Hermoso día ayer en los alrededores de La Recoleta, este lugar que es como el diapasón de la armonía de la ciudad de Buenos Aires. Me pidió mi amigo Ricardo Kirschbaum, director de Clarín, un texto sobre Horacio Coppola, el extraordinario fotógrafo ahora más que centenario (tiene 104 años), del que ayer hablaba Antonio Muñoz Molina en Babelia. Por la mañana habíamos estado mirando la luz de la ciudad, la proyección luminosa de sus edificios junto al cementerio de La Recoleta, mezclado con esta geografía que para mi se aglutina en el café La Biela, donde Fangio exhibe eternamente sus coches de juguete. Pasé junto a los enormes árboles de la plaza, me senté a pensar y a leer en esta atmósfera que siempre es igual y siempre es diferente. Así que tenía en la retina esas imágenes que captó Coppola en los años 30, al volver de esa Europa que, como indica Muñoz Molina, estaba a punto de convertirse en escombros; un Buenos Aires nítido, entre primaveral y veraniego, abriéndose paso en las fotos del artista como una ciudad que preservaba su memoria al tiempo que Coppola disparaba su objetivo. Ahora este espacio de Borges y de Bioy, esos edificios y también sus calles solitarias, o habitadas por una sola persona que viene de no se sabe qué melancolía, parece sacado de un audaz contrapunto de Horacio Coppola. Me fui luego de ese lugar a la zona de Callao donde Natu Poblet sigue manteniendo en alto la apuesta cultural de su librería, Clásica y Moderna. Junto a un grupo de amigos (Claudia Piñeiro, Josefina Delgado, Ezequiel Martínez, Soledad Gallego-Díaz, Sergio Ramírez...) para hablar de libros y de lo que tocara, en torno a unas milanesas que regamos con limón, agua y vino. Compré muchos libros; compré libros, le dije a Sol, como si fuera inmortal; cuándo habrá tiempo ya para leer todos los libros que desearíamos leer. Mientras estábamos allí vino el deslumbramiento de las fotos de Coppola, y luego me vine al hotel con el catálogo, como si viajara con Buenos Aires bajo el brazo. Al anochecer cruzamos el bosque de Palermo, hacia la casa del gran artista Hemenegildo Sábat, cuyo dibujo de Kirchner, tras la muerte del ex presidente, glosé aquí el otro día. Allí estuve mirando las paredes de una vocación que dura ya todos los años, y que Sábat mantiene con la fortaleza de un muchacho que va cada día al periódico como si fuera la primera vez que le encargan un trabajo. Durante el día de hoy he estado en el barrio de San Telmo; aire y luz en la ciudad de Coppola. Coppola sigue vivo, y lúcido, a los 104 años; un poco como Buenos Aires, la ciudad inolvidable de las fotografías, las postales y los escritores. De Clásica y Moderna me llevé un diálogo entre Borges y Sábato. Cuando caiga la tarde voy a leerlo; es como regresar al Buenos Aires que Coppola vio en los atardeceres. Al irme de la librería apareció un escritor jovencísimo, Luis Mey, que trabaja en la librería del Ateneo. Josefina Delgado me regaló un libro de cuentos de autores boanerenses; allí estaba Mey. Leí su cuento Los abandonados. La atmósfera de otro Buenos Aires, el de la noche cerrada que se abre paso entre los árboles del bosque de Palermo. Anoche vi esa atmósfera, y luego oí esa música. Allá adentro imagina Mey, el joven escritor que apareció por esta vieja librería cuando ya nos íbamos. Casi al tiempo apareció también Sergio Ramírez, que estos días habla aquí de periodismo, y que esta mañana se estaba volviendo a Nicaragua. Le recomendé a Mey El señor de los tristes, el conjunto de ensayos de Sergio. Lo encontrará, claro, es un librero.
Hay 7 Comentarios
Seria interesante conocer el secreto de los 104 años y con lucidez, lo bueno de la reconstruccion es el valor de la cultura para dejar sembrado un poco del ayer antes de que todas ellas caigan en ruinas, el ambiente de los paisajes nos recrean, las ciudades custodiadas por organizaciones para preservar el saber viejo de la historia, cargar libros de pasta dura e hilo, delicados por fuera y ricos muy ricos por dentro, es inmejorable,llevandonos por su recorrido con paciencia, disfrutando de sus recuerdos, no comprendo el rocio de limon sobre la milanesa un toque a francesado, le quita el gusto un poco es mejor cargado de romero.
Saludos disfrute muchisimo
Publicado por: Chinca Salas | 08/11/2010 21:40:56
Mi querido Juan,
Supongo que el Papa no ha visto lo que Coppola fotografió en los años 30... Menos mal...
Un abrazo
Publicado por: Ángela Paloma | 08/11/2010 11:45:15
Juan, gracias por recordar un en
cuentro tan enrriquecedor y placentero como el que vivimos ayer.beso
natu poblet
Publicado por: natu poblet | 07/11/2010 23:17:23
Gracias Juan por hacernos sentir una vez más la pasión por la lectura acompañada de sugerencias. La vocación es, sin duda, la energía que nos mueve con ilusión para emprender un nuevo día con total lucidez.
Publicado por: Syra Jiménez-Pajarero Arias | 07/11/2010 22:31:09
hoy con Bioy incluso, mejor por allí que con el papa, he estado cerca, acabo de cerrar a Piglia.
un abrazo.
Publicado por: Jesús Garrido | 07/11/2010 22:21:50
Muy bueno
Publicado por: Videos de humor | 07/11/2010 21:57:32
Es otro clásico paseo: esa parte de la Recoleta, la cuadra frente a la plaza que tiene en esquina "La Biela", había antes muchos restaurantes y gran movimiento, se han ido cerrando y así se ha apagado bastante pero mantiene la esquina y La Biela con toda la nostalgia y recuerdos que hacen necesario pasar por allí e intentar sentarse a tomar algo para revivir lindos momentos,parece tener muchas de "Aquellas cosas" y desplegarlas en un momento.Gracias por contárnoslo
Publicado por: Renee Domínguez Serres | 07/11/2010 21:38:36