordé que debía llamarle en algún momento. Y apunté su nombre como una de las tareas que debía cumplir ayer mismo. Por la tarde, mientras trataba de leer los mensajes del blog, en medio de dos adolescentes que chateaban en un ciber que se llama Planet fun, aquí, en San Sebastián de La Gomera, sonó el móvil, apareció un número desconocido y era Héctor. Maravillado por la sopresa, salí a la calle, dejé el correo y le conté la estupenda coincidencia. Intercambiamos impresiones, él me pidió algo que puse en marcha y yo le prometí un envío que esta misma mañana mi amiga Natalia me está haciendo el favor de cumplimentar.
Estas coincidencias, decía Héctor, sólo indican que estamos en el camino de las personas que queremos, y que el recuerdo es tan fuerte que a veces se verifica en llamadas que han sido preparadas o deparadas por un destino que alguien maneja desde algún lugar que uno sólo podría identificar con la palabra memoria o con la palabra poesía, que más o menos vienen a ser lo mismo.
Ah, y en cuanto a los versos cuya autoría ha despertado una polémica en Colombia. Seguro que alguno de nuestros bloggers tiene una clave. ¿"Somos el olvido que seremos" es un verso de Borges o no? Seguro que aquí hay una respuesta para Héctor.