Malos tiempos, ya se sabe. Y dicen los alopeoristas que los que vienen serán peores. En 2008 hubo agencias de comprensión del futuro que decían que el futuro iba a ser mejor que el pasado, y se equivocaron. Los mismos que se equivocaron, entidades de prospección económica mundialmente famosas, luego han remachado el clavo del pesimismo y nos han dicho que, en efecto, lo que ocurrirá será peor que lo que ha ocurrido. Los alopeoristas. Eran alomejoristas y han cambiado a alopeoperistas. Pero todavía no han emitido su fe de errores. ¿Y si se equivocaran otra vez? Mañana es el último día del año. Me niego a concederle al pesimismo (que es el realismo bien informado) su ración de razón, y propongo un instante de paro frente a la pájara que está dominando corazones, mentes y esperanzas. ¿Y si las cosas fueran distintas? ¿Y si una fuerza diferente torciera este destino grisáceo que ha caído sobre nosotros como un mal presagio? ¿Y si este mal sueño no deviniera en pesadilla, si se aclararan los días y las noches, si volvieran el empleo a muchas casas de las que ha sido violentamente arrebatado, si los jóvenes y los viejos tuvieran otra vez un horizonte menos duro o putrefacto, si las cosas fueran de otro modo, si las estadísticas saltaran por los aires, si las curvas que ahora bajan vertiginosamente subieran su montaña rusa de desazón y de espumas terribles? Este es un tiempo que tiene ribetes catastróficos, como si a la humanidad le hubiera entrado la pájara y estuviéramos a la espera aún de abismos mayores. Es probable, porque ya se ha ido comprobando, que los agoreros (los apeoristas) tengan razón, que este universo se muerda a sí mismo aún más, que tras estos muros vengan otros aún más oscuros. Pero, ¿y si allá por marzo nos nace una nueva esperanza, si escuchamos aletear de otro modo las palomas que ahora sólo provienen de los vientos de crisis, si se acaba este croar de gaviotas tremendas, si se acaban esos alerones que cubren el cielo como los pájaros inquietantes de Hitchcock? ¿Y si los grises se van volviendo de otros colores? Hasta ahora el arcoiris se ha ido hacia los tonos de la pesadilla. ¿Y si esto cambia? Contra la pájara viviremos mejor. Mi deseo, el que expreso estos días a los amigos que esperan que este corchete que ha impuesto la vida se acabe de una vez, es que el futuro sea una buena palabra, que el futuro se merezca esa palabra de seis letras sobre la que ironizaba Stefan Zweig... Decía, de Brasil: "Es el país del futuro..., y siempre lo será". ¿Estaremos siempre esperando el futuro, como el coronel esperaba la carta milagrosa en el relato agorero de García Márquez? Ahora futuro es una mala palabra, una sombra inquietante. ¿Y si no fuera así? ¿Y si fuera mejor? Ojalá. A veces regalo la palabra ojalá. Y ya que no quiero regalar la palabra futuro, por si acaso tienen razón los alopeoristas, regalo la palabra ojalá. pero no me voy a sentar a esperar que pase el temporal. Sentado es como te entra la pájara. Felices años futuros, en todo caso. A todos los habitantes de este blog y también a los que están fuera. A caminar, contra la pájara, esa palabra que tanto hacía reír al admirable y añorado Ángel González. Y ya que nombro a Ángel, un abrazo para el amigo que le puso la mejor música (y la amistad más sencilla), Pedro Ávila, de gira ahora por México lindo y querido..., la tierra de la admirable Ángeles Mastretta, una dama contra la pájara también.