Está por aparecer en Argentina un voluminoso tomo con las crónicas que hizo Roberto Arlt, el gran escritor, para el diario argentino El Mundo, y he tenido la fortuna de leerlo en galeradas. El tomo se llama El paisaje en las nubes, e incluye crónicas que escribió Arlt desde 1937 hasta 1942, cuando murió de un infarto exactamente a la edad que tenía el siglo. Como su literatura (y el periodismo es literatura, como decían desde Rubén Darío a Manuel Vicent y a Antonio Muñoz Molina), estas crónicas son sabias y sagaces, se adelantan al tiempo y utilizan materiales de la actualidad para trascender el tiempo y llegar hasta hoy con la frescura de un humor imbatible. Me han hecho acordar de las crónicas de Julio Camba, a veces, pero sobre todo de las crónicas de Jorge de Ibargüengoitia, y a veces también de las de Juan Carlos Onetti y de Carlos Casares, por citar tan solo autores que ya no están con nosotros y en los que el ejercicio de la literatura se combinó con el de la escritura periodística. Arlt, que fue con Borges y Cortázar uno de los grandes escritores argentinos del siglo XX, no hacía en sus crónicas ni autobiografía ni ocurrencias, ni las utilizaba para enviar mensajes a sus amigos o a sus parientes; su periodismo era un ejercicio de inspección de la realidad, y en esa búsqueda picassiana alcanzó hallazgos memorables que hoy forman parte de los mejores hallazgos del periodismo escrito. Leí el libro en varios viajes, luchando con la voluminosidad de las galeradas, y ahora está sobre esta mesa como un hermoso regalo. Cuando aparezca les cuento, por si ustedes quieren tenerlo ya como libro en su biblioteca.