Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

Peter Pan contra el Capitán Garfio

Por: | 30 de junio de 2008

Lo primero que anoté anoche, al comenzar el partido en el que la selección de España se convirtió en campeona de Europa de fútbol, fue una frase de Alfredo Relaño: "Será como Peter Pan contra el Capitán Garfio". El garfio alemán estaba mellado; sus jugadores, e incluso su gran jugador, Ballach, se refugiaron en los malos modos para disimular su ineficacia, y Peter Pan se encarnó en el joven Torres (alguna vez hay que empezar a abandonar el apelativo infantil para nombrarlo) para saltar sobre las barbas del temido rival. Ese gol que marcó Fernando Torres fue una expresión del talento y de la emoción de jugar; nunca dio una pelota por perdida, antes de este lance que puso a España por delante en el marcador, y la consecuencia fue la persecución agilísima que hizo de la pelota frente a Lehman y al defensa que le obstaculizaba el avance. El toque fue luego suave y suficiente, y el tanto se convirtió en una metáfora de su manera de concebir las oportunidades que se dan a veces en los campos de juego: tienes que estar, pero admeás tienes que querer estar. Yo había anotado: "Furia", antes de que se produjera el gol, ante el juego de Torres; y al tiempo Camacho dijo: "Identidad", ante la misma situación. Furia e identidad había en el 1-0. Ese gol fue el símbolo del juego español; y España fue, en todo el campeonato, la selección que estuvo y que quería estar, tocando la pelota con alegría y con insistencia, abrumando al contrario con su sutileza. Aquel gol que marcó Villa en el último instante frente a los suecos se asemeja a este que marcó ahora Torres, y ambos se convierten en un paradigma de lo que fue el juego español en estos partidos de la Eurocopa. Merecidamente, pues, se pone España en el primer lugar del podio, y pone, además, a un tipo de fútbol que ahora ya se puede enmarcar como el fútbol posible, un fútbol feliz, alejado del resultadismo y por ello mismo mucho más duradero. Ese fútbol recuerda el fútbol que nos hizo aficionados. ¿El artífice? Todos, como Fuenteovejuna, pero sin duda Luis tiene el mérito de haberse arriesgado a confiar en un juego de estas características, y todos los que alguna vez hemos mostrado reticencias ante su carácter, ante su modo de desenvolverse en público, ante la prensa, con sus propios jugadores, tenemos que rendirnos ante la evidencia de su triunfo merecido. Ahora bien, espero que no espere nadie que le perdonemos a Luis Aragonés sus luisiadas y sus aragonesismos, es decir, sus desplantes, sus malas caras y su mal humor como signo machacón de identidad. Me alegró ver alegres a los aficionados de mi pueblo, Tenerife, al término dle encuentro; vi el partido en Santa Cruz, y hasta la madrugada escuché bocinas. Ahora he escuchado en la radio alguna crítica a Zapatero: dicen que se levantó tarde para celebrar el gol. Qué barbaridad, un día le van a acusar de respirar por un solo lado de la nariz, o de los bronquios.

La entrevista, el partido y Rumania

Por: | 29 de junio de 2008

De todos los géneros periodísticos el que más me interesa es el de la entrevista, y hoy El País ofrece un paso adelante en el género, con esa macroconversación que juntó a su director y a cuatro de sus periodistas con José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno. En estos tiempos en que la ciudadanía padece el temor fundado a las consecuencias de la crisis y de la incertidumbre económica, una entrevista así constituye, para el periódico y también para el Gobierno, un ejercicio responsable de servicio público. Los gobernantes silenciosos pueden ser atractivos e irritantes, y los gobernantes que hablan pueden ser cínicos o elusivos; Zapatero no está en esta última categoría. Me ha resultado muy interesante eso que cuentan los que fueron, que Zapatero dudó a veces, pidió tregua para responder, y luego llamó por teléfono para culminar una respuesta con datos o perspectivas que no se sabían. Lo bueno de las entrevistas, muchas veces, no son las entrevistas en sí, sino su intrahistoria, y esta pequeña historia de esta gran entrevista le da valor periodístico y político precisamente por su aire de conversación con un ser humano capaz de dudar y de rectificar.

Claro, cómo podemos amanecer hoy sin una palabra sobre el partido. España ya demostró que sabe jugar. Esta noche ha de demostrar lo que parecía imposible, que le ganara a Alemania. Ayer hicieron ustedes muchas apuestas aquí. Si las apuestas se hicieran con los baremos de calidad en la mano, no habría duda, ganaría Alemania. Vamos a apostar porque gane el búen fútbol, y ese lo practica España. Y en este caso el deseo neutral coincide con el deseo íntimo, ojalá gane España, le vendrá bien a este fútbol.

¿Y Rumania? Viene estos días en los periódicos esa controversia que hay sobre la ley de las noticias felices que promulga el Gobierno rumano. Pues me parece que esa ley viene bien precisamente para Rumania, que es un país con tantas dificultades para ser feliz. Hace algunos años, después de un viaje a Bucarest, le pregunté a un joven rumano que hablaba español y quye trabajaba en el Instituto Cervantes cuándo fue la última vez que Rumania fue feliz. Yo había visto muy triste la ciudad de Bucarest, y esa pregunta me salió del alma, y al chico le salió la respuesta con la rapidez del rayo. Me dijo que Rumania había sido feliz por última vez un día concreto de 1930. No anoté el día, pero seguro que ustedes lo saben, o alguno de ustedes lo sabe, pues el joven me dio el día preciso, y me hubiera dicho hasta la hora. Esa respuesta me vino ahora a la mente cuando he sabido que por decreto los rumanos han de ser ahora un poquito felices. En España hubo un programa de televisión que incluía sólo noticias felices. Lo dirigió Tico Medina y fue un absoluto fracaso.

Lindo haberlo vivido para poderlo contar

Por: | 28 de junio de 2008

Hoy ha emitido Montse Domínguez en A vivir que son dos días la conversación que tuvimos con Jorge Fernández, el asturiano y argentino que ha emocionado a tanta gente con su libro Mamá, que ustedes pueden conseguir en bolsillo en España editado por RBA. Es un libro que a él, periodista, subdirector de La Nación de Buenos Aires, le cambió la vida, y a muchos que no conocíamos su vida nos cambió la manera de entrar en las historias ajenas, y en esa específicamente, porque todos somos hijos y esa época a la que se refiere Mamá es la época en la que este país exportó ilusión y miseria en la misma maleta. Escuchar ahora esa conversación me ha devuelto el libro y la mirada de Jorge sobre la vida; el libro es el resultado de cincuenta horas de conversaciones con su madre, una emigrante asturiana que llegó adolescente aún a Argentina y que sobrevivió a la miseria de su origen y a la miseria de entonces con un arrojo con el qué aún hoy vive y recuerda. Jorge habló con ella como periodista y como hijo, y el resultado no es un mamotreto, ni un retrato, tan solo, ni, por supuesto, un autorretrato, sino una narración veloz, dramática pero también llena de humor, en la que se representa la madre de Jorge pero también la madre de muchísima gente. En mi casa ese libro se ha multiplicado: desde que entró el primer ejemplar, diversos miembros de la familia lo han querido leer, y en mis viajes a Buenos ASires he ido trayendo cargamentos sucesivos de Mamá, hasta que apareció aquí esa edición de bolsillo que confío que ustedes encuentren esta misma mañana o cuando puedan en las librerías de su barrio, si es que aún hay librerías con libros en los barrios de España. Qué emocionante libro; se me ocurrió, para terminar aquella conversación, ese verso de Jorge Cafrune, Lindo haberlo vivido para poderlo contar. Se lo dije a Jorge; de casi todos los buenos libros de memorias, o de casi todos los buenos libros, en general, se puede decir eso, al terminar de escribirlo o al terminarlo de leerlo, que es casi lo mismo: lindo haberlo vivido para poderlo contar.

El buen fútbol

Por: | 27 de junio de 2008

Escribí esta mañana, a las seis, un largo blog glosando el día y la noche de ayer; lo hice de pie, como Hemingway, ante el mostrador de recepción del Hotel Gallery, en Barcelona, porque en mi cuarto no funcionaba el wi fi; y cuando acabé de escribir, sobre fútbol, sobre la tortilla española que comí mientras veíamos la espléndida segunda parte de España, sobre los amigos que encontré y reencontré por la tarde en Laie --fue una enorme alegría ver de nuevo, casi treinta años más tarde, a Zoilo López Bonilla, que se crió al tiempo que yo y con las mismas músicas, en mi barrio, y fue estupendo volver a ver a Paco Gómez, que en este blog interviene con tanta sensatez como ternura--, sobre mi encuentro de mediodía con el amigo Andreu Buenafuente, cuya charla y cuyo ingenio convierten su presencia en una gratísima comprobación de que la vida es hermosa, sobre Barcelona y su carácter de gran ciudad acostumbrada a abrazarte..., y así sucesivamente. Fue, lo juro, el blog más largo que haya escrito nunca; conté, por ejemplo, cómo se escuchaban las bocinas de los automóviles barceloneses, de júbilo por la victoria española, cómo explotaban los cohetes celebrando la victoria, y cómo ese fútbol que había visto, tomando la tortilla que prepararon Yuta y Joan Manuel Serrat, regada con el vino Perinet que cosecha el autor de Paraules d´amor, había sido la quintaesencia de ese fútbol con el que nos hicimos de adolescentes, viendo las maravillas de Luis Suárez (que era como es ahora Cesc) y de Di Stefano... Pues escribí de todo, mientras diluviaba detrás de los cristales y los recepcionistas atendían al sonido sordo, repetitivo, de mi teclado. Y entonces, cuando acabé (por cierto, acabé recordando a un joven que entró ayer preguntando por guías para leer que debía leer, además de Pura alegria, de Muñoz Molina, La verdad de las mentiras, de Vargas Llosa, pues la combinación de ambos libros es una excelente manera de conducirse por la lectura cuando uno no quiere que ésta sea dministrativa o simple), repito, cuando acabé, le di a guardar y el cosmos se lo tragó todo como el viento desplaza la tierra o como se convertirá en olvido casi todo lo que alguna vez fue zozobra o alborozo. Y aquí estoy, recién llegado a Madrid, estrenando una silla que me regalaron el día de san Juan para que no terminara escribiendo de pie como Hemingway, pero no como Hemingway, ustedes me entienden, escribiendo de nuevo la entrada de hoy y cruzando los dedos para que ahora deefinitivamente entre en el sitio adecuado y que ustedes disfruten del sol que empiezan a ser ya la marca de este verano en que España podría ser campeona de Europa. Yuta, ahora me acuerdo que esto estaba en el blog perdido, decía anoche que a lo mejor esta victoria de España reactiva la economía. Ajolá.

La lluvia en México

Por: | 26 de junio de 2008

Aquí entró ayer, junto con muchos atinados comentarios, casualidades e invenciones, que esa es la geografía escrita de un blog, imagino, un comentario de Ángeles Mastretta sobre Madrid y México, y me entraron unas ganas enormes de vivir la lluvia en México, por ese barrio donde vivía Augusto Monterroso, junto a los grandes árboles, al lado de las enormes buganvillas, sobre el pavimento empedrado en el que, después de la lluvia, uno podría reflejar su rostro. Esa entrada de la escritora de Arráncame la vida me llenó de la fuerte melancolía de México y de momentos especialmente felices de mi vida de editor, cuando acababan las noches y las presentaciones con la sensación de que había que desandar la vida y llenar la noche de canciones y de olvido. Ahora estoy en Barcelona, y de nuevo aquí, en estas calles ahora extrañamente desoladas pero felices, recuerdo momentos de aquellos tiempos, transito por bares o por plazas que fueron el refugio de los momentos posteriores a las reuniones literarias, y en esta atmósfera me he ido olvidando de la impresión deplorable que me produjo la noticia que cuenta que el entrenador de la selección nacional española ha fichado por un equipo que nutre la selección que podía haber sido la adversaria de la final del presente campeonato, y me he olvidado también de la impresión igualmente extrañada de observar cómo Esperanza Aguirre se ha vengado de su consejero Lamela, por haberse dejado querer por Rajoy. Pero no me he olvidado de todas las cosas, sino que me he acordado de muchas otras, y ahora lo que querría es recomendarles un libro que estoy leyendo, Los libros que nunca he escrito, de George Steiner, que incluye un capítulo sobre Eros y el lenguaje que despierta la inteligencia y también la memoria, que al fin y al cabo es un modo de la inteligencia. Y voy a desayunar, que se enfría el te.

Dustin Hoffman en la calle Zurbano

Por: | 25 de junio de 2008

Ayer por la mañana salí del Hotel Santo Mauro de una reunión con una compañera, mi amiga Rosa Junquera, de Alfaguara, y me encontré en la calle Zurbano con un rostro pálido y conocido, era obviamente Dustin Hoffman, acompañado de una mujer tímida que iba tras de él como la novia frustrada de Julio Caro Baroja, aquella que iba detrás del antrópologo caminando por el Retiro, hasta que desapareció y el antropólogo, que siempre iba comiendo pan en esos paseos, se quedó para siempre soltero. En este caso, la mujer me pareció que no era la novia sino la mujer del actor. Ver a Dustin Hoffman era un acontecimiento inesperado, de modo que le hice la pregunta absurda que uno siempre le hace a las personas sobradamente conocidas: "¿Dustin Hoffman?", le dije, y él me respondió que sí, que era Dustin Hoffman. Le dije que yo había sido muy feliz viéndole, desde hace cuarenta años al menos; claro, no le conté, porque no había tiempo, estábamos en la calle, ni él me esperaba ni yo tenía por qué haberle parado, pero estábamos allí, hablando, no le conté quien me lo había descubierto; fue el profesor (exiliado hasta entonces) Joaquín Casalduero, que acababa de ver la película El Graduado y nos dijo a un grupo de amigos en el bar de la Escuela Náutica de Tenerife que esa película era un análisis extraordinario de una naciente clase norteamericana; era, según aquel venerable maestro, una de las grandes obras del cine. Nosotros estábamos entonces muy enrabietados con la América que estaba en Vietnam, y ni siquiera el cine, su gran logro, nos parecía asumible como producto cultural serio. Así que fuimos a ver El Graduado, y después vimos Kramer contra Kramer, Midnight Cowboy y muchas otras películas de este actor de tantos registros; y ahora Dustin Hoffman es un personaje muy especial para nuestra generación, con la que ha crecido hasta tener hoy ese aspecto que es probablemente el de muchos de nosotros, rostro pálido, algo cansado porque sobre sus párpados pesa el tiempo. En su caso, cansado también de aguantar que un tipo pálido y bajito, como él, te pare en la calle Zurbano con esa pregunta ridícula: "¿Dustin Hoffman?"

Peru Egurbide

Por: | 24 de junio de 2008

Peru Egurbide murió ayer. Sol Gallego traza hoy en El País un perfil emocionado y exacto, como todos los suyos, de este compañero interior, concentrado, un músico que fue economista y que fue periodista pero que siguió siendo músico siempre; uno de sus hermanos decía ayer tarde en el tanatorio que cuando Peru creía recuperarse de la operación que lo postró ya estaba pensando en conciertos y en viajes musicales. En la Redacción, a la que se reincorporó después de su corresponsalía en Roma, y donde trabajó como Corresponsal Diplomático del diario, veía muchas veces a Peru, pensativo, concentrado, escribiendo; le veía a veces parar esa actividad, pensar, alejarse del mundo en el que estuviera metido, divagar por universos que sin duda eran musicales o interiores. Era un hombre silencioso y exacto, intervenía en las conversaciones con preguntas precisas, inteligentes, no era un periodista desparramado ni discursivo, él no daba lecciones, no le gustaba que se las dieran. Aquella pasión por la música y su formación económica, combinadas con la experiencia abundante en el ejercicio del periodismo, hicieron de su aproximación al oficio el ejemplo de un periodismo fiable y entero, sólido. Ayer fuimos al tanatorio, donde esta tarde se le despide; en medio de aquella desolación que siempre es la despedida de un compañero nos fijamos todos en un dibujo que había en uno de los sillones del lugar fúnebre. Era un dibujo infantil, lo había hecho una niña, Marien, para Peru, cuando éste estaba hospitalizado, en los primeros días de su convalescencia. Peru lo había colocado en la habitación, era el cuadro que contemplaba allí, esperando la recuperación tras la cual ya tenía planeado su ansiado programa de conciertos... Cuando nos fuimos, con esa imagen en la cabeza, con la constancia gravísima de la muerte en nuestra conciencia y en nuestro ánimo, me acordé de una frase que le había leído a Enric González en su artículo diario, por la mañana, hablando del tiempo. "No hemos tenido tiempo de apreciar el tiempo. Somos recientes, tan recientes que estamos vivos". ¿Cómo nos recuperamos del fin del tiempo de los otros? La muerte es una gran lección, pone tus pies en la tierra, te avisa, y aun así, sigues luego como si el tiempo fuera infinito. Han sido ya tantos los compañeros muertos; la vida es amar y despedirse, decía Neruda, y siempre nos estamos despidiendo, siempre, somos vivos tan recientes que creemos estar vivos para siempre. Lean el perfil de Sol; es el retrato de un periodista de veras, como los periodistas que nos hubiera gustado ser.

El maleficio

Por: | 23 de junio de 2008

Las victorias deportivas tienen la capacidad de desatar la euforia colectiva para nublar por un rato los problemas propios o los problemas colectivos. Este triunfo futbolístico de anoche ha tenido, además, la virtud de acabar con un tópico, que España tenía sobre sí, en el ámbito de las selecciones de fútbol, el maleficio de ser incapaz de pasar de los cuartos. No es bueno que los países se atribuyan maleficios, pero es que se lo atribuye hasta el Rey. "Se ha roto el maleficio", le dijo Don Juan Carlos a Juanma Castaño, de Cuatro. Pues se ha roto el maleficio, y ahora a buscar la victoria final. El equipo tiene capacidad, lo demostró anoche; no jugó bien, pero hizo el partido que tenía que hacer. Eso también se dice: "La selección hizo el partido que tenía que hacer". Si hubiera perdido alguien lo hubiera dicho de otro modo: "La selección no hizo el partido que tenía que hacer". Pero de esos lenguajes se hace el fútbol, y sobre todo el postfútbol, que es el fútbol más fácil de hacer. Ahora toca Rusia. Eduardo Rodrigálvarez --uno de los mejores escritores (de fútbol y de lo que le pongan) de El País y de cualquier sitio-- me pidió ayer tarde un artículo sobre los rusos, que sale hoy en el periódico. De aquellos rusos que tuvo delante Villa a los rusos que le ganaron a Holanda hay una dimensión galáctica que se llama Arshavin. Me dijo Luis Alegre, escritor aragonés, muy amigo de Pep Guardiola: "Le he dicho que lo fiche para el Barça. Total, ya tenemos a Xavi, ¿qué tal un Arxavi?" Pues esos rusos estarán el jueves ante los españoles; más jóvenes, más abiertos, con menos prejuicios, más educados, más formales que los italianos, se han constituido en una amenaza real para cualquiera de los equipos que quedan. A la delantera española le hace falta una mayor inspiración, la que le sobra a Iker Casillas, el héroe indiscutible (un héroe sensato, además) de la noche en la que la tortilla le ganó al espagueti. Ah, y de las cosas que se olvidan por las victorias: que se le acaba de solucionar una crisis a Rajoy para abrírsele otra. Ya lo verán, antes de que juguemos contra Rusia.

Botafumeiro

Por: | 22 de junio de 2008

La crisis del PP se ha interrumpido en Valencia. Pero eso no significa que no continúe luego. Aznar escenificó el futuro de la crisis, con su conjunto de reproches, algunos de ellos bien mezquinos, a Mariano Rajoy. Éste luego fue plano y complaciente, con lo que hace y con lo que le hacen, como si antes de este congreso él no hubiera sido el objeto de los dardos orquestados con los mismos argumentos con los que Aznar trató ahora de desmontarlo y de subirle los colores. La mención de Esperanza Aguirre al botafumeiro utilizado por Rajoy para rodearse de fieles es otra piedra en el ojo del presidente del partido. Es curioso que sea la presidenta de la Comunidad de Madrid la que utilice esa expresión, botafumeiro, que obviamente alude al caracter del gallego que ahora tiene como adversario. Porque ella tiene un botafumeiro que maneja a su antojo, Telemadrid, desde la que organizó en primera instancia el asalto a Rajoy en cuanto éste perdió las últimas elecciones generales. Botafumeiro, dame el nombre de las cosas. En definitiva, que me da la impresión durante el día de ayer, y vi los distintos discursos, desde el de Fraga hasta el de Rajoy, de que esa crisis está atenuada, pero volverá, la harán volver los que ahora desprecian el botafumeiro. Ya está la continuación de la crisis en esas palabras de Aguirre, en el discurso de Aznar y en los titulares de algunos medios escritos y radiofónicos que ya dicen hoy lo que dirán mañana con más ahinco aun. A Rajoy no le perdonarán que haya aupado a Gallardón después del juicio, y tampoco le perdonarán, en definitiva, que sea Rajoy. Nada le perdonarán.

Por qué Aznar saludó tan fríamente a Rajoy

Por: | 21 de junio de 2008

Un gran debate nacional: ¿Por qué José María Aznar saludó con tanta frialdad a Mariano Rajoy?

He aquí alguna guía para la discusión:

1. Porque le cae mal.

2. Porque le tiene envidia.

3. Porque Rajoy tiene mal aliento.

4. Porque él tiene mal aliento.

5. Porque no está de acuerdo con él.

6. Porque está de acuerdo con él.

7. Porque no lo reconoció.

8. Porque lo confundió con Fraga.

9. Porque lo confundió con Rato.

10. Porque lo confundió con Mayor Oreja.

11. Porque lo confundió con María San Gil.

12. Porque lo confundió con Ana Botella.

13. Porque no lo vio.

Cualquier interpretación nueva es bienvenida en este blog.

El País

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