Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

Isabel

Por: | 30 de marzo de 2008

Para todos los que hemos trabajado con ella, Isabel, Isabel Polanco, ha sido la expresión de la delicadeza y el trabajo, la dedicación y la elegancia, el compromiso con los valores más radicalmente nobles de la vida, en el ejercicio de la profesión de editar y en la esforzadísima obligación de vivir. Hace más de tres años, en medio de la tarea ingente que ella se impuso en Santillana, le sobrevino un cáncer que afrontó con una entereza que agigantó para nosotros la figura que ya nos parecía grande, admirable. No desmayó nunca; en ese proceso, que fue doloroso, cruel, y que en un momento desgraciado se juntó con el padecimiento y el final de su padre, Jesús Polanco, a quien estaba tan unida, Isabel siguió ocupándose de la familia, de los amigos, de la empresa; disminuyó sus viajes, que fueron incesantes en los primeros años de su trabajo al frente de Santillana, pero siguió de cerca todas las iniciativas que ella había puesto en marcha y que renovaba constantemente, a pesar de los problemas cada vez más serios que le presentaba su mala salud. Cuidó siempre a los otros, a sus hijos, a los suyos, a sus amigos, a sus compañeros, aplicando las reglas más discretas, sencillas y radicales del amor y de la amistad; no fue ostentosa en nada, y tampoco en los afectos, que expresaba con esa discreción que los hicieron más hondos y más grandes. Su despedida es muy triste para muchísima gente; la simbolizo ahora en sus cuatro hijos, a los que dejó un ejemplo de fortaleza que ayer vimos todos cómo ha fructificado en ellos, en su marido, Alfonso, que con ella ha compartido esa actitud sencilla, discreta, en la manera de asegurar a los otros que siempre estaban ahí, atentos a la alegría pero sobre todo prestos a apoyar a los cercanos en momentos de zozobra, en su secretaria, Virginia, que durante todos estos años de su sufrimiento ha sido una amiga leal, fundamental para entender la seguridad con la que Isabel siguió desarrollando su trabajo, en medio de los tiempos oscuros, y en sus compañeros, inconsolables ayer, más solos ahora para siempre porque como muchos dijeron en estos casi cuatro años de tempestad, "Isabel era mucha Isabel".

En fin, una ocasión muy triste, la despedida de una mujer que significa mucho en la vida de nosotros, los que hemos trabajado y vivido con ella, y en muchos casos, seguro que en el mío personal también, los que hemos vivido gracias a su delicadeza manera de vivir con los otros.

Es difícil escribir en pasado de Isabel. Muy difícil.

Una hora menos

Por: | 29 de marzo de 2008

Tengo un aparato telefónico que me permite saber qué tiempo hace, en tiempo real, en muchas de las ciudades del mundo. El otro día Juan José Millás quiso saber qué tiempo hacía media noche en Oviedo. Generalmente miro qué tiempo hace en mi tierra, en Tenerife, y contemplo con cierta melancolía la presencia del sol, la temperatura primaveral mientras paso frío en Madrid. Esta mañana nos hemos despertado en Madrid con catorce grados, que seguirán aumentando; y mañana empezará el horario de verano, que suele ser para mi una de las experiencias más tonificantes del año, porque se prolonga la claridad y este fenómeno me transmite una energía especial, que siento cada año como una bendición. De momento, dormiremos una hora menos, pero a eso, al menos a esa expresión, una hora menos, estamos acostumbrados los canarios, y los portugueses, por cierto. Los gallegos también quieren tener una hora menos. La hora menos crea a veces ansiedad, si tu relación es con gente que vive con una hora más. Cuando estoy en Tenerife me gusta esa hora menos, cuando estoy en Madrid me acostumbro al tiempo avanzado. Pero la hora menos que más me estimula es esa que nos tacharán esta madrugada del horario. ¿Qué haría uno con esa hora que de pronto nos va a faltar como si no nos enteráramos?

La amistad por la noche

Por: | 28 de marzo de 2008

Anoche, después de la conversación del director de La Repubblica de Roma y del director de El País, el embajador de Italia organizó una cena en la que estuvieron algunos de mis mejores amigos de siempre, entre ellos mi maestro, Emilio Lledó, y Juan José Millás, a quien hacía bastante que no veía. Al final de la cena, Millás, Vicente Molina Foix y yo mismo nos fuimos a tomar una copa casi de madrugada, a un bar que hay frente a la embajada y que tiene, para nosotros tres, resonancias de lo que pasaba en esta ciudad en los ochenta e incluso en los noventa, cuando los días duraban muchísimo y estaban vivos y con nosotros noctámbulos esenciales, como Juan Benet o Juan García Hortelano. Como si de pronto la bobina del cine --de Cinema Paradiso, por ejemplo-- nos retrotrajera a aquellos años en que casi todo lo que venía era porvenir, conversamos, le sacamos a la literatura lo que ésta tiene de divertida, de chunga o de impercedera, hablamos de aquellos personajes que fueron el enganche espiritual y alcohólico de la noche, y reeditamos, sin decirlo, episodios muy densos y muy ciertos de amistad, aquella solidaridad que se hizo de noche y que seguía funcionando de día. Cuando les dejé, caminando cada uno hacia sus casas, yo mismo tomando un taxi para volver a lo que la madrugada exige de sueño, ellos regresando a sus libros quizá o a sus cines, que de libros y de cine están hechos Juanjo y Vicente, me quedé pensando en la amistad, este fenómeno irrompible que uno debe alimentar siempre como si fuera el primer vaso que nos dieron en la escuela.

Adiós a Pepe Comas

Por: | 27 de marzo de 2008

El hijo de Pepe Comas estaba allí, con su hijo de dos meses; y estaba Ana Lorite, su mujer; una familia emocionada y arropada ahora, en la despedida del patriarca, aquel hombretón extraordinario y feliz que hizo del periodismo y de Asturias la guía de la vida. Y desde el estrado funerario habló Amalia Sánchez Sampedro, amiga de Pepe. Al final sonó 'Asturias, patria querida'. El lugar estaba lleno de amigos de Pepe, de compañeros suyos. Fue hoy por la mañana, una mañana gélida de primavera, cuando dijimos adiós en Madrid a Pepe Comas, muerto en Berlín, miles de crónicas después, miles de alegrías después, cientos de miles de cabreos después, y después de millones de esperanzas entre las que siempre estuvieron en primer plano su gente, Asturias, el periodismo. Como si el tiempo también hubiera querido ser asturiano, amaneció en Madrid como si viniera el invierno, y se tiñó la despedida de los aires que él prefería, para comer, para conversar, una bruma aligerada y heladora en medio de la que se miraron las miradas que hubiera querido tener y sonaron los acordes de lo que más quiso. Amaya leyó algunos textos con los que Pepe fue contando a sus amigos más cercanos su guerra sin cuartel contra el linfoma que finalmente le ganó una partida a la que él plantó cara en la casa, en la calle, en los hospitales, hasta el último instante, exactamente hasta el último instante. Preocupado por los alrededores de la vida --el fútbol, la política--, tuvo como centros de su aspiración la de hacer felices a los otros, y el homenaje que dejó, en esos escritos que leyó su compañera periodista, Amalia, a su mujer y a sus hijos, quedaron ahí, en la ceremonia de esta mañana, como la despedida de un hombre apasionado que jamás dejó que la dureza de lo que ocurre le interrumpiera su capacidad de ternura. El rostro de la vida se va haciendo con espejos que se rompen, y en el trozo de los espejos rotos siempre está el rostro de uno mismo; cuando muere un amigo se rompe parte de uno mismo. Comas, periodista, un periodista cabal, se despide; la hemeroteca es sólo uno de sus testimonios. En su mirada grande, leal, noble, estaba lo mejor que nos deja.

España, Italia y la teoría de la relatividad

Por: | 27 de marzo de 2008

Vi el partido de fútbol entre las selecciones de España e Italia. Ganó España, gracias a un extraordinario gol del valencianista Villa; lo marcó cuando dominaban los italianos. Me recordó aquel chiste de Bryce Echenique, sobre el locutor que transmitía un Brasil-Perú. Poseído de su pasión peruana (¿peruanista?), el locutor acentuaba el juego de su equipo frente a la superioridad brasileña. Y en uno de los lances del juego explicó a gritos: "¡Avanza Perú, avanza Perú, avanza Perú...., gol de Brasil!". Pues España marcó cuando más avanzaba Italia, que tiró un balón al poste y estuvo más de una vez a punto de adelantarse en el partido. Pero ganó España. La teoría de la relatividad la inventó Einstein para explicar el fútbol, y por tanto la vida. Ahora los italianos creen (en el ámbito de la política, e incluso de la sociedad) que a nosotros nos va mucho mejor que a ellos, gracias a Zapatero, que allí es un héroe. Y sin embargo aquí consideramos que nos va fatal..., en gran parte por culpa de Zapatero. El otro día, en Milán, le conté a Umberto Eco mi admiración por Italia, que comparto con millones de españoles: Italia es un país creativo, apasionado, divertido, profundo...., y él me dijo: "Pero ustedes tienen a Zapatero". Zapatero ha sacado pecho, sobre todo en la campaña electoral: "Hemos superado a Italia". Así que allí creen que nosotros ganamos y nosotros también creemos que vamos ganando, pero que no es para tanto. Ahora bien, en cualquier momento el marcador se puede torcer, y puede ganar Italia..., en el fútbol y en la vida. De eso van a hablar hoy, imagino, el director de La Reppublica y el director de El País en el Instituto Italiano de Cultura, en Madrid, un lugar que a mi me lleva a recordar los mejores momentos de la movida madrileña (y española), en la que Italia (a través de ese centro cultural) tanto aportó. Ganó España, anoche, pudo haber ganado Italia; si se aplica la teoría de la relatividad al fútbol y a las comparaciones los orgullos nacionales se tendrían que poner en remojo. Y hablando de orgullos nacionales, ahí estuvimos viendo las fotos del presidente de Francia y de la Reina de Inglaterra, y el bolso de Carla Bruni. Por cierto, ¿imaginan ustedes qué lleva en el bolso la Reina de Inglaterra?

Razones de la alegría

Por: | 26 de marzo de 2008

José Luis García Sánchez, uno de los grandes e innumerables amigos de Rafael Azcona, recibió la noticia de la muerte de Rafael a mediodía; le llamó Susi, la esposa del gran escritor, después de la incineración; Rafael le había dicho que bajo ningún concepto debía decirlo antes de que ya no hubiera de él resto en esta vida. La llamada de José Luis fue conmovedora, íntima y tremenda: "Juan, teníamos un amigo con el que hemos sido muy felices, se llamaba Rafael Azcona". Me dio un estremecimiento. La noticia era temida, esta noticia es la más cierta, la más temida, referida a Azcona, referida a cualquiera de los vivos. La manera que tuvo de dármela José Luis tiene ahora, cuando ha pasado una noche desde el conocimiento de su despedida, un valor especial, esencial. Rafael nos dio a todos una gran felicidad, una extraordinaria alegría; en mi caso particular, era sin duda una de las razones cotidianas para mi alegría, una de esas esperanzas que uno halla para seguir viviendo con cierta felicidad, mitigada por muchas de las cosas que ocurren pero cierta, posible. Nos reuníamos una vez al mes, a almorzar, con un grupo de amigos; él estaba allí, siempre el primero; su charla era estimulante y generosa, jamás cotilleaba, nunca permitía los lugares comunes. Y le llamaba cada sábado del año, desde un sábado de junio de 1996, cuando le conocí. Nos llamábamos más, pero esa llamada de los sábados se convirtió entre nosotros en una tradición que cumplíamos pasara lo que pasara. A veces, a mediodía, si yo no le había llamado, él tomaba el teléfono: "¿Qué pasa, hoy no me vas a llamar?" Era una de las razones de la alegría, su generosidad, su disponibilidad, la sencillez con la que resolvía lo que a ti te preocupara, la humildad con la que escuchaba a los solemnes, la gracia con la que se refería a la actualidad, e incluso al futuro, la distancia con la que abordaba el pasado. Era un guionista,l como decía Elvira Lindo esta mañana en la radio, esa su naturaleza: ver las cosas complejas y simplificarlas, convertirlas en una imagen, hacerlas de todos inmediatamente. Nos hará a todos una falta sin fondo, uno no sabe lo que pierde hasta que lo pierde de veras. Una gran pérdida personal y colectiva, muchos estamos mucho más solos.

El amigo perfecto

Por: | 25 de marzo de 2008

Rafael Azcona era el amigo perfecto. Delicado, leal, hasta la muerte mantuvo una educación, una gentileza, una caballerosidad que se llevó consigo, como si su raza fuera única, la raza de Azcona. Jamás fue maledicente ni envidioso; fue un gran trabajador, un tipo genial que se burlaba de su propio genio; un escritor que tachaba, con su humildad, su trayectoria, un guionista que enseñó a mirar a varias generaciones de españoles. Un tipo espléndido que ahora ya nos hará una falta sin fondo, como si se nos hubiera desprendido del aliento la última vez que tuvimos esperanza.

Uno es de Borges, otro es de Cortázar

Por: | 25 de marzo de 2008

Cuando Zapatero hizo ministro de Justicia de su primer Gobierno a su amigo José Antonio Alonso hice una nota para el periódico sobre éste, sobre Alonso, Toño para sus amigos de la juventud leonesa, y hablé con algunos de los que le conocen bien. Me dijeron que su pasión era Julio Cortázar, y sobre todo Rayuela. Durante esta última campaña electoral le pregunté al amigo de Zapatero de la niñez, de la juventud y de ahora mismo, y no sólo su amigo sino su dentista de cabecera, Luis Martín Villa; me confirmó que de muchacho José Luis Rodríguez Zapatero siempre iba por ahí con el Libro de arena de Jorge Luis Borges. Y en Las Palmas, antes de su mítin allí, le regalé a Zapatero ese pequeño volumen de parte de Martín Villa. Uno es, pues, de Cortázar, y el otro es de Borges. No son incompatibles. A Borges le gustaba Cortázar, a Cortázar le gustaba Borges. Uno representa la noche y el otro representa el día; Borges es el deslumbramiento y Cortázar es la paciencia de la noche, la esperanza de que antes de la madrugada se produzca un milagro, o una idea. Borges busca la idea pacientemente, como quien la quiere encontrar dentro de una piedra, y la atraviesa hasta hacer compatible lo oscuro con la claridad. Son amigos, y sus literaturas, las que prefieren, son amigas, si se me permite la expresión. Pues por ahí van ahora estos dos adeptos de uno y de otro, cabalgando juntos, hasta que un día, acaso, el uno suceda al otro, pues como Gordon Brown sucedió a Tony Blair, en el entreacto. Es mucho suponer, pero a Borges le hubiera encantado especular sobre esta relación. Y Cortázar los hubiera puesto a fumar en un club de jazz hasta que se les ocurriera cómo superar lo peor de la noche.

Ah, una idea para Maririu y para Tondike, con todos mis respetos: intercámbiense sus direcciones y escribanse también privadamente, pero no monopolicen el blog, que queda un poco raro contemplar esa estadística que ayer tuvo la paciencia de hacer Ernesto Allende Cafrune.

"Esta profesión es capaz de cargarse hasta la pena"

Por: | 24 de marzo de 2008

Volver a empezar. Ahora comienza otro curso; la campaña electoral, las elecciones pripiamente dicha y luego, inmediatamente después, la Semana Santa han tenido la apariencia de un verano rápido, que ha desembocado en un curso nuevo. Un curso político, y no tan solo. Un curso vital: dentro de nada cambia el horario, la última semana ha sido fría, en algunos lugares, como en Madrid, bastante gélida, y ahora empieza a mejorar el tiempo. Es posible que en algún momento llegue el verano, y lo que hasta ahora ha sido mustio quizá reviva como las plantas que todavía duermen. Esta mañana me he despertado, sin embargo, con la sensación de que no han pasado todos esos acontecimientos, políticos, climáticos, sino que han pasado cuatro años, cuatro años pesados, contundentes, difíciles y broncos. Algunos medios están devolviendo a la mesa de limón de la vida el 11M, que fue asunto en la mayor parte de la anterior legislatura, y que regresa en las lenguas interesadas de los que no quieren que el juicio y la sentencia tengan la validez final que la sociedad también ha asumido. Escuchando y leyendo este regreso al pasado, a los gritos y susurros del pasado, me he acordado de una frase que leí en La Contravida (Philip Roth, Seix Barral, trad. de Ramón Buenaventura) que musita el escritor Nathan Zuckerman antes de una ceremonia religiosa fúnebre, aquella en la que se despide a su hermano Henry. "Mientras entraba en la sinagoga, con Carol y los chicos, [Nathan] pensó: ´Esta profesión es capaz de cargarse hasta la pena`" En ese caso, Zuckerman se refiere a la literatura. Pongan ustedes periodismo, apliquénla a los casos que les vengan a la mente, y vean qué aplicaciones tiene cada día esa expresión desencantada, "Esta profesión es capaz de cargarse hasta la pena".

Enhorabuena por su programa

Por: | 23 de marzo de 2008

La muerte de Pepe Comas me dejó muy tocado, ayer, mientras trabajaba, y decidí dejar Tenerife, volver a Madrid, ya no tenía la tranquilidad suficiente como para seguir junto al mar, escribiendo, leyendo. La muerte de gente que has querido marca dentro de uno una muesca nueva, de dolor, de tristeza, como de urgencia sobre el tiempo propio; yo le decía a un amigo que era como si se rompiera un espejo y tú te vieras también reflejado en los pedacitos. Y después, cuando ya había terminado de hacer el equipaje, y ya el ordenador estaba en la maleta, me llamaron del periódico otra vez, había muerto Alejo García. Le conocí menos, le escuché mucho. Como dice hoy Luis del Olmo, con Eduardo Sotillos uno de sus grandes amigos, fue el que `legalizó` el PCE en España, aquella Semana Santa. Aquella urgencia de Alejo, que fue un hombre pausado en el micrófono, insistente, popular, abierto, representaba en cierto modo la urgencia española, un fenómeno de esa época que tenía que ver también con la edad que tenía el cambio. Alejo se acercó al micrófono como si viniera de la otra época, habiendo tachado una realidad y explicando otra que se abría; porque la legalización del Partido Comunista de España era un símbolo del final de un régimen; fuéramos o no fuéramos comunistas, aquella noticia tenía una importancia capital, y a Alejo le tocó, con aquella respiración de urgencia, darle el aire de una metáfora. Él fue luego quien abrió los micrófonos al oyente, y los oyentes le saludaban siempre con esta letanía: "Enhorabuena por su programa". A mi me pareció siempre un hombre feliz en su trabajo, y ese es un privilegio que muchas veces se percibe escuchando a la gente de la radio.

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