Mira que te lo tengo dicho

Sobre el blog

¿Qué podemos esperar de la cultura? ¿Y qué de quienes la hacen? Los hechos y los protagonistas. La intimidad de los creadores y la plaza en la que se encuentran.

Sobre el autor

Juan Cruz

es periodista y escritor. Su blog Mira que te lo tengo dicho ha estado colgado desde 2006 en elpais.com y aparece ahora en la web de cultura de El País. En cultura ha desarrollado gran parte de su trabajo en El País. Sobre esa experiencia escribió un libro, Una memoria de El País y sobre su trabajo como editor publicó Egos revueltos, una memoria personal de la vida literaria, que fue Premio Comillas de Memorias de la editorial Tusquets. Otros libros suyos son Ojalá octubre y La foto de los suecos. Sobre periodismo escribió Periodismo. ¿vale la pena vivir para este oficio?. Sus últimos libros son Viaje al corazón del fútbol, sobre el Barça de Pep Guardiola, y Contra el insulto, sobre la costumbre de insultar que domina hoy en el periodismo y en muchos sectores de la vida pública española. Nació en Tenerife en 1948.

Eskup

El perdón de Rouco

Por: | 14 de agosto de 2011

Algunos amigos católicos me escriben privadamente para deplorar amablemente mis escritos recientes sobre la visita del Papa. No quisiera ofenderles, no es mi intención hacerlo; siempre he procurado, donde he estado como periodista y donde estoy como ciudadano agnóstico y respetuoso con todas las creencias,conceder a los que no opinan como yo el mismo derecho que tengo yo a expresar mis puntos de vista. Dicho esto, que acaso es innecesario por evidente, debo declarar con toda convicción que sí me parece ofensivo lo que ha hecho Rouco Varela en la preparación de esta visita papal. Ha anunciado el perdón para las que hayan abortado, que pueden acercarse a la confesión en el Retiro, en esa obscena tirada de confesionarios que la jerarquía eclesiástica ha preparado en una especie de orgía pública de la expresión de la intimidad. Por su propia naturaleza, la confesión (cualquier confesión, la de un amigo con un amigo, la de un hijo con un padre, o viceversa) ha de producirse en el ámbito más íntimo posible. Estéticamente, moralmente, esta exhibición me parece de un gusto deplorable. Pero vayamos al asunto del perdón: sitúa el arzobispo a las personas que se hayan visto en la necesidad de abortar en el ámbito específico del pecado y de la culpa, de lo moralmente reprobable, y esta es una acusación moral a la que Rouco no tiene derecho; Rouco no puede hacer valer su probable influencia en la conciencia de los ciudadanos que comparten sus creencias para estigmatizar a personas que, utilizando los cauces que les otorga la ley civil, han decidido hacer con su cuerpo lo que han estimado pertinente, sin violentar a los otros, sin saltarse normas que nos hemos dado libremente los ciudadanos. La intromisión de la iglesia en la intimidad de las personas ofende, y Rouco, lo siento, debe pedir perdón porque ha ofendido y muy gravemente a los que no piensan como él.  

Vida de las contraseñas

Por: | 12 de agosto de 2011

Tengo una contraseña para entrar en este blog. Otra contraseña me sirve para entrar en el correo de El País; una más me sirve para mi correo de gmail, donde tengo más capacidad de almacenamiento, y que me aconsejó Rafael Azcona. Una contraseña sirve para abrir las puertas, otra es necesaria para sacar dinero del cajero, o para meterlo, si se diera el caso, una contraseña me identifica con la ínea aérea que me dio una tarjeta, una contraseña me servía en el cuartel para identificar mis pertenencias, pero la contraseña me duró poco, porque estuve allí tan solo dieciséis días, y luego me declararon inútil por asmático. En general estamos bajo la sombra de las contraseñas. La contraseña es el guiño que uno le hace al secreto; te ayuda a preservarlo, te preserva a ti mismo, te da seguridad o confianza, es como el resguardo de una consigna. En una consigna me robaron hace un año ahora mi ordenador, mis notas, se llevaron, en cierto modo, contraseñas que a su vez ellos, los ladrones, habrán convertido en contraseñas distintas; ellos habrán querido preservar, también, los secretos que habrán metido donde yo creí tener secretos. Ahora, al entrar aquí, me he dado cuenta de lo frágil que es cualquier secreto, lo deleznable que es cualquier contraseña. Vivimos de memoria; si un día se volatiliza la memoria, qué sería de nuestras contraseñas.

Por una sociedad laica

Por: | 10 de agosto de 2011

Desde el respeto que me producen todas las creencias, que es exactamente el mismo respeto que tengo por todas las incertidumbres, quiero sumar mi voz a la de aquellos que quieren para este país, y para todos los países, una sociedad laica, sin fundamentalismos religiosos de ninguna especie; desde esa perspectiva, me parece que la parafernalia en torno a la visita del Papa de Roma a Madrid es indecente, conduce al caos sentimental de la población y la reduce a espectadora deslucida del boato que va a imperar en algunas zonas de la urbe. Madrid como un gran confesionario. España debe centrar su educación en el respeto a la intimidad de las creencias; los excesos que se cometen en nombre del Dios de los cristianos, son excesos que, si hacemos caso a la doctrina de Jesucristo, ofenden al propio creador de la fe cristiana. Las sociedades deben ser laicas, razonables y respetuosas con los que creen y con los que no creen, que son iguales ante la ley y ante la vida.

Libros que me subí del sótano

Por: | 08 de agosto de 2011

En esta casa en la que vivo desde hace más de diez años están algunos de los libros que se han salvado de las bibliotecas que tuve en mi juventud. Ahora los he estado repasando. Entonces comprábamos los libros siempre persuadidos por un compañero, por una crítica, por un profesor, así que era muy difícil que no compráramos algo que ya estuviera contrastado por el gusto ajeno. Así que ahora, al repasar la serie de libros que fui acumulando entonces, me encuentro con obras que entonces (y ahora) me parecieron joyas. Quise seleccionar algunos, para aligerar peso, y para regalar a la biblioteca pública de mi zona, pero me ha sido francamente difícil desprenderme de ellos. Ahí están, son mi memoria, mi alma y mi piel. Algún día espero que alguien los disfrute como los disfruté yo. Ahora he estado rebuscando en otras estanterías más recientes, y de abajo, del sótano donde reposa esta historia personal de la lectura (de la que hice, de la que querría hacer), me he traído El refugio de la memoria, de Tony Judt, La escritura o la vida, de Jorge Semprún, Hoy hubiera preferido no encontrarme a mi misma, de Herta Müller y, como siempre que estoy escribiendo, un libro que es un tesoro, Los nuestros, de Luis Harss, del que no sé si he escrito aquí alguna vez: es la historia de los escritores latinoamericanos que luego serían famoso antes de que alcanzaran la notoriedad de la que disfrutan ahora, gente como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa... El mérito es que son entrevistas hechas por Harss (profesor y escritor argentino) cuando esos escritores tenían poco más de treinta años, excepto Vargas Llosa, que tenía 28... Lo he leído con mucha fruición y con mucho provecho, y lo aconsejo. Creo que los lectores españoles sólo lo podrán encontrar en librerías de viejo, y los latinoamericanos quizá también los encuentren en lugares donde se hallen joyas ya inencontrables. Bueno, del sótano me subí algunos cuadernos, pero esa es otra historia.

El espacio público

Por: | 07 de agosto de 2011

Estoy de acuerdo con los que dicen que la Puerta del Sol es un espacio público que debe ser utilizado por todos los ciudadanos y que el Ministerio del Interior así como las autoridades madrileñas han utilizado con alevosía sus atribuciones para prepararle el terreno al Papa, que ha de venir a la ciudad de Madrid en una visita costosísima que no paga la Iglesia. Lo he dicho en el blog y lo reitero. La escenografía militar que desata toda policía, con sus porras, sus mangueras y, en general, su apariencia, le da a su actuación en Sol un aire desmesurado. En esa desmesura entra todo tipo de tropelías, y ellas son ahora el reflejo de lo que hace el Estado con los acampados/indignados. Es cierto que durante un tiempo, más de un mes, la policía no intervino, y es verdad que ahora ha intervenido desmesuradamente. Y que esa intervención ha de ser condenada con toda energía; como se decía antes, venga de donde venga. 

Hecha la crítica de la gestión político/policial del sitio, hablemos de otro espacio público, el blog, por ejemplo; hagámoslo por última vez, pues no quiero hacer de esta pequeña reflexión un objeto de polémica o discusión desmesurada. Es una simple anécdota que, modestamente, creo significativa. Hace unos días tuve la ocurrencia, que a veces tengo, de recomendar un libro en particular, y en este caso recomendé Verano, de Coetzee, que me pareció una obra maestra cuando lo leí (y ahora estoy leyendo Infancia, del mismo autor y de la misma serie). Algunos comentaristas recogieron la recomendación, algunos dijeron que la tomarían en cuenta, otros explicaron que ya tenían sus otras preferencias del mismo autor, y así sucesivamente. Hubo, por supuesto, quienes me reprocharon que en lugar de una cosa no hablara de otra y así sucesivamente. Y en algún momento dos comentaristas decidieron explicar, antes de leer el libro, que seguramente éste sería "un pestiño", y otro explicó que yo soy "un gilipuertas", pues sin duda alguna Homenaje a Catalunya de Orwell es mejor. En ningún caso sé quiénes son los que firman estos juicios de valor verdaderamente, pues ambos escriben ocultos bajo seudónimos.

Sólo quería dejar dicho que muchas veces, en este espacio público, leo comentarios que me sorprenden por el respeto con que algunos deciden expresarse sobre, por ejemplo, la recomendación de un libro, llegando, incluso, al insulto anónimo, como si en el espacio público uno pudiera golpear sin ser visto y luego salir riendo por lo bajini, "¿has visto como le di? ja ja ja". Pues a mi no me parece eso bien, qué quieren que les diga. Así que me voy a leer libros firmados, por Coetzee o por Ganivet.

"Verano", una obra maestra

Por: | 05 de agosto de 2011

He leído estos días Verano, de JM Coetzee. Estaba por ahí, entre los libros que me traje a la playa, y desde hace meses aguarda su turno, como si fuera un libro más en el calendario de los libros que uno debe leer pero que pueden esperar. Los libros te llegan cuando ellos quieren; hay en el lector, luego, cuando los lee, como la evidencia de una perentoriedad: es ahora cuando lo tenía que leer, este es el tiempo preciso. Y así me he sentido leyendo estos días esta obra maestra de la autocrítica y del desdoblamiento; Coetzee ante el espejo pero visto por otros, como si se descuartizara ante el cristal y ante cada trozo de su autobiografía derramada lanzara hiel o mermelada amarga, y la recogiera luego con cucharas toscas que le hacen daño a su piel mancillada adrede. Su humor es corrosivo y genial, inesperado, los diálogos parecen hechos para ser subrayados, por la sabiduría con que alimentan el ritmo del libro; es un libro ejemplar, de una implacable serenidad. Aquellos que hayan sido igual de perezosos a la hora de abrir Verano (Mondadori) deben buscar el momento adecuado para leer a este genio que rompe sus espejos.

La playa

Por: | 04 de agosto de 2011

A la playa llegan todos los rumores del mundo; es decir, el ruido que se va cociendo en las vanas cacerolas del otoño. Va a ser un tiempo duro, inclemente, el invierno va a empezar en seguida, ya se está calentando el invierno como esos helados calientes que venden en un bar de Málaga donde le gusta cenar a Justo Navarro. Me he traído al mar un libro de Justo sobre Ezra Pound, El espía, y encontré el otro día en mi casa, y también me lo traje, las reflexiones de Dürrenmatt que publica Carena. Dürrenmatt paseaba un día por Santa Cruz, junto al muelle, y se lo encontró don Domingo Pérez Minik; don Domingo lo reconoció y lo invitó a comer garbanzas compuestas en un restaurante llamado Casa Balbina,. En Entrada y salida de viajeros Pérez Minik relata ese encuentro, y muchos más. Esta mañana encontré esta reflexión en el libro del escritor suizo: "Hay momentos en que puedo creer y hay momentos en que debo dudar. Lo peor, creo yo, es querer creer lo que sea que se quiera creer, sea el Cristianismo o cualquier ideología. Pues el que quiere creer debe reprimir sus dudas y el que reprime sus dudas se miente a sí mismo. Sólo quien no reprime sus dudas está en condiciones de dudar sin desesperarse, pues el que quiere creer desespera cuando, de pronto, no puede creer. Pero quien se pone en duda, sin desesperar, está quizá en el camino de la creencia. Sin alcanzarla jamás. A cual creencia se encamina es asunto suyo. Es el secreto que lleva consigo, pues cada profesión de fe no es demostrable y lo que no se puede demostrar lo debe guardar cada uno para sí". Ahora a la playa llega también el rumor de la duda, y en él me refugio como uno se resguarda del viento.

La Puerta del Sol

Por: | 03 de agosto de 2011

Hicieron bien las autoridades en mantener la Puerta del Sol abierta; hacen mal ahora al cerrarla; creo que están secando el ciclo de la intolerancia, que en realidad se abre ahora en todo su esplendor con la visita del Papa a Madrid. El dispendio que causa esta visita del jefe de la Iglesia católica, unido al mensaje que la la jerarquía manda, suponen un toque de corneta para que se inicie lo que decía la bruja ibicenca: vamos a tener un otoño de cruzadas religiosas. Y a esta sociedad le hace falta, como el aire, un racimo fresco de laicismo.

El País

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