Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

Y mandó a parar

Por: | 19 de febrero de 2008

La noticia de que Fidel Castro deja de ser presidente de la República de Cuba no era inesperada, pero se instala ahora en la conciencia y en la memoria de gente de muchas generaciones como la expresión de un suceso que culmina un camino lleno de curvas. Representó la ilusión, después representó la incertidumbre, luego fue la decepción y ahora se había instalado en un compás de espera que también retenía la respiración de la gente de su país. Muchos hemos disfrutado o sufrido de las distintas etapas; ahora ya nos iba siendo indiferente, porque el entusiasmo con que lo acogimos hace cincuenta años hace rato que se fue diluyendo. Que ahora deje el cargo abre, por otra parte, una etapa nueva en su país. Un país que aquel viejo entusiasmo convirtió en un país de todos nosotros que llegó a representar los anhelos de un continente y de varias generaciones. Luego lo pinchó el alfiler que usan los hombres para hacer aire, y aire desengañado, los sueños colectivos.

Brindis por Fernando

Por: | 19 de febrero de 2008

Llegué tarde al homenaje a Fernando Fernán-Gómez en el teatro que lleva el nomnbre del gran personaje de las escenas, pero todavía estaba hablando el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. Yo no sé por qué los anfitriones hablan tanto en los actos que no protagonizan directamente. Cuando acabó de hablar el edil, apareció en la escena del teatro la famosa foto que tomó Emma Cohen en Roma; el actor se tomaba el desayuno, leyendo el periódico, y una paloma apareció a curiosear en la mesa; Fernando la miró con ternura, Emma disparó su cámara, y ahí quedó esa imagen que también estuvo en el Teatro Español cuando allí estuvo instalada la capilla ardiente; y ante esa mirada los actores que anoche le rendían homenaje levantaron su copa para brindar por él, por su memoria, por lo que hizo en el cine, en el teatro, en la literatura, en la memoria y en la vida. Nuria Espert, José Sacristán, José Luis Gómez, Blanca Portillo, Fernando Guillén, y así hasta quince o dieciséis herederos o colegas fueron leyendo poemas, textos hechos para ser representados, eróticos, irónicos, sarcásticos. De pronto, la distancia feroz de la muerte se acortó hasta niveles milagrosos, y apareció aquel hombre socrático, adolescente, maduro, hecho para romper y para construir, y nosotros nos fuimos con el desconsuelo de que gente así surge sólo de vez en cuando, a lo mejor está surgiendo, o surgió ya, pero como Fernando Fernán-Gómez es muy difícil que crezca otra yerba. Hacía frío en la calle, el invierno se hizo para el frío. Acaso la vida es el invierno.

El simple arte de escribir

Por: | 18 de febrero de 2008

Hace algunos años descubrí un libro, El simple arte de escribir, de Raymond Chandler, un conjunto de cartas y ensayos literarios publicado por Emecé con traducción del escritor argentino César Aira. Desde entonces lo leo con mucha frecuencia y es el libro más subrayado de mi biblioteca. Chandler escribía con la libertad de Juan Carlos Onetti; y era, además, uno de los autores favoritos del escritor uruguayo. El libro tiene una frescura que mantiene la espontaneidad con que fue escrita esa correspondencia; da mandobles a la vanidad literaria y a los egos revueltos que ve alrededor, a la industria del cine, a los otros guionistas (pues él fue un guionista muy reconocido, y muy acosado, del cine americano). Aquí les dejo una reflexión del 20 de noviembre de 1944, en una carta a Charles Morton, editor con el que se escribió muchísimo: "En realidad nunca tuve un impulso muy fuerte por escribir ficción, que se está volviendo más y más un pseudoarte. (...) Pero ustedes tienen una obligación también. Esto es, evitar la escritura pomposamente mala y la clase de tedio que se produce cuando se deja que unos imbéciles flatulentos pontifiquen sobre cosas de las que no saben más que el vecino, si es que saben tanto".

¿Kosovo? Estuve en Kosovo, y en otros lugares de Yugoslavia, a finales de los ochenta, después de la muerte de Tito. Se percibía una atmósfera sangrienta, difícil,que luego ya se hizo concreta, dura, irreversible en su dureza. Ahora se enciende una nueva mecha. A ver qué pasa; a mi memoria han venido imágenes tristes de aquellos días, como una nube que amenazara un diluvio perverso. Que no ha cesado.

Hace un día horrible, la nube es gris, persistente, total. Febrero. Es curioso, un día así hacía en Kosovo, cuando estuve.

Marisa y Pablo

Por: | 17 de febrero de 2008

Marisa Flórez y Pablo Ordaz han estado una semana con José Luis Rodríguez Zapatero y el resultado de ese seguimiento --Juan José Millás bautizó estos trabajos con el nombre de Sombra, y ya se han quedado así-- aparece hoy en EL PAIS, que anuncia para el próximo domingo una sombra igual con Mariano Rajoy. Marisa es de la primera hora en el periódico, ha hecho fotografías memorables prácticamente de todos los líderes políticos españoles --¡y ha hecho muchísimo más!-- y Pablo es una incorporación mucho más reciente, su último gran trabajo fue sobre el juicio de contra los culpables del 11M, del que además surgió un libro. Ambos representan, cada uno a su manera, una envidiable manera de abordar la profesión, con entusiasmo, mesura, competitividad, son una mirada propia, adiestrada, sobre la realidad y sobre la gente. Para contar hay que mirar, y la mirada de los dos, cada uno a su manera, se ve aquí tan nítidamente como se ve la mirada de Zapatero y los suyos. Este trabajo que han hecho requerían de todos esos elementos propios del periodismo, y sobre todo la nobleza de la curiosidad, y además precisaban de atención y de sentido del humor, que es una especie de sentido del equilibrio. Y había algo más que debían tener en cuenta: al ser íntimo el retrato que saliera de ese seguimiento, al ser íntimo y sin embargo público, tenían que quedarse en el umbral de las confidencias, integrarse sin mezclarse en el asunto tratado. La escritura de Pablo y las fotos de Marisa son una combinación que se corresponde con la vieja ambición del periodismo: darle a los lectores la sensación de que ellos también estuvieron allí.

El precio del limón

Por: | 16 de febrero de 2008

Estuve en Arco a mediodía y por la tarde, en el coloquio que organizó EL PAIS. A mediodía quise comer en algún sitio, pero todo estaba lleno, de modo que tuve que irme con mi acompañante a un restaurante de las afueras de Madrid. Vi obras de arte al pasar, alguna se quedó en mi retina, pero lo que más me sorprendió era la gente sentada sobre unas alfombras rojas que hay diseminadas en varios rincones del recinto donde se celebra la feria. Nadie ha dicho que esos son lugares para sentarse, pero la gente ha establecido que ese sitio es para descansar. Y allí están, con sus cafés y con  sus bocadillos y con sus botellas de agua, que es el emblema de la vida contemporánea desde hace algunos años. Hay pocos sitios para comer, pocos sitios para sentarse; donde se puede sentar uno es preciso acreditarse, o algo así; los guardias que vigilan la feria tratan al personal como si fuera ganado explosivo, te registran al entrar y al salir, por si has robado, y han decretado que la comodidad es mala para estar en el sitio. Por la noche, en el coloquio que llevó Antonio Muñoz Molina, Eduardo Arroyo se refirió a algunas de esas cuestiones --la de la seguridad, sobre todo-- pero sobre todo recordó sus dudas sobre la validez de Arco para sacarle partido al arte contemporáneo. Pero sobre todo los artistas hablaron, incitados por Muñoz Molina, de la educación para el arte, de la creación artística, de la relación de los creadores con el público, de los maestros, del presente, que siempre es el pasado, como bien dijo el novelista de El viento de la luna... Jaume Plensa habló de sus maestros: Baudelaire, por ejemplo, con el que nunca se tomó un café. Los maestros no están en la escuela, o no necesariamente, los maestros están en lo que se ve. El ojo se educa, dijo Guirao, hay que mirar. Hay que desacralizar los museos. Soledad Sevilla, Carmen Giménez, Sergio Prego, Calvo Serraller... Estuve oyéndoles con mucha atención, al lado de Elvira Lindo y de Cristóbal Toral, y me dediqué también a observar la heroicidad de los presentes: escuchar durante cerca de dos horas sentados en aquellos bellos bancos incómodos sólo se puede hacer porque lo que se oye es interesante. Que fue el caso. Cuando me fui me dio por acercarme a una galería alemana, o brasileña, a comprar catálogos de Cy Twombly, que es uno de los maestros de mi manera de mirar. Y me fui, a cenar a un italiano. Ha sido una semana dura, ahora estoy en casa, descalzo, he entrado a ver los blogs y algunos no están, este incluido, pero escribo, como si lo hiciera a ciegas. Algún día saldrá, o a lo mejor ahora mismo, y ustedes sabrán qué fue este día en Arco. Hace buen día, sol, Rita está en casa.

Insomnio, hambre, enfermedad

Por: | 15 de febrero de 2008

Estuve ayer en Arco, volveré hoy. Esta tarde EL PAIS organiza allí un Foro de Cultura, con la participación de artistas y críticos, moderados por Antonio Muñoz Molina. Ayer fue la inauguración con los Reyes, algo que siempre provoca una solemnidad exagerada y una seguridad acaso imprescindible pero muy molesta. Los guardias y otros vigilantes tratan a los que hacen fila junto a sus stands como si fueran posibles delincuentes prestos a saltar sobre la pareja real. Una mayor relajación no vendría mal, y yo creo que la aceptarían los Reyes de muy buen grado, porque, por lo que se les ve, ellos son bastante campechanos y no se niegan a departir con aquellos que les salen al paso. Jaume Plensa, el artista que protagoniza este año el stand de nuestro periódico, se quejaba de esa especie de nube de agentes que impedían que la gente discurriera con cierta comodidad en el recinto. Pero, en fin, pasarán los años y seguirá ocurriendo lo mismo. De lo que les quería hablar, precisamente, es de la obra de Plensa, una colección de zapatos usados en torno a una figura de una mujer, una inmigrante según su concepto, que lleva inscritas en partes de su cara las expresiones Hambre, Insomnio, Enfermedad, que son las que atribuyó Oscar Wilde a las consecuencias de vivir, como él vivió, dramáticamente, en la cárcel de Reading. Esas palabras son las que hoy signan, según Plensa, la vida del emigrante en todo el mundo, y aquella mujer que aparece en medio de los zapatos viejos es un símbolo de esos millones de personas que hoy viven el drama de ser rechazados. Esa instalación, que impresiona por su sencillez y por su dramatismo, por su metáfora, me llevó a hablar con Plensa del asunto que les proponía ayer, la emigración, y nos llevó a recordar El extranjero de Camus y ese poema, Requiem, que me sigue impresionando como cuando lo memorizaba de joven, leyendo a José Hierro. Luego ya estuvimos hablando de la seguridad y de la solemnidad, que parece que están juntas, y Plensa, que tiene mucho sentido del humor, recordó como símbolo de esta época, también, el título de esa canción, Antes muerta que sencilla. Pues eso, vivimos en una época en la que la sencillez se guarda sólo en el corazón de la gente cuando tiene miedo. Y la solemnidad es una cortina de humo con la que ocultamoslos verdaderos sentimientos. Antes muertos que sencillos.

Ah, me dio mucha alegría leer muchos de los comentarios ayer, y me dio una satisfacción particular que Ángeles Mastretta hiciera desde México ese apunte familiar.

"Si esto es un hombre"

Por: | 14 de febrero de 2008

Uno de los grandes poemas de la emigración, desde mi punto de vista, es ´Rèquiem`, de José Hierro. Es un poema y una música, una construcción sentimental cuya sencillez narrativa apabulla. Ahora que se hace demagogia sobre la emigración y se trata a los emigrantes como si fueran delincuentes potenciales, y se olvida, sobre todo en mi pueblo, en Canarias, que este país fue en esencia de emigrantes como aquel que protagoniza el poema de Hierro, volver a la literatura de la emigración reconforta y ayuda a entender la historia de los hombres y la historia del mundo. Hay un libro, Sefarad, de Antonio Muñoz Molina, que tiene ese latido sentimental, narrativo, hondo, que hallé una vez en aquel poema de Hierro, y que se encuentra en este libro al que volví anoche, ´Si esto es un hombre`, de Primo Levi, que sufrió la persecución nazi en los tiempos del reino de los fascismos. Ese libro me lo descubrió Muñoz Molina, precisamente, y luego fue parte de un montaje teatral de Mercedes Lezcano. Esta frase de la introducción de ´Si es esto es un hombre´vale por un eslogan que ahora habría que poner en las fronteras, y también en las fronteras mentales: "Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen, más o menos conscientemente, que ´todo extranjero es un enemigo`". Es un temor que la historia se ha encargado de confirmar, las sociedades que consideran que todo extranjero es un enemigo están condenadas a mirarse el ombligo y a enfermar por ello.

Entre perro y lobo

Por: | 13 de febrero de 2008

La contracubierta del último libro de Julio Llamazares le sirve al autor de pueblo sepultado, Vegamián, que ya no existe, para mostrar su autorretrato, como escritor, como persona, como periodista, es decir, como él mismo. En unas líneas, traza la explicación de su mirada, de su modo de estar en la vida, como ser recóndito, un paseante extrañado que ha tenido siempre en la silueta de la calle el lugar de su reposo; es un hombre de veredas, de ríos y de montes, y su mirada siempre ha sido consecuencia de esos derroteros. Ahora explica esa vocación de caminante, y lo hace aprovechando el espacio de la contraportada de ese libro último, Entre perro y lobo, que acaba de publicarle Alfaguara. Autobiográfico casi siempre, por ejemplo en Escenas de cine mudo, existencialista español en La lluvia amarilla, espectador de la memoria perseguida, en Luna de lobos, aquí es espectador de sí mismo, y se ve así: "Entre chien y loup (entre perro y lobo) es como llaman los franceses a esa luz indecisa del atardecer que se produce cuando el sol ya se ha ocultado pero la noche no se ha adueñado todavía de la tierra. Pero perro y lobo es también una situación: la del que está a medio camino entre la domesticación y la libertad, que es en la que yo me he sentido siempre". Es su definición, su retrato, y acaso es el retrato deseable, el que debería devolvernos el espejo cuando ya se tienen, y él los tiene, 53 años, aunque siempre parece que Julio es aquel que llegó de León a extrañarse de la ciudad más grande. Entre la domesticación y la libertad. Me han dicho que ha terminado su libro de las catedrales, que ha recorrido, entre perro y lobo, durante años, con la paciencia de un cazador de mariposas. Esperémoslo. Y lean, por cierto, a Julio, a los escritores de su generación, a cualquier escritor, a los poetas. Será la única manera de aguantar el volcán electoral que nos deparará esta campaña a la que le auguro la desgracia de la crispación. Un día, después de unas reuniones muy tensas, en 1932, Manuel Azaña escribió en su diario: "Estamos sobre un volcán". Yo tengo esa sensación estos días, una sensación de "atmósfera sangrienta", como decía Severo Sarduy cada vez que observaba desagrado a su alrededor. Preparémonos para exigir sosiego, o por lo menos una atmósfera que permita sentirnos entre perro y lobo.

"Hoy huele el día a gozo recordado"

Por: | 12 de febrero de 2008

Ayer estuve en La Laguna, una de las ciudadaes más bellas en las que uno puede vivir, y me recibió el poeta Arturo Maccanti con un verso magnífico de Jorge Guillén, que suena como un regalo feliz del escritor que un día dijo que el mundo estaba bien hecho (su hijo Claudio me dijo que fue porque acababa de dormir una siesta benéfica y se había despertado feliz). El verso que me envió Maccanti describe también un buen momento de Guillén y seguro que también valía para el día de ayer lagunero, una tarde un poco fría, estábamos en una laguna, pero despejada y nítida, como esos momentos magníficos que tiene esta ciudad que fue diseñada para que el mundo (iberoamericano) supiera cómo era la ciudad que se quería allí. El verso: "Hoy me huele el día a gozo recordado". Estuvimos en el Ateneo, que es una institución que mantuvo siempre la liberalidad radical de la ciudad y que es centro ahora, también, de numerosas actividades relacionadas con las ciencias sociales, con la cultura y con la política, y luego fuimos a cenar a un restaurante que se llama La casa encantada. Vinieron muy buenos amigos del Ateneo, estuvimos hablando de la vida y de la política, como es natural en este periodo preelectoral. Lo que no podían saber ellos es cuánta verdad encierra para mi, cada vez que vuelvo a La Laguna, ese verso de Jorge Guillén. Maccanti debía saberlo, por eso me lo envió.

El insulto

Por: | 11 de febrero de 2008

En los diarios de Manuel Azaña, que constituyen una obra de consulta útil para entender también la España de hoy, el político que llegaría a ser presidente de la República cuenta una visita que le hace José María Gil Robles, como representante político de la derecha, en los primeros momentos de su jefatura del Gobierno. Gil Robles le insultaba de manera grave y grosera en sus alocuciones públicas, pero le llenaba de halagos cuando le tenía cerca. Esa vez ya Azaña decidió responder a sus insultos con la indiferencia, y ni siquiera le tendió la mano. Ahora hay en los juzgados una querella por insultos de un político de la derecha, Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, contra un locutor de la derecha, o de la extrema derecha, Federico Jiménez Losantos. En EL PAÍS de hoy José Antonio Hernández recoge algunos de esos insultos, sobre los que van a testificar (a favor del periodista) algunos importantes miembros de la cúpula del PP y otros periodistas de su propia tertulia. Es interesante seguir este juicio porque puede dejar tras de sí alguna teoría jurídica sobre esa confusión tan española entre la crítica y el insulto. Sí hay frontera; insultar no es gratis, y el insulto no forma parte de la libertad de expresión. Es otra cosa, es insulto, impedirlo no es censura, es higiene. Y la sociedad, en cualquiera de sus instancias, debe impedirlo.

El País

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