Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

Bacon/Caravaggio

Por: | 19 de octubre de 2009

Estuve viendo en Roma la exposición Bacon/Caravaggio, o viceversa, montada en Villa Borghese, un centro fantástico para exponer a dos grandes maestros de la pintura. Debo decir, sin embargo, que la superposición opaca a ambos genios, que por separado hacen una guerra estética y moral en la que son imbatibles, pero cuyo diálogo está, me parece, exagerado por la voluntad de juntar para congregar más público en estas galerías en las que la belleza termina apabullando. Los comisarios de la exposición han aprovechado gran parte de los Caravaggio que guarda Villa Borghese y han importado otros tantos cuadros de Bacon; han aprovechado algunas singularidades biográficas (el carácter violento, o supuestamente violento, de ambos, la pasión compartida por el retrato, la búsqueda de la luz, la discusión con los cuerpos), y han querido crear un clima que acaso hubiera funcionado si alrededor no hubiera tanta competencia pictórica y escultórica de la colección propia de Villa Borghese, con la que convive esta muestra a veces de manera atosigante. Vi la exposición rodeado de un público que me parece que padecía similares confusiones a las que padecí yo, y eso me alivió, porque en algún momento creí que mi pérdida en el laberinto de las comparaciones era singular, personal y exclusivo. No sé si alguno de ustedes vio ya esa exposición; si es así, me gustaría contrastar esta opinión que se refiere, por supuesto, a la oportunidad del conjunto (juntar a Caravaggio con Bacon, que en principio puede resultar atractivo) y no a la calidad grave, extraordinaria, de ambos artistas. Un detalle más: en estos museos es cada vez más atosigante entrar, aunque sea muy fácil salir. Has de comprar las entradas por Internet, y has de ir a una hora precisa; allí has de hacer varios tipos de colas, para recoger la entrada física, para dejar el bolso, para entrar en la exposición... Y la aglomeración hace luego que sea casi imposible mirar los cuadros y las explicaciones. Un gran número de personas optan por escuchar las explicaciones de unos artilugios móviles, lo que ofrece la impresión de que están hablando constantemente por teléfono. El conjunto ofrece, pues, una cantidad enorme de inconvenientes que contrasta con el atractivo de la muestra y el indudable interés que despierta la posibilidad de ver juntos a estos genios. Lo siento, pero así lo vi.

Subo ahora el post. Mañana temprano viajo a Argentina, y es posible que por la mañana me resulte difícil. Espero cumplir desde allí con la cita diaria, si los hoteles y los wi fis no me juegan malas pasadas.

Los aviones de Azcona

Por: | 19 de octubre de 2009

Estos días romanos he estado en Via Veneto, y cada vez que pasaba por los hoteles de la calle de La Dolce Vita recordaba la anécdota que solía contar Rafael Azcona sobre uno de los días más felices de su vida. Había recibido (creo que de su amigo Marco Ferreri) el encargo de escribir un guión. Como primera providencia, se compró una pila de folios, quizá quinientos folios, y se subió a la terraza del hotel, a inspirarse. Como no se sentía suficientemente estimulado, comenzó a hacer aviones de papel, que iba arrojando hacia la calle. Cuando había acabado casi completamente la colección de folios blancos, se produjo el milagro. Uno de aquellos avioncitos frágiles se mantuvo en el aire ¡16 minutos!, y Rafael respiró su emoción como si hubiera escrito el mejor guión de su vida. Estos días he paseado por esa y por muchas calles romanas, y siempre he asistido con el entusiasmo de un muchacho a la alegría romana, a esa especie de culto a la facilidad de la vida que muestran los romanos en cualquier circunstancia. Un amigo, Pedro Jesús Fernández, escritor y viajero, me decía el sábado que a los romanos lo que les gusta es transar, ponerse de acuerdo, evitar las situaciones límite, las discusiones inncesarias, y eso lo trasladan a las relaciones personales y a las relaciones colectivas. Tú no ves en Roma una discusión por el tráfico, hablan alto, como nosotros, pero discuten lo menos posible. Viven contemplando una ciudad increíble, y la tratan como si aún se estuviera haciendo. El respeto que tienen por lo que ya tuvieron es ejemplar: no permiten grandes almacenes en el entorno histórico, los desplazan a la periferia, cuidan su memoria como si la vieja Roma pudiera despertarse y vengarse de los depredadores. En los restaurantes, por otra parte, estos ciudadanos supuestamente ruidosos comen como si se estuvieran susurrando, y comen casi siempre bien, en los sitios caros y en los sitios baratos. Ese gusto por la vida es lo que se queda en la memoria, como se queda la belleza de las estatuas o de los museos o de los parques o de los muros que contemplan una historia que parece haciéndose todavía. En ese ambiente no me extraña que Azcona se hubiera extasiado viendo volar tanto rato uno de sus numerosos aviones de papel.

Las cifras de la marcha

Por: | 18 de octubre de 2009

José-Miguel Ullán en Piazza Navona

Por: | 16 de octubre de 2009

Va

Hace un minuto se abrió en el Instituto Cervantes de Roma la exposición Agrafismos del poeta José-Miguel Ullán, y he aprovechado que hay un ordenador cerca para teclear aquí mi blog atrasado. Es muy emocionante ver recogido aquí lo que a mi me parece que es la metáfora principal, y exacta, de la personalidad del poeta que se murió con el último verano. Era un poeta radical; tachaba escribiendo, y se tachaba a sí mismo. La escritura se convertía en grafismo, y mientras el lector se deslizaba hacia el interior de su poesía la iba entendiendo, se iba confundiendo con ella, como si zarpara en un mar de todo y de nada, algas abruptas, aglomeraciones de objetos o de espíritus que él hacía que fueran tan solo un gesto, un rictus, el aire mismo. El profesor Francisco Lobera, de la universidad romana de La Sapienza, hizo un análisis muy profundo de esas intenciones de Ullán; Manuel Ferro, su compañero, comisario de la exposición, reveló el sentido último, casi de espera, que tienen estos cuadros, y Martha Canfield, la profesora uruguaya de literatura hispanoamericana de la universidad de Florencia buscó en la poesía de Ullán la ironía con la que disfrazó su indudable, imperecedera ternura exigente.

Va2Los alumnos de Pilar Soria, profesora de La Sapienza, leyeron en italiano versos de Ullán: es raro escuchar el castellano en otro idioma, como si la poesía viajara desde otro cuerpo. A mi me tocó hablar también, y lo hice sobre esa línea radical que había en la inteligencia austera de su personalidad humana, poética, sentimental, desde que le conocí, hace ahora cuarenta años. Me invitó a hacerlo Mario García de Castro, el director del Cervantes en Roma, y ahora estoy aquí, tecleando, una vez acabado el acto, sintiendo aún en la piel interna, esa que sólo es de uno, lo que la poesía hace en la gente, la transforma, la sitúa en un lugar en el que creyó estar cuando hubo algún sueño que no se puede volver a decir. Dijo Lobera, refiriéndose a los poemas de Ullán, que la poesía no es nunca lo que se dice, es lo que le lector siente por dentro, sin otra interferencia que la del silencio que nos habita. Me gusta estar aquí, en este sitio y en Roma; afuera hace ya un poco de frío, siento voces; hacía tiempo que no escribía una crónica en el lugar de los hechos. Es como si volviera a ser el periodista que era cuando conocí a Ullán, precisamente, siendo yo un muchacho que escribía crónicas así en El Día de Tenerife. Ahora ya pasó el tiempo, pero la poesía me sigue diciendo lo mismo; y entre los primeros poetas que leí estuvo José-Miguel Ullán, sus cartas, sus crónicas, sus libros. Lo que resumen sus cuadros. Ahora están aquí, en el corazón de una Roma alegre, feliz, otoñal pero luminosa, y ruidosa.

"El que la hace, la paga"

Por: | 15 de octubre de 2009

Otros compañeros, como Fernando Garea, están siguiendo desde sus blogs la crisis valenciana, que ya es la crisis del PP nacional, así que estos días me he abstenido de comentar aquí esos sucesos, que forman parte ya de la memoria del esperpento nacional. Pero no me resisto a contar aquí algo que me vino a la memoria cuando escuché esta mañana a Manuel Fraga Iribarne hablando de Camps en la Cope. El periodista, Ignacio Villa, le preguntaba muy solícito sobre sus opiniones acerca de la corrupción que ha hecho su aparición de manera tan abrupta en el partido que él fundó, hasta que llegaron al porvenir del presidente valenciano. Si se demuestra que está en la misma situación que Costa, vino a decir el presidente-fundador, Rajoy tendría que aplicarle la más antigua receta del Derecho. Le preguntó Villa por la naturaleza de esa receta, y Fraga le respondió, sin titubeos: "El que la hace, la paga". Me recordó una anécdota que se cuenta de Atahualpa Yupanqui, el silencioso cantante argentino, al que rodeaban cada tarde algunos acólitos en el Café Gijón. Atahualpa era reverenciado por sus amigos, a pesar de que rara vez su sed de escuchar al maestro seguía frustrada después de horas de infructuoso encuentro. Hasta que un día, después de que uno de ellos contara un sucedido que al parecer conmovió al maestro, dio la impresión de que éste iba a pronunciar unas palabras. En efecto, Atahualpa hizo ademán de hablar, e inmediatamente después lo hizo, y dijo: "El que la hace, la paga". Después, silencio, pero ya los amigos tenían ración de filosofía para seguir esperando a que el maestro se pronunciara de nuevo, alguna vez. Y la contundencia de Fraga me recordó al gran Atahualpa; sólo por esa frase, que conste: Fraga y Atahualpa no tienen nada que ver, lejos de mi la funesta manía de los paralelismos, así que absténganse quienes vean aquí irrespeto por el genial folklorista que acunó las ilusiones de la América total. El que la hace, la paga. Camps estará temblando. O no. A lo mejor Rajoy también está temblando. Atentos a las noticias, y a esa frase: el que la hace, la paga.

Ferrer i Guardia

Por: | 14 de octubre de 2009

Agradezco a Marisol (no aparece su apellido, lo lamento) el recuerdo que hace en el post que subí el sábado de la figura de Ferrer i Guardia. Le guardo una enorme gratitud a esa figura radical de la enseñanza pública, que entró en mi vida de forma casual, atraído por la curiosidad y por la memoria extraordinaria de mi madre. Ella escuchó en su infancia la historia de aquel pedagogo, y me la contaba insistentemente, al final a mi propio pedido. Y de aquellas frases que ella rescataba de su memoria siempre me quedé con esa exclamación que Ferrer i Guardia dijo ante el pelotón de fusilamiento: "No tengo miedo a la muerte, ¡vivan los niños, ¡vivan las escuelas laicas!" Para siempre ha vivido en mi memoria esa hermosa declaración de amor a la enseñanza pública, dicha en medio de un dramatismo que a mi siempre me puso los pelos de punta, y a mi madre también.

El blog de Ángeles

Por: | 12 de octubre de 2009

Recuerdo muy bien las dudas que tenía Ángeles Mastretta cuando hace un año se propuso hacer un blog. Pues ahora cumple un año, precisamente. Es como si nadara: escribe con la agilidad con que mira; no exactamente con la agilidad con que escribe, con la que mira. Ella mira con todos los ojos, también con los ojos que no se ven, y mira como si te pidiera un abrazo, o como si le pidiera a la vida un punto de apoyo. Da brazadas como los niños que acaban de ser arrojados al mar, y se agarra de los sustantivos, de los verbos, de las miradas de los otros como si estuviera repirando después de haber sufrido el amago de un ahogo. De esos trances sale siempre feliz, pero mientras mira Ángeles parece estar zozobrando, hasta que se le ocurre algo, y sobrevive. Vuela y sobrevive. Su blog es como una de esas miradas que ha acertado a conservar en sus ojos, en los que se ven y en los que no se ven. Que haga un blog a diario, que se comunique a diario, es un gozo para sus lectores, y yo creo que también para ella. Es su manera de abrazar, con generosidad, incluso a aquellos que pasan de largo y no advierten que ella está mirando. Enhorabuena por el año, nadadora.

Ah, estoy en el mismo hotel, pero hoy me han prestado la eñe, los acentos, y me han dado un café descafeinado que ahora me voy a tomar al sol tenue de mi pueblo.

El estilo de Vicent

Por: | 11 de octubre de 2009

Estoy en Tenerife, en mi hotel favorito del Puerto de la Cruz, el Tigaiga del Taoro, con Manuel Vicent, con quien ma;ana hago un di'alogo sobre el Atl'antico y el Mediterr'aneo en la cita anual del Instituto de Estudios Hisp'anicos de Canarias, que celebra este acto en el Ayuntamiento. A las siete de la tarde, para los que quieran estar. Es fant'astico hablar con Vicent. Su estilo, el de sus columnas y el de sus libros, es como su estilo de conversar; cualquier asunto que le propongas tiene en el un recuerdo, la referencia de un destello que el mismo ha vivido. En el desarrollo de su discurso intervienen el motor de la memoria como sintaxis m'axima de su estilo. Escucharle hablar es adentrarse en una sorpresa constante en la que la met'afora es tambi'en la exigencia del humor; ese humor es tenue, como si no quisiera ser nunca risa. Estuvimos comiendo con el en El Sotano, un restaurante que hay en Las Aguas, en san Juan de la Rambla, donde sirven los pescados frescos de este lado del Atl'antico, y batia all'i el mar poderoso  del que vamos a hablar manana. Luego estuvimos hablando un rato, bajo los sat'elites de Jupiter, sobre algunos sucesos de la historia espanola que el ha ido viviendo, y era como leer sus libros o sus columnas. Los que esten por aqui no se pierdan manana ni nunca a Manuel Vicent. Y perdonden todos esta ortografia: este querido hotel tiene teclado aleman, y carece de  acentos y de otros aditamentos que me hacen escribir como si fuera un extranjero.

El sitio de la información

Por: | 10 de octubre de 2009

La evidencia de que el escándalo Gürtel en el PP no era una ocurrencia judicial ni muchos periodística ha echado tierra a las posiciones de aquellos que sostenían que por cuatro trajes no pasaría nada. La insistencia de EL PAÍS, en medio de los ataques más diversos, incluidos los de los que ahora han agarrado la antorcha de la denuncia de los escándalos, ha sido fundamental en el progresivo esclarecimiento del proceso de corrupción que la trama de Correa ejerció sobre dirigentes del PP en Valencia y en Madrid. La información ha sido insistente, en medio de la opacidad, a la que ha contribuido esa cerrazón prusiana del PP, que por fin ahora decide eliminar de su partido a los responsables de la connivencia entre los políticos y los que quisieron corromperles, y lo lograron. Queda mucho por hacer, pero el periodismo está haciendo lo que siempre hizo: hurgar allí donde hay noticias que otros no quieren que se sepan.

Ágora

Por: | 09 de octubre de 2009

Ya se ha estrenado Ágora, la película de Alejandro Amenábar. Hoy hay en EL PAÍS un artículo de Carlos Boyero sobre la película y otro de Jacinto Antón sobre el personaje de Hipatia, que es el eje sobre el que se desarrolla el filme. Si ustedes me permiten, antes de leer yo mismo ambos artículos, que leeré, cómo no, voy a aventurarme en algunas consideraciones sobre el asunto que subyace en esta arriesgada incursión de Amenábar en la historia del pasado. En primer lugar, no es una historia del pasado; es una historia desde la que comienza el presente, cuando la razón o el estudio se confrontan con la fe y el fanatismo, y éste gana. Dice bien Amenábar cuando trata de quitarse de encima el lugar común, y maniqueo como tantos lugares comunes, de que es una película contra los cristianos. Es una película a favor de la discusión sobre lo que el fanatismo ha supuesto en las sociedades que nacieron de aquella explosión que tiene su gran metáfora en la destrucción de la Biblioteca de Alejandría y lo que ésta suponía. En este sentido, es admirable que un cineasta haya agarrado por los cuernos una situación que se cuenta en un minuto (o en siglos) de historia de las sociedades, la cultura y las religiones, y haya construido una metáfora dramática de dos horas a la que se le pueden oponer muchas opiniones o críticas, pero que se salva por su atrevimiento, y por la calidad del producto artístico que ha logrado, y por las discusiones que suscita, como película y como sugerencia de una discusión universal. Hay que ver la película, me parece, no sólo como historia, sino como pintura, como alegoría (o parábola) para explicar el tiempo en que vivimos, en que el fanatismo sigue combatiendo a la razón, no sólo desde el punto de vista de la religión de los cristianos sino de los fundamentalismos que han ido creciendo y haciéndose sólidos como las piedras que acabaron con Hipatia. Y está Hipatia, claro, como metáfora no sólo de la razón y el estudio sino de la mujer que combate para que sobrevivan las ideas sobre la ignorancia o sobre las rugosidades viscosas del fanatismo. Su presencia como mujer se convierte ahora (y lo ha sido durante siglos) en un elemento singular de contraste con lo que muchas sociedades, incluida la nuestra, han querido y quieren que sea la consideración que se tiene de las mujeres. Es una película, en fin, que nos acerca a multitud de posibilidades de discusión. Me gustaría que la vieran, y me gustaría saber si salen de ella con el mismo estado de perplejidad con el que yo salí; luego, hablando con otros espectadores, me fui haciendo una idea más cabal, y algunas de las consecuencias de esa idea son las he querido adelantar en este blog con un enorme respeto para el esfuerzo singular, artístico, intelectual, que han hecho Amenábar y su equipo para llegar a esta Ágora que ahora está en los cines.

El País

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