Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

La memoria

Por: | 02 de septiembre de 2008

Garzón ha abierto un debate que ha puesto los pelos de punta a una parte de la sociedad, la misma que no quiso que se avivara la discusión sobre la memoria histórica. Buscar a los desaparecidos de la guerra y del franquismo es buscar a gente que desapareció o fue fusilada hace setenta años, con lo cual el hecho mantiene en muchos de sus familiares una memoria viva, tangible, dolorosa aún. La gente tiene derecho a saber qué pasó con los suyos; eso no reabre heridas, como se suele decir, sino que aspira a cerrarlas. La conciencia de un país se hace sabiendo qué le pasó a los habitantes que fueron derrotados y perseguidos. La iniciativa de Garzón prolonga una aspiración, insinuada por fin en la ley de la memoria histórica; las discusiones que oigo ahora son de procedimiento, y algunas veces los procedimientos obstruyen la claridad y expresan hipocresía. No sé qué piensan ustedes.

Los pianos mecánicos

Por: | 01 de septiembre de 2008

El mar ha estado siempre encrespado y el viento no ha cesado hasta hoy en el Médano durante todo el mes de agosto. Hoy, 1 de septiembre, cuando se inicia el abismo del otoño y ya la sombra susituye al sol en las esquinas de las geografías y de los mapas, el viento se ha calmado, y me he asomado para ver cómo está el mar, y veo que sigue su lucha angustiosa por golpear la orilla como si trajera una noticia. En otro lado del mundo, un día como hoy hace tres años se fabricaba la horrible tragedia del Katrina, que asoló Nueva Orleáns. Ahora se llama Gustav y amenaza con hacer lo mismo sobre los mismos lugraes, aunque las noticias de la radio dicen que ese huracán está dejando a un lado Nueva Orleáns y asolará lugares cercanos pero no tan poblados. Esta atmósfera de final y de desolación que llega con el 1 de septiembre me ha traído a la memoria una película, Los pianos mecánicos, que fue célebre y que reproducía, a partir de una novela de Heny-François Rey, la melancolía del final de las vacaciones y del comienzo del otoño en la Costa Brava. Tengo un vago recuerdo del filme, que dirigió Juan Antonio Bardem; el viento comenzaba su labor y acudía al lugar para devastar todo lo que hallaba a su paso, y las calles y las playas se quedaban vacías y tristes, como si hubiera pasado sobre la alegría y sobre el sol un huracán que también era el huracán de los sentimientos oscurecidos. Muchos años después vi en Asuán a Melina Mercouri, que era la protagonista de la película; pusieron un sirtaki y la contemplé bailando, con una copa en la mano, feliz y vieja, mirada con complacencia por su marido, Jules Dassin, que parecía un caballero que vendiera chalets en Egipto o en Corfú. Ahora cada vez que viene septiembre y hace viento o se despueblan las playas me la imagino a ella en esa película bailando el sirtaki con una copa en la mano, pero en Asuán. Y yo estoy en el Médano, a punto de meter los libros en la maleta. Les dejo con una frase de Robertson Davies, leída anoche, en la última noche de agosto: "La vanidad es perfectamente admisible en un artista. Yo personalmente no daría ni un comino por un artista que carezca de vanidad, pero lo que yo respeto es la vanidad honesta y sincera. La falsa modestia, la humildad exagerada, las zalameras y aburguesadas afirmaciones de respetabilidad, de ser buen marido y mejor padre, de pagar las deudas a tiempo, etcétera, hacen que las Confidences sean tan duras de tragar". Se refiere Davies a Confidences d´un prestidigitateur, de Houidini, a quien dedica su libro El mundo de los prodigios, que estoy leyendo (Libros del Asteroide). Hace muchos años mi amigo Ramón Buenaventura me habló mucho y muy bien de Davies. Tenía toda la razón. Un escritor grande. La traducción es de Manuel Martínez-Lage.

El País

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