Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

Boda italiana en Cazalla de la Sierra

Por: | 21 de septiembre de 2008

Ahora hay truenos sobre Cazalla de la Sierra, un pueblo de la sierra norte de Sevilla, pero ayer había sol y alboroto, y una boda italiana en el palacio de San Benito, una construcción del siglo XI que fue reparada en el siglo XVI y que en el siglo XXI fue convertida en un palacio y en un hotel por Manuel Morales de Jódar y por su compañero Carlos Marañón. Manolo dice que él quiso hacer que los sueños de tener un palacio se cumplieran aquí, y puso todo lo que tenía, imaginación y antigüedades, al servicio de un espacio insólito en el que la historia le da la mano a los sueños, por decirlo como a él le gusta. Pero esto del palacio fue después. Nosotros llegamos a Cazalla, en autobús, a mediodía, y caía sobre el pueblo el manto grisáceo del calor, hasta que se rompió el cielo y apareció el sol andaluz; cuando aparcó el autobús, la megafonía de un coche anunciaba una corrida de toros, y la calle estaba llena de recién casados, que por alguna razón todo el mundo se casa en Sevilla en septiembre. En aquella atmósfera que parecía hecha para que la filmara Berlanga estábamos nosotros como convidados a una boda muy especial, propia de italianos o en todo caso propia de la familia Marangoni, a cuya cabeza de familia, Federica, conozco desde hace veinte años. La conocí cuando expuso su obra llena de mariposas de luz en el Instituto Italiano de Cultura, y después de aquella visión múltiple de mariposas volando en medio de la luz y del susto, seguí viéndola, en Barcelona, en Venecia y en Tenerife, así que ahora soy amigo de ella y de su familia, de su marido, Gigi Marangoni, y de sus hijos, Giorgia, Elena y Lorenzo. Y era Lorenzo ayer el protagonista de esta fiesta que tiene dentro por lo menos el caracter insólito con el que a veces nos sorprenden estos italianos. Lorenzo vive desde hace diez años con Valentina, y tienen una hija, Beatriz. Beatriz les convenció para que se casaran al fin, y Manolo les convenció para que lo hicieran en Cazalla, según el rito católico. Invitaron a amigos suyos de muchas partes, y ayer fue la ceremonia, en una iglesia que también tiene la antigüedad del palacio, bendecidos por un cura andaluz que sabe italiano, y celebrados por un grupo de Cazalla que le cantó al final una salve rociera. Luego arroz y confetti, y todo lo que hay en las bodas, y la fiesta posterior en el palacio que Manolo y Carlos restauraron para que se pareciera el sueño que Manolo describe con la gracia de Cazalla. En medio de aquella fiesta me encontré con una venezolana, Milagros Maldonado, que lucha ahora para que no se descuide en Venezuela, su tierra, uno de los pulmones del mundo, una extensión enorme de terreno que es como Doñana multiplicada, y con una periodista italiana, Adriana Sartogo, que fue la que descubrió a la joven estilista del Vaticano que es responsable de cómo se visten allí los curas. Después fuimos a escuchar música, y allí apareció un grupo, Alboroto, que le puso a la algarabía de la boda voz, ritmo y baile; bailaban los niños y bailábamos los viejos, y todo me hizo pensar que estaba en medio de una película que alguien estaría filmando en algún sitio para regalársela a Berlanga o a Alberto Sordi. Esta mañana me he levantado temprano y ya estaban desayunando los italianos. Se despiertan pronto, por eso llegan antes. Allí estaba Adriana, por ejemplo, y Elena Marangoni, tomando pan y aceite como dos andaluzas de Cazalla. En medio del desayuno, un trueno avisó de que ya es otoño en España. En Italia, me dijo Elena, llegó hace una semana. Se adelantan, y se divierten más, los italianos.

Sevilla tuvo que ser

Por: | 20 de septiembre de 2008

Viaje a Sevilla. Calor anoche, sol esta mañana. Al lado del hotel, la librería Rayuela. La recuerdo desde hace muchos años. Veo muchos libros infantiles en la estantería. Las librerías están pasando una crisis, como los libros. Es una crisis de la sociedad, y viene de la crisis de la educación. Cuando veo una librería me entran ganas de entrar, tocar los libros, llevármelos. La librería estaba cerrada, era cerca de la medianoche. Mi amigo Jaba tenía una librería en Sevilla, no sé si la sigue teniendo. Me gustan los sábados, porque son días de librerías. Ignoro si hoy podré ir de librerías, porque a mediodía tengo que tomar una guagua para irme a la sierra, a una boda. Anoche estuve tomando manzanillas y jamón en un bar cercano a la librería Rayuela y al hotel. Las tapas de jamón te las ponen en papel satinado. Nunca había visto eso, es una buena idea, ahorra platos y fredagero. Sevilla es una ciudad feliz, aquí siempre me siento feliz. Cuando llegué a la habitación puse la tele; una señora (sedicente periodista) le gritaba a otra señora, hermana de Paquirri, en un programa de Antena 3. Apagué el televisor, después de tomar unas notas. Por la tarde había leído que habían encontrado en Suiza, me parece, una partitura inédita de Mozart. Qué pasará el día en que ese programa de la tele se dedique a esa hora a hablar de Mozart, por ejemplo. La decadencia de la sociedad es la que hace que las librerías estén solas. Y aquella señora gritando representa la decadencia de la sociedad. Hace sol, es por la mañana y es Sevilla. Una ciudad maravillosa. Qué no hubiera hecho Mozart aquí.

La ninfa inconstante

Por: | 19 de septiembre de 2008

Durante años habló Guillermo Cabrera Infante de la novela que estaba escribiendo, La ninfa inconstante; la dejó inédita, y ahora aparece póstumamente, publicada por Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores. Es una gran noticia, como lo fue, cuando empezamos a leer literatura, la aparición y la lectura de Tres tristes tigres, el libro que marcó mi manera de leer y (si se me permite esta referencia propia) de escribir. Guillermo Cabrera Infante inventó la literatura con voz, y en este caso era una voz plenamente cubana, llena de ritmo y de música, un apasionado abrazo a la risa y a la ternura, y a la literatura, por supuesto; esa atmósfera, que luego se convertiría en melancolía en La Habana para un infante difunto, y acaso en el resto de su obra, reaparece aquí, en La ninfa inconstante, como el inicio de lo que Gecito, aquel crítico de cine de Un oficio del siglo XX, sería luego, en Tristes tigres y en la vida. Gracias a la generosidad de Miriam Gómez, su viuda, la compañera infatigable y fiel de Guillermo y de su obra, tuve ocasión de leer el original de este libro, con la pasión y la melancolía que produce la literatura de Cabrera Infante; la fatal desaparición de la persona que la escribió convierte esos sentimientos en la desesperanza pesadilla que produce la muerte a los que padecemos la ausencia. Ahí están los libros, que son Guillermo en estado puro, y aquí está, al fin, La ninfa inconstante, una prolongación ahora póstuma de una literatura que fue también una celebración literaria, humana, vital. Me produjo mucha emoción recibir anoche el libro, y llamé a Miriam para decírselo. Ahora hace 34 años que les conocí, después de haber leído Tres tristes tigres, y parecía mentira recibir un libro de Guillermo y no poder decirle a él también qué alegría da leerle.

Escritura de pájaros

Por: | 18 de septiembre de 2008

Lluis Bassets, mi amigo de hace tantos años, vecino en el periódico y vecino en el blog, está a punto de publicar un libro sobre la situación de Estados Unidos en el mundo, ante esta circunstancia histórica en la que todo va a cambiar allí (o no) para que cambie en todas partes (o no). La oca del señor Bush. Ese es el título. Lo publicará Península en octubre. Anoche me invitó a cenar, con su mujer, Angels, y allí estuvimos hablando de periodismo, de literatura, de la vida que les ha llevado por esos mundos, y de la vida en Madrid cerca del otoño, que esta mañana se ha manifestado ante la ventana de mi casa, como dando golpecitos extraños de nubes y de lluvia, como si estuviera diciendo que ya se acabó el verano y por tanto ese olor de chimenea castellana que tienen aquí las prolongadas primaveras. Bueno, pues estuvimos hablando tanto que hasta nos dio tiempo para hablar de la distinción entre escritores-pájaro y escritores pájaro-carpintero. La especie pájaro-carpintero es una denominación de Lluis. Los escritores pájaro son aquellos escritores cuyo sonido es sibilante, no se oye, van escribiendo como si ya lo hubieran escrito, sigilosamente, como por ejemplo Jorge Luis Borges. Escritores pájaro-carpintero son aquellos que van cincelando un estilo, y se notan los instrumentos que utilizan, como si escalaran montañas y dejaran una huella, y un sonido, como Miguel de Unamuno. La distinción no mejora a unos frente a otros, sólo estimula a pensar en el sonido de la escritura, en su música inevitable e imprescindible, opaca o evidente. Imagino que cada uno tiene en su cabeza a unos escritores y a otros. Y aquí pueden dejar su lista, razonada.

Menos de un minuto

Por: | 17 de septiembre de 2008

Como me ocurre cada vez que viajo con el ordenador, éste se traga mi blog; me puso Juan Saavedra un excelente dispositivo que me sirve para todo, mira el correo electrónico, me conecta con el ciberespacio, pero algo le ocurre: le tiene fobia al blog cuando escribo éste en circunstancias urgentes. En fin. Ahí debe andar, contando que ayer, mientras iba a Las Palmas, leí 97 páginas del libro de Enrique Vila-Matas Dietario voluble (Anagrama), y disfruté mucho. Me quedé con muchas citas en la memoria, pero sobre todo con esta, que está en la página 75: "Es peligrosísimo regalar a tus amigos el libro que acabas de publicar. Les escribes dedicatorias afectuosas y crees que se apiadarán de ti o te admirarán. Pero muchos no piensan para nada leerlo, aunque algunos simularán haberlo hecho, te citarán de memoria frases de la página 127 del libro. Y, sin embargo, en alguna parte --eso es lo impresionante de este oficio-- un desconocido nos leerá con increíble atención y esperará años antes de dirigirse a nosotros". En el avión, después de la madrugada que viví junto a la playa de Las Canteras, movido por una brisa suave y benéfica que venía del mar, pude leer algunas páginas más, pero no pude llegar a la 127; prometo hacerlo, contarles a ustedes qué dice ahí Enrique e incluso contárselo a él, para rememorar juntos el día que me acompañó al campo del Peñón del Puerto de la Cruz, donde, siendo un adolescente, escribí mi primera crónica de fútbol. Él no lo sabía, pero aquella visita melancólica fue para mi memorable.

El blog de José Saramago

Por: | 16 de septiembre de 2008

José Saramago entró ayer con su propia escritura en la blogosfera. Como es natural, detrás de su iniciativa está la energía de Pilar del Río, su mujer, la presidenta de su fundación, su traductora. Saramago, que me parece que ya está a punto de cumplir 85 años, u 83, nunca me acuerdo, quizá tiene tan solo 80, cuenta en su blog cómo ocurrió que se dispusiera a iniciar una carrera de bloguero; del mismo modo que hace años aceptó el reto de recoger a diario, en sus Cuadernos de Lanzarote, su experiencia cotidiana en la isla donde decidió vivir con Pilar, ahora se dispone a reseñar a diario lo que va viendo y viviendo. Se inició con un hermoso texto sobre Lisboa, su ciudad de casi siempre (su infancia está en Azinhaga, jamás renunció a esa memoria que es su piel), y además cuenta, como digo, su experiencia de néofito en este arte (a veces es un arte) de reflejar en la página infinita de internet (así la llama) lo que va sucediendo o sucediéndole. El otro día estaba tratando de reflexionar sobre para qué sirve este oficio de bloguero. Ahora que tenemos a un practicante tan importante y tan sólido seguramente tendremos la posibilidad de una definición aproximada de lo que significa esto de escribir cada día y sin otra red que la escritura mientras va viniendo. Abierta la página infinita de Saramago. Bienvenido.

La foto del poeta

Por: | 15 de septiembre de 2008

Escuché en la radio, en el programa de Juan Ramón Lucas en Radio Nacional, a Lorenzo Milá hablando de su programa 59 segundos, que ahora vuelve a la pantalla de TVE con Alberto Ruiz Gallardón. Me interesó mucho lo que dijo sobre el tono que le pedían a los ciudadanos que intervienen: que sean ciudadanos, no periodistas. Importante distinción que señala muy claramente lo que le está pasando al concepto de periodismo: el periodista ya pregunta como un periodista, y no como un ciudadano. ¿Qué implica esa distinción? Que el periodismo ha adquirido tics propios, de su gremio, y olvidado el interés general de los ciudadanos; el periodista se ha acercado demasiado al político, y ha terminado teniendo un lenguaje parecido. Esa confusión ha eliminado la curiosidad, y ha generado un periodismo que sólo puede complementarse con la curiosidad independiente del ciudadano.

Estaba pensando en esas cosas cuando abrí el correo electrónico; Estrella, que interviene en este blog, me pidió mi dirección, y me envió una foto que su marido había obtenido en el Café Comercial de Madrid este verano. Una foto de un hombre de pelo cano, con camisa blanca. Un habitual del café, parecía. En seguida que vi la foto me di cuenta de que el marido de Estrella había fotografiado, sin saber quién era, al poeta Tomás Segovia, premio Juan Rulfo de Literatura de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México).

Jcruzblog01 Una coincidencia bella: el fotógrafo disparó su cámara, interesado en la apariencia de aquel hombre que tomaba notas en la tranquilidad veraniega del café, y resulta que le hizo un retrato a uno de los grandes poetas de esta lengua. En el semblante de Segovia me parece que se nota que está escribiendo un poema.

De Manu a Katherine

Por: | 14 de septiembre de 2008

Fui a mediodía a ver a Manu Leguineche en Brihuega; estaban allí sus hermanos, Rosa y Benigno, y su colaboradora, Diana. En el lugar donde comimos Manu guarda una enorme colección de periódicos; esa escalera en la que descansan, enteros, los diarios de muchos lugares de España, parece un símbolo del carácter rabiosamente periodístico de la vida de Manu. Es este vasco tímido y tierno uno de los grandes reporteros que ha dado Europa, ha viajado por todas partes, y mantiene una curiosidad omnímoda y generosa, nada de lo que ocurre, en ningún sitio, le resulta ajeno. Estar con él es recuperar la esencia de lo que ha sido y es, para nosotros, la vocación por ejercer este viejo oficio. Estás con él y te dan ganas de volver a la Redacción o a la calle, a preguntarle a la gente cómo le va, y hacerlo en todas partes, desde Roma hasta Vietnam. Por la noche, en casa, después de la segunda decepción liguera del Barça puse el televisor y me encontré con una extraordinaria película, Patrimonio Nacional, de Berlanga, con Luis Escobar. Es curioso, estuvimos hablando con Manu de esa película a mediodía, porque Luis Escobar hace en este filme el papel del Marqués de Leguineche, una broma privada que Berlanga le hizo a Manu. La película sigue siendo una síntesis divertidísima del humor de Berlanga. Y Luego, en uno de los canales de cine clásico, me parece que el 47, me encontré con un documental en el que Katherine Hepburn contaba su vida, desde que era una niña hasta que murió Spencer Tracy, su gran amor. La naturalidad con la que hablaba de sí misma, de sus ambiciones y de sus conflictos, me devolvió la frescura de esta actriz que tanto se parece, en mi memoria, a la mayor parte de las personas sencillas y esenciales que he conocido, entre las cuales está sin duda, también, Manu Leguineche. Cuánto me hubiera gustado entrevistarla, y qué buena entrevista constituye ese fantástico documental que la noche me dio por casualidad.

Lorca

Por: | 13 de septiembre de 2008

Lorca es un símbolo mayor, acaso el más extraordinario, de la crueldad de la guerra civil española. Fue asesinado porque sí, como tantos y tantos españoles, de un lado y del otro. Un día me dijo su paisano Francisco Ayala que se asesinaba muchas veces porque la víctima no te saludó en la escalera, o porque tenía una deuda pendiente. La ejecución de Lorca en Víznar fue por odio, también, por envidia sin duda, porque sí. Ese horror se ha convertido a lo largo de los últimos setenta años en un referente trágico que marca aquella guerra como un ominoso periodo de lo peor de la sociedad española. La iniciativa, consolidada por la Ley de víctimas --que no se llama ley de la memoria histórica--, de abrir las fosas de los asesinados en la guerra o los ejecutados durante la cruenta represión de la posguerra, abre un debate que ayer alcanzó un punto culminante: la apertura de la fosa donde yacen los restos de Lorca y de otros fusilados choca con los deseos de la familia del poeta. La ley ampara a éstos: para abrir una fosa común han de ponerse de acuerdo todos los herederos. El choque de intereses puede hacer interminable la discusión. Parece que es el juez el que va a decidir, pero tiene difícil dirimir la situación porque los instrumentos legales no parecen facilitarle la tarea de decidir. No sé cómo lo verán ustedes. A mi me parece que estamos ante un símbolo mayor de la tragedia y que la polémica abierta ahora sobre la apertura de la fosa donde está Lorca tiene componentes sentimentales y civiles que hacen muy compleja y muy dramática la situación, muy seria. 

La pintura y la fotografía

Por: | 12 de septiembre de 2008

La fotografía es el sustento de la exposición de pintura que ayer abrió en la Galería Marlborough de Madrid Darío Villalba. El pintor --que pinta, como decía Andy Warhol y recoge Francisco Calvo Serraller en el prólogo del catálogo, "un pop del alma"-- pasó algún tiempo en las calles de Londres, fotografiando y retratando, y luego ha combinado esos hallazgos con su invención pictórica, y el resultado es esencial, sobrio e inquietante: es un retrato de la soledad, de la alegría y de la angustia, que son los elementos básicos de la vida contemporánea y de la vida de siempre. No hay mayor soledad que la que se queda en los cartílagos de la fotografía, porque la foto representa el tiempo detenido, el momento en que todo ya es actualidad o pasado. La exposición de Villalba se ha abierto al tiempo que la colectiva Obra Gráfica 10. Esta colectiva proviene de una carpeta que ha hecho El País para marcar su relación con el arte a lo largo de su historia; los artistas representados están reseñados en la crónica que el periódico publica hoy; estuvieron en la galería Juan Genovés, Rafael Canogar, Luis Gordillo y Eduardo Arroyo, ahí están, en la foto de Bernardo Pérez. Hacía tiempo que no iba a una presentación de exposición, y quise fijarme bien en sus ritos. Al contrario de lo que sucede en las presentaciones de libros, no hay palabras, sino vino, o refrescos. En los tiempos en que era más frecuente mi presencia en estos actos también daban whisky, pero esta ya no debe ser una bebida habitual en estos saraos, porque el whisky eleva el tono demasiado pronto, y para una exposición --en este caso, dos-- hay que tener sosiego. El artista, en el caso de Villalba, estaba como si recibiera en su casa, para mostrarla; y la gente iba de un lado al otro mirando alternativamente sus obras y los títulos. Los t´´itulos de Villalba siempre han sido significativos, ingeniosos, como los de Arroyo. Hay verdaderas joyas que celebran la relación del ojo de Villalba con la realidad. Ese tiempo que él ha detenido vuelve a vivir aquí con la vitalidad que Darío siempre ha mostrado en su pintura. ¿Los grabados? A mi me gustan mucho; Genovés decía que eran una apuesta que podría abrir otra vez el apetito por el coleccionismo de obra impresa. Es, sin duda, una excelente ocasión para adiestrar el ojo en lo más rabiosamente contemporáneo de la mirada de nuestro arte, desde la generación de El Paso hasta este tiempo.

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