Ayer tarde estuve en la Biblioteca Nacional, con Herta Müller. Hay una excelente crónica hoy en elpais.com de Javier Rodríguez Marcos, que siempre va al corazón de lo que se dice y explica con la convicción de un buen periodista lo que se dice y no lo que no se dice. A veces he pensado que hace tan buenas crónicas porque también es un buen poeta, y no hay mejor manera de encontrar la metáfora de las cosas que habiendo leído mucha poesía: Si además la escribes, es siempre posible que aquello que toques resulte especialmente intenso y atractivo. La prosa de Herta Müller, por cierto, procede de la poesía, y por eso es intensa y duradera, se queda, como ha escrito Mercedes Monmany, en el alma de los lectores por muchísimo tiempo. Su libro tan conmovedor Todo lo que tengo lo llevo conmigo debería ser una lectura inexcusable para quien quiera conocer la raíz más dramática de la memoria de la soledad en nuestro tiempo. Es un libro que se toca como se toca una herida antes de que crezca (o mientras crece) el odio.
Pero, caramba, yo no quería reproducir lo que escuché anoche, que eso ya lo hace Rodríguez Marcos. Lo que quería es hacerme esta pregunta: ¿por qué los escritores no van a escuchar a los escritores cuando éstos hablan en público? Me sorprende esto siempre. Cuando fui editor los llamaba, y congregaba, a veces con mucho esfuerzo, a algunos que finalmente venían y se encontraban con sus colegas. Pero ahora que ya no soy editor ni hago estas cosas me fijo mucho en esa escasez: ¿por qué no van? Anoche había, que yo percibiera, dos escritores, el propio Javier y el argentino Patricio Pron. Si hubo otros y no los vi, me excuso. Herta Müller es una escritora con una potente voz propia, acaso una de las voces que de manera más intensa alude a los problemas de nuestro tiempo, cuya raíz es la barbarie doble que padecieron Europa y el mundo, los crímenes nazis y los crímenes del estalinismo.
¿Por qué no van los escritores a escuchar a los escritores? ¿Porque ya los oyeron, porque no les interesa lo que digan, porque ya están saturados de escuchar, porque no necesitan contrastar sus experiencias con las experiencias ajenas, porque ya están hartos de escritores? Van cuando son muy amigos, y lo ponen de manifiesto. Siempre me lo he preguntado en silencio, por qué no van, y creí que ya era hora de preguntármelo en alta voz.